EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



sábado, 31 de marzo de 2018

 

METEMPSICOSIS Y ESPIRITISMO: RECUERDO DE UNA POLÉMICA ENTRE EL “PROFESOR ASMARA” Y PÍO BAROJA

by idafe

El notable escrito que reproducimos a continuación, del que es autor el Profesor Asmara (Eduardo Anaya Mena), presidente por muchos años de la Federación Espiritista Española y a partir de 1934 de la Federación Espiritista Internacional, apareció en el periódico El Heraldo de Madrid, en dos entregas, en las ediciones del 6 y el 8 de febrero de 1935, bajo el título PÍO BAROJA. RETADO A SINGULAR COMBATE POR EL PROFESOR ASMARA. Interesante réplica del ilustre definidor espiritista a un artículo publicado en "Ahora", del eximio literato”.

Es este un acabado ejemplo del tono educado y la calidad intelectual, filosófica y moral con que los polemistas espíritas afrontaban los insultos, las maledicencias, las denigraciones y juicios interesados que sobre la escuela que sustentamos periódicamente aparecían en la prensa y en otros foros públicos.

Desconocemos si Pío Baroja (1872-1956), una de las figuras literarias más destacadas de la Generación del 98 recogió el guante y si la polémica siguió adelante, pero estas líneas son por sí mismas un prototipo de por dónde deben ir y la actitud a tomar por quienes nos declaramos espíritas. Nos sobran las razones, nos sobran los argumentos para saber encarar con altura las confrontaciones que nos quieran proponer sin caer en las redes tramposas del insulto y el menosprecio de los que no piensan como nosotros. El mismo derecho que reclamamos para sostener unas ideas que nos parecen sólidamente sustentadas en hechos experimentales, filosóficamente fundamentadas y éticamente elevadas, respetamos para los que discrepan argumentadamente, con consideración y buena voluntad.

Llamo la atención al lector sobre las conclusiones del Congreso Espiritista Internacional de Barcelona de 1934 que se reproducen en el artículo como sustento de la postura netamente espiritista que el Profesor Asmara representa. Nunca antes y posiblemente tampoco después, en ningún Congreso Espiritista, fueron mejor definidos los fundamentos, objetivos y alcances de la ciencia, la filosofía y la ética espiritistas. Quizá lo único que precisaríamos más es aquello que en el texto llama “sentimiento religioso”: concordamos con el espíritu de la letra, aún así si se substituyera por la expresión “sentimiento espiritual”, el argumento no perdería nada y sin embargo ganaría mucho.

