EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



miércoles, 14 de noviembre de 2012









D O S S I E R
LO PARANORMAL Y EL CINE
por
R É G I S B E R T A U D
LE JOURNAL SPIRITE N° 90 OCTOBRE 2012


Esta película cuenta la historia de una familia presa en
las garras de una casa encantada. La historia podría
parecer banal, por cuanto el cine de horror es productivo
en este campo. Sin embargo, el guión no sale de la
fecunda imaginación de un orfebre del género. Amityville
es una historia verdadera y es eso lo que hace
fascinante la película.
¿Qué pasó en esa casa y de dónde proceden estos
fenómenos de horror? ¿Se trata de una casa viviente o
es más bien el solar de tribulaciones macabras procedentes
de un hostil mundo invisible? A eso, la filosofía
y la ciencia espírita pueden aportar respuestas.
En el siglo XIX, Allan Kardec codificó la práctica de
la mediumnidad en su obra El Libro de los Médiums.
Gracias a esta importante obra, todos los fenómenos
observados han sido catalogados y definidos, a fin de
comprender con la mayor precisión el mundo de lo invisible
en sus múltiples y diversificadas manifestaciones.
En espiritismo, se reconoce desde hace mucho tiempo
que el efecto está siempre a la altura de su causa, y es
a partir de esta máxima que intentaremos comprender
lo que verdaderamente ha sucedido en esta casa,
conocida por muchos como la casa del diablo.
Amityville, es ante todo un balneario, situado a una hora
de Nueva York. A las 3:45 de aquel 13 de noviembre
de 1974, nueve tiros de fusil fueron disparados en la
casa de los DeFeo. No obstante, ningún vecino, ni la
brigada de estupefacientes presentes en el barrio en
ese momento, escucharon el ruido de los disparos.
Extrañas circunstancias, en efecto, que no son sino las
primicias de una sucesión de misterios aún no dilucidados
hasta hoy. A su llegada, la policía encontraría
seis cadáveres dispuestos en una macabra puesta en
escena: cuerpos tendidos sobre el vientre, los brazos
en cruz con una bala en la espalda. Las sospechas se
dirigieron rápidamente hacia el único superviviente
de la familia: Ronald Junior DeFeo, de veintitrés años.
Personaje inestable, drogadicto, bajo vigilancia policial,
chivo expiatorio de un padre violento, se convertiría en
el primer sospechoso
Después de haber dado una primera versión de los
hechos, describiendo la presencia del mal, bajo una
forma humana, se retractaría y cambiaría su testimonio.
No supo explicar a los investigadores su gesto, aseguró
haber sido controlado por fuerzas invisibles y alegó
locura. Una historia misteriosa que hubiera podido
detenerse en ese momento, si a su vez la familia Lutz,
nuevos arrendatarios, no hubieran saltado a los titulares.
Que había pasado entonces para que en apenas
veintiocho días, la familia Lutz abandonara precipitadamente
el lugar, pues apenas llegados a la casa, se
produjeron fenómenos inquietantes. A la misma hora,
su perro estuvo a punto de ahorcarse con la correa, y
el pastor, presente para bendecir el lugar, recibió una
bofetada y oyó una voz que le ordenaba marcharse.
Luego progresivamente, el estado de salud del padre
se degradó y la familia comprobó varios fenómenos
extraños como enormes variaciones de temperatura,
la presencia del olor repugnante de un viejo perfume,
la formación de manchas negras sobre los sanitarios y
la aparición de nubes de moscas a pesar de la estación
invernal. Esta aceleración de fenómenos anormales
impulsó, pues, a esta familia a abandonar el lugar.
¿Cuál era entonces la naturaleza, la causa de todos
estos fenómenos? ¿Procedían de la casa o bien de otra
fuente?
Nosotros hemos planteado a los espíritus una pregunta
respecto a las películas de horror y su incidencia sobre
la psicología de los actores y he aquí una parte de la
respuesta extendida al caso de Amityville: “… Sabemos
que esa casa existe, sabemos que malas entidades
siguen habitándola, siguen visitándola…” Así pues,
Amityville es el lugar de hábitat y de paso de espíritus
del mal cuyas intenciones son siempre idénticas, hacer
el mal. Sin embargo, si bien la fuente es conocida,
eso no nos explica el funcionamiento de las manifestaciones.
En esta segunda parte, vamos a llevar esta
porción de sombra a la luz del espiritismo.

