EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



sábado, 16 de agosto de 2014


PUNTO DE VISTA SOBRE
LA CREMACIÓN

por
CATHERINE GOUTTIÈRE
LE JOURNAL SPIRITE N° 97 juillet 2014

 
De tradición católica, Francia ha tenido durante
muchos siglos un predominio de los entierros llamados
clásicos, con inhumación del ataúd en la tierra. Hoy en
día, la tendencia, sin llegar a invertirse, se modifica. La
cremación gana cada vez más adeptos. En 1975, sólo el
0,4% de las exequias eran cremaciones. Hoy, se cuenta
más del 30% en Francia, 40% en París y con frecuencia
más del 50% en las grandes ciudades.
 
¿Qué sucede en los demás países?
La cremación es muy practicada en Japón (99,8% de
las defunciones), así como en Hong Kong (86%). En los
Estados Unidos, donde hace un siglo la mayoría de los
norteamericanos era muy hostil, la proporción es hoy
del 32% de los muertos que son incinerados. En varios
países europeos, la tasa es muy elevada, como por
ejemplo, en Suiza (89% en 2010), Reino Unido (70% en
2010), República Checa (78%) y Dinamarca (73%).
Es más rara en los países católicos, como Italia (8,5%),
y España (19,3%). En los países confesionalmente
compartidos, oscila alrededor del 50%. Es el caso de
los Países Bajos.
Hagamos una rápida reseña histórica de esta práctica
que tiene sus defensores y detractores.
 
Historia de la cremación
Desde la prehistoria, durante la edad de bronce, se
conocen casos de cremación en Europa. La cremación
más antigua parece ser una de más de 22.000 años, de
la mujer de Mungo, en Australia. Se encontraron los
restos de una joven parcialmente incinerada, cuyos
huesos rotos fueron enterrados luego con los restos
de la hoguera utilizada para su cremación.
Pero las sepulturas más antiguas certificadas con
certeza datan de 275.000 a 35.000 años antes de
J.C. y han sido localizadas en el Cercano Oriente.
La cremación aparece en Asia 4.000 años antes
de J.C. En la India, la primera cremación conocida
data de 1.900 años antes de J.C. En cuanto a los
griegos, no habrían comenzado a practicar la
cremación sino cerca del siglo XII antes de J.C.
Durante nuestra Edad Media, lo que prevaleció
en el occidente cristiano fue la inhumación, el
entierro del difunto, pues el cuerpo debía conservar
su integridad a la espera del juicio final. Bajo el
Antiguo Régimen, los nobles se hacían enterrar en la
capilla de sus castillos y casas solariegas, y los pobres
eran puestos en la fosa común. En la Revolución
Francesa, el principio de igualdad hizo emerger la
idea del cementerio para todos, así como la de la
cremación, defendida en la época por francmasones
y protestantes.
En el siglo XIX, las grandes epidemias de tifus y cólera
que sufrió Europa incitaron a las municipalidades de la
época, bajo la influencia del movimiento higienista, a
reglamentar la inhumación (espesor mínimo del ataúd
y profundidad del entierro) y a desarrollar la idea de la
cremación.
La primera cremación en Francia tuvo lugar en París,
el 30 de enero de 1889, en el crematorio del Père-
Lachaise recientemente inaugurado, algunos meses
antes de que apareciera el decreto de aplicación de
la ley sobre la libertad de funeral, votada en 1887 y
que autorizaba la cremación. Luego fueron creados
crematorios en Ruán en 1899, Reims en 1903, Marsella
en 1907, Lyon en 1913 y Estrasburgo en 1922. Hoy,
Francia cuenta con 141 crematorios.
 
La posición de los movimientos religiosos
En lo que respecta a las religiones cristianas, las Iglesias
protestantes la autorizan a partir de 1887 pues, según la
teoría de la Reforma, la resurrección de la carne no está
en juego: solamente la esperanza en Dios puede salvar
y ésta ofrece una nueva vida independientemente
del estado del cuerpo. Sin duda es por eso que la
mayoría de los países donde la religión protestante es
dominante, tiene una tasa de cremación más elevada
que el resto de Europa.
La Iglesia católica recomienda la inhumación pero no
prohíbe la cremación, desde el 8 de mayo de 1963. En
cuanto a la Iglesia ortodoxa, evaluando la resurrección
de los muertos y la veneración de las reliquias, prohíbe
la cremación, igual que las Iglesias adventistas y
presbiterianas.
Para la religión judía, los creyentes, en su gran mayoría,
no practican la cremación, pues es un deber devolver
el cuerpo a Dios en el estado en que se encuentre.
En la religión musulmana, el Corán no admite la
cremación, pues la santidad del cuerpo no disminuye
con la muerte o la salida del alma. El cuerpo debe poder
resucitar y los creyentes deben velar por el respeto del
cuerpo del difunto.
En las religiones budista e hinduista, la cremación
tiene lugar tres o cuatro días después del deceso. Es
considerada como la liberación del alma del cuerpo.
 
