EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



domingo, 24 de enero de 2016






                                                                             MARIE CURIE

EL IMPULSO DIVINO Y EL UNIVERSO
por ÉTIENNE BERTHAUT
DE LA MATERIA A LO ESPIRITUAL:  ¿UNA HISTORIA DE PARTÍCULAS?
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013


Si bien los cuestionamientos sobre la creación del Universo han sido principalmente el hilo conductor de los exploradores de lo infinitamente grande a lo largo de los siglos, y en particular desde el comienzo del siglo XX, esa búsqueda científica ha logrado reunir muy pronto a los observadores de lo infinitamente pequeño.
En efecto, en forma concomitante, desde fines del siglo XIX, la materia en su inmensidad sideral ha sido descortezada, y continúa siéndolo, con la posibilidad de técnicas y medios nuevos, para conocer su organización íntima en sus más ínfimos recovecos. De allí nació lo que se ha llamado la física de las partículas, partículas que se llaman igualmente quantas de materia, cuando se comprobó que, de hecho, la materia estaba compuesta por un aglomerado de partículas elementales que responden a propiedades muy definidas, y están sometidas a interacciones particulares unas con relación a las otras.

El “Modelo Estándar” de las partículas 
La hipótesis de la noción de átomo está comprobada científicamente desde el último tercio del siglo XIX (aunque identificado desde 1805) pero, no obstante, podemos remontarnos a los filósofos griegos, cuatro siglos antes de Jesucristo, para que surja la idea de una materia compuesta de partículas a través de la doctrina filosófica llamada del atomismo (Demócrito). Mucho más cercanos a nosotros, están los trabajos y descubrimientos de ilustres sabios como H. Becquerel, los esposos Curie, M. Planck, A. Einstein, E. Rutherford, N. Bohr, P. Langevin y J. Rydberg, para citar sólo algunos, que sentaron las bases de una visión moderna de la estructura de la materia a principios del siglo pasado. Desde el electrón, la primera partícula elemental descubierta en 1891, esta visión nunca ha dejado de enriquecerse y complicarse a lo largo de los últimos decenios. Fue así como se imaginó a partir de los años ‘30, y se estableció luego a principios de los años ‘70, lo que se ha llamado el “Modelo Estándar”, teoría científica siempre vigente que describe al mismo tiempo las propias partículas, las fuerzas a las cuales están sometidas y los campos (o mediadores) intercambiados entre esas partículas y a través de los cuales se ejercen esas fuerzas. A partir de las observaciones a nivel atómico que finalmente no representan más que una primera puerta sobre lo infinitamente pequeño, hay todo un conjunto de partículas elementales más o menos teóricas que fueron inventadas así a lo largo de todo el siglo veinte, para poder responder a las complejas ecuaciones matemáticas que rigen la organización de la materia. Y todo el reto fue entonces, sobre todo desde los años 50-60, poner en evidencia de manera experimental la presencia, o la existencia, de todas estas partículas más o menos abstractas; la mayor preocupación era la duración de su vida, extremadamente corta, cuando se logra aislarlas. Esta búsqueda fundamental es actual todavía hoy, a través de experimentos de colisión de partículas realizados en los grandes aceleradores de partículas del CERN (*) como el LHC,(**) por ejemplo, en la frontera franco-suiza cerca de Ginebra. El último gran descubrimiento con fecha es el de julio de 2012 de la partícula del boson de Higgs, apodada la “partícula de Dios”, pues fue inasequible desde hace decenios y es la que permitiría explicar por qué ciertas partículas tienen una masa y otras no… (*) Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear) (N. del T.) (**) Large Hadron Collider (Gran Colisionador de Hadrones) (N. del T.)
El “Modelo Estándar” se caracteriza por una clasificación de las partículas según diversos criterios (partículas cargadas eléctricamente o no, noción de masa, etc.) y en varias sub-categorías:
•  Doce partículas elementales llamadas ligeras clasificadas en tres grandes familias: la familia de los leptones a la cual pertenecen el electrón y los neutrinos, la familia de los quarks, y la familia de los bosones vistos como soportes de las fuerzas entre partículas y de la cual forman parte, por ejemplo, los fotones de luz.
•  Partículas más pesadas que aglomeran a estas partículas elementales, más de una veintena catalogada hasta hoy: es la familia de los hadrones a la cual pertenecen, por ejemplo, los protones y neutrones de los núcleos de los átomos.
Así, los protones y neutrones están compuestos cada uno por tres quarks cuya cohesión está asegurada por los bosones llamados con razón y poéticamente ¡gluones! (*)
Los electrones se asocian entonces con estos protones y neutrones, que gravitan alrededor de ellos para formar la estructura atómica en la gran diversidad de combinaciones posibles. Luego estos átomos, idénticos o diferentes, se aglutinan entre sí para formar moléculas o cadenas de moléculas. Éstas pueden combinarse entonces para formar estructuras más complejas. Y así sucesivamente... (*) De glue, “pegamento” en inglés (N. del T.)
En cuanto a las fuerzas fundamentales del Universo que hacen interactuar entre ellas a todas estas partículas (y aglomerados), hay que precisar que se limitan simplemente al número de cuatro, según la visión científica actual:
•  La fuerza de gravitación que se ejerce sobre todas las partículas proporcionalmente a su masa
•  La fuerza electromagnética que se ejerce sobre las partículas cargadas eléctricamente
•  La fuerza nuclear llamada débil que es responsable de la radioactividad
•  La fuerza nuclear llamada fuerte que se ejerce entre los quarks y que asegura la cohesión del núcleo atómico.
A semejanza, infelizmente, de la bomba atómica, es esta fuerza la que puede liberar una energía inconmensurable por medio de la fisión. Lejos de ser la palabra final, y a veces criticado por defectos manifiestos, este famoso “Modelo Estándar”, representa sin embargo al día de hoy, la descripción íntima más “satisfactoria” de la materia dentro de la visión materialista de la ciencia llamada moderna.
Ha permitido explicar los resultados de numerosos experimentos y predecir con exactitud una gran variedad de fenómenos.
Las extensiones más recientes del “Modelo Estándar” vienen a completarlo hoy con algunas teorías tan audaces como inverificables, como la teoría de las súper-cuerdas cuyo fin último es la búsqueda, desde hace treinta y cinco años, de una armonización en un gran “todo” de las teorías existentes, principalmente la relatividad general y la mecánica cuántica, que siempre ha costado trabajo conciliar para explicar al mismo tiempo lo infinitamente pequeño y lo infinita
mente grande. La teoría de las súper-cuerdas prevé, entre otras cosas, que las partículas elementales habrían surgido de las vibraciones de cuerdas microscópicas; más adelante veremos que esta hipótesis puede adquirir una resonancia particular respecto a una reflexión que deriva de las palabras de los espíritus. ¡Todo eso está muy bien! ¡Claro! Sí, pero, ¿y qué más? Pero, ¿dónde se esconde el espíritu entonces? ¿Dónde está lo espiritual, dentro de este hermoso y oscuro conjunto de ladrillos, partículas y fuerzas diversas? ¿Y si la solución a los problemas fundamentales de los científicos, mayoritariamente sustentados en el seno de la ciencia materialista, residiera justamente en la consideración de otra “fuerza”, la de lo espiritual, la de la divinidad, que asocia inteligencia y sentimiento, en la definición de una suerte de “partícula” pensante y activa que engendra esta organización tan coherente y tan armoniosa, de la materia?

Sueño magnético de Max Planck
A mediados de los años ‘80, varios espíritus, físicos del más allá, que habían estudiado la física en la Tierra y que siguen trabajándola en el más allá, se manifestaron en nuestras sesiones espíritas para aportar algunos elementos de comprensión sobre la materia, justo a nuestro alcance de profanos no científicos.
A partir de nociones científicas conocidas, han integrado la noción de lo espiritual dentro de una reflexión ampliada, que desde ahora es la suya en el más allá, gracias a su nuevo estatus como espíritus liberados de la encarnación. ¿Cómo interactúa el espíritu? ¿Cuál es el papel de las partículas? ¿Cómo opera el vínculo energético entre espíritu y materia, y de qué naturaleza es?
¿Y qué consecuencias morales y filosóficas se extraen finalmente de esta construcción armoniosa de la materia?  El físico alemán Max Planck fue uno de ellos y ha aquí cuáles fueron sus palabras en un mensaje recibido por sueño magnético el 13 de octubre de 1986:
“Mi búsqueda es un poco comparable a la música de mi compatriota Schubert. Es una sinfonía inacabada. Soy feliz porque ahora otros, en la Tierra, han podido tomar el relevo de la física. Algunos meses antes de mi muerte, yo había presentido las consecuencias de esta búsqueda. Había supuesto que no podía conducir sino a una sola conclusión, la de la realidad espiritual integrada al Universo. La investigación física ha consistido en definir la energía radiante comparable a la materia, es decir de estructuras discontinuas. La materia es el resultado de un aglomerado atómico. La energía radiante es el resultado de un aglomerado de granos energéticos. Lo que yo, físico, llamo energía radiante, es comparable a la estructura de vuestro doble periespiritual, este doble es un doble energético que irradia. 
Está constituido por un aglomerado de granos energéticos. Cada partícula que compone la estructura del conjunto periespiritual es una partícula pensante y activa. 
Cuando en su tiempo, en su Libro de los Espíritus, Allan Kardec hablaba del fluido vital, ya había presentado en detalle todo lo que yo mismo y otros, más tarde, intuiríamos en nuestro recorrido científico, a saber, la existencia de una estructura infinita y organizada a nivel de la materia etérea, a saber, la realidad de la energía. 
La vida es el resultado de una explosión. Esta explosión misma corresponde a una extraordinaria fuente de pensamiento. Esta fuente de pensamiento comprende a la vez la inteligencia y el sentimiento, inteligencia y sentimiento universales, que el hombre intuye pero que no comprende. 
Es lo que en general él denomina Dios. En efecto, este sentimiento y esta inteligencia pueden asimilarse a una explosión permanente. Esta explosión de naturaleza energética da nacimiento inmediatamente a cientos de miles de millones de partículas de energía. 
Si esas partículas son el resultado de esta explosión inteligente y amorosa, contienen entonces el pensamiento y el sentimiento por cada una de ellas. 
Sin embargo, no son autónomas: es indispensable considerar la partícula energética como que no puede expresarse en forma autónoma. 
La partícula es llevada naturalmente a formar un cuerpo completo. El quanta es comparable a la hormiga, no puede tener existencia real y razonada sino a nivel del conjunto. Sola no es nada, dentro del grupo se convierte en todo. El grupo mismo se estructura inteligentemente, eso es evidente pues su fuente es inteligente. 
Es así como las energías del espacio no se dispersan al azar sino que se estructuran. La ley de programación perpetua, eterna, se multiplica al infinito. Entonces los cuerpos se afinan y las energías se transforman, lo cual aún no ha sido probado a nivel de la investigación física. El descubrimiento del quark es de gran importancia pero no es suficiente, pues en la subdivisión del estado de la materia, los hombres de hoy no siempre han comprendido, sino admitido, la realidad del comportamiento inteligente del electrón. 
La física de los quantas no puede sino aportar al hombre la respuesta que busca, quizás inconscientemente, es decir la de Dios, la de su espíritu, la de su supervivencia. 
Lo que es necesario decir en este mensaje, es que el periespíritu es un cuerpo energético compuesto de miles de millones de partículas pensantes que no pueden, a nivel de la unidad, pensar por sí mismas, pero que se convierten en inteligencia dentro del aglomerado que da nacimiento a ese mismo cuerpo. No hay manifestación inteligente posible en el interior del mundo físico sin la existencia de estos cuerpos energéticos, tanto a nivel de la naturaleza humana como de la naturaleza animal, vegetal y, añadiré, mineral. Muy ciertamente, en los años por venir, la física cuántica va a encontrarse frente a este problema fundamental de la esencia espiritual de toda manifestación energética. 
He allí, una vez más, que la mentira intervendrá, si no es que interviene ya, pero sucede también que ciertos físicos, sinceros e inteligentes, tendrán el coraje de tomar la palabra. 
Vosotros ya que sabéis, que habéis vislumbrado estas cosas, estad allí para ayudarles, estad allí para responderles, pero también para escucharles. 
Desde el mundo de los Espíritus, somos numerosos, muy numerosos, los que queremos influir sobre todos los hombres que investigan en la Tierra actualmente. Nuestra influencia es limitada. 
Se limita a la moral de los que investigan en el planeta. Se limita a su propia libertad. Comparativamente al extraordinario descubrimiento de la presencia del espíritu en toda forma de materia, mi espíritu está inquieto por la posible utilización de la energía radiante. ¿Sería posible utilizar estas partículas para constituir, no periespíritus como se constituyen ellos naturalmente, sino quizás bolas energéticas capaces de destruir? Es lo que piensan ya algunos de mis colegas todavía vivos en ese globo. Hasta luego”. 