Obsesión: El caso de Ronald DeFeo

Ronald Junior Defeo afirma no acordarse de sus actos.
Añade también que vio una forma humana darle
un arma. Sin querer juzgar la intención ni el grado
de responsabilidad de este hombre, en espiritismo
sabemos que el más allá no es un país lejano, puede
estar justo al lado de nosotros, creando así vínculos
entre lo visible y lo invisible, según la ley de las afinidades.
Nuestros pensamientos, su dirección, son otros
tantos lazos que atraen o rechazan el mundo del astral.
Entonces, entre los choques y los gritos de esta familia,
los pensamientos emitidos sólo podían ser verdaderas
cuerdas lanzadas al mal. El mal se inmiscuye
progresiva y lentamente y su grado de influencia se
observa en un carácter conocido en espiritismo bajo
el término de obsesión. La obsesión es la presencia de
un pensamiento que se instala en la persona y que no
deja de regresar hasta ser omnipresente. Ese carácter
insistente lleva en su naturaleza el sello del mal pues
no puede haber influencia apremiante del bien. Los
espíritus protectores, los espíritus amorosos aconsejan
pero no gobiernan nuestros pensamientos, no puede
haber coacción sino en la inferioridad. Así, el carácter
obsesivo deriva de una influencia oculta, nefasta, solicitada
por los deseos inclinados a la dominación y el
gobierno de nuestros actos.
Los choques de esta familia no hicieron sino atraer el
mal existente y así amplificar su influencia. Otro rasgo
del carácter obsesivo se encuentra en la pérdida de
memoria ocasionada, lo que trataría de explicar Ronald
Junior Defeo en su audiencia. En lo que concierne a
la familia Lutz, las manifestaciones han tomado otras
formas que vamos a detallar según su naturaleza.

El Poltergeist y la bofetada al sacerdote

Los Poltergeist son desplazamientos de objetos que se
producen sin contacto físico, son provocados por una
fuerza invisible. Estos fenómenos son constatados en
las casas encantadas o en el entorno de un médium.
El fluido universal es el elemento esencial de todas las
cosas, y para producir fenómenos como los Poltergeist,
el espíritu combina una parte del fluido universal con
el fluido que desprende el médium, apropiado para
ese efecto. En esta circunstancia, fue la mejilla del
sacerdote la que se desplazó hacia un lado recibiendo
esta bofetada, invisible pero suficientemente tangible
para hacerla reaccionar.

Raps

“¡Adelante!” Pudiendo producir ruidos y golpecitos,
llamados también raps, los espíritus también son
muy capaces de hacer oír gritos de toda naturaleza y
sonidos vocales que imitan la voz humana, habiendo
sido definido este fenómeno por Allan Kardec en el
siglo XIX con el término de neumatofonía.

El aporte, la nube de moscas

Para obtener fenómenos de este orden, hace falta
necesariamente la presencia de médiums, fácilmente
excitables pues ellos proyectan con profusión a su
alrededor su fluido animalizado. Se conseguirán más
fácilmente fenómenos de tangibilidad, golpecitos en
los muros y en los muebles. Sin embargo, los aportes
necesitan siempre una mayor concentración, y al
mismo tiempo una mayor difusión de ciertos fluidos.
El fluido vital, indispensable para la producción de
todos los fenómenos mediúmnicos, es propiedad
exclusiva del encarnado, y por consiguiente, el espíritu
operador está obligado a impregnarse de él. Así pues,
el espíritu, por su voluntad y quizás asistido por otros
espíritus, emite una energía psíquica radiante. Para
conseguir la desmaterialización del objeto, necesita
actuar sobre su estructura molecular y atómica. Esa
transformación responde a un acelerado movimiento
de rotación. Luego podrá transportar con soltura, ese
objeto desmaterializado. Esta precisión, en cuanto a
la presencia del potencial mediúmnico, tiene toda su
importancia pues explica por qué otras familias, que
han ocupado la casa después, no han experimentado
el menor fenómeno.
La nube de moscas, aunque sean seres vivientes, muy
bien ha podido ser desplazada por este procedimiento.
En la historia del espiritismo, numerosos testimonios
abundan en este sentido. En su obra, Los Caminos de
la Sombra, la médium Elisabeth d’Esperance, realiza
aportes de flores y en cuanto a Michel Pantin médium
del Círculo Allan Kardec, en Al Encuentro de los Espíritus
de Jacques Peccatte, sufre una desmaterialización,
desapareciendo de una habitación cerrada ante los
ojos de testigos. Así, objetos, vegetales y animales
siguen la misma ley.