La opinión espírita
Que la cremación sea autorizada, permitida, incluso
presentada como necesaria u obligatoria, nada se
dice sobre el después de la cremación. ¿Qué pasa,
qué le sucede al espíritu recién desencarnado que ve
quemarse su cuerpo físico, qué siente en ese momento
preciso y cómo vive él esa situación?
En primer lugar recordemos los tres componentes
puestos en evidencia por Allan Kardec y los científicos
que han estudiado la manifestación de los muertos y
que son el cuerpo que es la parte material del ser, el
espíritu y el periespíritu.
El espíritu, la parte inmaterial, es una entidad espiritual
individualizada, que tiene un comienzo, el de la
creación divina. Esta entidad necesita vivir experiencias
en la materia para su propia evolución, aprender a
hacer la diferencia entre el bien y el mal, aprender a
amar y descubrir su génesis espiritual y reconocer la
presencia de Dios, su Padre, para un día reunirse con
él despojada de sus defectos y participar con él en la
creación.
Para que el espíritu pueda integrar la materia, necesita
un intermediario, una envoltura semi-material, es decir
compuesta de materia muy tenue: el periespíritu. Este
periespíritu acompaña al espíritu a lo largo de su
camino evolutivo en la materia pero igualmente en el
más allá, y le permite manifestarse a los vivos aunque
esté despojado de su cuerpo físico.
Durante la vida, es pues a través de este mismo
periespíritu que el espíritu percibe diversas sensaciones,
actúa sobre el cuerpo y dirige sus movimientos.
Recordemos igualmente que este periespíritu posee,
entre otras, una facultad memorizante, que le permite
registrar, a través de las células que lo componen, lo
que vivimos tanto en estado encarnado como en
estado desencarnado. Esta interacción entre el espíritu
y el periespíritu repercute en las células del cuerpo
físico. Lo cual significa que todo lo que el espíritu vive
en la materia, que todos los choques físicos o psíquicos
se graban a nivel de su envoltura periespiritual, y así le
seguirán en una, incluso en varias encarnaciones, y se
expresa por ejemplo, bajo la forma de desórdenes, ya
sean psíquicos (angustias, fobias…), o físicos (diversas
discapacidades, alteración de la piel, ausencia de
un miembro, de uno o varios de nuestros sentidos,
etc.) hasta que el espíritu sea lo bastante fuerte para
superarlos y vencerlos.
La muerte acarrea la separación del alma y el cuerpo
por la ruptura del vínculo fluídico que los une. Esa es la
razón por la cual el cuerpo vuelve a ser materia inerte,
mientras que el periespíritu se desprende poco a poco
del cuerpo físico. Pero sucede a veces que el espíritu
recién desencarnado está aún muy cerca de su cuerpo
físico durante su entierro, a saber, la inhumación o la
cremación. Y en esta situación precisa, la cremación
puede producir un traumatismo sobre el espíritu que,
por repercusión, va a imprimir ese traumatismo en
su periespíritu. Y es entonces cuando el periespíritu
puede ser perjudicado en su estructura.
En el proceso normal de la desencarnación, el
periespíritu se desprende naturalmente del cuerpo
físico en el momento de la muerte, pero por diversas
posibles razones de apego a la materia, puede suceder
que el periespíritu no haya salido totalmente del
cuerpo cuando sobreviene la cremación. Y en este
caso en particular, existe el riesgo de un traumatismo
que puede engendrar una alteración accidental
del periespíritu por el fuego. Es entonces cuando la
desencarnación ya no sigue su curso normal y natural,
pero ese sigue siendo un caso de excepción que no
debe conducir a una psicosis frente a la cremación.
No obstante, por precaución se puede recurrir al
acompañamiento del fallecido por el pensamiento,
ya sea individual o colectivo, para asegurarse de una
total liberación del espíritu en el momento de la
inhumación. En nuestros medios espíritas, tenemos
por costumbre realizar cadenas fluídicas para nuestros
fallecidos, para abreviar su turbación, lo que garantiza
simultáneamente un pronto desprendimiento del
espíritu del cuerpo, lo cual por lo mismo evita toda
eventualidad de una alteración del periespíritu con
motivo de la cremación.
Así pues, desde un punto de vista espírita, la
cremación no constituye realmente un problema
de gran magnitud, pero tampoco se puede ignorar
que existen algunos factores de riesgo para ciertas
personas, por lo cual la oración o las acciones de
pensamiento, si fueran generalizadas, eliminarían
toda eventualidad de daños accidentales a nivel de
los periespíritus.