Materia viviente y materia inerte: un origen y una estructura idénticos M. Planck aborda ya la noción del doble energético muy bien conocido en espiritismo para describir ese vínculo entre el espíritu y la materia, entre el espíritu y la envoltura física, y que Allan Kardec había llamado “periespíritu”. Recordando que este doble tiene el carácter de una energía (la que ya Allan Kardec había llamado fluido vital, pues este periespíritu también es creado a partir de ese fluido en tanto que energía radiante en el Universo), él afirma que esta energía es de naturaleza semejante a la materia.
En eso, responde pues a las características y propiedades de la materia dentro de una organización estructurada de partículas llamadas energéticas. Entonces constatamos ya una similitud, una coherencia, una armonía, en la composición misma de lo que se refiere al mundo de la materia y lo que se refiere al mundo de lo etéreo.
El espiritismo corrobora la existencia de una fuerza inconmensurable, en el origen de todas las cosas, en un incesante e infinito proceso creativo, y al que se denomina Dios. Esta fuente creadora es una extraordinaria fuente de pensamiento, definida por una inteligencia y un sentimiento que generan esta explosión mencionada por M. Planck, en todos los puntos, lugares y direcciones del Universo.
Ahora bien, los Espíritus siempre han afirmado el carácter vibratorio y ondulatorio del pensamiento, cuando se transmite y se exterioriza, eso es válido a nivel de lo humano para el pensamiento emitido por el espíritu, y sin duda alguna puede trasladar al pensamiento creador hasta el nivel de la fuerza divina. Tenemos pues la situación de algo vibratorio, el pensamiento, que crea las partículas, en este caso energéticas: ¿osaríamos decir que, en otras palabras, encontramos una manifiesta analogía con la famosa teoría antes citada de las súper-cuerdas? Por supuesto, aún hay mucho camino que andar para establecer el vínculo, pero reconozcámoslo, ¡hay una asombrosa similitud! Esta explosión energética impulsa sin cesar partículas energéticas que llevan en sí los atributos de su creador, a saber la inteligencia y el sentimiento. Por definición, esa inteligencia y ese sentimiento llevarán a esas partículas a estructurarse inteligentemente por medio de un proceso de programación eterna para dar nacimiento a cuerpos que llevarán en ellos la inteligencia y el sentimiento, es decir finalmente, la vida.
Volvamos a esta estructura idéntica de las partículas entre el mundo de la materia y el mundo de lo viviente. Marie Curie, en un mensaje recibido en escritura el 22 de octubre de 1985, deducía de ello la conclusión natural de que la materia inerte tenía entonces la misma paternidad, la misma fuente original y espiritual, en el origen de la vida, que la materia energética, pues la organización íntima y coherente de esas materias es idéntica:
“La materia viviente y la materia inerte responden a la misma estructura, afirmo pues que el mineral está habitado por el pensamiento creador, por el acto divino. Entre el polvo y la roca, no hay ninguna diferencia de estructura, entre el polvo y el hombre, tampoco. La materia nace de lo que el espíritu ha querido que ella llegue a ser. En el plano espiritual, cada ser humano es consecuencia de una voluntad divina, en su historia espiritual y en su génesis cósmica, cada ser humano es una emanación del pensamiento divino. Al principio, el individuo no existía como tal. Nacido de un pensamiento, se volvió un átomo espiritual para convertirse finalmente en un espíritu. Para emprender un proceso evolutivo, el espíritu no podía permanecer solo en el espacio, penetró pues el fluido universal para dar nacimiento a la materia periespiritual, herramienta indispensable para la encarnación”. 
Todo lo que compone lo visible y lo invisible, lo material o lo etéreo, a nuestro nivel y en la infinidad del Universo, proviene de un impulso divino, porta en su esencia la inteligencia y el sentimiento de ese soplo original, y se estructura dentro de lo infinitamente pequeño en una organización coherente de partículas.

Nada al azar 
Las consecuencias de esta similitud son de un alcance extraordinario para aquel que acepte los caminos hacia los que su reflexión y su análisis pueden llevarlo, a saber, el físico en particular y más en general el científico. Le conviene admitir que nada ha podido hacerse por azar, que la vida misma no ha venido de la suerte de un improbable ensamblaje molecular; que todo, tanto la materia que nos rodea, nuestros cuerpos, como también el Universo entero, nuestra conciencia, el espíritu mismo que transmite la vida al cuerpo por medio de la energía periespiritual, es de origen espiritual y divino. Eso significa también, para este científico, que la vida no puede venir de la sola materia inerte y, si sabe estudiar sus estados más íntimos a nivel de las partículas que la componen, no puede sino deducir de ello una construcción consciente e inteligente. Y entonces, esta investigación fundamental debe terminar naturalmente en la demostración del espíritu que insufla la vida en su manifestación tangible más íntima a nivel de la materia. Aun sin darse cuenta, parece pues que finalmente el físico puede, o podría, llegar al espíritu en sus peregrinaciones cuánticas. Es lo que nos aseveraba el matemático y físico sueco Janne Rydberg en un mensaje recibido el 21 de enero de 1984 por incorporación:

 “No existe diferencia fundamental entre el estado de la materia y el estado del espíritu. La vibración particular en estos estados simplemente acentúa la apariencia de diferencia; lo que se ha convenido en llamar materia sigue siendo el espíritu detenido. Allí, se debe establecer el conocimiento de la materia corpuscular. El hombre debe conocer la llamada materia en sus estados más ínfimos, los más sutiles, los más etéreos. Es allí a donde el físico dirige sabiamente su investigación, es allí donde no puede concluir en la inercia de la llamada materia, es allí donde en su reflexión no puede sino considerar la elaboración progresiva, consciente, inteligente y sutil, de las partículas en la participación del nacimiento de los órganos constituidos”.

Uno de los mayores misterios del conocimiento humano actual, el del origen de la vida, encuentra así su resolución dentro de una explicación y un origen de orden espiritual. El espíritu a nivel de las partículas Partiendo de la comprobación de una fuente y una presencia de lo espiritual al nivel más íntimo de la materia, ya sea ésta de naturaleza inerte o de naturaleza viviente, etérea o energética; la cuestión que se plantea entonces es saber cuál puede ser el papel de las partículas y por cuál intervención se opera la acción de lo espiritual, del pensamiento, sobre esas mismas partículas.
El mensaje de M. Planck ya nos ilustra un poco sobre este punto, cuando sostiene el comportamiento inteligente del electrón.
Otras palabras de los Espíritus nos habían recordado la afirmación de que el electrón parecía tener un lugar particular dentro del fenómeno, que permite al espíritu actuar sobre la materia a través del periespíritu. Gabriel Delanne, que aportó mucho al espiritismo dentro de su enfoque científico, nos dio también la siguiente reflexión en un mensaje recibido en incorporación el 25 de marzo de 1992:
  “En cuanto al electrón, con el cual fantasea al científico, es cierto que animado, penetrado por la energía periespiritual, el electrón no puede responder sino a un solo comando, a una sola dirección, la del espíritu que habita el cuerpo, que equilibra el cuerpo, que estructura el cuerpo; la del espíritu sin el cual no existiría el cuerpo, sin el cual no existiría el electrón”. 