La materialización, rastros sobre
el muro y olor a perfume


Contrariamente al aporte, la materialización no corresponde
a una forma ya existente sino a la creación de
una forma pensada por los espíritus desencarnados.
Este fenómeno ya se ha podido producir; recordemos
por ejemplo el caso del rostro del Cristo en Sierck-les-
Bains (Journal Spirite N°29, julio de 1997). En cuanto al
olor del perfume, este fenómeno puede ser de ambos
registros, ya sea de aporte o de materialización.
En suma, todo espectáculo o película sensacionalista
utiliza un fondo de verdad: de lo fantástico hasta el
horror, las fuentes de inspiración logran historias verdaderas
que sin embargo no son misterios. En todo fenómeno
reside una causa, conocer sus orígenes permite
la reflexión justa y sana para llegar a la comprensión de
los hechos sin rechazarlos, ni aceptarlos como dinero
contante y sonante.
Quizás llegará un día en que el espírita, así como el
inspector de policía, el experto legista o el perfilador,
encuentre su papel en las películas para aportar otra
visión de lo inexplicable. Sería interesante entonces
retomar muchas películas cultas de horror o fantásticas
y, en esas nuevas versiones, hacer un lugar al espiritismo
kardecista.

domingo, 11 de noviembre de 2012




LO PARANORMAL Y EL CINE
por
CATHERINE GOUTTIÈRE
LE JOURNAL SPIRITE N° 90 OCTOBRE 2012


Esta película fue realizada
en 1999 por Night Shyamalan
con Bruce Willis y el joven Haley Joël Hosment
como principales intérpretes, que actuaron igualmente
en Forrest Gump.
El tema es el siguiente: un psicólogo infantil, Malcolm
Crowe, es herido de un balazo en su casa por un
joven paciente a quien había intentado ayudar unos
años antes. Este joven, antes de dispararse un tiro en
la cabeza, le reprochó no haberlo escuchado lo suficiente
y, sobre todo, no haberlo curado de sus miedos
y sus angustias. Este incidente marcaría a Malcolm
en su vida profesional y desquiciaría su vida sentimental
con su compañera Anna. Esa es la razón por
la cual al otoño siguiente, Malcolm decide seguir a
un muchacho llamado Cole que presenta los mismos
desórdenes que su difunto agresor.
Cole está encerrado en sí mismo y aislado socialmente.
Piensa que está loco pues se siente diferente
a los demás. No tiene amigos y prefiere encerrarse
en su casa o ir a jugar en la iglesia vecina. Cole tiene
un secreto pero no quiere hablar de eso. El psicólogo
se jura entonces hacer todo lo posible para ayudar al
niño y reparar su error pasado.
En el transcurso de la
historia, Cole revela su
secreto a Malcolm: él ve a los muertos y eso le causa
temor pero no quiere hablar de ello a su madre, a
pesar de las manifestaciones espontáneas que tienen
lugar en su domicilio. Una escena de la película se
desarrolla en la cocina del apartamento familiar. Cole
se está desayunando, su madre lo deja para poner un
vestido en la lavadora y regresa enseguida. En una
fracción de segundo, todas las puertas de los armarios
están abiertas y el niño no ha cambiado de lugar. Si él
hubiera sido el causante del fenómeno, lo hubiéramos
oído desplazarse, habría hecho ruido y no habría
tenido tiempo de volver a su lugar antes del regreso
de su mamá.
¿Cómo es posible eso?
Asistimos allí a manifestaciones
de Poltergeists, de movimiento de objetos. Sabemos
que, para manifestarse, los espíritus utilizan la energía
ambiente así como la emitida por el sujeto médium
para realizar tales manifestaciones. Estas dos energías
combinadas, por la voluntad del espíritu desencarnado,
actúan sobre la materia, modificando la velocidad
de rotación de las partículas que la componen
y así hacen a los objetos más maleables y más ligeros,
para llegar a desplazarlos, y como en la sinopsis que
nos ocupa, abrir las puertas de los armarios.
Vivimos en un mundo vibratorio. Una mesa, por
ejemplo, es el resultado de la aglomeración de miles
de millones de moléculas compuestas de miles de
millones de átomos. Si decidiéramos concentrar
nuestro pensamiento en esa mesa para volverla
blanda, trabajaríamos, sin saberlo, sobre los átomos
que la componen; modificaríamos entonces su velocidad
de rotación y así la mesa se volvería blanda. Es
lo que hacen los telekinesistas que, por la fuerza de su
pensamiento, consiguen torcer pequeñas cucharas,
barras de hierro o hasta detener relojes. Una vez exteriorizado
de nuestro cuerpo físico, el pensamiento,
energía vibratoria, puede actuar sobre la composición
molecular de la materia para modificarla.
El espíritu desencarnado, al estar desprovisto de
materia y viviendo en un mundo puramente vibratorio,
puede de manera consciente o inconsciente
actuar sobre todas estas energías para producir los
movimientos de objetos. Siempre es indispensable la
presencia de un médium para este género de fenómenos.
Puede ser la persona que sufre estas manifestaciones
o alguien situado en un entorno cercano quien,
sin saberlo, sirve de soporte energético al mundo de
los espíritus para la realización de las manifestaciones.
Sin estas energías combinadas, no podría tener lugar
la manifestación.
Otra escena nos muestra a Cole en su escuela, percibiendo
imágenes de lo que era antes ese establecimiento.
En el siglo XVIII esa escuela era un tribunal, y la
gente era juzgada y colgada allí.
La explicación es la siguiente: el niño siente las vibraciones
que se desprenden del edificio, percibiendo en
ellas la historia y ve así los espíritus que fueron colgados
en aquella época. Esa historia la contó un día a su clase
cuando el profesor preguntó a los alumnos si sabían lo
que era su escuela antes. Igualmente Cole precisó que
cuando era pequeño, su profesor tartamudeaba, lo
cual éste nunca le había dicho a nadie. Esta escena nos
permite desarrollar otro fenómeno: un médium, cualquiera
sea su facultad como, por ejemplo, la escritura
automática, es igualmente clarividente simple como
es el caso de Johnny en la película Dead Zone.
Sabemos que la mediumnidad es una puerta abierta al
más allá. Esta sensibilidad permite al que la ejerce, no
sólo sentir las vibraciones de los espíritus, sino igualmente
las de los vivos, que son espíritus, pero encarnados
en la materia. Esa es la razón por la que Cole
percibió el pasado de su profesor. Digamos, entonces,
que un médium percibe a la vez el mundo de los
muertos y el de los vivos.
Por su mediumnidad, Cole puede igualmente oír a los
espíritus sin verlos. Una escena nos lo presenta en el
cumpleaños de un compañero de clase que habita
una casa de doscientos años de antigüedad. Cole oye
a un espíritu encerrado en un espacio reducido, luego
de un castigo infligido por su “amo”, el propietario de
la época.
¿Cuál es esa facultad?