miércoles, 13 de agosto de 2014



ENCUENTROS
CONGRESO EN ESPAÑA:
EL ESPIRITISMO EN EL SIGLO XXI

 por
J A C Q U E S P E C C AT T E


LE JOURNAL SPIRITE N° 97 juillet 2014


Junto con el movimiento CEPA (Confederación
Espírita Panamericana), las instituciones espíritas
españolas organizaron el segundo encuentro espírita
ibero-americano en Salou, cerca de Tarragona, 150
Km. al sur de Barcelona, del 1 al 4 de mayo de 2014.
Estaba presente un centenar de participantes, representantes
y dirigentes de asociaciones espíritas de
varios países: Brasil, Argentina, Venezuela, Puerto
Rico, Estados Unidos, Cuba, España, Portugal y
Francia.
El presidente de la CEPA, Dante López (Argentina)
dedicó las dos conferencias de apertura y cierre de
este congreso a los temas siguientes: Las organizaciones
espíritas en el siglo XXI y La visión de la CEPA en el
siglo XXI, evocando el papel de la Confederación y del
espiritismo frente a los desafíos del tiempo presente,
dentro de una sociedad difícil en perpetua mutación.
Recordemos que la CEPA es un movimiento que,
desde su creación en 1949, ha predicado un espiritismo
libre de toda influencia religiosa o esotérica, un
espiritismo actualizado que esté en consonancia con
las evoluciones científicas y sociales de su tiempo,
un espiritismo que, según la fórmula, se define como
“humanista, laico, progresista y de librepensamiento”.
Durante todo el siglo XX este movimiento ya había
tenido precursores latinoamericanos, como Manuel
Porteiro, Humberto Mariotti, Cosme Mariño y algunos
otros pensadores espíritas.
Para hacerse una idea de los principios y grandes
orientaciones de esta confederación, no se los podría
resumir mejor que aplicando el pensamiento de
Allan Kardec tal y como él lo expresó en su tiempo,
con estas palabras:
“El espiritismo, marchando con el progreso, nunca será
superado porque, si nuevos descubrimientos le demostraran
que está en el error sobre un punto, se modificaría
este punto; si una nueva verdad se revela, la acepta.
No hay fe más inquebrantable que la que puede mirar a
la razón frente a frente, en todas las edades de la humanidad”.
Y es así como sin cesar ha sido necesario volver a
poner en perspectiva los grandes principios kardecistas,
confrontándolos con las realidades científicas
y sociales de cada época. Es lo que se ha hecho, en la
medida en que todas las grandes preguntas ya no se
plantean hoy exactamente en los mismos términos
que en la época del espiritismo naciente, hace unos
ciento cincuenta años. Sin embargo, los principios
iniciales que estaban contenidos en El Libro de los
Espíritus, no han tenido que sufrir cuestionamientos,
pues son principios universales que por consiguiente
permanecen intemporales.
Por otra parte, esto fue lo comentado en el congreso
por Milton Medran Moreira (ex presidente de la CEPA,
Porto Alegre-Brasil), en su conferencia titulada La ética
espírita en el Siglo XXI. Sobre puntos muy precisos que
siempre son de actualidad, Milton señaló muchos
principios kardecistas referentes a la pena de muerte,
la esclavitud, la igualdad entre el hombre y la mujer,
el matrimonio, el divorcio, etc., demostrando su
carácter innovador y precursor, en un siglo XIX que
estaba aún muy lejos de poder admitir tales evoluciones
del pensamiento. Todavía hoy, esos principios
iniciales no son todos reconocidos y aplicados en
cierto número de países. Todavía hoy, la pena de
muerte no está abolida en todas partes, la condición
de la mujer siempre sufre de flagrantes desigualdades
en numerosos países, la esclavitud está lejos de estar
erradicada, etc. Si bien tales principios enseñados
por los Espíritus, estaban adelantados a su tiempo y
siempre están retardados en nuestras sociedades de
hoy, siguen siendo los fundamentos intemporales de
una humanidad que todavía busca su camino, pero
igualmente son coherentes con los principios de una
ética de sentido común, reconocida y reivindicada
por todos los humanistas, cualquiera que sea su
convicción filosófica o religiosa.
Entre todos los temas abordados, recordemos
igualmente la conferencia de Jacira Jacinto Da Silva
(São Paulo-Brasil), juez de profesión, que ha tratado
el problema de la criminalidad en Brasil. Esa es una
preocupación mayor en este país, y desde su punto
de vista espírita, ha abogado por estructuras educativas
de reinserción. Ella milita por el conocimiento, la
instrucción y la educación que serán los verdaderos
medios y motores para avanzar hacia una sociedad
solidaria que se haga cargo de sus delincuentes en
forma responsable.
Sería imposible hacer aquí un resumen de todas las
intervenciones, pues hubo más de veinticinco exposiciones.
Que todos los participantes y ponentes de este
congreso me excusen, pero no puedo citar a todos los
interventores y evocar todas sus conferencias, pues
aquí me es preciso resumir para dar una idea general.
Recordamos en particular las grandes temáticas
de este encuentro: el espiritismo en la sociedad, las
problemáticas sociales, la mediumnidad, la conciencia,
la moral y la ética espírita, la inserción social del espiritismo.
Son temas que siempre han mantenido nuestra
atención, temas sobre los que muchas veces hemos
intercambiado desde nuestros primeros encuentros
con los espíritas de la CEPA en 1998. En particular,
hemos, confirmado las convergencias esenciales que