La pregunta sobre el papel de las partículas más conocidas, a saber, los neutrones, los protones, los electrones y los quarks, en el interior del átomo, fue planteada de manera más explícita a los Espíritus. Al respecto, Paul Langevin aporta la siguiente respuesta (mensaje en escritura del 3 de junio de 1985):
“El papel de los protones, los electrones y los quarks es conducir la energía del fluido universal dentro de los componentes de la materia. La materia, en su apariencia viva y tangible, se subdivide según esos mismos elementos que, sin embargo, no conocerían el movimiento si no existiera el fluido vital y, en su origen, el espíritu. Por consiguiente, cada partícula de materia está animada por el espíritu, y si bien, no se puede decir que el espíritu exista a nivel de estas partículas, sin embargo sí puede decirse que su proyección, su emanación, existe a nivel de cada célula. La materia inerte vive según este mismo principio. Sus moléculas de base están penetradas por la energía del pensamiento. El físico no puede comprender totalmente el comportamiento vibratorio de los neutrones, protones, electrones y quarks si no admite una presencia energética de naturaleza espiritual en esos mismos elementos”.
Las partículas aquí citadas son pues agentes mediadores por medio de los cuales la energía vital surgida de un pensamiento espiritual actúa y vibra sobre la materia. Las características físicas de las partículas, sus formas de vibración, sus interacciones de unas respecto a las otras, no son pues sino la trasposición, o manifestación, del pensamiento al nivel más íntimo de la estructura de la materia.
Y esa trasposición puede impregnar las partículas, los átomos, las moléculas y los órganos constituidos, del mismo pensamiento que ha estado en su origen: el recuerdo y el reflejo de ese pensamiento espiritual, se inscriben entonces para siempre en la materia. La extensión de esta reflexión da una explicación, por ejemplo, al carácter preservador de la materia inerte, que puede descubrirse por medio de la facultad de la psicometría.
Así, la historia de un objeto puede revelarse a una persona que posea esa facultad de clarividencia sobre la materia por el hecho de que ese objeto habrá sido penetrado por los fluidos cercanos, las vibraciones ambientales en las que se haya sumergido, registrando así situaciones, eventos, o ambientes.
El “Modelo Estándar” de los científicos nos habla de la existencia de los bosones, estas partículas, que son los agentes, los soportes o los mediadores de los campos de fuerzas, que hacen actuar a unas partículas con relación a otras. Formulemos una hipótesis: ¿sería posible afirmar aquí que, sin saberlo, algunos de estos bosones pudieran aparecer como las partículas del pensamiento o, dicho de otra manera, que si el pensamiento pudiera ser objetivado por una partícula, entraría entonces fácilmente en la familia de los bosones? Vibración de un pensamiento creador que crea partículas, vibración del pensamiento que impregna con su energía las partículas de materia inerte; es interesante precisar que en física siempre ha existido esta dualidad, incluso rivalidad, entre las nociones de vibración y de onda y las nociones de partícula o de corpúsculo. Esta dualidad onda-corpúsculo es un principio admitido definitivamente en la ciencia, que a nivel microscópico, todos los elementos presentan simultáneamente propiedades de ondas y de partículas, aunque a veces esos caracteres aparezcan como antinómicos.
Por otra parte, este concepto forma parte de los fundamentos de la mecánica cuántica. Así, a título de ejemplo, desde los trabajos de Einstein se admite comúnmente que la luz ostenta todas las características de una onda vibratoria, pero que está compuesta de fotones que son partículas muy definidas
.
El porvenir de la física de las partículas
Sea como sea, probablemente a despecho de respuestas aún incompletas, se comprueba que todavía hay muchas investigaciones que hacer, muchas reflexiones que producir, muchas hipótesis que formular y resultados por conseguir, para ir hasta el final del conocimiento del Universo en un sentido amplio, tanto en su manifestación material como en su manifestación espiritual. Para ello, es preciso ir hasta lo más recóndito de la materia para llegar al punto de convergencia o de contacto, al nivel más ínfimo donde ocurre la interacción entre las partículas elementales y las partículas energéticas de carácter espiritual. Pero también se comprueba que, finalmente, el mundo científico no está demasiado lejos de ello. Analogía entre las súper-cuerdas y la vibración del pensamiento que crea partículas energéticas, partículas pensantes y activas, de comportamiento semejante al de los bosones: comprobamos que el poco camino recorrido por nuestra reflexión, a partir de los conocimientos científicos actuales por una parte, y las enseñanzas aportadas por el más allá por la otra, nos hace converger siempre en la misma dirección.
Así es probable que los descubrimientos actuales ingresen ya, sin saberlo y sin formular la noción de espíritu o de estas partículas energéticas vinculadas con lo espiritual: en el “Modelo Estándar”, las partículas sin masa y sin realidad material aparente, pero cuyas demostraciones implican su existencia, se conviven con las partículas materiales más conocidas que componen la materia inerte. Así, todas estas teorías parecen venir a rozar de cerca una consideración natural y evidente de lo espiritual y del espíritu sin nombrarlo. ¿Basta entonces con abrir los ojos? Es evidente que, para que la investigación progrese, los científicos y los físicos deben salir ya del corsé de una visión atea y materialista que les imponen su formación universitaria y los organismos en que trabajan.
Una apertura y una reflexión hacia la espiritualidad que se abriera al corazón y la razón, podría por una parte revolucionar la manera de abordar estos temas y por otra obtener resultados absolutamente benéficos para el porvenir de los hombres. Es un asunto de estado de ánimo, un asunto de conciencia, de aceptación, de coraje y también de humildad, todo a la vez. No obstante, parece que aquí o allá comienza progresivamente a hacerse una extrapolación espiritualista de la ciencia, para considerar lo presumible y que ya nosotros, como espíritas, damos por sentado: la existencia del espíritu. Por ejemplo, ciertos astrofísicos conocidos hoy, ante la armonía del Universo, su coherencia, su perfección y también su belleza, no se esconden para abordar la idea de un origen extra-normal, como es la noción de una suerte de Gran Arquitecto, luego de afirmar ciertas convicciones de orden espiritual a título más personal. Trinh Xuan Thuan, renombrado astrofísico vietnamita, y también budista, aparece como uno de ellos. Salimos allí de las probetas y las ecuaciones para ir al terreno de lo filosófico y lo metafísico, pero sin que ello interfiera en la investigación fundamental oficial y sus complicadas consideraciones matemáticas.
“Las matemáticas son el lenguaje de Dios” había dicho Isaac Newton… Citemos también, en particular, a cierto Emmanuel Ransford, epistemólogo francés y especialista en física cuántica, todavía poco conocido pero que desde hace años se interroga sobre los vínculos entre conciencia y materia.  Propone el término holomateria (que también denomina psicomateria), síntesis que añade a la materia ordinaria que la ciencia cree inerte y pasiva, un componente inmaterial, una dimensión invisible —pero de efectos perfectamente localizables—. A partir de esta idea de holomateria, y apoyándose en recientes descubrimientos relativos al quanta y al electrón, reinterpreta las muy extrañas propiedades de las partículas, llegando a proponer un nuevo modo de abordar y comprender el cerebro consciente y los misterios de la psique.
He aquí sus palabras: “El mundo de los objetos palpables no está hecho sólo de materia. Contiene una dimensión invisible pero esencial, que actúa en él y encierra varios secretos que escapan aún a la ciencia: el de la naturaleza del electrón, el de la naturaleza del espíritu y el del más allá”.
¡Es interesantísimo! a la luz de nuestros mensajes espíritas, recibidos hace ya cerca de treinta años. Él ha escrito muchas obras como La Nueva Física del espíritu, Las Raíces Físicas del Espíritu y los Quanta, Lo Invisible y el Más Allá, que acaba de salir.
Cuando la ciencia llegue al espíritu Entonces hay una cierta esperanza de un vínculo entre la ciencia y el espíritu, esperanza estimulada por los Espíritus del más allá, físicos de ayer que han participado en todo eso y que tratan de influenciar a estos investigadores encarnados de hoy, para que vayan en el sentido del tan esperado reconocimiento del espíritu a nivel de la estructura atómica de la materia. Y en las tentativas de estos Espíritus esa esperanza siempre está relacionada con una preocupación de orden humanista, que no puede separarse de lo espiritual en la medida en que esa investigación debe saber aliar la sabiduría, la razón y también la prudencia, en la dirección a seguir. Esto a fin de respetar al hombre y a la vida, para desarrollar siempre una ciencia que esté al servicio del hombre, y más generalmente dentro del sentido de la paz y la fraternidad, para beneficio de la humanidad entera. P. Langevin o A. Einstein ya lo habían comprendido muy bien cuando vivían, por ciertos compromisos humanistas, tal como estas palabras de Einstein:
“El problema hoy no es la energía atómica, sino el corazón de los hombres”.
Para ilustrar esta esperanza, dejemos concluir al espíritu J. Rydberg:
“Quiero ser para ustedes una infinita fuente de conocimiento, la suma de la ciencia y el espíritu, la fuerza desencarnada que debe establecer la síntesis entre la materia y el espíritu. El físico, en la Tierra, realiza progresos gigantescos. Su perpetua investigación del estado más ínfimo de la partícula, lo lleva a una reflexión diferente, nueva, cercana a la reflexión del cristiano. Descubrir la idea de Dios en la energía de la vida, en su movimiento, en sus diferentes formas, se convertirá en el propósito futuro de los físicos. Ya han vislumbrado la presencia de una fuerza creadora, fuente de organización y de construcción armoniosa en la conducta de los elementos que ellos observan. Pronto la idea del quark será superada. Cada vez más lejos, el físico podrá observar el comportamiento de la naturaleza doble, quiero decir de la energía preexistente a la materia organizada, quiero decir de la energía periespiritual. El difuso vínculo entre el espíritu y el estado más ínfimo de la estructura física de los átomos será descubierto. Puesto al día su mecanismo, imagino ya los evidentes conflictos por surgir entre las escuelas del porvenir, que entrarán progresivamente en la reflexión metafísica y las del pasado de las conciencias detenidas que en teoría rechazan la sola idea del espíritu. La materia recibe en forma directa la orden del pensamiento y del sentimiento, atributo esencial del espíritu. La investigación y el estudio del estado más íntimo llevan al descubrimiento del estado más íntimo. El que estudia la materia con frecuencia estudia el espíritu sin siquiera darse cuenta. El que siga afincado en esa misma investigación descubrirá la existencia del espíritu. ¿Será afirmada por el hombre de ciencia la amorosa sutileza de la vibración etérica, en correlación con la naturaleza de sus espíritus? He aquí nuestra aspiración, he aquí nuestro deseo. Que el físico pueda realizar progresivamente el indispensable estudio para poder establecer la certeza tan buscada, tan solicitada por la naturaleza misma del hombre, que de manera consciente o inconsciente aspira al sentido mismo de su eternidad. Ciencia, te convertirás en fuente de libertad pues te convertirás en la demostración misma del espíritu”.
En 2002 habrían sido descubiertos trabajos inéditos de A. Einstein, en una de sus antiguas residencias norteamericanas. Puestos al día y siempre pendientes de estudio, estos documentos contendrían especialmente un ensayo de unas sesenta páginas que demuestran la existencia de Dios desde un punto de vista matemático. ¿Para cuándo la reconciliación entre la ciencia y lo espiritual



HISTORIA
TERESA DE ÁVILA: UNA VIDA CONSAGRADA A DIOS
por FABIENNE ET IGOR DUCOURNEAU
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013

