EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



domingo, 24 de enero de 2016




HISTORIA
TERESA DE ÁVILA: UNA VIDA CONSAGRADA A DIOS
por FABIENNE ET IGOR DUCOURNEAU
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013

Nacida en Ávila, en España, el 28 de marzo de 1515, Teresa fue la tercera hija de una familia que tuvo doce. Desde los siete años ella sentía la nostalgia de la patria espiritual. Dejó a su familia, llevando consigo a Rodrigo, su hermano mayor, hacia el país de los moros, pues quería luchar contra estos últimos, creyendo que morir le abriría las puertas del Paraíso y que, de ese modo, podría ver a Dios. Quizás este sea ya el signo de un espíritu que conoce en parte el sentido de lo que debe ser su vida y que conserva en sí el recuerdo de su amor por Dios, en razón de encarnaciones anteriores, dentro de la búsqueda del absoluto. El deseo de servir a Dios se precisa cuando ella juega con sus amigas a imitar a las religiosas y a construir ermitas.
En razón de su pertenencia a una familia burguesa y de su belleza física, es muy cortejada. Su padre decide entonces enviarla, en 1531, al convento de Santa María de Gracia en Ávila. Teresa soporta difícilmente su falta de libertad. No quiere convertirse en monja, y sus adoradores le envían cartas, pero como, según sus propias palabras, “no había lugar para todo eso, la cosa cesó prontamente”. Teresa permaneció allí hasta el otoño de 1532, sin decidirse a tomar los hábitos. Después de haber estado reticente, tomó igualmente el hábito religioso en el monasterio de la Encarnación de las Carmelitas de Ávila.
Durante veintisiete años, permaneció en esa comunidad; tomó el nombre de Teresa de Jesús, en honor del Cristo, a quien hizo votos de amor infinito. Fue luego, hacia los cuarenta años, cuando se reveló su mediumnidad. Los fenómenos que se producían en el convento, las levitaciones, las visiones que tenía del Cristo cuando estaba en estado de trance, la inquietaban.
La Iglesia no reconocía esos fenómenos como manifestaciones espirituales, sino que las recibía como manifestaciones de Satanás. Se confesó con el padre García de Toledo, dominico que le pidió que describiera esos fenómenos en un libro, que relatara también su vida diaria y el modo en que practicaba la oración.
El libro fue escrito en 1562 y se tituló: Vida de Santa Teresa de Jesús, escrito por ella misma, fue traducido del español por el padre Gregoire de Saint-Joseph, Editions du Seuil. En esta obra, Teresa de Ávila describe las diferentes etapas de la mediumnidad, cómo se desarrolla ésta y en qué condiciones se aporta la ayuda espiritual a quien, con amor a Dios y con una firme voluntad, se empeña en el camino que lleva a Dios.
Ella tiene una voluntad muy firme; atraviesa España, recorre cinco mil kilómetros a pie, en sandalias, por todos los tiempos a pesar de su salud frágil. Abre numerosos conventos y contribuye también a reformar el Carmelo.
Está sostenida por la fuerza espiritual del Cristo a quien ve delante de ella como espíritu y con quien conversa, durante sus éxtasis. Desencarnó el 4 de octubre de 1582, a la edad de sesenta y siete años. Alrededor de la cámara mortuoria se produjeron prodigios, sus despojos físicos mantuvieron su frescura y su flexibilidad.
Otros fenómenos tuvieron lugar alrededor de su tumba y cerca de sus reliquias.
Los fenómenos mediúmnicos producidos durante su existencia terrenal y después de su desencarnación, son naturales.
Cuanto más evoluciona el espíritu de encarnación en encarnación, más posible le es trascender al cuerpo. En esa etapa, la mediumnidad produce estados extáticos (éxtasis, visiones del Cristo), o fenómenos que sobrevienen en el momento de la liberación del espíritu o desencarnación y también después (perfume de rosas en su cámara mortuoria, conservación de ciertas propiedades fisiológicas de los despojos varios días después de la muerte del cuerpo físico, etc.).
Puede considerarse que Teresa de Ávila era médium. En su profunda búsqueda espiritual, practicó una meditación que la acercaba a la esencia divina y encontró en parte las respuestas a su verdadera naturaleza que traducía en voluntad de construir monasterios. También es preciso comprender que en su época, la sociedad salía lentamente de la Edad Media y el aspecto moral aún estaba supeditado a condiciones de vida que eran más de supervivencia para la mayoría de los habitantes de entonces. Incomprendida por las instituciones religiosas, desafió los dogmas y confió en su inspiración, en sus percepciones de clarividencia y en sus vías interiores que le aconsejaban el buen camino.
“Un día, después de haber permanecido largo tiempo en oración, y después de haber suplicado al Señor que me ayudara a contentarlo en todo, comencé el himno: y mientras lo decía, entré en un éxtasis que casi me sacó fuera de mí misma; fue súbito, pero tan manifiesto, que no podía dudar. Era la primera vez que Dios me otorgaba el favor de un éxtasis. Escuché estas palabras: “No quiero que converses más con los hombres, sino sólo con los ángeles”. Fui presa del temor, ya sea porque el movimiento extático se había hecho sentir con fuerza, o porque esas palabras me fueron dichas en lo más íntimo de mi alma. Pero cuando ese temor, causado por una gracia tan nueva para mí, se hubo disipado, me sentí inundada de consuelo”.
Para ella, viendo a Jesús, Dios y los ángeles, es muy probable que hoy, a la luz del espiritismo, percibiera el más allá y el mundo de los espíritus. Pero en su educación religiosa, expresaba lo que vivía a través de las nociones religiosas de su cultura. Además, ¿habría ella vivido lo que hoy llamamos una NDE, una experiencia cercana a la muerte o de muerte inminente?
Al principio de su vida monástica, Teresa cayó gravemente enferma. En el último momento, pareció muerta durante varios días. Esa misma noche, sufrió un síncope. El sacerdote que se llamó para administrarle la extremaunción, la tuvo por muerta y no por moribunda. - Primer día:
Teresa no da señales de vida. - Segundo día: su aliento no empaña el espejo que se acerca a su boca, la cera del cirio que su padre inclina hacia ella para verla más de cerca se desliza ardiente sobre sus párpados, sin despertarla. - Tercer día: se cava su tumba. Ella es lavada y envuelta en una mortaja.
Su hermano Lorenzo la vela en la noche; se queda dormido, un candelabro se vuelca, las cortinas de la cama toman fuego y aquel cuerpo inerte casi se quema. - Cuarto día: las religiosas de la Encarnación vienen a buscar el cadáver de su hermana que debe ser enterrado en tierra del Carmelo. Y repentinamente, aquella muerta levanta trabajosamente los párpados, cerrados por la cera enfriada de los cirios funerarios. Ve a su alrededor el aparejo de la capilla ardiente, a sus hermanas que esperan sus despojos y tantea su mortaja. Dijo: “¿Por qué me llamaron?” Dijo que allí donde había ido: al cielo, le dijeron que tenía mucho que hacer en este mundo. Pero también vio el infierno. En sus frases confusas, mezcladas con sollozos, se distinguen las palabras: “monasterios… fundaciones… Salvar las almas…”. Finalmente dijo: “No me crean muerta hasta que no se cubra mi cuerpo con un paño de oro…”. 
(Según los textos de Francisco de Ribera - La vida de la Madre Teresa - contemporáneo de Santa Teresa).