nos han permitido crear una relación entre el Círculo
Espírita Allan Kardec de Francia y las representaciones
progresistas del espiritismo latinoamericano. Esto se
ha traducido, si no en encuentros regulares, difíciles
debido al alejamiento geográfico, sí en intercambio
de artículos, revistas y libros. Y a este respecto, agradecemos
una vez más la indefectible regularidad
de Ruth Neumann (Venezuela) que, imperturbablemente,
traduce todas las ediciones de Le Journal
Spirite en español desde hace unos quince años. Esta
revista en español es enviada luego, en formato PDF,
a todos nuestros corresponsales y grupos espíritas
que deseen recibirla. Está igualmente accesible on
line en el portal oficial de la CEPA.
Desde un punto de vista más europeo, hemos conocido
a varios grupos y personas de Cataluña, Andalucía
y Portugal que, cercanos a la CEPA o afiliados,
mantienen un trabajo de fondo, y parecen hacerse
más o menos las mismas preguntas que nosotros los
franceses, respecto a la difícil difusión de una idea
que todavía no es bien aceptada, tanto entre el gran
público como en los medios intelectuales y científicos.
Así, escuchamos que el espiritismo siempre es
asimilado a formas de magia o de esoterismo, y que
las conferencias públicas atraen a pocas personas, lo
cual sigue siendo igualmente una problemática planteada
por los países latinoamericanos con excepción
del Brasil donde el espiritismo forma parte de los
componentes culturales. Ese fue uno de los objetos
de nuestras discusiones con unos y otros, para
concluir finalmente en un objetivo resueltamente
optimista: proseguir la lucha, atreverse a afirmar
nuestra pertenencia espírita e ir al encuentro de
aquellos que podrían estar cercanos a nuestro ideal
pero que lo desconocen.
Instruir, enseñar, educar fueron palabras empleados
con frecuencia, para repetir que el espiritismo es una
filosofía seria, una ciencia del alma y una espiritualidad
mayor que puede trascender a todas las creencias,
más allá de los misticismos esotéricos, religiosos
o de tipo New Age.
Ahora una palabra sobre algunos encuentros. David
Santamaría y su grupo de Barcelona, con el concurso
de Mercedes García de la Torre (Andalucía), estuvieron
entre los que organizaron la manifestación
con mucho cuidado, cierto rigor indispensable y
sin duda alguna con numerosos pasos previos para
preparar, en un gran hotel, la acogida de espíritas de
todas las procedencias.
Recordemos igualmente, y entre otros, un contacto
que tuvimos con el grupo de Puerto Rico y su director
José Arroyo, a quien ya habíamos conocido en París,
el año pasado. Un grupo joven y dinámico que ha
tomado en cuenta todo un compromiso espírita dirigido
hacia la enseñanza, la educación y la ética.
Por mi parte, pronuncié una conferencia de treinta y
cinco minutos, muy condensada por la fuerza de las
circunstancias, pues normalmente cada conferencia
estaba limitada a treinta minutos. En el momento
en que el Círculo celebra sus cuarenta años de existencia,
me correspondió hacer un rápido resumen de
sus actividades, saludar el recuerdo de Michel Pantin
y su obra, evocar el trabajo de Karine Chateigner así
como las realizaciones de nuestras filiales. Y sobre
este último punto, era importante precisar nuestra
forma de funcionamiento que no es común, en la
medida en que no representamos grupos federados,
sino una única entidad reunida bajo el nombre de
Círculo Espírita Allan Kardec de Francia y que trabaja
en permanente coordinación y concertación, a diferencia
de la fórmula más habitual de grupos independientes
afiliados en una federación.
Igualmente tuve que poner en perspectiva el impacto
de nuestro Círculo en Francia desde hace cuarenta
años y dar la medida de una difusión que, con el pasar
del tiempo, ha terminado por llamar la atención de
muchos de nuestros conciudadanos, evocando igualmente
los esfuerzos realizados por nosotros para
extender la difusión hacia diversos especialistas de lo
paranormal que no necesariamente son espíritas.
En un ambiente muy cálido, entre gentes y directores
de grupos que no se ven con frecuencia, circularon
las ideas y percibimos una preocupación bastante
general que podría expresarse así: ¿cuál es la buena
difusión? ¿Cómo hacer para ser reconocidos un poco
más oficialmente? ¿Cómo ser tomados en serio en
los medios intelectuales y científicos? ¿Cuál es el
porvenir del espiritismo? ¿Qué impacto podría tener
sobre la sociedad? Igualmente hemos percibido una
preocupación cierta en los espíritas de los diferentes
países, respecto a la fragilidad del mundo y de la paz
(Siria, Palestina, Ucrania, Venezuela…).
Recordemos finalmente la participación de nuestro
Círculo en los grandes encuentros organizados en
el pasado por la CEPA. Estuvimos presentes y representados
en las siguientes ocasiones: el Congreso
de Maracay en Venezuela en 1998; una participación
en las conferencias en Brasil en 1999; el Congreso
de Porto Alegre en 2000, y el primer encuentro
ibero-americano en España en Salou en 2012.
Los contactos prosiguen y se perpetúan, dentro de un
enfoque común en cuanto a la realización de un espiritismo
mayor, preocupado por los grandes desafíos
planteados por nuestras sociedades actuales, y cuyos
grandes objetivos no se podrán lograr en forma duradera
sin un aporte espiritual y espírita, indispensable
para la emancipación de la humanidad.