Nacida en Ávila, en España, el 28 de marzo de 1515, Teresa fue la tercera hija de una familia que tuvo doce. Desde los siete años ella sentía la nostalgia de la patria espiritual. Dejó a su familia, llevando consigo a Rodrigo, su hermano mayor, hacia el país de los moros, pues quería luchar contra estos últimos, creyendo que morir le abriría las puertas del Paraíso y que, de ese modo, podría ver a Dios. Quizás este sea ya el signo de un espíritu que conoce en parte el sentido de lo que debe ser su vida y que conserva en sí el recuerdo de su amor por Dios, en razón de encarnaciones anteriores, dentro de la búsqueda del absoluto. El deseo de servir a Dios se precisa cuando ella juega con sus amigas a imitar a las religiosas y a construir ermitas.
En razón de su pertenencia a una familia burguesa y de su belleza física, es muy cortejada. Su padre decide entonces enviarla, en 1531, al convento de Santa María de Gracia en Ávila. Teresa soporta difícilmente su falta de libertad. No quiere convertirse en monja, y sus adoradores le envían cartas, pero como, según sus propias palabras, “no había lugar para todo eso, la cosa cesó prontamente”. Teresa permaneció allí hasta el otoño de 1532, sin decidirse a tomar los hábitos. Después de haber estado reticente, tomó igualmente el hábito religioso en el monasterio de la Encarnación de las Carmelitas de Ávila.
Durante veintisiete años, permaneció en esa comunidad; tomó el nombre de Teresa de Jesús, en honor del Cristo, a quien hizo votos de amor infinito. Fue luego, hacia los cuarenta años, cuando se reveló su mediumnidad. Los fenómenos que se producían en el convento, las levitaciones, las visiones que tenía del Cristo cuando estaba en estado de trance, la inquietaban.
La Iglesia no reconocía esos fenómenos como manifestaciones espirituales, sino que las recibía como manifestaciones de Satanás. Se confesó con el padre García de Toledo, dominico que le pidió que describiera esos fenómenos en un libro, que relatara también su vida diaria y el modo en que practicaba la oración.
El libro fue escrito en 1562 y se tituló: Vida de Santa Teresa de Jesús, escrito por ella misma, fue traducido del español por el padre Gregoire de Saint-Joseph, Editions du Seuil. En esta obra, Teresa de Ávila describe las diferentes etapas de la mediumnidad, cómo se desarrolla ésta y en qué condiciones se aporta la ayuda espiritual a quien, con amor a Dios y con una firme voluntad, se empeña en el camino que lleva a Dios.
Ella tiene una voluntad muy firme; atraviesa España, recorre cinco mil kilómetros a pie, en sandalias, por todos los tiempos a pesar de su salud frágil. Abre numerosos conventos y contribuye también a reformar el Carmelo.
Está sostenida por la fuerza espiritual del Cristo a quien ve delante de ella como espíritu y con quien conversa, durante sus éxtasis. Desencarnó el 4 de octubre de 1582, a la edad de sesenta y siete años. Alrededor de la cámara mortuoria se produjeron prodigios, sus despojos físicos mantuvieron su frescura y su flexibilidad.
Otros fenómenos tuvieron lugar alrededor de su tumba y cerca de sus reliquias.
Los fenómenos mediúmnicos producidos durante su existencia terrenal y después de su desencarnación, son naturales.
Cuanto más evoluciona el espíritu de encarnación en encarnación, más posible le es trascender al cuerpo. En esa etapa, la mediumnidad produce estados extáticos (éxtasis, visiones del Cristo), o fenómenos que sobrevienen en el momento de la liberación del espíritu o desencarnación y también después (perfume de rosas en su cámara mortuoria, conservación de ciertas propiedades fisiológicas de los despojos varios días después de la muerte del cuerpo físico, etc.).
Puede considerarse que Teresa de Ávila era médium. En su profunda búsqueda espiritual, practicó una meditación que la acercaba a la esencia divina y encontró en parte las respuestas a su verdadera naturaleza que traducía en voluntad de construir monasterios. También es preciso comprender que en su época, la sociedad salía lentamente de la Edad Media y el aspecto moral aún estaba supeditado a condiciones de vida que eran más de supervivencia para la mayoría de los habitantes de entonces. Incomprendida por las instituciones religiosas, desafió los dogmas y confió en su inspiración, en sus percepciones de clarividencia y en sus vías interiores que le aconsejaban el buen camino.
“Un día, después de haber permanecido largo tiempo en oración, y después de haber suplicado al Señor que me ayudara a contentarlo en todo, comencé el himno: y mientras lo decía, entré en un éxtasis que casi me sacó fuera de mí misma; fue súbito, pero tan manifiesto, que no podía dudar. Era la primera vez que Dios me otorgaba el favor de un éxtasis. Escuché estas palabras: “No quiero que converses más con los hombres, sino sólo con los ángeles”. Fui presa del temor, ya sea porque el movimiento extático se había hecho sentir con fuerza, o porque esas palabras me fueron dichas en lo más íntimo de mi alma. Pero cuando ese temor, causado por una gracia tan nueva para mí, se hubo disipado, me sentí inundada de consuelo”.
Para ella, viendo a Jesús, Dios y los ángeles, es muy probable que hoy, a la luz del espiritismo, percibiera el más allá y el mundo de los espíritus. Pero en su educación religiosa, expresaba lo que vivía a través de las nociones religiosas de su cultura. Además, ¿habría ella vivido lo que hoy llamamos una NDE, una experiencia cercana a la muerte o de muerte inminente?
Al principio de su vida monástica, Teresa cayó gravemente enferma. En el último momento, pareció muerta durante varios días. Esa misma noche, sufrió un síncope. El sacerdote que se llamó para administrarle la extremaunción, la tuvo por muerta y no por moribunda. - Primer día:
Teresa no da señales de vida. - Segundo día: su aliento no empaña el espejo que se acerca a su boca, la cera del cirio que su padre inclina hacia ella para verla más de cerca se desliza ardiente sobre sus párpados, sin despertarla. - Tercer día: se cava su tumba. Ella es lavada y envuelta en una mortaja.
Su hermano Lorenzo la vela en la noche; se queda dormido, un candelabro se vuelca, las cortinas de la cama toman fuego y aquel cuerpo inerte casi se quema. - Cuarto día: las religiosas de la Encarnación vienen a buscar el cadáver de su hermana que debe ser enterrado en tierra del Carmelo. Y repentinamente, aquella muerta levanta trabajosamente los párpados, cerrados por la cera enfriada de los cirios funerarios. Ve a su alrededor el aparejo de la capilla ardiente, a sus hermanas que esperan sus despojos y tantea su mortaja. Dijo: “¿Por qué me llamaron?” Dijo que allí donde había ido: al cielo, le dijeron que tenía mucho que hacer en este mundo. Pero también vio el infierno. En sus frases confusas, mezcladas con sollozos, se distinguen las palabras: “monasterios… fundaciones… Salvar las almas…”. Finalmente dijo: “No me crean muerta hasta que no se cubra mi cuerpo con un paño de oro…”. 
(Según los textos de Francisco de Ribera - La vida de la Madre Teresa - contemporáneo de Santa Teresa).

Otro aspecto de sus facultades: la levitación “Aunque sea el espíritu el que eleva el cuerpo consigo, y con gran suavidad, si uno no se resiste, la sensación no se pierde; como un aligeramiento del cuerpo y un inexplicable empujón de abajo hacia arriba, yo sentía bajo mis pies fuerzas asombrosas que me elevaban. Mientras el cuerpo está en el éxtasis, permanece como muerto y conserva la actitud en que fue sorprendido; así se queda sentado, de pie con las manos abiertas o cerradas. Es un caso muy raro. Me acostaba en el suelo; al principio, era presa de un extremo espanto; mi cuerpo se volvía tan ligero que ya no tenía más peso, hasta el punto de que mis pies ya no tocaban el suelo; no se oye nada, no se siente nada. He sido reducida a tales extremos que casi no tenía pulso, mis manos rígidas, un dolor tan violento; primero la sensación de agonía y de muerte física, el pulso se vuelve apenas perceptible; la sensación de que el mundo se derrumba y de que no hay más nada; luego un sentimiento de placer y de consuelo; el alma se siente revivir en el dolor mismo y finalmente se consuela con las luces repentinas que Dios le otorga”.
Además de sus facultades, clarividencia, levitación, don de ubicuidad y clariaudiencia, Teresa de Ávila estaba obsesionada por la muerte y trataba de domarla por medio de la meditación y la oración. Siendo el objetivo ver a Dios, y en ese ardiente deseo trascender a su cuerpo, provocaba tales estados del alma, que podía sentirse morir. Siempre en sus textos, he aquí lo que relata al respecto: “Vi un ángel cerca de mí del lado izquierdo… No era grande sino más bien pequeño, muy bello, con un rostro tan sonrosado que se parecía a esos ángeles de colores tan vivos que parecen inflamarse… Veía en sus manos una hoja de oro, y en la punta, parecía tener una llama. Me pareció que la hundía varias veces en mi corazón y llegaba hasta mis entrañas: cuando la retiraba, me parecía que las arrancaba con ella, y me dejaba toda abrasada de un gran amor de Dios. El dolor era tan grande que me arrancaba suspiros, y la suavidad que me daba ese grandísimo dolor, era tan excesiva que no se podía desear sino que se siguiera, y que el alma no se contentara con menos que Dios. Ese no es un dolor corporal, sino espiritual, aunque el cuerpo participe un poco, y sea muy fuerte. Es un intercambio de amor tan suave que ocurre entre el alma y Dios, que yo suplico a su bondad que lo revele a aquellos que pensarían que yo miento… Los días en que vivía eso, andaba como aturdida, no deseaba ver ni hablar con nadie, sino abrasarme en mi pena que era para mí una de las mayores glorias, de las que han conocido sus servidores”. (Vida de Santa Teresa, Cap. XXIX)

Ella muere finalmente el 4 de octubre de 1582, cuando España y el mundo católico oscilaban del calendario juliano al calendario gregoriano, fue pues, la noche del jueves 4 al viernes 5 de octubre de 1582.
Sus despojos fueron enterrados en el convento de la Anunciación de la ciudad, habiéndole sido seccionada una mano y conservada en un relicario de Ávila (el padre Gracián le cortó el meñique). En su exhumación, el 25 de noviembre de 1585, se la encontró incorrupta (allí también, el poder de su espíritu retuvo y moderó la descomposición del cuerpo) mientras que los vestidos se habían podrido.
Se dejó allí un brazo y el resto del cuerpo fue enviado a Ávila, a la sala capitular del convento de San José. El traslado se hizo un sábado del mes de noviembre de 1585, casi en secreto. Las religiosas del convento de Alba de Tormes pidieron conservar un brazo como reliquia. Cuando el duque de Alba se dio cuenta del traslado, se quejó a Roma y entabló negociaciones para recuperarlo.
El cuerpo se volvió a enviar a Alba de Tormes, por orden papal (1586). En 1598, se construyó un sepulcro. Allí se trasladó su cuerpo, siempre intacto, a una nueva capilla en 1616, luego en 1670 a un ataúd de plata. Después de estos hechos, no se hicieron más ofensas a sus restos.
Desde entonces están en varios lugares: Su pie derecho y una parte de la mandíbula superior están en Roma; su mano izquierda en Lisboa; su ojo izquierdo y su mano derecha en Ronda (España); su brazo izquierdo y su corazón en relicarios del museo de la iglesia de la Anunciación de Alba en Tormes. Sus dedos se conservan en diversos lugares de España.
Teresa fue beatificada en 1614 por Paulo V, y luego canonizada por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622; luego (1627) fue designada patrona de España por Urbano VIII. Más tarde, el papa Paulo VI la proclamó doctora de la Iglesia en 1970.
Ella deja pues una huella indeleble en la historia religiosa pero, igualmente, más allá del misticismo, aún suscita preguntas sobre aquellas facultades que la Iglesia consagra dentro de una fe que niega toda tentativa de desmitificar los hechos.
Se evidencia que esta mujer vivía en la pasión del Cristo y que, dotada de mediumnidad, llamó la atención del mundo de entonces hacia una espiritualidad liberada de dogmas aunque su interioridad la hiciera pasar por una dulce iluminada. Como en tantos otros en la historia, hizo falta el esclarecimiento del espiritismo para descubrir en este no solamente los procesos, sino sobre todo el sentido realmente espiritual de fenómenos hoy llamados paranormales.

