EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



martes, 24 de julio de 2012

 D O S S I E R
por
PATRICIA SALIBA


AUGUSTIN LESAGE:
UN DESTINO EXCEPCIONAL

LE JOURNAL SPIRITE N°73 JULIO 2008



Hemos dedicado ya varios artículos
a este obrero minero del Pas de
Calais, pero no podíamos hacer en
este número un Dossier sobre el arte
mediúmnico, sin presentar de nuevo a
este hombre de destino excepcional.
Augustin Lesage nació en 1876
en Saint-Pierre les Auchel, cerca
de Béthune. Con su certificado de
estudios en el bolsillo, en 1890 tomó
el camino de la mina como antes
que él lo había hecho su padre. Fue
durante su servicio militar cuando
visitó por primera vez un museo, descubriendo el arte
sin que ello provocara en él ninguna revelación. Muy
preocupado por el bienestar de sus conciudadanos,
fue concejal a partir de 1908. En 1911, cuando estaba
solo en el fondo de su mina, en una pequeña galería de
cincuenta centímetros, oyó voces. Asustado, buscó su
procedencia, pero no había nadie alrededor de él:
“De repente, oí voces que me hablaban. Miré por todos
lados, yo ni siquiera me podía dar vuelta en ese lugar,
estaba solo. ¡Vean mi estupefacción! Tenía miedo, mis
cabellos se levantaban de mi cabeza… Escuché: ‘no
temas, estamos cerca de ti, un día serás pintor’.”
Augustin, inquieto, no le habló a su familia de esas voces,
ni tampoco a sus amigos “por temor a que me tomaran
por un loco o un alucinado”. Fue algunos meses más
tarde cuando oyó hablar de espiritismo y con su amigo
Ambroise Lecomte, fue al Instituto Psicológico de Sin le
Noble, cerca de Douai, donde se practicaban curaciones.
Augustin Lesage leyó las obras de Léon Denis y de Allan
Kardec, se adhirió a la filosofía espiritista y participó
regularmente en sesiones de espiritismo. Una tarde,
recibió el siguiente mensaje:
“Las voces que has oído son una realidad. Un día
serás pintor. Escucha bien nuestros consejos, verás que
realizarás lo que te decimos. Toma al pie de la letra lo
que te diremos y un día, tu misión se cumplirá”.
Durante otra sesión, se delineó su
porvenir:
“Hoy, ya no es cuestión de dibujo
sino de pintura… Sí, un día serás
pintor y tus obras serán sometidas a
la ciencia. Al principio lo encontrarás
ridículo, somos nosotros los que
trazaremos por tu mano, no trates de
comprender y sobre todo, sigue bien
nuestros consejos”.

El espíritu le aconsejó procurarse
pinceles y colores. Augustin no tenía
idea de lo que le hacía falta y se dejó
guiar. El tendero de Lillers a donde se dirigió declara:
“Adquirió aquellos primeros colores y pinceles y
recordamos perfectamente que no los elegía él mismo,
dejaba detener su mano donde los espíritus querían
detener su elección”.