lunes, 11 de agosto de 2014




CAMILLE FLAMMARION, ESTRELLA
DEL ESPIRITISMO CIENTÍFICO

por
J E A N - LO U I S P E T I T

D O S S I E R
LA PLURALIDAD DE LOS MUNDOS

LE JOURNAL SPIRITE N° 97 juillet 2014


Ese joven que se complace con el espectáculo de
las estrellas y que nunca tendrá estudios superiores
frecuentará durante cerca de sesenta años la élite del
mundo científico. Será colmado de honores y recibido
por los soberanos. Todo le saldrá bien. Y sin embargo, es
la muerte lo que le interesará, hasta que la encuentre él
mismo después de haber predicado incansablemente
a contracorriente en favor de los mundos habitados.
¿Cómo abordar esta meteórica carrera de múltiples
facetas?
 
Comencemos por la deslumbrante carrera del astrónomo
Los eruditos no reparan sino en la vida del astrónomo.
Camille Flammarion nació el 26 de febrero de 1842, en
una gran aldea rural, Montigny le Roi, entre Langres y
Chaumont. Recibe la enseñanza del cura local, heredero
de las luces y del instructor. Descubre la naturaleza.
Las dificultades obligan a su familia a llevarlo al Yonne,
donde será tomado a cargo por el hijo de un cura de la
Revolución fiel a los valores humanistas (el padre había
sido cura constitucional durante la Revolución, se había
casado y tuvo dos hijos). La bóveda celeste provoca, en
él, profundas meditaciones. En octubre de 1847, a los
cinco años, asiste a su primer eclipse de sol. Desgraciadamente,
sus padres arruinados, partirán a París en
1853. Lo dejan en el lugar. Su madre siempre soñó con
un hijo que tomara los hábitos. Forma parte entonces
de la coral de la catedral de Langres. Se le asegura algo
de cultura general, sobre todo religiosa. Debe cantar en
todos los oficios. Primero será sensible a la pompa y a
la liturgia, pero las amenazas infernales lo desalientan
y cortan con el humanismo de sus primeros maestros.
Las disciplinas vinculadas a la naturaleza le atraen cada
vez más. Le hacen falta sus padres y sufre por carencia
de dinero. Antes de los quince años, conoce el mapa de
las estrellas.
En 1856 se reúne con sus padres en París, pero debe
ganarse la vida, como aprendiz con un grabador-cincelador.
Estudia solo por la noche y se gana el apodo
de “pequeño sabio”, gracias a las clases nocturnas.
Descubre también el Jardín botánico y la astronomía; se
apasiona por las ciencias. No sabe cómo dejar su situación
de obrero y se consuela escribiendo para sí mismo
una Cosmogonía Universal de quinientas páginas y
ciento cincuenta dibujos. Cae enfermo por sus excesos
de vigilia y recibe la visita de un joven médico. Éste se fija
en la Cosmogonía Universal
que lo alucina y se la envía al
astrónomo Le Verrier, director
del Observatorio de París,
que lo contrata enseguida.
Es el comienzo, en 1858, de
una carrera de aprendiz de
astrónomo en la “Dirección de
Cálculos del Observatorio” de
París. No tiene entonces sino dieciséis años. Esta bella
denominación esconde un trabajo oscuro e ingrato:
ordenar cálculos todo el día. Urbain Le Verrier no es
un astrónomo observador, sino un matemático que se
entrega a cálculos de la trayectoria de los astros, a partir
de las observaciones hechas por otros.
Camille lee los tratados de Arago, fallecido en 1853,
tales como La Astronomía Popular, que sabía expresar
en forma simple y cautivadora los descubrimientos
de su tiempo. Es la astronomía lo que seduce al joven.
Discretamente consigue el derecho de llegar al gran
telescopio del Observatorio. Su imaginación se decuplica.
Llega justo en el momento en que esta ciencia
hace enormes progresos. Estudia todo lo que se
publica sobre el Universo. Muy pronto se convence de
que la Tierra no puede ser el único mundo habitado
en el Universo y lo escribe. Será La pluralidad de los
Mundos habitados, publicado en 1862. Aún no tiene
veinte años. Rápidamente se agotarán varias ediciones.
Un extracto ubica bien el tema: “La vida es una ley de
la naturaleza, se desborda en la Tierra por todas partes,
como en una copa demasiado estrecha para contenerla,
y los demás mundos nos darán el mismo testimonio
cuando sepamos descubrirlo”.
Allí se resume toda su filosofía.
En cambio, Urbain Le
Verrier no lo aprecia; y lo
echa a la calle. El clero oficial
lo coloca en la picota pero, en
conjunto, el mundo intelectual
y científico reaccionan
favorablemente.
Pero ya goza de relaciones. Delaunay, enemigo jurado
de Le Verrier, lo contrata inmediatamente para la
“Dirección de Longitudes” donde se inicia esta vez en el
verdadero cálculo astronómico. Siempre lee todo sobre
la ciencia, husmea en todas las bibliotecas y sabe hablar
de lo que le apasiona. Es contactado por los directores
de publicaciones científicas que por entonces se
multiplican, dentro de un objetivo de vulgarización.
Comienza una larga colaboración en la revista Cosmos,
donde recupera la rúbrica astronomía. Sobresale allí.
Se le piden otras. Completa La pluralidad de los Mundos
Habitados, y escribe los siguientes: Los Mundos imaginarios
y Los Mundos reales, reeditados sin cesar desde 1865
hasta 1911.
Retomará la observación con un pequeño telescopio
personal, y luego con el del Observatorio, con el que
reanudará los contactos. Es reconocido por el mundo
científico como un vulgarizador científico de inmensos
conocimientos y con extraordinarias capacidades de
clarificación, pero es atraído sobre todo por la astronomía.
Según él es la reina de las ciencias, puesto que
abarca el Universo y los misterios de la Creación. Ingresa
al gran periódico Le Siècle, en 1865, a los veinticinco años,
se convierte en orador en la Escuela Politécnica y luego
en otros círculos más mundanos. Cada vez disfruta de
sala llena. Desde entonces es rico y célebre; se dirige
también al extranjero. Su gloria culmina en 1879 con
un libro editado por su hermano Ernest Flammarion La
Astronomía popular, éxito mundial en varias versiones
con más de ciento treinta mil ejemplares.
Difunde en forma novelada y poética todos los conocimientos
de la época sobre el Universo. Se ha convertido
en la referencia científica nacional e internacional. Pero
no olvida su pasado. Será entonces uno de los pioneros
del movimiento de educación popular junto con Jean
Macé y Léon Denis. Es uno de los fundadores de la Liga
de la Enseñanza, que milita a favor de la escuela gratuita
y obligatoria. Saca de la miseria a sus padres y ayuda a
lanzar los movimientos de educación popular. No sólo
encuentra la gloria, sino también el amor y la fortuna.
Tendrá dos esposas sucesivas: Sylvie Petiot que también
será su secretaria hasta su muerte, y luego su nueva
secretaria, Gabrielle Renaudot, que tiene treinta y cinco
años menos que él, pero que igualmente se consagrará
a él en cuerpo y alma. Un admirador de su obra, el Sr.
Meret, le ofrecerá más en 1883, una propiedad completa
y una fortuna destinada a crear, en Juvisy, sobre
doscientas hectáreas, el observatorio de sus sueños.
Allí instala un telescopio moderno y contrata a otro
astrónomo para realizar un programa de observaciones
científicas reconocidas por todos. Juntos, trabajarán
sobre la Luna y Marte, al que aprecia particularmente
y que cree habitado. Demostrará la importancia de las
erupciones solares, especialmente sobre la vegetación,
se interesará también por las estrellas dobles sobre las
que redactará estudios muy apreciados. Su inmensa
curiosidad le lleva también a cultivar la meteorología.
Estudia también el efecto de la luz y los colores sobre las
plantas. Publica mucho y crea dos periódicos, entre ellos
L’Astronomie, y una sociedad científica, la Sociedad Astronómica
de Francia, creada en 1897 y que todavía existe.
Es también un asombroso aprovechador de su imagen.
Organizará espectáculos, como la repetición, en 1902,
del experimento del péndulo de Foucault bajo las
bóvedas del Panteón así como una suntuosa fiesta del
solsticio de verano en la cumbre de la Torre Eiffel. Fue él
quien, en mayo de 1910, estuvo encargado de disipar
el miedo pánico provocado por el paso del cometa
Halley: “¡No, el fin del mundo no llegará el próximo 19
de mayo!”
A veces será menos afortunado, y aceptará asociar
su imagen a vulgares publicidades. Cada año, o casi,
su público lo vuelve a encontrar. Citemos: Les Etoiles
et les curiosités du ciel, Lumen, y luego, hacia el final
de sus días, Uranie y Stella. El astrónomo, colmado
de honores, evoca sus convicciones de pureza vinculadas
al amor y su esperanza de una vida aún mejor
en el más allá y luego de otras vidas en otros mundos.
Con él, numerosas personas descubrirán una vocación
de astrónomos aficionados. Es el representante
reconocido de una creencia muy compartida en su
siglo, de un progreso casi indefinido de la ciencia
y de las técnicas, que acabará por explicarlo todo.
Se apasionará por la aeronáutica y hará numerosas
ascensiones en globo, especialmente en su viaje de
bodas. Siempre será un decidido pacifista, participará
en la guerra de 1870, y conocerá la Comuna sin
participar en ella. El retorno de la barbarie en 1914 lo
dejará abatido y dolido. Morirá en 1925, a los ochenta
y tres años, en los brazos de su segunda esposa,
Gabrielle, siempre en plena gloria.
 
La carrera del espírita
También se interesó mucho por el espiritismo, entonces
en pleno apogeo. Dos períodos se suceden en su vida
de espírita.
 