La llamamos clariaudiencia, que puede producirse
por vía directa, es decir que el médium oye una voz
procedente del exterior, o por voz indirecta cuando el
médium oye interiormente la voz del espíritu. Siendo
el pensamiento una vibración, llega al médium y se
expresa por medio de una voz interior que se le impone
y cuyas palabras él restituye. Es el mismo principio que
para los clichés, imágenes y sentimientos que pueden
ser percibidos y expresados mediante el verbo.
Con la ayuda de Malcolm, Cole se dará cuenta y
comprenderá, más allá del temor que siente, que
estos espíritus no se manifiestan por casualidad. Al
escucharlos, puede reconstruir un mensaje que ellos
necesitan transmitir a los que han dejado. Es el caso de
la chica asesinada por su madre que sabe que ella va a
arremeter contra su hermanita o bien la propia abuela
de Cole que da un mensaje de consuelo y amor a su
hija, la madre del muchacho.
El médium es entonces el mensajero, el intermediario,
entre los vivos y los muertos que expresan su supervivencia.
Igualmente el médium puede ser revelador del
sufrimiento de los espíritus, espíritus que necesitan ser
ayudados pues aún no han comprendido que están
muertos, siguen viviendo los eventos traumatizantes
de su vida terrenal, como la mujer que se manifiesta a
Cole en la cocina familiar y que ha sufrido la violencia
física de su marido. Es lo que llamamos turbación.
Night Shyamalan, réalisateur de "Sixième sens"
Malcolm Crowe (Bruce Willis) face à Cole (Haley Joel Hosmen