viernes, 22 de enero de 2016

Entrada nueva en Grupo Espírita de La Palma

UN CASO DE LOCURA CURADO POR CONVERSIÓN DEL ESPÍRITU OBSESOR

by idafe

UN CASO DE LOCURA CURADO POR CONVERSIÓN

DEL ESPÍRITU OBSESOR

Por: Dr. Humberto Torres

52ª Dr. Humberto Torres

Nada tan obscuro aún, como el capítulo interesante de las neurosis y de las psicosis. La medicina actual, todavía modelada por la concepción materialista del hombre, apenas ha progresado en este terreno, a pesar de los grandes perfeccionamientos en los medios de investigación. Nos hallamos, en neurología, como 50 años atrás, en el mismo sitio que la dejaron Charcot, Berheim y sus discípulos. Si en vez de buscar una lesión anatómica cerebral, la mayoría de las veces inexistente, se les acudiera pensar, a los neuro-patólogos, que siendo la locura una perturbación de la inteligencia, y siendo la inteligencia función del alma, en ésta, independientemente del cuerpo, puede encontrarse la causa de una vesania, a la vez que darían una prueba de buen sentido, les sería posible obtener un crecido número de éxitos en dolencia tan rebelde como la que nos ocupa.

Ya vendrá día en que tal ocurra, y bueno es consignar que recientemente se ha tratado con seriedad y documentación respetables, desde un punto de vista puramente médico (1), tema tan interesante. Queremos anticiparnos, aportando un caso personal, de entre muchos que poseemos, demostrativo de los grandes beneficios que con el tiempo ha de prestar el conocimiento del espiritismo a la medicina.

Se trata de un hombre sano, bien constituido, de buenas costumbres, propietario de tierras, de unos 35 años, residente en un pueblo de la provincia de Tarragona. Soltero, casó, a la edad antes mencionada, con una señorita de la provincia de Lérida, a la que conoció casualmente. Vivió el matrimonio completamente feliz durante sus primeros años, con dos hijos que completaron su dicha. A los cinco años, aproximadamente, de casados, el marido empezó a sufrir cambios de carácter inexplicables, pues ningún motivo familiar ni económico había para su constante irritación y excitabilidad. Volviose taciturno, agrio, agresivo, y en pocos meses su perturbación mental llegó a tal grado que, para su conveniencia y seguridad de la familia, especialmente de su esposa, a la que había aborrecido más que a nadie, hubo necesidad de recluirle en el manicomio de Nueva Belén, de Barcelona.

El enfermo seguía allí semanas y semanas sin mejora apreciable. Un día, con motivo de celebrar una reunión familiar espírita y pedir auxilio espiritual para el enfermo a sus protectores, uno de los médiums presentes se sintió bruscamente poseído de una agitación extrema, crispada la boca, apretados los puños en actitud amenazadora hacia nosotros. Estaba sulfurado, al ver que se comunicaba por el canal de dicho médium, porque le habíamos interrumpido en su trabajo de persecución del enfermo en cuestión, al que quería matar a toda costa, aun siendo pariente suyo, porque se había casado con una mujer hereje que no creía en la religión; pero siéndole imposible perseguir a la esposa, porque encontraba para ello dificultades inexplicables para él, se vengaba en el marido, más frágil, más dúctil a sus influencias, al que hacía responsable de haber llevado a aquella casa solariega tan católica, mujer tan enemiga de la religión como la esposa del enfermo, a la que, de este modo, hería y perjudicaba indirectamente. Nos dijo ser un sacerdote desencarnado años ha, tío del enfermo, que desde el espacio seguía velando por los fueros de su religión, y amenazando y chillando, hecho una fiera, nos prometió no parar hasta terminar su obra, o sea, matar al enfermo, al que tenía ya tan suyo que creía poderlo conseguir en poco tiempo.

Hicimos al desgraciado observar las reflexiones que son del caso, demostrándole que el mal no lo hacía al enfermo (a quien nada podía ocurrir más que lo que fuera justo) sino a sí mismo, que su alma cargaba con nuevas responsabilidades que habría de saldar en el día de mañana. A partir de aquel día empezó una lucha tenaz entre el espíritu obsesor y nosotros, llamándole con frecuencia, obligándole a meditar sobre su triste estado y haciéndole ver lo profundamente equivocado que andaba. Eran verdaderas luchas a brazo partido, las primeras de las cuales apenas dieron resultado alguno en el obsesor, que seguía fiero como nunca, ni en el enfermo de locura, que continuaba con sus exaltaciones y arrebatos intermitentes.

Por fin, gracias al auxilio de los guías del obsesor, que en algunas de las sesiones se incorporaron en otro médium e hicieron tales reflexiones al espíritu rebelde que llegaron a impresionarle visiblemente, pudimos atenuar su furia primero, hacerle dudar de sí mismo y de lo que hacía después y, en suma, provocar su arrepentimiento tan cordial y sentido, que, arrasado en lágrimas, arrodillose ante el médium de que se servía, pidió misericordia y perdón al Padre, en una escena enormemente dramática y conmovedora imposible de olvidar.

Pues bien, el enfermo en cuestión, recluido en Nueva Belén, siguió, en el estado de su enfermedad mental, un completo paralelismo con el estado moral del espíritu obsesor; arrebatado y plenamente loco, en el período de furia persecutoria; algo más tranquilo, al iniciarse un poco de calma en el alma de quien le perseguía, mejorando sensiblemente a medida que nuestras reflexiones hacían penetrar la luz en aquel pobre espíritu animado de malos instintos y, con notable curación completa del enfermo, súbita, inesperada, inexplicable para los médicos que asistían al internado en el manicomio, el mismo día y casi en la misma hora en que su desgraciado obsesor lloraba pidiendo perdón por el mal que en su extravío sectario había causado al enfermo, quien tras unos días de prudente observación, fue dado de alta por hallarse curado, restituyéndose al seno de su familia.

Tal es el caso, sumariamente expuesto, lleno de un gran interés médico y filosófico. Demuestra hasta qué grado pueden influir sobre nosotros los desencarnados, si no les oponemos las necesarias resistencias fluídicas; demuestra que el más allá es una continuación del más acá, a donde llevamos nuestro lastre, denso, fluido o etéreo, incluso con nuestros prejuicios más absurdos, que a primera vista parece habrían de desconocerse al traspasar la frontera; demuestra la utilidad práctica de la oración, que no es un sentimentalismo verbal, sino una fuerza real que actúa y puede modificar sensiblemente el estado de los seres a quienes se dirige; demuestra hasta qué punto la medicina, como las ciencias todas, se beneficiarán en el día de mañana, cuando sea práctica extendida y criterio generalmente aceptado, lo que hoy es sólo patrimonio de un reducido número de seres a quienes les ha cabido la inmensa fortuna de adelantarse a los tiempos que seguramente vendrán.

♣ ♣ ♣
FUENTE:  “La Luz del Porvenir” - Año XII (3ª época) Mayo de 1925 - Número 149.

jueves, 21 de enero de 2016


                                                                                     
                                                                                                               MAX PLANCK


EL NACIMIENTO DEL UNIVERSO
EL IMPULSO DIVINO Y EL UNIVERSO
por KARINE CHATEIGNER
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013



El Universo me inquieta y no puedo pensar que este reloj exista y no haya relojero (Voltaire)
Pero, ¿qué es el Universo y qué sabemos hoy de él?
Nuestro planeta, la Tierra, navega en el infinito océano del Universo. Gracias a la tecnología actual, podemos percibirla, minúscula y perdida en ese océano eterno, vortiginosa en medio de las miríadas de estrellas y galaxias.
La historia del Universo, y luego la de nuestros orígenes es una larga epopeya de unos 13,7 mil millones de años.
Al principio, todo era sólo energía. Al inicio, no había materia ni siquiera átomos. +No había más que una “sopa” de partículas elementales energéticas, es decir de energía pura: electrones, fotones y quarks.
La temperatura rondaba algunos millones de millones de grados.
La densidad era enorme y reinaba allí el mayor caos. Estamos en el tiempo cero y nada existe, solamente la nada y de golpe, una formidable energía sacude la nada. Esta gran explosión es llamada comúnmente Big-bang.
Se acepta entonces pensar que el Universo comenzó por un Big-bang hace alrededor de 13,7 millardos de años, un Universo contenido en el interior de una burbuja microscópica, caliente y densa. Luego, esa burbuja estalló bruscamente y nació el Universo. Con ese Big-bang, el tiempo, el espacio y la materia tomaron lugar con vertiginosa rapidez. En una fracción de segundo, toda la energía contenida en aquella burbuja, en ese punto en particular, fue liberada a través del espacio que se creaba al mismo tiempo que la materia.
Desde los primeros instantes, las consecuencias de esa explosión energética se contaron en microsegundos, luego en segundos y en minutos antes de conocer una fase de reposo.
A la primera cien-milésima de segundo, se forman protones y neutrones.
Son los futuros constituyentes de los núcleos de átomos y de la materia ordinaria.
Luego, en los minutos siguientes aparecen los primeros núcleos de átomos.
Poco a poco, se van a juntar unos con otros para producir el hidrógeno pesado (deuterio) y el helio. La temperatura es de mil millones de grados. Simultáneamente han aparecido fuerzas para organizar esta materia. Cuatro interacciones elementales son responsables de todos los fenómenos físicos observados en el Universo, cada una se manifiesta por una fuerza llamada fuerza fundamental.
Se trata de la interacción nuclear fuerte, la interacción electromagnética, la interacción nuclear débil y la gravitación.
Luego la creación retardará su ritmo.
Y sin embargo, ya todo estaba en su lugar para que mucho más tarde apareciera la vida, pues desde su nacimiento, este embrión de Universo contiene ya la energía necesaria para construir todo lo que nos rodea. Reguladas con una infinita precisión, todas las propiedades de la arquitectura del Universo están determinadas por las constantes físicas, por los números eternos cuyo valor exacto es medido en los laboratorios pero que ninguna teoría puede explicar. Son los números de oro del Universo.
Al alba de la creación, se conformó el decorado cosmológico. Éste se extendería sin cesar para que más tarde, mucho más tarde, ¿fue un día, una hora, una noche? actores llamados hombres representaran allí el papel de su vida.
Muchos de nosotros pensamos que una inteligencia tuvo algo que ver con la creación del Universo (Charles Townes, físico, premio Nobel).
¿Según qué programación en una fracción de segundo, el Universo, semejante a un grano de arena, se volvió más grande que una galaxia?
Y siguió creciendo a una velocidad increíble, creciendo todavía hoy.
Los átomos más ligeros se formaron 300.000 años más tarde: átomos de hidrógeno (un protón y un electrón) y átomos de helio. Las nubes frías de hidrógeno y de helio se formaron al cabo de un millón de años. Por la acción de la gravitación, esas nubes se condensaron dando nacimiento a las primeras galaxias en las cuales nacieron las primeras protoestrellas. Estamos ya 100 millones de años después del Big-bang. Las estrellas y los planetas tal y como los conocemos se formaron al cabo de 5 mil millones de años. En cuanto al planeta Tierra, existe desde hace 4,6 millardos de años, o sea cerca de 10 mil millones de años después del Big-bang.
De lo infinitamente pequeño surgió en algunos minutos lo infinitamente grande. Ese Universo, nacido de aquella formidable explosión llamada Big-bang, está poblado de soles, lunas, estrellas y galaxias, planetas, cometas, meteoritos y agujeros negros.
La Tierra, cuyo Sol representa la estrella más cercana forma parte de nuestro sistema solar, compuesto de otros siete planetas que levitan en el espacio. Hace aún poco tiempo, nuestro sistema solar contaba con nueve planetas, pero en 2006, Plutón, considerado por los astrónomos como un planeta enano, perdió su status de planeta.
He aquí brevemente relatado el Cómo. Pero todavía hoy numerosos científicos se niegan a investigar y a explicar el Porqué. Pues cada efecto es precedido por su Causa. Por otra parte, allí no se encuentra el sentido del comportamiento científico, un comportamiento que en dos siglos ha dado un formidable salto adelante, rompiendo con antiguas teorías, como la de Aristóteles y abordado nuevas, fruto de la observación y de sabios cálculos matemáticos.
Pero, ¿qué había antes del Big-bang? Nada, se responde, pues en el momento no lo sabemos, y de la nada, de ese momento cero, se produjo una explosión venida de no se sabe dónde, dando nacimiento al Universo.
Antes, se convino en hablar del muro de Planck, lo que podría significar que existe un muro para el conocimiento. El tiempo cero no es completamente igual a cero, lleva el nombre del físico alemán Max Planck, premio Nobel en 1918, y corresponde a 10 elevado a la -44 segundos después del Big-bang.
Antes de ese instante, el conocimiento tropieza con un muro, llamado muro de Planck: en efecto, la física cuántica impide conocer la naturaleza de los fenómenos que precedieron a esta fracción de segundo increíblemente pequeña.
Los científicos trabajan sobre este período. Se han elaborado varias teorías, pero por el momento, aún son incompletas y necesitan avanzar en los campos matemático, físico y técnico.