Profesor Asmara
 METEMPSICOSIS Y ESPIRITISMO
Carta abierta a don Pío Baroja.
Leo en «Ahora» su artículo del domingo sobre «... Metempsícosis y otras fantasías», y me pregunto, un tanto perplejo, quién ha podido decir a usted que los espiritistas creen en la metempsicosis. ¿Ha sido quizá la Enciclopedia Espasa?
Para no agraviar a la verdad ha debido escribirse «palingenesia», o sea la definición moderna y cabal de la reencarnación progresiva, única que juega en la concepción evolucionista que admite el espiritismo, cuyo lema es éste: «Semper ascendens».
Pío BarojaEn su consecuencia, no hay para qué hablar del gallo de Madagascar. En eso no creen ya ni las porteras medianamente ilustradas. Y es deplorable, mi admirado amigo, que el pobre cretino de las sesiones espiritistas resulte en ese punto mejor informado que un prócer de la pluma. Por algo dice nuestra doctrina: «Nadie tan sabio que no tenga cosas que aprender, ni nadie tan ignorante que no tenga alguna que enseñar».
Admitido desde luego que hay porteras que creen haber sido Cleopatras, o carboneros que aseguran haber sido faraones. Por esa parte está mejor fundada su información; pero yo le diré que esa portera y ese carbonero no son espiritistas en serio. Como no son católicos, por ejemplo, esas beatas que, en fuerza de extravíos y de ignorancias, deforman por completo su devoción. Como no será nada, en ningún sistema, todo el que se fanatiza o cae en una aberración.
Y añado a renglón seguido, sin ánimo de decirle nada nuevo, que la crítica serena no puede combatir al catolicismo por las beatas, sino discutiendo con teólogos, filósofos y santos padres. O fustigará al fanático en su propio extravío, distinguiendo las cosas que están en los hombres de aquellas que están en las doctrinas.
Por último, es muy del caso advertir que cuando el espiritismo sitúa a la reencarnación, no a la metempsicosis, como instrumento de la ley de evolución, como explicación plausible de las cualidades innatas o de la precocidad y como el mejor exponente de la justicia distributiva y retributiva, se funda en conclusiones científicas y filosóficas que merecen, cuando menos, ser conocidas antes que vituperadas.
Pruebe usted, si quiere, a refutarlas y ya veremos de medir las armas. Advirtiéndole que si usted nos vence, el espiritismo en masa le agradecerá el esfuerzo hecho para sacarnos del error.
Porque hasta el símil del hombre afeminado y de la mujer hombruna que usted esgrime con mal disimulada ironía, es posible que tengan en este sistema, como una aberración o accidente de las leyes de herencia psicológica y fisiología, una explicación científica y plausible que acaso no encontrará usted en la ciencia positiva materialista. Y éste sería otro punto por paradoja en el cual el cretino de marras pudiera codearse con las eminencias.
¿Ha leído usted algo moderno y solvente sobre espiritismo? Los prejuicios que fluyen de su bien cortada pluma dan a entender que no. O, lo que es peor todavía, que sólo ha leído lo malo; la exudación oral o literaria de sujetos audaces o aprovechados, la extravagancia de quien se llama espiritista como pudiera llamarse musulmán.
Conviene al caso decir además que en orden al espiritismo, a su fenomenología y a sus postulados nos encontramos hoy como en aquellos tiempos gloriosos para la Astronomía que han inmortalizado a Galileo. Gran parte de la masa vive aferrada a la ciencia de Ptolomeo. La Tierra es plana y es fija; los astros giran a nuestro alrededor rindiéndonos pleitesía.
Y por cierto que los hechos, muchos hechos consagrados por la ciencia positiva de aquel tiempo, se ofrecían a la contemplación de los sentidos como si realmente fuera plano e inmóvil nuestro pequeño mundo, confirmando los errores del geocentrismo.
Pero, entretanto, ese mundo seguía navegando por el piélago. Copérnico tenía razón, aunque no se le entendía, porque su verdad chocaba contra la fe religiosa o la fe científica de la masa. Y surgieron la conmoción y los ataques personales, la persecución y la injuria. Como en los tiempos de Cristo, el vulgo propende a crucificar a los redentores.
