EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



sábado, 25 de abril de 2015



                                                              DOCTOR IAN STEVENSON

DOSSIER
EL ENFOQUE ESPÍRITA DE LA REENCARNACIÓN LOS PRINCIPIOS DEL ESPIRITISMO
 por EMMANUELLE PÊCHEUR & CATHERINE COURTIOL   
LE JOURNAL SPIRITE N° 100 avril 2015
“Nacer, morir, renacer y progresar sin cesar, tal es la ley” es la máxima grabada en el frontón del dolmen de Allan Kardec. Esta sola afirmación contiene el principio filosófico fundador del espiritismo: la ley de evolución para todos por la reencarnación, y por tanto, la necesidad de las vidas sucesivas.
En un primer momento, evocaremos las diferentes concepciones de este principio a través de las edades, sabiendo que son multitudes, cambiantes y sobre todo siempre el reflejo del pensamiento y la comprensión de los hombres a lo largo de sus historias y según sus culturas. Luego, definiremos el enfoque espírita de la reencarnación.
LAS DIFERENTES CREENCIAS
Desde siempre, se han ensayado diferentes teorías sobre la vida y después de la vida: la nada, la supervivencia del alma después de la muerte y las diversas creencias en vidas sucesivas. Sin embargo, en la historia de la humanidad, la noción de reencarnación siempre ha estado presente ya sea en forma de una creencia religiosa, o bajo la forma de una filosofía más elaborada.
El enfoque materialista: la nada Ciertos filósofos, como Jean-Paul Sartre, con una visión materialista, postulan la nada, planteando así el asunto metafísico: la vida no tiene sentido, el mundo es absurdo, entonces por su propia libertad el hombre puede dar un sentido a la vida para hacerla menos absurda. Todos los pensadores materialistas, al negar la noción de fuerza organizadora, Dios, colocan al hombre en el centro de todo, con la esperanza de que la humanidad, librada a ella misma, pueda desenvolverse por sí misma dentro de una idea de justicia y libertad, a pesar de que cada ser humano está condenado a desaparecer para siempre… Sin embargo, actualmente, esta corriente de pensamiento materialista pierde fuelle a favor del retorno a un pensamiento más espiritualista que todavía se hace preguntas sobre el porvenir del hombre y sobre el origen de la vida, de la que se piensa que no es única en el universo.
Los enfoques espiritualistas En el origen de las doctrinas religiosas monoteístas, se enseñaba la idea de reencarnación pero fue abandonada por hebreos, cristianos y musulmanes, a menudo por razones de poder, de cohesión social y para mantener a los pueblos con el temor de un infierno eterno. Ese fue el caso de la religión cristiana en el año 553, durante el Concilio de Nicea. Quedan, sin embargo, algunos resurgimientos de fe reencarnacionista en ciertas sectas disidentes de las grandes religiones. Entre los musulmanes, se encuentra una minoría que fue perseguida por haber preservado el principio de la reencarnación, los Drusos diseminados entre el Líbano, Siria, el norte de Israel y Jordania. Habiendo sido abandonado el concepto de la reencarnación, el dogma de la vida única ha reemplazado la creencia en las vidas sucesivas. En estas diferentes teologías, el hombre no tiene más que una sola vida; que será sancionada por un juicio divino, como el juicio final de la tradición cristiana. Se plantea entonces la cuestión de la justicia divina. Si una fuerza divina es el origen de nuestras vidas, ¿cómo concebir todas las anomalías y desigualdades de toda suerte: vidas breves, niños muertos a corta edad, diferencias extremas en cuanto a inteligencia, capacidad de amar, riqueza, pobreza, guerra y enfermedad? ¿Por qué esos millones de espíritus no tienen las mismas oportunidades durante su vida física única pero tampoco en el momento del juicio post mortem? ¿Cómo concebir un Dios injusto? ¿Cómo llegar, en una sola vida, es decir en un solo ensayo, a asimilar y practicar las virtudes universales del conocimiento y el amor?
En Grecia Examinemos otros enfoques espiritualistas que basan su reflexión en las vidas sucesivas como los de los filósofos de la antigüedad. Pitágoras y Platón consideraban el ciclo de la vida según el principio de la transmigración de las almas. La vida creada por Dios se concibe dentro de un proceso evolutivo palingenésico, que permite al alma perfeccionarse de vida en vida. Son, sin duda, los filósofos griegos y neoplatónicos quienes mejor plantearon la cuestión de la evolución reencarnacionista.
En Oriente Otras tradiciones religiosas han preservado esta idea bajo formas más ingenuas, como en el budismo y el hinduismo herederos del brahmanismo. Además, en estas tradiciones existe una diferencia entre la enseñanza vulgar destinada al pueblo y la destinada a las castas de iniciados, siendo el objetivo mantener al pueblo en un estado de ignorancia y servidumbre y así asentar el poder sobre un pueblo sometido. La idea de metempsicosis jerarquiza a la sociedad; para el pueblo dejado en la ignorancia, las almas culpables de sus malas acciones son condenadas a renacer en cuerpos de animales como sanción. Ese es el principio de un karma punitivo. En cuanto a los iniciados, ellos se benefician del privilegio de no estar sometidos a la ley kármica, y para escapar del ciclo infernal de las reencarnaciones, se debe practicar la meditación, reprimir las pasiones y dominar el cuerpo físico. La evolución es percibida únicamente en el plano individual, donde cada uno busca su propio “nirvana” independientemente del grupo social. Además, entre los budistas la finalidad significa la fusión con el “gran todo” y por tanto corresponde a una desaparición de la individualidad. Existen múltiples variantes de estos enfoques en la historia y según los países.