El neófito entusiasta, amigo personal de Allan Kardec
Curioso por todo, Camille Flammarion adquiere
El Libro de los Espíritus. En 1861 es invitado a sus
primeras experiencias de mesas giratorias, y se
inscribe en la Sociedad parisiense de estudios espíritas.
Se convierte en secretario de sesiones y conoce
a Allan Kardec. El espiritismo está entonces en plena
expansión. Los dos hombres simpatizan. Camille va
de descubrimiento en descubrimiento y muestra un
gran entusiasmo. Dialoga con múltiples Espíritus entre
ellos el de Galileo y cree cada vez con más firmeza
que sí es el más allá el que se manifiesta; la muerte no
existe. Escribe: “Las comunicaciones han sido dictadas
por los propios Espíritus a los médiums designados y
destinados a probarte que los seres queridos que has
amado en la Tierra y que se han despojado de su envoltura
corporal, aún pueden conversar contigo”. En 1862
publica Les Habitants de l’autre monde. Révélation
d’outre-tombe (Los Habitantes del otro mundo. Revelación
de ultratumba). También escribe en la Revue
Spirite y defiende el espiritismo en la Revue Française.
Ya no vacila en tomar distancia del clero católico,
para el que la comunicación con los Espíritus no es
sino trato con el demonio. En 1865 escribirá un libro
muy completo, pero bajo un seudónimo, sobre la
práctica de los hermanos Davenport, espíritas cuya
gira por Francia desata pasiones y redacta, a pedido
de Allan Kardec, un capítulo completo del libro La
Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo,
que no firma. Cuando muere Allan Kardec,
él es percibido siempre por el mundo espírita como
uno de los mejores integrantes del movimiento. Será
uno de los cuatro oradores autorizados a honrar su
memoria durante el sepelio; allí defiende una concepción
científica del espiritismo. Sin embargo, durante
más de veinte años abandonará sus convicciones.
 
El silencio del científico parece ser una negación de su
entusiasmo

Entre 1869 y 1890, Flammarion desaparece del espiritismo.
Ha sufrido numerosos fraudes que su vigilancia
ha permitido descubrir. Presume de científico riguroso
y ha formado parte de las personas que imponen a
los médiums draconianos protocolos de sesión. Sin
duda ha temido que esas trampas comprometieran su
propia reputación. Sabe que el medio que lo hace vivir
es más racionalista y tradicional. Teme a su intolerancia.
Con Dieu dans la nature (Dios en la naturaleza) defiende
las ideas de Darwin sobre la evolución y retoma sus
ideas sobre los otros mundos habitados. En cambio,
estas audacias científicas ya no le parecen compatibles
con las sesiones espíritas oficiales. Camille Flammarion
no desea romper con sus lectores. Sylvie, su primera
esposa, está acostumbrada a un fastuoso tren de vida.
Todos los miércoles, hay tertulias en su casa. Él sabe
que el espiritismo es mal visto por la élite mundana
cuya comidilla son los diversos procesos entablados
contra los espíritas. Igualmente será muy influenciado
por las ideas metapsíquicas, antecesoras de nuestro
“paranormal” y frecuenta asiduamente al profesor
Richet. Como él, no niega la realidad de ciertos hechos
inexplicables, pero muy a menudo le parecen exteriorizaciones
de los poderes del médium. Conserva sin
embargo un discreto pie en el movimiento espírita. A
partir de 1890 volverá a organizar sesiones de comunicación
en su casa, y convocará, con una gran cantidad
de precauciones, a todos los grandes médiums de su
época: Eusapia Palladino, Franek Kluski, Eva Carrière,
etc. Curioso de todo, se interesa también por la
hipnosis y la fuerza del pensamiento así como por la
telepatía. Regresa pues a sus ideas. A la larga, es obligado
a alejarse del puntilloso pesimismo de Richet. Se
vuelve a aferrar a su terreno preferido, la observación.
La muerte lo acosa más que nunca; el 19 de marzo de
1899, gracias a un gran periódico, inicia una encuesta a
todos los niveles sobre los testimonios que se puedan
recoger sobre ella. Seleccionará setecientos ochenta
y seis casos entre la abundante documentación recibida,
y con ellos sacará dos series de libros sobre la
muerte, las casas encantadas y los fantasmas. Desde
entonces se confirma en su íntima convicción: “Desde
ahora sabemos, dice, que el hombre espiritual existe. Éste
muere; el primero no muere”. El erudito cierra el círculo
en su última obra, inconclusa, publicada recientemente:
“He adquirido la convicción de que el alma,
independiente del cuerpo que ella engendra, le sobrevive
y puede manifestarse después de la destrucción de la
materia que le servía de soporte”. Retoma allí el mensaje
espírita. Esta posición pretende ser rigurosamente
científica y seduce: en 1923, es nombrado Presidente
de la Society for Psychical Research, sociedad anglosajona
célebre por sus investigaciones sobre lo paranormal.
Fallece en 1925.