Otro aspecto de sus facultades: la levitación “Aunque sea el espíritu el que eleva el cuerpo consigo, y con gran suavidad, si uno no se resiste, la sensación no se pierde; como un aligeramiento del cuerpo y un inexplicable empujón de abajo hacia arriba, yo sentía bajo mis pies fuerzas asombrosas que me elevaban. Mientras el cuerpo está en el éxtasis, permanece como muerto y conserva la actitud en que fue sorprendido; así se queda sentado, de pie con las manos abiertas o cerradas. Es un caso muy raro. Me acostaba en el suelo; al principio, era presa de un extremo espanto; mi cuerpo se volvía tan ligero que ya no tenía más peso, hasta el punto de que mis pies ya no tocaban el suelo; no se oye nada, no se siente nada. He sido reducida a tales extremos que casi no tenía pulso, mis manos rígidas, un dolor tan violento; primero la sensación de agonía y de muerte física, el pulso se vuelve apenas perceptible; la sensación de que el mundo se derrumba y de que no hay más nada; luego un sentimiento de placer y de consuelo; el alma se siente revivir en el dolor mismo y finalmente se consuela con las luces repentinas que Dios le otorga”.
Además de sus facultades, clarividencia, levitación, don de ubicuidad y clariaudiencia, Teresa de Ávila estaba obsesionada por la muerte y trataba de domarla por medio de la meditación y la oración. Siendo el objetivo ver a Dios, y en ese ardiente deseo trascender a su cuerpo, provocaba tales estados del alma, que podía sentirse morir. Siempre en sus textos, he aquí lo que relata al respecto: “Vi un ángel cerca de mí del lado izquierdo… No era grande sino más bien pequeño, muy bello, con un rostro tan sonrosado que se parecía a esos ángeles de colores tan vivos que parecen inflamarse… Veía en sus manos una hoja de oro, y en la punta, parecía tener una llama. Me pareció que la hundía varias veces en mi corazón y llegaba hasta mis entrañas: cuando la retiraba, me parecía que las arrancaba con ella, y me dejaba toda abrasada de un gran amor de Dios. El dolor era tan grande que me arrancaba suspiros, y la suavidad que me daba ese grandísimo dolor, era tan excesiva que no se podía desear sino que se siguiera, y que el alma no se contentara con menos que Dios. Ese no es un dolor corporal, sino espiritual, aunque el cuerpo participe un poco, y sea muy fuerte. Es un intercambio de amor tan suave que ocurre entre el alma y Dios, que yo suplico a su bondad que lo revele a aquellos que pensarían que yo miento… Los días en que vivía eso, andaba como aturdida, no deseaba ver ni hablar con nadie, sino abrasarme en mi pena que era para mí una de las mayores glorias, de las que han conocido sus servidores”. (Vida de Santa Teresa, Cap. XXIX)