El druidismo La tradición celta, a través de los edificios megalíticos todavía en pie, da testimonio de un saber prodigioso y de un conocimiento iniciático que aún deja muchas interrogantes. Contrariamente a las acusaciones de barbarie señaladas por los romanos, la organización de la colectividad bajo la influencia de los druidas ya era muy elaborada; lo cual encontramos en algunos textos y en los mensajes espíritas. Las invasiones romanas hasta las fronteras de Escocia así como la cristianización de la Galia destruyeron finalmente una cultura de gran riqueza, sin duda una de las más adelantadas de toda la antigüedad. La reencarnación era comprendida allí como una evolución progresiva dentro de un ciclo que no se detenía en el planeta Tierra, sino que debía proseguir en otros mundos habitados. Los comentarios de Julio César en La guerra de las Galias aportan testimonios sobre la creencia del pueblo celta en la reencarnación. La concepción druídica era muy cercana a la idea espírita, sabiendo que los druidas practicaban la comunicación con el más allá. Desgraciadamente, no dejaron sino pocos documentos. No obstante, sabemos que hubo puntos de convergencia entre druidismo y cristianismo. En efecto, Jesús, espíritu de gran evolución, reencarnado para hacer avanzar las conciencias, recibió una enseñanza druídica durante sus desplazamientos por la Galia y Gran Bretaña. Instruyó a los apóstoles acerca de la necesidad de reencarnar para progresar. Igualmente, en la época del rey Arturo, alrededor de la Mesa Redonda se practicaba el contacto con el otro mundo. Lo cual explica que en la época de los primeros cristianos, era admitida la idea de la reencarnación que luego desapareció bajo el yugo calculador de los hombres de poder.
Las otras creencias Por otra parte, en el continente americano, de Norte a Sur, diversas tribus indígenas, los Incas de siglos pasados, los indios de la Amazonia hoy, y finalmente los Inuits del Gran Norte han creído y creen en la reencarnación según principios ancestrales que se remontan a la noche de los tiempos. Los Inuits de Alaska creen en la reencarnación igual que el pueblo Tlingit en el sureste de Alaska. El profesor Ian Stevenson, psiquiatra norteamericano fallecido en 2007, estudió largamente este pueblo, y otros, en diferentes puntos del planeta. Condujo la investigación para catalogar casos convincentes de niños que recuerdan su última vida. Pudo descubrir así toda una cultura muy apegada a la reencarnación. Los Tlingits se apoyan en el sentido de la observación y soñar con un pariente difunto es interpretado como el anuncio del renacimiento de ese mismo pariente en el entorno cercano. Ellos conciben la reencarnación en función de las afinidades y afirman que lo más frecuente es que el regreso ocurra en la misma familia. Las marcas de nacimiento son observadas para deducir de ellas la identidad de tal o cual pariente fallecido, así como los recuerdos de un niño que cuenta su existencia anterior ante padres atentos. Entre los Tlingits, la reencarnación comporta además la idea de progreso, con la esperanza de que las desdichas de una vida se borren en la siguiente. Antes de morir, ellos ya hacen proyectos para su vida futura.
El enfoque espírita de la reencarnación Abordemos ahora, la enseñanza de los Espíritus respecto a la reencarnación. La demostración se hace a un triple nivel. 1 Los Espíritus han revelado a los hombres la existencia de un principio divino; cada espíritu, creado por la fuerza causal, simple e ignorante, tiene necesidad de encarnar muchas veces en la materia para evolucionar en conocimientos y sentimientos. Conserva siempre su libre albedrío en ese recorrido evolutivo intelectual y moral que la llevará a reencarnar sobre muchas esferas (pluralidad de los mundos). 2 La trayectoria filosófica de Allan Kardec y sus sucesores respecto a esta revelación, demuestra, punto por punto, cómo esta ley cumple con las exigencias de la razón y del sentido común. Numerosos pensadores espíritas, de esa época hasta hoy, han dedicado libros al seguimiento de esta reflexión, como Gabriel Delanne en La Reencarnación, Gustave Geley en La Reencarnación y Léon Denis en Las Vidas Sucesivas. 3 Las observaciones y numerosos experimentos vienen a confirmar el principio de la reencarnación enunciado por los Espíritus. En las revistas Nº 42, 59 y 77, podrán encontrar ustedes artículos que tratan sobre las pruebas materiales y psicológicas estudiadas a través del mundo por numerosos investigadores. Los hechos han podido ser puestos en evidencia por la hipnosis (regresión a vidas anteriores de un sujeto hipnotizado), por los recuerdos espontáneos de personas que relatan su vida anterior (trabajos de Ian Stevenson y de su sucesor Jim B. Tucker, psiquiatras norteamericanos) y por las marcas físicas (marcas de nacimiento o malformaciones) cuyo origen puede ser explicado por un traumatismo vivido en una vida anterior. Durante nuestras comunicaciones espíritas, hemos podido establecer paralelismos entre elementos de vidas anteriores, revelados por los Espíritus y elementos de la vida presente. Por ejemplo, una fobia al agua en la vida presente puede explicarse por una muerte por ahogamiento en una vida anterior.

