EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



domingo, 6 de noviembre de 2011

JOURNAL SPIRITE N° 74 OCTOBRE 2008 D O S S I E R LA CLARAVIDENCIA por EMMA N U E L L E LO C AT E L L I LA MEDIUMNIDAD Y SU DESARROLLO

JOURNAL SPIRITE N° 74 OCTOBRE 2008
D O S S I E R
LA CLARAVIDENCIA
por
EMMA N U E L L E LO C AT E L L I
LA MEDIUMNIDAD
Y SU DESARROLLO

Se llama mediumnidad al conjunto de facultades que
permiten al ser humano comunicarse con el mundo
invisible. El médium sirve de vínculo entre el mundo del
más allá y el mundo físico. Es importante definir bien el
término médium, pues con demasiada frecuencia los
radiestesistas, magnetizadores y telépatas son calificados
equivocadamente de médiums. La mediumnidad
es una sensibilidad inherente a ciertas personas, no es
un don hereditario ni un poder mágico. La herencia
es una falsa noción transmitida esencialmente por los
médiums profesionales, los magos y los mentalistas
que se califican de médiums y que hacen referencia al
ocultismo, el esoterismo y la magia, creando así confusión
en el público.
El fenómeno de la mediumnidad exige ciertas explicaciones.
Todos los que han estudiado algo de espiritismo
saben que el ser humano está provisto de un
periespíritu, organismo fluídico invisible, envoltura
inseparable del alma y que progresa, se afina y se
depura con ella. El cuerpo físico, con sus cinco sentidos,
no es sino una grosera representación de él, su prolongación
en el plano material. Los sentidos psíquicos,
sofocados bajo la carne en la mayoría de los humanos,
recuperan durante el sueño y después de la muerte
una parte de sus medios de acción y de percepción.
Esta envoltura sutil es en realidad nuestra verdadera
forma indestructible, anterior al nacimiento, así como
superviviente a la muerte. Es la sede permanente de las
facultades del espíritu, mientras que el cuerpo material
es sólo un traje prestado. La mediumnidad es pues la
facultad que poseen ciertos seres, de exteriorizar estos
sentidos profundos del alma que, en la mayoría de
nosotros, permanecen inactivos y velados durante la
vida terrenal; es el medio de penetrar en el mundo de
los espíritus.
La mediumnidad tiende pues esencialmente a la naturaleza
sensible del individuo, por regla general es resultado
de una decisión, de una reflexión, madurada en
el más allá antes de la reencarnación, por lo que tiene
el carácter de una misión elegida. En efecto, en sesión
espírita nos hemos enterado de que, antes de reencarnar,
ciertos espíritus habían decidido ser médiums
y entonces comenzaron a desarrollar su facultad en el
más allá, con la misión de llegar con el pensamiento a
los espíritus en turbación. Así, ese trabajo va a permitir
al espíritu reencarnado convertido en médium, recibir
los pensamientos de los desencarnados y convertirse en
su instrumento. Éste será quien se pone al servicio de la
manifestación del más allá. Las percepciones mediúmnicas
serán del orden del pensamiento y de lo intuitivo.
Por supuesto, existen facultades humanas espontáneas
y ordinarias de intercambios telepáticos y de intuición,
pero que no significan necesariamente una capacidad
mediúmnica, si no todo el mundo sería médium. En el
médium, estas facultades están exacerbadas, lo cual le
confiere una sensibilidad adecuada para recibir otra
realidad, externa a nuestro mundo sensible. Él percibe
la otra dimensión, y si ejerce su sensibilidad potencial,
de tal modo que se abra progresivamente a las influencias
de los espíritus, puede convertirse entonces en
su intermediario. Cuando se pone en receptividad, se
encuentra en un estado segundo donde ya no es totalmente
dueño de sus pensamientos ni de sus acciones o
gestos. Es a partir de ese estado que un espíritu puede
manifestarse bajo diferentes formas según el médium
tenga una sensibilidad para la escritura automática, la
clarividencia, la incorporación, el sueño magnético, etc.
Pero antes de la manifestación de un espíritu, pueden
producirse manifestaciones subconscientes. Ocurre
que el médium se sugestiona a sí mismo y produce
comunicaciones que atribuye abusivamente a los
espíritus desencarnados. Esta autosugestión es como
una llamada del yo normal al yo subconsciente que
no es un ser distinto, sino una forma más ampliada de
la personalidad. En este caso, con toda la buena fe, el
médium responde a sus propias preguntas; exterioriza
sus pensamientos ocultos, sus propios razonamientos,
producidos por una vida psíquica más profunda y más
intensa. Allan Kardec, Gabriel Delanne y Gustave Geley