Ella muere finalmente el 4 de octubre de 1582, cuando España y el mundo católico oscilaban del calendario juliano al calendario gregoriano, fue pues, la noche del jueves 4 al viernes 5 de octubre de 1582.
Sus despojos fueron enterrados en el convento de la Anunciación de la ciudad, habiéndole sido seccionada una mano y conservada en un relicario de Ávila (el padre Gracián le cortó el meñique). En su exhumación, el 25 de noviembre de 1585, se la encontró incorrupta (allí también, el poder de su espíritu retuvo y moderó la descomposición del cuerpo) mientras que los vestidos se habían podrido.
Se dejó allí un brazo y el resto del cuerpo fue enviado a Ávila, a la sala capitular del convento de San José. El traslado se hizo un sábado del mes de noviembre de 1585, casi en secreto. Las religiosas del convento de Alba de Tormes pidieron conservar un brazo como reliquia. Cuando el duque de Alba se dio cuenta del traslado, se quejó a Roma y entabló negociaciones para recuperarlo.
El cuerpo se volvió a enviar a Alba de Tormes, por orden papal (1586). En 1598, se construyó un sepulcro. Allí se trasladó su cuerpo, siempre intacto, a una nueva capilla en 1616, luego en 1670 a un ataúd de plata. Después de estos hechos, no se hicieron más ofensas a sus restos.
Desde entonces están en varios lugares: Su pie derecho y una parte de la mandíbula superior están en Roma; su mano izquierda en Lisboa; su ojo izquierdo y su mano derecha en Ronda (España); su brazo izquierdo y su corazón en relicarios del museo de la iglesia de la Anunciación de Alba en Tormes. Sus dedos se conservan en diversos lugares de España.
Teresa fue beatificada en 1614 por Paulo V, y luego canonizada por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622; luego (1627) fue designada patrona de España por Urbano VIII. Más tarde, el papa Paulo VI la proclamó doctora de la Iglesia en 1970.
Ella deja pues una huella indeleble en la historia religiosa pero, igualmente, más allá del misticismo, aún suscita preguntas sobre aquellas facultades que la Iglesia consagra dentro de una fe que niega toda tentativa de desmitificar los hechos.
Se evidencia que esta mujer vivía en la pasión del Cristo y que, dotada de mediumnidad, llamó la atención del mundo de entonces hacia una espiritualidad liberada de dogmas aunque su interioridad la hiciera pasar por una dulce iluminada. Como en tantos otros en la historia, hizo falta el esclarecimiento del espiritismo para descubrir en este no solamente los procesos, sino sobre todo el sentido realmente espiritual de fenómenos hoy llamados paranormales.

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