Es que el movimiento de la Tierra no implica un simple problema de mecánica celeste, sino la caída vertical de todo un sistema; y no todo el mundo tiene preparación o agilidad mental para resistir estas conmociones.
Tenemos la pretensión de creer que estamos frente a una colisión semejante, ante dos corrientes de ideas que huyen respectivamente del materialismo y del espiritualismo. Si usted quiere, de la interpretación materialista o espiritualista de la Historia, una de esas corrientes se aferra a lo que pudiéramos llamar ciencia de Ptolomeo y, naturalmente, no ve, ni siente los hechos y las razones, que son solamente comprensibles en los nuevos horizontes abiertos por Galileo.
Transportando la imagen a nuestro tiempo y al meridiano de Zaragoza, para seguir a usted en su misino razonamiento, ¿qué duda cabe que se han tenido que decir muchas tonterías, como usted indica, al interpretar el caso paranormal del supuesto duende? Como habrían dicho de un meteoro o de un cometa en tiempos de Ptolomeo.
Cuando no estaremos tan de acuerdo es al elucidar las que lo son y las que no lo son. Dónde están las que realmente han sido dignas de Zululandia, aunque no lo parezcan.
Y cuáles otras, en fin, recuerdan la anécdota de aquel otro prócer que, indignado ante lo incomprendido, gritaba airadamente en la Academia Francesa, cuando la primera demostración del gramófono: ¡Superchería...! ¡Superchería...!
Tonterías aparte, usted convendrá conmigo en que el nódulo de la cuestión estriba en saber si ese meteoro es una realidad o una ilusión de los sentidos. Si explica su mecanismo la teoría ptolomeica o la de Galileo.
Y, en definitiva, supuesto que por falta de tiempo o de medios se nos ha escapado la manifestación del fenómeno, si tenemos la evidencia de «su posibilidad», lo que vale tanto como su «realidad» en esos casos desdichados, como el de Zaragoza1, en que los astrónomos nos quedamos sin prueba ni garantía momentáneamente.
Sí, mi buen amigo. No se resuelven los problemas que usted ataca estableciendo con criterio simplista que la paciencia es el genio para el avance maravilloso de la ciencia. Lo que importa aclarar es si la paciencia sirve para algo sin el concurso del conocimiento. Y si lo uno y lo otro, el complejo de la inteligencia y el de la conciencia, como el complejo vital, son un producto natural de la materia, secreción del cerebro, resultado de la sinergia de la células, o si, contrariamente, esos complejos son instrumentos de una entidad distinta, foco energético e inteligente, anterior y posterior al hombre, y en función directiva y activa en nosotros durante nuestra vida orgánica.
A fin de que podamos entendernos, si usted lo quiere, partiendo de una base concreta en la discusión, soy yo el obligado a decirle qué es en rigor el espiritismo, según sus más altos definidores. Para ello nada más adecuado que ofrecerle las conclusiones que nos acaba de dar el Congreso Espirita Internacional celebrado en Barcelona durante la primera decena de septiembre último.
Helas aquí;
«Esta doctrina se propone hacer luz en el misterio del ser y del destino, situando racionalmente los problemas que atañen a la naturaleza del hombre y a su posición relativa en el Universo. ¿Qué somos? ¿Por qué vivimos? ¿De dónde venimos y a dónde vamos?
¿Qué es la vida y qué la muerte ? ¿Qué el Universo como escenario de la Vida?
¿Qué principio ordenador, qué causas o qué poderes han formado ese Universo? ¿Qué leyes lo rigen, y hacia qué fines lo conducen?
El espiritismo pretende, en fin, establecer un orden de verdades sobre todas aquellas cuestiones
Y partiendo de ese orden propugna que los hombres se impongan conscientemente un Código moral, una ley social, económica o política, que se inspire en los «valores universales», científicos y filosóficos, que estas verdades contengan.»
«Como instrumento para llegar a esas verdades, el espiritismo es, en primer término, una ciencia integral que abarca:
El estudio del alma y de sus facultades normales y paranormales.
El de la relación posible, y desde luego cierta, del mundo visible con el invisible; de los seres que viven en la carne y los que viven separados de ella, después de la transición que se llama muerte.