domingo, 10 de agosto de 2014




                                                    “Exoplanète” de Theo van Markwijk

J A C Q U E S P E C C AT T E
E D I TO R I A L

LA PLURALIDAD DE LOS MUNDOS
LE JOURNAL SPIRITE N° 97 juillet 2014



“Hay muchas moradas en la casa del Padre”
(Juan — 14: 2)
En El Libro de los Espíritus, Allan Kardec plantea los
grandes principios del espiritismo tal y como fueron
enseñados por el más allá, entre ellos la existencia de
Dios, causa primera de todas las cosas, la evolución
intelectual y moral del espíritu que pasa por la reencarnación
y la pluralidad de los mundos habitados con
diferentes grados de avance.
Para la época de este espiritismo inicial, Camille Flammarion
descubre El Libro de los Espíritus en 1861,
luego conoce a Allan Kardec y participa en numerosas
sesiones de mesas especialmente con el editor Didier,
Théophile Gautier y Victorien Sardou. Ese mismo año
1861, redacta su obra La pluralidad de los mundos habitados
que será publicada en 1862. Como astrónomo,
Flammarion tiene su propia concepción de un Universo
inconmensurable que no puede imaginar ausente de
toda forma de vida. En una época en que el conocimiento
en materia de astronomía era todavía sucinto,
ya él se planteaba una vida extraterrestre.
Si hay una idea determinante en la tesis de Flammarion,
es que, anticipado a su tiempo, supone que las estrellas
lejanas son soles alrededor de los cuales gravitan
planetas. Imagina pues en la mecánica celeste, una
multitud de sistemas gravitacionales que son más o
menos semejantes a nuestro sistema solar. Si bien esta
idea entra en una cierta lógica de lo que era imaginable,
no es por ello menos innovadora y se adelanta a futuros
descubrimientos. Hasta una época todavía reciente,
la mayoría de los astrónomos no se pronunciaba en
cuanto a la eventualidad de sistemas gravitacionales
alrededor de estrellas de las que no se sabía si algunas
tenían o no propiedades idénticas a las de nuestro sol.
Fue necesario esperar hasta 1995 para que, después del
descubrimiento de un primer exo-planeta, el 51 Pegaso,
se considerara la existencia de otros sistemas planetarios
en el Universo. Finalmente la intuición de Camille
Flammarion era confirmada, y desde entonces se han
descubierto regularmente nuevos exo-planetas cuyo
número es al día de hoy (4 de abril de 2014) de 1.780.
Estando ya probada la idea, uno imagina que existen
centenares de miles de planetas de los cuales algunos,
naturalmente, podrían estar habitados, lo que confirmaría
la segunda afirmación de Camille Flammarion,
evocando “la pluralidad de los mundos habitados”. Está
también la afirmación espírita que encuentra toda su
dimensión, cuando la astronomía, siglo y medio más
tarde, nos lleva cada vez más hacia esa probabilidad. Lo
que era impensable en un tiempo se ha convertido en
lo probable de hoy, pero para el espírita eso no es sino
la confirmación de una certeza adquirida hace mucho
tiempo.
En este campo como en otros, el espiritismo aparece
como precursor de ideas nuevas que la ciencia deberá
verificar más tarde: por ejemplo, el estudio de las NDE
lleva más o menos a lo que ya se sabía, y los estudios
referentes a los niños que se acuerdan de su vida anterior
confirman el principio de la reencarnación, igual
que ciertas regresiones bajo hipnosis.
Respecto a los exo-planetas que se supone que eventualmente
serían habitables, una vez más la ciencia
astronómica es reductora al formular esta hipótesis,
pero con la siguiente restricción: se observa a los
planetas que tendrían algunas similitudes con la Tierra,
suponiendo que la vida no ha podido eclosionar sino
bajo ciertas condiciones. No se quiere considerar que
pueda haber formas de vida, en mundos totalmente
diferentes unos de otros y, por qué no, vidas posibles
en condiciones distintas a nivel de estructuras, temperaturas
y atmósferas
.
Los grandes principios espíritas
Todo Espíritu procede de la divinidad, impulsado por
la fuerza causal y por tanto creado en un tiempo dado,
creado “simple e ignorante” según la fórmula de Allan
Kardec. Y es por un instinto natural a mezclarse con
la materialidad, que encarna en un mundo que calificaremos
de primitivo, un mundo en el cual el espíritu
descubrirá progresivamente a la vez su existencia
propia y la de sus congéneres. Así, en el Universo hay
planetas inferiores a la Tierra y que corresponden a
las necesidades evolutivas de los seres más primitivos
que perciben su propia identidad en una colectividad
todavía hostil.
Después de algunas vidas en esos mundos, rápidamente
se efectúa un paso hacia mundos más elaborados
como la Tierra, allí donde los bajos instintos
todavía siguen muy presentes. El Espíritu cumple allí
un ciclo de vidas, y cuando la necesidad se hace sentir,
mientras vive en el más allá, es llamado entonces a
reencarnar en un mundo superior a la Tierra donde
podrá cumplir otro ciclo de vidas, luego considerar un
mundo todavía más elevado, y así sucesivamente hasta
alcanzar un estado de perfección que lleva al fin de las
reencarnaciones; se trata entonces del estado de Espíritu
puro que participará de la creación divina e infinita.
Por consiguiente, según este principio espírita, existen
entonces planetas habitables y habitados en todo el
Universo, planetas que están en diferentes grados de
evolución. Y esos mismos planetas sufren también un
desarrollo evolutivo en su propia estructura, así como
por la evolución global de sus habitantes. Y partiendo
de este principio, la Tierra, al igual que otros mundos,
está llamada a una evolución global que la puede
conducir a la etapa de planeta superior. Ese desarrollo
no se plantea sino en períodos de tiempo muy largos,
y con la condición, igualmente, de que el planeta en
cuestión no derive hacia su propia destrucción.