El Big-bang cuestionado
El gran fresco universal ha sido descrito con asombrosa precisión por astrónomos y físicos, pero sólo el momento cero del Universo sigue siendo todavía un enigma, y eso desde hace más de 70 años. Hasta entonces se habían propuesto elaboradas teorías, que llegan hasta las más increíbles. Ninguna ha podido ser experimentada y en consecuencia demostrada. Según la teoría del Big-bang y las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, los físicos han conseguido que en el momento cero, el Universo no tenía dimensiones, su temperatura y su densidad eran infinitas, lo cual sigue siendo difícil de admitir pues esta noción muestra el límite de su ciencia.
Además, la visión tradicional de la relatividad general no parece compatible con la otra construcción física del siglo XX, la mecánica cuántica, para la cual la certeza se detiene en 10-43 segundos. Eso nos muestra la dificultad para determinar y definir el momento cero.
Acerca de ese momento inicial y de ese nacimiento, escuchemos a Hubert Reeves:
—¿Se puede hablar del momento cero donde todo comenzó? —No —¿Y de antes del Big-bang? —El Big-bang, es el horizonte, es el límite, más allá del cual no hay nada.
No es que allí no había nada, es que no hay nada. No existe ninguna observación, ningún dato que nos permita decir lo que había antes de 13 millardos 700 millones de años.
A la orilla del mar, ustedes ven el agua hasta el horizonte y no pensarían en decir que el agua se detiene allí porque no ven más allá de ese horizonte. Hoy en día, los cosmólogos se atreven a aventurarse más allá de ese horizonte pues se trata de comprender lo que pudo provocar el Big-bang.

 Etienne Klein, físico y filósofo: 
“Sabemos contar la historia que nos separa del muro de Planck; esta historia ha durado 13,7 millardos de años, pero más allá de ese muro, no se puede decir nada. Ante el muro de Planck, lo único que se puede hacer, es callar”.
Si para los matemáticos sigue siendo extraordinario descubrir esos instantes primeros del Universo, pregunten a cualquier perito en física cuántica, y todos les dirán que no están seguros de que el Big-bang sea el comienzo de nuestro Universo, pues la física clásica que imagina ese comienzo es incompleta.
Hasta es posible incluso que un día el Big-bang sea superado. Como lo dice Hubert Reeves, ese modelo estándar del Big-bang representa una probabilidad satisfactoria para el día de hoy, máxime cuando numerosos físicos, aun conociendo las incoherencias de este modelo, no tienen ninguna otra explicación del Universo que proponer al público.

La arquitectura del Universo 
“Es difícil resistirse a la impresión de que la estructura actual del Universo, que parecía tan sensible a la menor modificación de las cifras, ha sido cuidadosamente elaborada. La conjugación, aparentemente milagrosa, de los valores numéricos que la naturaleza ha asignado 
a esas constantes fundamentales sigue siendo la prueba más contundente de una forma de organización cósmica”.
(Paul Davies, profesor de física teórica) 
Si el Universo no hubiera sido reglamentado por esas constantes fundamentales, infinitas y eternas, hubiera podido ser diferente sabiendo que la mínima desviación en esa mecánica celeste hubiera quitado a la humanidad toda posibilidad de existir. Ciertos cosmólogos actuales siguen quedando fascinados por los valores precisos que tomaron las diversas constantes físicas en el momento del Big-bang.
Ya sea científico o filósofo, el hombre reflexiona, mide e investiga. ¿Qué busca?
La fuente, la causa. Todo efecto tiene una causa y el Universo no puede ser comprendido sin llegar a la fuente de la creación. El Universo y la vida son el fruto de un deseo de carácter divino y la materia en la fuente de la creación es ante todo transformada por una energía cósmica de naturaleza divina. Naturaleza divina corresponde a Amor, Amor que sin embargo no se mide ni se calcula. Para los pioneros de la física moderna tales como Galileo, Kepler o Newton, la voluntad divina está en la fuente de la creación y la ciencia, al revelar el orden de las cosas, no tendría otro objetivo que vislumbrar el espíritu de Dios.
La ciencia no puede admitir esta simple verdad si responde al ateísmo, pero puede considerarla en la medida en que reconozca un entorno espaciotemporal establecido en forma inteligente y amorosa. Esa es una realidad que los físicos y astrofísicos comprueban cada vez más.

Trinh Xuan Thuan, astrofísico norteamericano
“La cosmología moderna ha precisado la estrecha conexión cósmica que tenemos con el resto del Universo. Las estrellas son nuestros ancestros a causa de todas las partículas que nos constituyen. Son partículas que existen desde el comienzo del Universo y que sin duda vienen de las estrellas; somos polvo de estrellas: ese es uno de los grandes descubrimientos de la astronomía contemporánea. Otro de estos descubrimientos, igualmente muy importante, es que desde las primeras fracciones de segundo del Big-bang, todo estaba regulado de manera extremadamente precisa, no solamente para que apareciera la vida, sino también para que naciera una conciencia que permitiera conocer al Universo, apreciar su hermosura y su armonía. Uno se da cuenta de que si se modificaran en algo esas constantes (Big-bang), se llegaría a Universos estériles. Reduzcamos por ejemplo la fuerza de gravedad: el Universo está demasiado diluido, las nubes de hidrógeno y de helio no se contraen. No hay estrellas, por tanto no hay alquimia nuclear ni ascenso a la complejidad de la vida, ni inteligencia ni conciencia. Aumentemos entonces la fuerza de gravedad: el guión es diferente pero el resultado es poco convincente. La precisión de estos arreglos para que un día aparezca un ser dotado de conciencia es comparable a la de un arquero que quiera clavar su flecha en un blanco de un centímetro cuadrado situado al otro extremo del Universo, a catorce mil millones de años luz. Me parece difícil explicar el arreglo extremadamente preciso del Universo, sin invocar un «principio creador», que tiene todo regulado desde el comienzo. Entre el azar y la necesidad, elijo la necesidad.
Todos los científicos están lejos de aceptar este principio que implica, por supuesto, la noción de un principio creador. De todas maneras, añade Trinh Xuan Thuan, la única pregunta verdadera, es esta: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Y allí la ciencia no puede decirnos absolutamente nada”.

Nuestra ciencia es de disciplina materialista, vinculada exclusivamente a la experiencia, la observación y la teoría. Afirma que los elementos de la naturaleza y sus fenómenos se bastan a sí mismos, a sus formaciones, a sus movimientos y a sus desarrollos, pero, ¿no pueden la física o la astrofísica aliarse a la metafísica?
En otras palabras y en forma más general: ¿es anticientífico creer en Dios? O aún más, ¿puede la ciencia llevar al hombre por el camino de la conciencia divina? Se puede ser científico y creyente? Dejemos la palabra a algunos eruditos: Andreï Sakharov, físico atómico ruso: “No concibo el Universo y la vida humana sin un comienzo inteligente, sin un «calor» espiritual en el origen, algo que no depende de la materia y de sus leyes”. Otra cita  de Andreï Sakharov: “Sostengo la hipótesis cosmológica según la cual el desarrollo del Universo se repite un número infinito de veces sobre las páginas «siguientes» o «precedentes» del Libro del Universo”. 

Alfred Kastler, premio Nobel de Física escribió en 1965: “La idea de que el mundo, el Universo material, se creó solo me parece absurda. No concibo el mundo sino con un Creador, en consecuencia, un Dios. 
Para un físico, un solo átomo es tan complejo, tan lleno de inteligencia, que el Universo materialista no tiene sentido”. 

Max Planck, fundador de la teoría de los quanta en la física moderna, premio Nobel 1918:
“Entonces nada nos impide, y nuestro instinto científico lo reclama, identificar el orden universal de la ciencia y el Dios de la religión. Para el cristiano, Dios se ubica al principio, para el físico al final del pensamiento”.