El de la posibilidad y la realidad de que todo lo que existe, desde los átomos hasta los soles, esté regido o formado por la actividad de focos energéticos o inteligentes; en definitiva, por fuerzas espirituales más o menos complejas y en grado mayor o menor de evolución.
Pero el espiritismo es, también por razón de sus fines, una ciencia de lo universal, enciclopédica, en cuanto necesita aceptar, discutir o depurar, mediante procesos estrictamente científicos, los conocimientos conquistados por toda otra ciencia conexa, para formar de concierto con ellas, la constelación de VERDADES DE FACTO2, madre de nuestra Filosofía.»
«Porque, subiendo de grado, el espiritismo es, por propia naturaleza, una filosofía que arranca unas veces de los hechos y otras do los fueros de la razón para establecer nuestras VERDADES DE RATIO3
Y es, también, necesariamente, ecléctica por las mismas razones que se dieron para la ciencia a todo lo ancho y a todo lo largo de la Historia de la Filosofía, constituyendo, por lo tanto, una Epistemología.»
Por último, el Espiritismo tiene la clave de la verdad intuitiva y del sentimiento religioso innato en el hombre: de esos frutos criptestésicos, subconscientes, que toman su parte en los problemas del conocimiento, con determinación específica en nuestro modo de sentir, de pensar o de querer.
Esa es NUESTRA VERDAD DE FIDE4 y esa es la fuente escondida de donde fluye la religión natural: la que no necesita de templos; ni santos, ni rito, ni clero para poner a cada uno en, consonancia con lo superior, con la Mente Suprema, incomprensible, que es nuestro Dios.»
"Dicho cuanto antecede, le importa al Congreso consignar que el espiritismo sitúa al hombre como ningún otro sistema sobre las rutas gloriosas del conocimiento. Más cerca que ninguno de las facultades maravillosas del espíritu, única entidad que conoce, y más cerca también de los mecanismos somático-psicológicos que regulan la función subalterna de conocer, marcándole vías naturales a la experiencia, a la razón o a la fe.
Esos mecanismos, en fin, que determinan en cada uno su ecuación personal, «su modo de conocer». Que nadie es escéptico o crédulo, místico o crítico, genio u obtuso, porque él lo quiera o lo haya aprendido, sino por los fueros del espíritu y de su momento evolutivo.»
«El espiritismo ofrece solamente verdades relativas, sólidas y bien fundadas para cada tiempo, aunque mutables y perfectibles en el tiempo, FACTO, RATIO y FIDE dan en esencia verdades complementarias entre sí, que a lo largo de la función de conocimiento se perfeccionan necesariamente.
«Semper ascendens». Ni dogmas ni verdades transmitidas «personalmente» por los dioses. Nuestra revelación no es en ese concepto divina, sino humana. Porque aunque Dios está revelando eternamente su Verdad; aunque vivimos sumergidos en ella y «somos» a causa de ella, solo podemos tener de ella una noción finita, limitada a nuestra posibilidad de cada tiempo, necesariamente antropolátrica, o sea captada y digerida a través de los medios humanos, aunque estos medios hayan correspondido a hombres cumbres, faros de la Humanidad; pero, en definitiva, hombres, por muy altos, que se contemplen en el mundo de la Ciencia, de la Filosofía o de la Moral.
El Congreso subraya esta declaración para combatir desde ahora la sugestión, el fanatismo o el extravío que crea en las almas sencillas el mal uso dé las llamadas «verdades divinas ».
Y ofrece, en cambio, a la consideración del mundo profano, el estímulo de verdades humanas perfectibles, que nos brindan cada día motivos para una superación, acercándose cada vez más a la auténtica verdad por nuestro propio esfuerzo.»
Puede que le parezca a usted ese plan una utopía, sobre todo si nos tasa el tiempo para su realización. Como puede que le parezca equivocado; pero no podrá negar que es generoso. Y que los hombres que son capaces de sentir y de servir ese ideal no pueden ser confundidos con la gente irregular, inmoral o extraviada. Le ruego, pues, que nos reintegre a la consideración de personas decentes.