Augustin se puso a pintar, sobre una hoja de papel fijada
a la pared, con la certeza de que su mano ejecutaba lo que
el más allá inspiraba. Muy rápido tuvo deseos de pintar
sobre una tela. Cuando pensaba en recortar en varios
trozos una tela de nueve metros cuadrados, se detuvo y
recibió un mensaje que le pedía pintarla completa.
“Diluí penosamente las pinturas y comencé por una
esquina, el espíritu me tuvo en aquel cuadradito
durante tres semanas consecutivas. No hacía nada y
era un trabajo… Después, todo se expandió, el pincel
marchaba de izquierda a derecha y hubo simetría…”
Esta obra colosal le tomó un año de trabajo, pero el
resultado es sorprendente, único. Este primer cuadro
está expuesto hoy en el Museo de Lausana.
Durante la Gran Guerra, Augustin fue movilizado y
participó en las batallas de Dunquerque, de Douai y
del Yser. En las trincheras, dibujaba tarjetas postales y
recuerdos de combate que todo el mundo quería: “Los
oficiales venían a buscarme para tener también sus
postales”.
De vuelta del frente en 1916, retornó a su trabajo de
minero y a su arte mediúmnico. En 1921, conoció a Jean
Meyer, director de la Revue Spirite, y a Pascal Fortuny.
Dos años más tarde, ayudado por Jean Meyer, dejó su
trabajo en la mina para dedicarse a la pintura. En 1926,
el gran público descubrió por primera vez dos telas,
Composición simbólica sobre el mundo espiritual y El
espíritu de la pirámide en el Salón de Bellas Artes, sección
de arquitectura. Luego otras obras fueron expuestas en
el salón de los artistas franceses en 1928 y 1929.
En 1926, el Instituto Metapsíquico, dirigido por el Dr.
Eugène Osty, se interesó por este pintor fuera de las
normas y en 1927 varios eruditos fueron llevados a
observar su trabajo. Augustin Lesage pintó un cuadro de
2,10 m. por 1,50 m. en tonos malvas, ejecutado en un
mes, trabajando ocho horas diarias. El Dr. Osty observa:
“De este extraño caso, pintoresco y cargado de enseñanzas
psicológicas, recordamos que un obrero minero sacó de
su propio fondo los conocimientos necesarios para la
realización de una obra de arte decorativo en un género
que no es limitado”.
Augustin Lesage, reconocido por los más grandes
eruditos, etnólogos, artistas y periodistas, finalmente fue
acreditado como pintor médium. Desde 1936 expuso en
Oran, Casablanca, Londres y El Cairo.
■ El estudio de sus obras
“Yo no soy sino la mano que ejecuta y no el espíritu
que concibe” subraya Augustin Lesage, atribuyendo
a sus guías la procedencia de las obras pintadas. Los
espíritus inspiradores eran numerosos y diversos; su
hermana fallecida firmó sus primeros dibujos, seguida
de Leonardo da Vinci y Marius de Tiana *. Pintaba sin
que interviniera su voluntad, rodeado de pinceles, tubos
de colores y de un material heteróclito como botones de
diferentes tamaños, platos, un transportador y una cinta
métrica. A veces comenzaba por un motivo central,
luego realizaba su dibujo de derecha a izquierda, luego
bajaba piso por piso o según la voluntad del espíritu,
comenzaba a la derecha para ir hacia el centro de la
tela. Utilizaba tonos puros, hechos mezclas: “Mi mano
es guiada para tomar el amarillo, el blanco o el verde,
no necesito buscar, el análisis se hace solo”. Su mano
temblaba cuando buscaba los colores pero se calmaba
para ejecutar los movimientos precisos, pintaba rápido.
Michel Thévoz comenta el primer lienzo de Lesage:
“Un universo inestable, dinámico, trabajado por
antagonismos y que podría interpretarse como una
suerte de modelo o alegoría de los procesos de vida, o
hasta como una figuración de los mecanismos mentales
o cerebrales. Cientos de rasgos, de puntos, minuciosos
y alineados, arabescos, formas de aves, rostros, colores
vivos de múltiples influencias y generalmente egipcias,
caracterizan su obra”.
* Deformación de Apolonio de Tiana.
■ Un viaje revelador
En 1937, recibió palmas académicas. Dos años más
tarde, visitó Egipto, fascinado por su cuadro titulado
“El espíritu de la pirámide”, realizado en 1926 y llevó
consigo su último lienzo “La cosecha egipcia”.
“Con frecuencia veo en desdoblamiento dentro de las
pirámides y veo cosas hermosas… lo que hice en vidas
anteriores… Constantemente me siento en el formidable
trabajo de las pirámides, en estas pinturas, esculturas o
moldeados; si es innato en mí, no hay ni que decir que
he estado antes en estas cosas”.
El artista visitó los lugares más hermosos de Egipto pero
fue en el valle de las Reinas, ante la tumba de Mena, que
descubrió con asombro la escena de cosecha que había
pintado en “La cosecha egipcia”:
“De repente me parecía, al estar tan cerca de esta
pequeña escena todavía intacta, al verla tan parecida
a la que yo mismo había hecho, me parecía que
también era el autor de ella. Entre la pintura y yo se
estableció una indefinible correspondencia, como si
no pudiera discernir si acababa de pintarla o sólo de
encontrarla. Hubiera querido quedarme en esa tumba,
ante aquel muro conmovedor, ante aquel fresco casi
viviente. Me sentía inmovilizado, y a la vez sostenido
y agobiado por la sorpresa”.
Lesage nunca hizo fortuna, le encantaba regalar
sus obras, o las vendía a un precio irrisorio. A pesar
de la declaración de guerra, siguió exponiendo en su
región con fines humanitarios. La escasez de tela en
esa época turbulenta, le obligó a pintar sobre otros
soportes. En 1942, mientras su esposa Mandine estaba
enferma, perdió a su hijo, sin embargo encontró un gran
consuelo en su arte. A pesar de ciertas críticas sobre
su mediumnidad artística, pintó y expuso hasta 1952
cuando, viudo y con los ojos enfermos (en 1953 le fue
enucleado el ojo izquierdo), dejó de pintar. Falleció
el 21 de febrero de 1954 en su casa-taller de Burbure.
Numerosos personajes venían a visitarlo para escuchar
a este hombre generoso y de gran bondad.
Augustin Lesage pintó más de ochocientos cuadros.
Fue igualmente sanador. Alivió a numerosos enfermos,
hasta cincuenta por noche, en la época en que todavía
era minero. Se intentó un proceso contra él ante el
tribunal correccional de Béthune, pero los numerosos
declarantes venidos para dar testimonio de su curación,
permitieron que fuera absuelto. Augustin Lesage era
espírita y no dejó de difundir su filosofía.
El artista, cualquiera que sea, no está allí para mostrar
lo que los hombres quieren ver o escuchar, él no puede
mostrarles sino lo que siente y percibe. La función del
artista es hacernos comprender que el mundo puede ser
más hermoso.

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