Pierre-Paul Grassé: zoólogo (1895-1985): “Si el Universo es comprensible, es porque está ordenado. Pero, ¿de dónde viene ese orden del Universo como las leyes físicas, las que dirigen el movimiento de los astros, las de gravedad, y todas las que descubren los físicos y los químicos? ¿Cuál llamado orden no supone una inteligencia ordenadora? Si he regresado a la fe, es por la ciencia, por una trayectoria científica. Creo que la ciencia impone el pensamiento de Dios”. 

Alexander Polyakov, físico ruso: “Sabemos que la naturaleza está descrita por el mejor de los matemáticos porque la creó Dios”. 
Arno Penzias, que, en compañía de Robert Wilson fue el primero en detectar una radiación cósmica (premio Nobel en 1965), hizo este comentario sobre la perfecta concepción que constituye nuestro Universo: “La astronomía nos conduce a un solo acontecimiento, un Universo creado a partir de la nada, un Universo con un equilibrio tan minucioso que suministra las condiciones exactas para permitir la vida y que no puede sino seguir un plan (que podría denominarse «sobrenatural»)”.

Jean-Emile Charon (1920-1998), físico y filósofo francés, es autor de varios libros, ensayos y artículos científicos o de filosofía científica, (El ser y el verbo; El espíritu, ese desconocido; He vivido quince mil millones de años; Muerte, he aquí tu derrota; El Espíritu y la Ciencia; etc.). Sus últimas notas fueron publicadas después de su muerte en forma de testamento espiritual, con el título: ¿Y la Divinidad en todo esto? Entre los físicos, fue de los que no dudaban en hablar del espíritu y de la conciencia, diciendo que estamos hechos de materia y de espíritu y que por tanto, es necesario tener nociones tan científicas sobre el problema del Espíritu, como las que se tienen sobre la Materia.
Extracto de la obra ¿Y la Divinidad en todo esto?

Entrevista con Erik Pigani publicada en febrero de 1998, algunos meses antes de su muerte: - Para volver a la creación del Universo, ¿entonces usted está íntimamente convencido de que no ha sido creado por azar? - Para mí, es una certeza. Hace poco tiempo eso se verificó de manera científica, y toda la prensa se hizo eco. Ello porque los astrofísicos disponen hoy de instrumentos fantásticos para verificar sus teorías, como los ordenadores que pueden recrear las condiciones iniciales del nacimiento del Universo. Entonces, ellos se entretienen mucho construyendo “Universos de juguete”. Los cálculos son complicados, sin duda, pero el proceso es simple: se programan los parámetros físicos conocidos, y se activa la máquina. Como le decía, se trata de la velocidad de la luz, de la masa de las partículas, etc. Ahora bien, si se introducen en el ordenador los parámetros correctos, se obtiene nuestro Universo. Pero si se cambia aunque sea un solo decimal de una sola constante física, se asiste a una serie de catástrofes a cual más espantosa: el Universo se desmorona sobre sí mismo, o es demasiado caliente, o demasiado frío. ¡Por tanto la Vida no puede aparecer!

Big-bang, ¿quién eres?
Dios no es la eternidad, no es el infinito, pero es eterno e infinito. No es ni el tiempo ni el espacio, pero ha existido desde siempre y su presencia está en todas partes. (Isaac Newton)
La teoría del Big-bang nació en los años ‘30 a partir de las investigaciones de Alexander Friedmann (18881925), de George Le Maître (1884-1966) y de Georges Gamow (1904-1968), investigaciones surgidas de la observación y de las teorías de la física. La existencia del Big-bang hubiera podido ser predicha por Albert Einstein (1879-1955), pero él no creía que el Universo podía evolucionar.
Esta es una teoría sobre la que está de acuerdo una gran mayoría de científicos. El término Big-bang fue inventado por el cosmólogo y astrónomo inglés Fred Hoyle. Él era el principal detractor de la teoría del Big-bang y para designarla, inventó el término BigBang que le parecía sonoro. Eso gustó al gran público de los años ’50 y desde entonces se convirtió en el término que designa esta teoría.

Hubert Reeves, astrofísico, director de investigaciones en el CNRS (*) compara el Big-bang con un guión, el del pasado: “Ciertos guiones son más creíbles, tienen a su favor más pruebas que otros. No es necesario considerar la teoría del Big-bang como la verdad. En la ciencia no hay verdad, hay una plausibilidad. (*) Centro Nacional de Investigación Científica. (N. del T.)
Esta plausibilidad es compartida por numerosos físicos, astrofísicos y científicos; sin embargo, quedan algunas «nebulosas» que, sin duda, el tiempo llegará a disipar. Por ejemplo, de la composición de este Universo nacido del Big-bang se conoce solamente el 5% (átomos, moléculas, electrones, etc.). Otra forma de materia llamada materia negra (o materia sombría) está compuesta de partículas macizas no detectadas hasta hoy, que entran en la composición total en alrededor del 25%, así como otra forma de energía cuya naturaleza es mal conocida, pero que podría ser una constante cosmológica, llamada genéricamente energía negra, y que entra en la composición del contenido material del Universo en un 70 %. Entonces, el 95% representa alguna cosa que está allí pero de cuya naturaleza no se tiene ni la menor idea”.

Nuestro Universo habría nacido entonces hace 13,7 millardos de años, pero, ¿qué dice al respecto el físico Paul Langevin a título póstumo?: “No existe el comienzo del Universo, los astrofísicos establecen una génesis de lo que ellos llaman el Big-bang, haciendo creer al público que antes no existía nada. Eso es un absurdo que hay que denunciar. En efecto, el Universo no tiene ni comienzo ni fin, y eso de lo que hablan los hombres está limitado a su propia observación. El Padre es una unidad amorosa y eterna cuyo pensamiento dirige al espacio el nacimiento de los espíritus individualizados. Quien se atreva a afirmar que el Universo tiene límites reniega de la noción de infinito y, por consiguiente, no puede responder a las exigencias de la verdadera ciencia. Ser científico, es ante todo reconocer que el hombre no sabe sino pocas cosas, no en un vasto Universo, sino en un Universo sin fin. Ser científico, es admitir que aún es preciso aprender sin escuelas, sin definiciones, sin prejuicios y sin definiciones materialistas. Ser científico, es admitir que no hay límites al milagro de la vida y, por consiguiente, no anatematizar al que cree en el espíritu, al que está más cerca de la verdad porque ha superado la materia. Ser científico, en el sentido noble del término, tiende más a un estado de espíritu que al nivel de los conocimientos. El conocimiento es una herramienta, no es el saber total. El amor aliado a la inteligencia es más fuerte que todas las facultades de la tierra juntas”.

(Paul Langevin - mensaje 1987) Sin duda es antinómico para un físico exponer una noción de infinito, en la medida en que no puede haber física sin medidas, es decir sin referencias concretas. Dentro de esta perspectiva, el estatuto de los Universos infinitos no se puede defender pues toda teoría física implica números como tal, forzosamente repartidos en un intervalo finito. Por consiguiente, un Universo infinito, situado fuera del dominio de las medidas, se excluye ipso facto del marco de la física. Si bien la noción de infinito tiene una utilidad en matemáticas, no tiene ninguna en física. Por el contrario, la aparición del infinito en una teoría física, determina que esta última simplemente es falsa, o al menos incapaz de manejar la situación en la cual se presente la aberración.
Y sin embargo, tal como lo dice el físico Jean-Pierre Luminet:
“Con frecuencia los físicos han tratado de eludir la cuestión del infinito, a la que consideran demasiado metafísica. Ahora bien, eliminado el infinito, éste, como la esfinge, no cesa de renacer de sus cenizas. Ha sido necesario esperar el comienzo del siglo XX para una rehabilitación parcial del infinito en la física. La teoría cuántica, la cosmología relativista o los modelos de agujeros negros han hecho surgir nuevos infinitos. Desde entonces, finito e infinito se codean en el propio seno de los modelos”.

La marcha de la ciencia, como la del progreso, debe alcanzar su emancipación, pero, ¿hacia qué? Uno acumula conocimientos a una velocidad loca, y el número de científicos no cesa de incrementarse en toda la historia de la humanidad. Pero, de ese montón de informaciones sobre asuntos cada vez más puntuales, ¿se llega a precisar una visión del mundo y del Universo, a la vez científicamente coherente, y que responde a las preguntas que cada uno se hace desde que está en edad de hacer preguntas? ¿Qué es el mundo y qué hago yo en él? ¿Antes del Big-bang, la amnesia del Universo? De la nada no puede nacer ninguna cosa y si hace 13,7 millardos de años se produjo una explosión, ¿cuál fue la fuente?
Desde hace más de medio siglo, el modelo estándar del Big-bang se ha impuesto en el mundo científico y entre el gran público informado. Pero una pregunta queda sin respuesta: “¿Qué había antes del Big-bang?” 
Dilucidar esta cuestión entraña ya otra: “¿Y qué pasaba antes?” La respuesta es que no hay “anterior”, ya que “antes” el tiempo no existía. Pero justamente después, súbitamente el tiempo, el espacio y la materia se decidieron a existir.
No todos los físicos piensan que el tiempo comenzó con el Big-bang. Pero, ¿qué sucede con el momento cero? En efecto, todo el período en el cual el Universo tenía menos de 10-43 segundos (diez millonésimas de mil millonésima, de mil millonésima, de mil millonésima, de mil millonésima parte de segundo) siempre escapa a los cosmólogos.
Estamos frente a un verdadero problema conceptual que da testimonio de nuestro fantasma de atribuir al Mundo una fecha de nacimiento: el tiempo cero es un instante dentro de un tiempo que aún no existe. Un 10-44 de segundo probablemente no existe. El momento cero sería entonces una suerte de infinito, un horizonte inaccesible. El cero, igual que el infinito, no tiene equivalente real.
Son pues dos conceptos abstractos que no entran en las leyes de la física donde todo se mide. Pero, ¿qué pasa con el azar, término tan a menudo empleado por los científicos? ¿Es realmente científico proponer el azar en la fuente del universo, en la fuente de la vida? Por definición, el azar no es científico pues el azar es la ausencia de leyes.
Ahora bien, la ciencia es ante todo la búsqueda de las leyes que rigen el Universo. Por consiguiente, no se puede hacer investigaciones científicas y colocarse a la vez detrás del azar. Valiente testimonio de un sabio ateo:
“Dios no existe: estoy obligado a creer que existo por azar, gracias a un proceso evolutivo que, milagrosamente, partiendo de nada llega a una obra maestra, violando constantemente las leyes fundamentales de la ciencia y del simple sentido común. ¿Han comprobado ustedes que las cosas se mejoran por sí mismas cuando las dejan abandonadas? ¡Yo no!” (Jean Rostand - biólogo) 
El Big-Bang: extracto del libro de K. Chateigner De Dieu à l’Homme et aux Univers (De Dios al hombre y a los Universos)

martes, 19 de enero de 2016

                                                                                    Carl Gustav Jung (1875-1961)