No es que nos apeste la compañía de esos desdichados, criminales, invertidos y prostitutas, aunque no frecuentamos su trato. Antes al contrario: si queremos redimir a alguien o servir para algo en bien de la Humanidad no hay otro remedio que empezar por los ignorantes y los pecadores, entre los cuales se suele encontrar tantas veces, por ironías del destino, gente sana espiritualmente hablando; como no es raro encontrar gente degradada espiritualmente entre los sabios y los virtuosos.
Y, dentro del mismo orden de ideas, resulta a lo mejor que entre esa gente que usted considera degradada y creyendo en fantasías, no siempre encuentra el humanista o el buen psicólogo al individuo decadente y execrable, sino a elementos que tienen inquietud espiritual: la intuición de que más allá del horizonte sensible de la vida, en sus horizontes racionales, hay, como presentía Hamlet, algo más de lo que puede pesar y medir la ciencia positiva, cuyos fueros defiende usted, sin que el espiritismo se los niegue, ya que los admite complacido en lo que valen.
Lo que no es científico ni caritativo es suponer que todo sea patología y corrupción en esos bajos fondos ni que deban despreciarse sólo por ser bajos, con criterio de egoísta, de escéptico o de miope.
Vamos a discurrir sobre todo eso, si a usted le interesa, supuesto que el objetivo de su artículo habrá sido poner en carne viva los problemas involucrados en su diatriba. En cualquier caso, yo espero que ayudará usted a corregirlos participando con su cultura en las altas funciones de la educación popular, como diría el maestro Altamira.
Prof. ASMARA, presidente de la Federación Espirita Internacional. París, 25 de Enero de 1935
NOTAS:
1. Se alude aquí a un famoso hecho que sucedió en una casa de Zaragoza entre mediados del mes de septiembre y noviembre de 1934, conocido como el “Duende Zaragoza”. En un edificio situado en el nº 2 de la calle Gastón de Gotor habitado por la familia Grijalba y una criada llamada Pascuala Alcocer, comienza a manifestarse una voz que sale del hornillo de la cocina. La voz llamaba a la criada por su nombre, emitía risas, luego insultos y llegó a establecer dialogo con los presentes, incluida la policía que terminó por acercarse a la casa a la vista de la dimensión pública que fue cobrando el caso. Estos enigmáticos hechos fueron incluso reflejados en la prensa extranjera.
Los jueces llegaron a dictaminar que  El “duende” se debía a un fenómeno psíquico que se producía tan solo en determinadas ocasiones. Todo estaba aclarado según el juez, sin embargo, el problema aún seguía en pie, ya que no por ello el “duende” se marchó. Sin embargo, el caso debía ser cerrado rápidamente para “devolver el orden” a la ciudad.
El informe forense apuntó a Pascuala Alcocer como responsable de la voz que salía de la hornilla, a pesar de que ésta también se manifestase incluso cuando ella no estaba en casa. Aún así Pascuala fue desterrada a su ciudad natal.
Finalmente en diciembre de 1934, el “duende” desapareció no sin antes proferir una inquietante amenaza: “¡Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa, cobardes!”
Este tipo de fenómenos los explica perfectamente el Espiritismo como producidos por entidades espirituales que por su escasa conciencia quedan apegadas al plano físico y que encontrando alguien que les proporciona la energía intermediaria necesaria –alguna forma de ectoplasma- por ser médiums inconsciente –muy probablemente Pascuala Alcocer lo era-, pueden afectar a los medios físicos y producir fenómenos como movimientos de objetos, golpes y raps y hasta, como en el caso que nos ocupa, la voz directa.
2.  “De facto” (de hecho) es aquello que tiene existencia en la práctica o en la realidad sin que se ajuste a una normativa. Por tanto las realidades que se definen o se derivan de los mismos hechos.
3. “Ratio” es un vocablo latino que se utiliza como sinónimo de razón. Por tanto, es lo que es por su misma racionalidad intrínseca.
4. “De fide”, literalmente y según su significado latino, aquellas que tienen que ver con la fe, en este caso con una fe racional no basada en creencias sino en convicciones fundamentadas y sentidas.
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METEMPSICOSIS Y ESPIRITISMO: RECUERDO DE UNA POLÉMICA ENTRE EL “PROFESOR ASMARA” Y PÍO BAROJA

by idafe

lunes, 26 de marzo de 2018

El Mundo de los Mediúms por Jon Aizpúrua