¿Qué es la turbación?
Para comprender bien esta realidad espiritual, examinemos
el fenómeno de la muerte y sus consecuencias.
Durante la vida física, la energía periespiritual integra
el cuerpo en su totalidad, en sus partes más diminutas,
a fin de permitir al espíritu dirigir a la materia, a saber,
su cuerpo físico. Las células periespirituales transmiten
las informaciones a la materia que a su vez las transmite
al espíritu. ¿Por qué? Porque la materia es insensible.
Golpee una mesa, hágale un agujero, ella no
reaccionará. Golpeen un cuerpo muerto, ya no reaccionará,
porque el espíritu que lo habitaba, así como
su periespíritu, lo han abandonado. El periespíritu es
pues el intermediario que permite al espíritu integrar
la materia, es también el que le permite desplazarse
en el más allá y manifestarse entre los humanos, por
ejemplo en el seno de una sesión espírita o de manera
fantasmal, o hasta para producir desplazamiento de
objetos.
Pero volvamos a la muerte, a esa muerte que nos
espera a todos, y que acarrea la separación del alma y el
cuerpo por la ruptura del lazo energético que los une.
El cuerpo vuelve a ser materia inerte. La vida, es decir
la presencia del espíritu y su periespíritu, lo ha abandonado.
¿Qué pasa cuando el corazón deja de latir? El
espíritu, acompañado de su periespíritu, se desprende
poco a poco de todos los órganos, de suerte que la
separación no es completa o absoluta sino cuando ya
no queda ningún átomo del periespíritu unido a una
molécula del cuerpo.
La detención del corazón provoca siempre la impresión
de una caída y esa caída es sentida por todos los
espíritus, cualesquiera que sean. En ese momento,
el espíritu tiene la sensación de girar, de girar a gran
velocidad y de caer. ¿Cómo puede tener esa sensación
física cuando ya no está en su cuerpo? Siempre gracias
al periespíritu y a la materia que lo compone. Todas
las células que lo componen vibran a cierta velocidad
y tienen así un movimiento rotatorio. Y es ese movimiento
lo que percibe el espíritu.
Tomemos el ejemplo de una persona que va a tener un
malestar o que no se siente bien. Ella tiene la impresión
de girar, su espacio cercano ya no está fijo. Eso es simplemente
porque su cuerpo y su periespíritu están formados
por células que vibran a cierta velocidad y es esa rotación
lo que percibe en ese momento. Es lo mismo para
el espíritu que acaba de abandonar su cuerpo. Cuando
el remolino se detiene, se encuentra entonces ante la
entrada de un túnel largo y estrecho, al extremo del cual
aparece una luz. Algunos espíritus entran en ese túnel y
se reúnen con sus guías, así como con espíritus que han
conocido. Otros no entran y se quedan cerca de nuestras
vibraciones físicas. Es cierto que ante una muerte idéntica,
dos espíritus que tienen una psicología diferente,
una vida diferente, una experiencia moral diferente, no
vivirán su muerte de igual manera.
Si no se entra al túnel, entonces aparecen imágenes
relativas a la vida física, a la vida que acaban de dejar.
Es lo que llamamos la turbación. Es el caso de la mujer
en la cocina que, en este caso particular, piensa, ve,
oye y deduce que no está muerta. Lo que aumenta su
ilusión, es que se ve con un cuerpo semejante al anterior
en la forma —es su periespíritu— pero sin analizar
esta circunstancia, ella no comprende su naturaleza
etérea, pues aún se cree viva físicamente.
El espíritu se traslada con su periespíritu, de naturaleza
fluídica o “semi-material” y en consecuencia, para
el espíritu que acaba de abandonar la vida física, el
más allá no es completamente inmaterial. Así, el espíritu
puede llevar consigo ciertas nociones de tiempo
y espacio, tiempo y espacio que habrán sido vividos
con más o menos fuerza en el seno de la vida física. El
espíritu lleva consigo todo lo que acaba de ser vivido.
Lo vivido no es pasado para el espíritu en turbación,
sigue siendo presente.
Es el caso de Malcolm interpretado por Bruce Willis. Al
final de la película es que entendemos que la agresión
que sufrió en su casa le ocasionó la muerte. En ese
preciso momento, Malcolm despierta de su turbación
y se da cuenta de que está muerto. Le dice adiós a su
mujer y va reunirse con el mundo de los espíritus conscientes.
¿Por qué estaba en turbación?

La forma de muerte puede ser un factor determinante.
Pero como hemos dicho, una muerte idéntica
vivida por dos espíritus no conduce obligatoriamente
a una turbación en las dos entidades. Malcolm se ha
quedado con la idea de un fracaso, el de no haber
podido ayudar en su momento al que se convirtió en
su agresor y puso fin a sus días. Ese choque psicológico
se convirtió en un leitmotiv para él que, más allá de la
muerte, se quedó como fijado en esa idea. Es la razón
por la cual se dirigió automáticamente a Cole que
necesitaba ayuda. Dos ideas lo han retenido cerca de
nuestras vibraciones, dos objetivos que se había fijado:
ayudar a alguien, en este caso a un muchacho a vencer
su miedo, y decirle a su mujer que la amaba. Todo eso
lo mantenía cerca de las vibraciones materiales.
Esa turbación, la encontramos igualmente en la película
Los otros presentada en esta revista.