PSICOLOGÍA Y ESPIRITISMO
por JACQUES PECCATTE
EDITORIAL
LE JOURNAL SPIRITE N° 94 OCTOBRE 2013

A la luz del espiritismo, las particularidades de la psicología ya no se limitan a las nociones clásicas habituales basadas en el estudio de la personalidad de una sola vida que comienza con el nacimiento. Según la definición espírita, la individualidad es un todo indisociable dentro de la continuidad evolutiva de las vidas sucesivas del espíritu.
Si bien los condicionamientos educativos y culturales tienen toda su importancia, es preciso enlazarlos también con la naturaleza de un espíritu preexistente que ya tiene su bagaje de experiencias vividas en las existencias anteriores.
Marcado y perfilado por sus anterioridades, tiene su personalidad propia, una personalidad que será remodelada o al menos influenciada y acondicionada por su nuevo medio de vida.
Hay entonces dos aspectos importantes en la psicología individual: por una parte la naturaleza espiritual preexistente de un espíritu que se ha construido una individualidad en el transcurso de las vidas, y por otra parte la impregnación educativa y cultural de la vida actual.
Respecto a esta influencia del medio en la vida de hoy, ésta es recibida de manera diferente según la naturaleza propia del espíritu: una misma educación para los hermanos y hermanas no tendrá necesariamente los mismos efectos. Eso demuestra que cada individuo es único en sus rasgos de carácter que se han forjado con el correr de las anterioridades.
Un niño podrá ser dócil ante las influencias parentales mientras que otro tendrá una actitud contestataria que muestra que no soporta esas influencias. La psicología moderna, que define las complejidades de la personalidad, nace de diversas corrientes, especialmente a partir de los trabajos de Freud y de Jung.
Con relación a los desórdenes del comportamiento, éstos son atribuidos a las relaciones afectivas entre padres e hijos, relaciones armoniosas, alteradas o inexistentes según los casos.
Es lo que permite analizar todo lo que conduce a los conceptos definidos en psicología como el complejo, la neurosis, la psicosis, la paranoia o la esquizofrenia.
Apreciados de manera distinta por los precursores de la psicología, estos conceptos se apoyan sobre diferentes tesis según que uno se refiera a Freud, Jung, Adler, Lacan, Françoise Dolto, etc.
Es bien sabido que Freud tuvo tendencia a reducir todo a impulsos sexuales, lo cual Jung refutó en parte, ampliando las sutilezas de la psicología con otras nociones.
Si bien Freud se ha convertido en la referencia más conocida, sus conceptos han hecho escuela sobre todo entre los materialistas.
Por su parte, Jung se ha vinculado más a la noción de espíritu, dentro de una visión más espiritualista que no oculta su eventual supervivencia, incluso su preexistencia.
De niño, asistía a sesiones espíritas junto a su madre que era médium.
Aun cuando explícitamente no hace mención de ello en sus teorías, se discierne allí muy bien que, en su investigación le ha conducido a una visión más amplia del inconsciente personal y del inconsciente colectivo. Abre horizontes que sobrepasan con mucho las limitaciones que quiso darse Freud.
Fuera de las escuelas oficiales de psicología clásica, sobre todo la freudiana, y en menor medida la jungiana, los conceptos menos representativos han nacido del desarrollo de espiritualidades tipo
New Age, haciendo intervenir métodos nuevos a partir de la meditación y otras formas de prácticas que, se considera, producen equilibrio y resolución de problemas psicológicos.
Es toda esta escuela llamada de desarrollo personal la que, dentro de una concepción psicológica paralela, ha dado diversas recetas basadas en la confianza en sí mismo, a fin de encontrar un mejor equilibrio.
Estos son, de hecho, métodos que recurren a la autosugestión positiva que, a veces, permite controlar superficialmente los problemas, pero que no resuelve los verdaderos problemas de fondo cuando las personas están atadas a traumatismos inconscientes relativos a esta misma vida o incluso a una vida anterior.
Y es extendiendo el inconsciente hasta las vidas pasadas, que se entra en otra problemática cuyas claves no son fáciles de encontrar. Si bien, en conjunto, la mayoría de los desórdenes psicológicos hay que buscarla en las inhibiciones de esta vida desde la infancia, existe en un telón de fondo una influencia más lejana relativa a las anterioridades, influencia constituida igualmente por inhibiciones sucesivas que forman parte de la personalidad total, es decir del espíritu en la suma de sus vidas desde su origen.
A eso es preciso añadir de manera más concreta, las relaciones que se perpetúan de vida en vida: muy a menudo uno reencarna cerca de personas o familias que ya han sido parte de nuestro pasado, ya sea en relaciones armoniosas, o en relaciones conflictivas no resueltas.
Esto también forma parte del bagaje psico-afectivo de cada uno, y aún tiene resonancia en la vida de hoy. Y desde este punto de vista, eso cambia muchas cosas en el modo en que abordaremos la psicología. No es que haya que olvidar los principios de la psicología clásica, pero a veces es necesario añadirle la impronta de las vidas pasadas, para comprender mejor las relaciones interpersonales que pueden perdurar desde hace varias vidas.
¿Qué sucede con la obsesión? Respecto al enfoque espírita, hemos visto, y vemos todavía, un cierto número de interpretaciones abusivas sobre las cuales debemos volver.
En una visión simplificadora, numerosos espíritas y grupos espíritas se han focalizado sobre el fenómeno de la obsesión para explicar cierto número de comportamientos que habitualmente conciernen a la psicología clásica.
Allí donde una persona manifiesta un desequilibrio compensado por una adicción (alcoholismo, tabaquismo, dependencia de la droga) se ha encontrado una explicación que se resume más o menos así: esta persona está bajo la influencia obsesiva de un espíritu turbado que satisface sus vicios a través de su víctima.
Hay allí una extrapolación que nosotros no podemos suscribir. Si efectivamente hay una relación sutil entre el mundo de los desencarnados y el de los encarnados, ¿es preciso por eso ver allí un dominio del más allá que produce una influencia tal que los humanos serían sistemáticamente juguetes de espíritus viciosos?
Esta tesis no tiene en cuenta lo suficiente las fragilidades humanas que son suficientes, por sí mismas, para explicar los desórdenes conductuales.
A partir de un simple análisis de la historia de las personas, de su trayectoria educativa, afectiva, familiar y social, se pueden poner en evidencia las inhibiciones y traumatismos que han conducido a diversos estados psíquicos alterados.
Allí están los conocimientos de la psicología clásica que son ampliamente suficientes para explicar los desórdenes psíquicos y eventualmente para resolverlos a partir de una psicoterapia adaptada.
Si bien a veces puede existir la obsesión, nosotros conocemos sus manifestaciones que por lo general son resultado de tentativas de comunicación espírita que han terminado mal, y los síntomas observados son pérdida de identidad y comportamientos desordenados o anacrónicos de una persona que ya no se reconoce como era antes.
Es el psiquismo del sujeto que se encuentra alterado por una influencia externa a sí mismo, lo cual nada tiene que ver con adicciones o comportamientos destructores, inherentes a debilidades personales, y entonces no se necesita recurrir a la obsesión para explicar simplemente fragilidades psico-afectivas.
Si se lleva más lejos el razonamiento, ¿habría que decir igualmente que los grandes criminales están bajo la influencia de malos Espíritus? Eso sería ignorar entonces que los malos Espíritus no son sólo desencarnados, puesto que ellos mismos han estado encarnados anteriormente, habiendo realizado sus propias fechorías.
Luego, si un humano vicioso puede atraer a su entorno Espíritus que se le parecen, no es sino la ley de las afinidades: quien se parece se junta.
Pero, no es que el criminal actúe bajo el impulso de una presencia obsesora; él actúa, en primer lugar, en función de sus propios impulsos y a lo sumo el espíritu desencarnado malsano aportará su parte de sutil influencia, que no es en sí misma el elemento determinante del crimen.
En ningún caso podemos reducir o minimizar la parte de responsabilidad humana a través de la cual se comprueban todos los escollos del egoísmo y del orgullo.
Sucede también que en materia de psicología, es preciso referirse a los valores morales que pueden dar ciertas orientaciones. Y lo esencial del mensaje espírita es que coloca en perspectiva una moral universal que puede ayudar a las personas que tienen graves desequilibrios.
Una filosofía que da sentido, que permite comprender el sentido de la vida a la luz de la reencarnación, es a veces una solución inesperada, psicológicamente, para las personas afectadas que pueden recobrar el gusto por la vida y el sentido de los valores, aun cuando los traumatismos o inhibiciones no hayan sido controlados en profundidad.

Alcanzar las profundidades del espíritu Sin embargo, más allá de la reflexión filosófica, hay medios que permiten acceder a un mejor equilibrio personal. Allí es necesario recurrir al diálogo, al intercambio, al compartir, eventualmente a psicoterapias, siendo la hipnosis la mejor de ellas.
Por este medio se podría llegar a lo más profundo del espíritu, es decir a todo lo que corresponde a un inconsciente cargado de traumatismos inhibidos.
Es lo que se ha intentado a través del psicoanálisis, pero con todas las dificultades que éste representa cuando el practicante debe hacer surgir, o adivinar, las realidades inconscientes, frente a un sujeto que se expresa conscientemente.
Y por otra parte, fue a partir del momento en que Freud se apartó de la hipnosis en beneficio de la escuela psicoanalítica, que se marcó la pauta, en detrimento de una hipnosis dejada a un lado, y que hoy es necesario volver a descubrir.
En materia de espiritismo, se puede hacer intervenir igualmente la clarividencia.
El sujeto clarividente tiene una percepción que, con frecuencia, irá más allá de las apariencias superficiales a percibir directamente las profundidades del espíritu, a saber las realidades inconscientes, y así suministrar las claves para comprender mejor, a veces, el origen de un problema. Y ocurre que esta percepción del inconsciente conduce al clarividente a poner en evidencia un acontecimiento anterior que aún tiene repercusiones en la vida presente.
Más allá lo que fue experimentado en psicología clásica con la ayuda de las psicoterapias conductuales y del psicoanálisis, se pueden considerar métodos más afinados a partir de la clarividencia, la psicometría o la hipnosis, cuyo objetivo sería ir más directamente a la fuente de los problemas psi, sin estar obligado a tratar de detectarla y adivinarla por deducción.
Por estos métodos que se vinculan al espíritu en su totalidad, se tiene la ventaja de poder ir directamente al objetivo, detectando directamente el fondo de un problema a menudo insospechado. Lo cual, evidentemente, no excluirá la necesidad de un acompañamiento del paciente para ayudarlo a superar su problema.
Es pues hacia una concepción más amplia de la psicología que es preciso volverse, cuando se conocen un poco mejor las interacciones entre vida presente y vidas pasadas.
Y en el plano de la experiencia, todavía hay lugar para nuevas investigaciones en la búsqueda de las profundidades del espíritu humano.