El fenómeno OVNI
Si existe una prueba suplementaria de la pluralidad de
los mundos, es la de las diversas manifestaciones extraterrestres
que se han reseñado en todos los períodos
de la historia humana. Desde hace más de sesenta
años, se han catalogado numerosos testimonios y
todos los estudios serios realizados han conducido a la
convicción de que hay fuerzas inteligentes circulando
en las proximidades de la Tierra, incluso que aterrizan y
establecen contactos. Y en testimonios más precisos, se
observan humanoides de diferentes formas y tallas, sin
dejar ninguna duda en cuanto a la existencia de seres
extraterrestres que vienen a visitarnos.
Es entonces cuando los ufólogos se plantean una
multitud de preguntas: ¿cómo es posible el desplazamiento
intersideral? ¿Son estos seres de la misma
naturaleza que nosotros? ¿Buscan colonizarnos? ¿Son
mejores que nosotros, o tendrían a veces intenciones
dudosas? ¿Cuál es el propósito de sus visitas? Etc.
Respecto a las formas de desplazamiento, un simple
razonamiento dentro de una lógica humana nos haría
decir que es incomprensible. Cuando se sabe que la
estrella el más cercana a nuestro sistema solar (*) está
a cuatro años luz de nosotros, que otras en la galaxia,
estarán a decenas, centenas e incluso miles de años luz,
(**) entonces, ¿cómo podrían suponerse posibles esos
desplazamientos? Imaginando que se encontraran las
posibilidades técnicas de desplazarse a la velocidad
de la luz, lo que es altamente improbable en lo que
concierne al humano, pero supongamos… sabiendo
igualmente, es lo que se dice, que esta velocidad
sería la última posibilidad puesto que es insuperable
(nada podría ir más rápido que la luz), necesitaríamos
entonces cien años para llegar a un planeta ubicado a
cien años luz, lo que, por otra parte, no es una distancia
extraordinaria a la escala de nuestra galaxia. Entonces,
considerando los datos que corresponden a los límites
de nuestros razonamientos… ¡es imposible!
Ciertos ufólogos imaginan que existirían otras dimensiones
espacio-temporales susceptibles de crear de
alguna manera puertas, trampas o atajos, que permitieran
franquear las inconmensurables distancias
transitando por otras dimensiones. Esta tesis es muy
interesante, y nosotros la completaremos con un dato
espírita: otros mundos más evolucionados que el
nuestro poseen tecnologías que nos superan, que se
aplican a las condiciones de materialidad más etéreas
y, elemento esencial, la fuerza del pensamiento es utilizada
permitiendo superar los obstáculos de la materia
y el espacio. Por la fuerza del pensamiento, la propulsión
se encuentra trascendida, permitiendo sobrepasar
toda forma de límites. De lo cual podemos tener una
pequeña idea en la Tierra, a través de ciertos fenómenos
como la levitación o la teletransportación de un objeto
que puede perder momentáneamente su materialidad
para encontrarse en otro lugar materializado de nuevo.
Por ejemplo, un espíritu desencarnado ya no se desplaza
según una velocidad, él está en otra dimensión, y si se
acerca a nuestras vibraciones materiales, puede desplazarse
instantáneamente de un extremo a otro de la Tierra,
incluso hasta a otro mundo por el simple proceso de su
voluntad que lo transporta a donde desea.
Igualmente, para espíritus encarnados que viven en
estructuras de materia más etéreas que las nuestras, la
fuerza del pensamiento puede ser un motor, un dínamo-
psiquismo que anulará los obstáculos materiales, al
punto de propulsar un aparato a velocidades vertiginosas,
e incluso transportarlo casi instantáneamente de un lugar
a otro. He allí en realidad una buena parte del secreto del
viaje intersideral…
(*) Es la Próxima del Centauro, una de las tres estrellas que forman el
sistema Alfa del Centauro, situado a una distancia de alrededor de 4,22
años luz del sistema solar.
(**) Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene una extensión del orden de los
80.000 años luz. Cuenta con algunos centenares de miles de millones
de estrellas.

La solidaridad de los mundos
Cuanto más evoluciona el espíritu, más aprende el sentido
del amor y por tanto de la solidaridad. Igualmente, cuanto
más evoluciona un planeta, más se desarrolla en el sentido
de ese amor que le hace sobrepasar sus propias fronteras. Y
es así como los mundos superiores interactúan entre ellos
de manera natural ya sea por desplazamiento intersideral
o por telepatía. Y dentro de esta solidaridad, los mundos
superiores desean venir en ayuda de los mundos todavía
inferiores como el nuestro. Es lo que siempre ha tenido
lugar en la Tierra, confirmado por los múltiples rastros
estudiados por los arqueólogos siempre maravillados
ante las enigmáticas construcciones que no se podrían
reproducir ni siquiera con nuestras técnicas modernas.
Existe pues esa ley de solidaridad universal de la cual da
testimonio la historia de la Tierra. Pero, aquellos que eran
considerados a menudo como dioses venidos del cielo,
desde hace mucho tiempo ya son objeto de rechazo,
engendran temor, engendran igualmente una respuesta
cuando se trata de los ejércitos del aire que, a cargo de la
vigilancia del cielo, persiguen todo lo que se mueve, todo
lo que es sospechoso, y que eventualmente podría ser un
aparato humano enemigo. Y cuando se comprueba que
no es humano, se persigue el objeto, por si acaso estuviéramos
tratando con un enemigo del espacio…
Eso es tanto como decir que los visitantes del espacio no son
bienvenidos. Sobre todo porque según ciertos ufólogos,
sus manifestaciones serían mucho más frecuentes en
zonas sensibles, es decir, donde están instaladas bases
militares secretas, bases de armamentos nucleares, etc.
Entonces, ¿vigilencia? Después de todo, ¿por qué no?
pero de todos modos eso no sería sino a partir de nobles
intenciones, en el entendido de que todos los peligros a
menudo son bastante evidentes. Consideremos lo que
los norteamericanos llamaban su programa “Guerra de
las estrellas”, pensemos en todas esas ojivas nucleares
que se han multiplicado en una desmesura demencial y
están dirigidas hacia el enemigo potencial, dentro de un
principio de disuasión y correlación de fuerzas, sin pensar
que en caso de error humano o de accidente, los peligros
serían considerables.
Entonces sí, ¿por qué no suponer una vigilancia por parte
de extraterrestres que tendrían algunas inquietudes
respecto a la suerte de la humanidad…?

De mundo en mundo
Prolongando los principios del espiritismo, se sabe que
en la evolución, los humanos que han terminado su ciclo
terrenal, reencarnan en mundos superiores. Quizás haya
uno, o varios, de esos mundos donde han reencarnado
muchos humanos. Teniendo en un planeta más etéreo
una relativa memoria consciente de sus anterioridades,
pueden guardar entonces conscientemente ciertas
inquietudes respecto a la Tierra, y dentro de la solidaridad
de los mundos, velar a su manera por su antiguo planeta
y, ¿por qué no? manifestarse a seres humanos que habrían
conocido en otras vidas.
Es allí donde se encuentra el punto de unión entre la reencarnación
y la pluralidad de los mundos. Esta pluralidad
se vuelve más lógica cuando se sabe que los extraterrestres
no son forzosamente extraños, sino espíritus amigos,
encarnados en otra parte pero que recuerdan. Ni extraños,
ni enemigos, los seres venidos de otra parte no son otros
que nosotros mismos, son otros espíritus encarnados de la
misma naturaleza que nosotros, con la única diferencia de
que su evolución los ha conducido un poco más lejos, por
el camino evolutivo que conduce a Dios.
Somos todos hijos del Universo, todos somos extraterrestres,
aunque sólo sea por el hecho de haber vivido en
mundos inferiores antes de encarnar en la Tierra. Y volveremos
a ser extraterrestres cuando seamos llamados a
perfeccionar nuestra evolución en mundos superiores.