habían puesto el acento en estas frecuentes manifestaciones
subconscientes calificadas de animistas, en los
médiums y en particular en los médiums principiantes
o poco experimentados.
Nuestra asociación responde a una estructura basada
en el conocimiento y el estudio de las obras de los
precursores, y la mediumnidad se ejerce en condiciones
favorables, serias, para evitar todo escollo. El médium
deberá trabajar su mediumnidad, y es mediante largos
y repetidos ejercicios como afinará sus sensaciones,
haciendo su ser cada vez más permeable al paso de
los espíritus. El médium se comporta entonces como
un instrumento que los espíritus deberán aprender a
utilizar para que la comunicación sea lo más fácil y clara
posible. La duración de este período experimental es
variable según las personas, pudiendo ir de uno a tres
años, incluso cuatro. No existen criterios o tiempo definido
para este desarrollo. Como hemos visto antes, el
primer escollo a evitar será la influencia subconsciente.
Es por eso que en este difícil campo de la experimentación,
es importante examinar y analizar las manifestaciones,
estudiarlas objetivamente y eliminar todo lo
que pueda proceder del inconsciente o del imaginario
del médium.
La fuerza de una estructura espírita es trabajar en
una atmósfera serena pero también beneficiarse con
informaciones procedentes de los espíritus que se
manifiestan a través de médiums experimentados. Y
podemos comprobar lo bien fundado de estas revelaciones
del más allá para las facultades señaladas y
perfectamente dirigidas. Los espíritus guías son más
capaces que nosotros de percibir las posibilidades de
cada uno, las eventuales sensibilidades mediúmnics
y las decisiones que hemos podido tomar antes de
nuestra actual encarnación. La revelación de la facultad
que corresponde a la persona solicitada es una garantía
de certeza que permite emprender el buen camino. Una
estructura permite igualmente rodearse de las precauciones
necesarias para el buen desarrollo de una sesión.
Así como el aporte fluídico de la asistencia facilitará la
manifestación del espíritu, igualmente asegurará una
protección indispensable para el médium. Durante una
sesión, el médium no es dueño de la situación, se deja
ir y deja lugar a la manifestación del espíritu. Se puede
decir que en ese momento, el médium es una puerta
abierta al más allá, un mundo que no está poblado sólo
de espíritus buenos. Después de la muerte, un espíritu
no cambia para volverse bueno súbitamente, mantiene
su nivel de evolución. Un espíritu malo sigue siendo
malo y quiere seguir haciendo el mal. Respecto a
nuestro planeta y su nivel de evolución, es fácil imaginar
que el más allá de la tierra no siempre es de los más
amistosos. Además, esos espíritus ya sea que son malos
o que estén en turbación, están muy cerca de nuestras
vibraciones materiales, y por eso tienen más facilidad
para manifestarse que los buenos espíritus.
Es preciso entonces, que durante las sesiones experimentales
el médium aprendiz esté rodeado por
personas que tengan un buen conocimiento del espiritismo
y que sean capaces de reaccionar correctamente
frente a manifestaciones anárquicas de espíritus
perversos o en turbación. Ante esta realidad, siempre es
sorprendente encontrar pseudo médiums que se dicen
protegidos de los malos espíritus y que nunca han
conocido las contrariedades de la manifestación de la
turbación o el mal. Diremos que tienen la suerte de no
tener facultad mediúmnica y de comunicarse sólo con
ellos mismos. Ningún médium puede pretender tener
una protección total contra la manifestación del mal. La
historia del espiritismo da testimonio de lo difícil de la
práctica de esta facultad y ya Allan Kardec hablaba de
este tipo de conflictos en su Libro de los Médiums.
Concluiremos con las palabras de Léon Denis quien,
durante cerca de medio siglo, trabajó con la pluma y la
palabra para difundir el espiritismo como verdad, con
un estilo literario impregnado de una gran poesía: “La
espesa cortina que nos separa del más allá sigue siendo
impenetrable para el hombre revestido de su abrigo
carnal; pero el espíritu exteriorizado del médium, así
como el espíritu libre del difunto, pueden atravesarlo con
la misma facilidad con que un rayo de sol atraviesa una
telaraña. La mediumnidad es una flor delicada, que para
abrirse necesita atentas precauciones y asiduos cuidados.
Le hacen falta método, paciencia, altas aspiraciones y
nobles sentimientos”.

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