La ley de evolución
Por la enseñanza y el testimonio de los Espíritus, el principio de las vidas sucesivas ha permitido salir de concepciones religiosas y de creencias demasiado poco explícitas que conllevan numerosas inexactitudes. Veamos en qué consiste esta ley de la evolución. Cada ser humano ha tenido un punto de partida que corresponde al impulso divino. Esta fuerza causal llamada Dios, crea Espíritus individualizados en bruto, que por instinto programado, experimentan la necesidad natural de encarnar para desarrollarse en un mundo de materia. Las primeras encarnaciones se harán en mundos primitivos donde predominan los sentimientos de miedo, de angustia y el instinto de supervivencia. Poco a poco, de un planeta primario a un planeta más elaborado, el espíritu progresivamente tomará conciencia de su individualidad y despertará su comprensión, su intelecto y su emotividad. Ese progreso se cumple en múltiples vidas, necesarias para el florecimiento individual. El planeta Tierra, esfera de poca evolución, acoge Espíritus en ese camino evolutivo. Para ensanchar su conciencia, más allá del ciclo terrestre, cada uno será llevado a vivir en mundos cada vez más evolucionados. Los planetas llamados superiores son mundos muy etéreos, de menor densidad de materia,
donde son prácticamente inexistentes las vicisitudes físicas que conocemos. Para el espíritu convertido en “puro”, el punto omega corresponderá a un estadio último, donde comprende el infinito, entiende la creación y vive la felicidad suprema. Ya no tiene necesidad de reencarnar pero conserva su individualidad y participa en la creación con la fuerza activa de su amor. Para nosotros los Terrícolas, se trata de una perspectiva más que lejana, pero que nos da el sentido de la evolución que es trabajar y luchar para un mayor bienestar a compartir desde hoy.
Para comprender el proceso de la reencarnación, es necesario conocer los tres componentes del ser humano: el espíritu completamente inmaterial, el cuerpo físico y el periespíritu. Este cuerpo intermedio o cuerpo etérico es un agente fluídico de energía, una envoltura sutil de textura muy tenue, indispensable para el proceso de reencarnación. Es el vehículo del espíritu; le permite manifestarse, actuar a través del componente material, conservar la conciencia y el recuerdo. Actúa como un aparato registrador y almacena el conjunto de lo vivido durante las sucesivas encarnaciones. El periespíritu permite el proceso vital sin el cual la materia no tendría realidad organizada. Es el principio organizador y activo del alma definido por Gustave Geley como el dínamo-psiquismo. Abordemos ahora el aspecto psicológico de la reencarnación a través del inconsciente y el consciente. Las primeras encarnaciones responden a un proceso natural espontáneo e instintivo para el espíritu que aún no tiene conciencia de sí mismo. Es la inconsciencia. Necesitará cierto número de vidas instintivas, pasos por el más allá, también inconscientes, que corresponden a la turbación, luego regresos instintivos para que, progresivamente, emerja en él, en primer lugar una conciencia de sí mismo, después de los otros, luego la conciencia también progresiva de su origen divino y de su naturaleza espiritual. El espiritismo nos enseña que la evolución es un fenómeno lento, largo y difícil, pues el espíritu siempre es libre de negarse a avanzar, aprender y corregirse, hasta el momento en que su comprensión amorosa del mundo prevalezca sobre su egoísmo. Es preciso, pues, aceptar que la reencarnación corresponde a la emergencia lenta y difícil, pero necesaria, de la conciencia del espíritu, haciéndole salir de sí mismo para ir hacia los demás dentro de un amor siempre creciente. Es así como hay que comprender la reencarnación o palingenesia según la fórmula espírita.
Conociendo esta realidad espiritual evolutiva, una sociedad reencarnacionista permitiría acoger mejor a los Espíritus que regresan teniendo información, por medio de la comunicación espírita, acerca de una o muchas de sus vidas anteriores para ayudarlos y guiarlos mejor en su vida presente. Nuestra sociedad no sería sino más solidaria pues, quiérase o no, todos estamos vinculados unos a los otros por esta ley universal y amorosa que es la palingenesia.


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