MEDIÚMNICA (I): “LOS MALVADOS”
NUEVA SECCIÓN: MEDIÚMNICA
Inauguramos una sección con el título
genérico que encabeza este párrafo, donde iremos insertando diferentes
contenidos de procedencia mediúmnica y de distintos orígenes y épocas,
que nos parezcan de sumo interés, informativos, aclaratorios,
sugerentes, es decir, de innegable valor filosófico, científico o moral.
Comenzamos con dos comunicaciones
mediúmnicas que extraemos de la obra “Vida de Ultratumba”, subtitulada:
Su realidad, su manifestación, su filosofía. Ecos del Más Allá (“La
Survie”, en su original francés), de Rufina Noeggerath, Tomo 2,
publicado en español por Carbonell y Esteva Editores (Barcelona), en
1905 (aprox.) con traducción de Miguel Gimeno Eito, dentro de su
colección Biblioteca Universal de Estudios sobre el Alma.
RUFINA NOEGGERATH
Rufina Noeggerath nació en Bruselas
(Bélgica), el 9 de octubre de 1821. Riquísima en la primera parte de su
existencia, arruinada después, fue aquella una ruda pero provechosa
lección que permitió a su clarividente espíritu comprender el porqué del
dolor y hacer un gran estudio de la vida. Circunstancias felices le
permitieron recuperar una posición si no tan brillante, cuando menos con
la independencia suficiente para permitirle difundir la verdad que
mejor ayuda a la humanidad a emanciparse de sus horribles miserias. El
Espiritismo fue la filosofía que con la elocuencia irrefutable de los
hechos, le hizo ver tan resplandeciente verdad.
En febrero de 1846 casó con el doctor Carlos Ernesto Noeggerath, hipnólogo, y fue madre de una hija.
Rápidamente se centra en el estudio de
los fenómenos del magnetismo. Con la muerte de su marido en 1852, ella
trata de ponerse en contacto con él. Además de esta motivación, ella se
interesó en la prueba de la supervivencia después de la muerte con un
enfoque científico
Haciendo grandes sacrificios personales,
se sometió a duras privaciones para llevar a cabo su gran obra sin pedir
nada a nadie, demostrando ser del linaje de los grandes espíritus que
consagrados a la verdad, con una abnegación sin límites, jamás
consienten deber recursos más que a sí mismos. Poco antes de la
publicación de la obra que comentamos, decía ella: “Los espíritus me
han dado la misión de proteger a los médiums que noblemente se
consagran a su sublime sacerdocio. Estos necesarios sostenes de nuestra
obra, se ven a menudo sacrificados por los ignorantes y los enemigos del
Espiritismo. Soy, por ello, ampliamente recompensada porque a sus
revelaciones debo el haber alcanzado mis 85 años sin enfermedad,
resistiendo siempre a las pruebas de la vida, a los ataques de nuestros
adversarios y continuando siempre en mi puesto que no abandonaré más
que con la muerte.”
Traducida su obra a casi todas las
lenguas europeas, fue sin duda Rufina Noeggerath una de las escritoras
francesas más conocidas del Espiritismo, recibiendo el apelativo
cariñoso de Bonne Mamman (Buena Mamá).
En el salón que tenía en París se reunían personalidades políticas, intelectuales y todo tipo de interesados por el espiritismo.
Desencarnó en 1908, a los 87 años de
edad. Su tumba en el cementerio de Père Lachaise de París, es visitada
aún hoy en día por innumerables espiritistas y simpatizantes, lo que
prueba el arraigo y el respeto que se mantiene por su personalidad, su
vida y su obra.
“LA VIDA DE ULTRATUMBA”

“Vida
de Ultratumba” fue publicada en español, como dijimos, en dos tomos. La
obra (incluyendo los dos tomos) está dividida en diecisiete serie de
comunicaciones mediúmnicas agrupadas por áreas temáticas, con sus
comentarios y notas, más una conclusión. La encabezan unas breves notas
biográficas de los editores, una Advertencia del Traductor, un prólogo
titulado Los Hechos Psíquicos, firmado por Camilo Flammarion, una
Introducción de la autora titulada Al Lector, un Prólogo obra de los
espíritus (o “extraterrenales”, como ella dice) y el Objeto de esta
Obra, de la propia Rufina, que dice en sus primeras líneas:
“Nuestra
obra, es obra de instrucción y de amor. Queremos que pueda ser leída
sin hallar la menor idea contraria a la gran fraternidad y a la libertad
del pensamiento; deseamos que resulte de su lectura un perfume de amor,
algo que lleve al corazón la paz y la esperanza. Es preciso que los que
no creen en la vida de ultratumba se vean obligados exclamar:
-Comprendemos que se viva con esa clase de ideas.”
Reproducimos las dos comunicaciones del
apartado titulado “Los Malvados”, de la novena serie de comunicaciones
el segundo tomo, serie titulada precisamente Mal y Progreso.

Hay sobre la Tierra hombres que pasan su
vida practicando el mal; desde la infancia demuestran sus malos
instintos y su contacto con las gentes honradas no parece ejercer
influencia alguna sobre sus tendencias morales. Tales seres, no
obstante, pueden llegar a conocer el bien; si viven en un medio en que
florezcan la bondad, la fraternidad -virtudes maestras- acaban por
apercibirse de que el egoísmo, los instintos perversos, no existen entre
las personas con quienes se tratan. No hay ser, por degradado que sea,
que no llegue a sentir la superioridad del que es bueno. Malvados hay
que hacen el mal por necesidad, por temperamento, porque aman el mal;
experimentan en sí mimos la horrorosa necesidad de hacer sufrir a sus
semejantes. Algunos hacen el mal por fanfarronería, otros por ambición, y
no retroceden ante nada para elevarse donde el orgullo les impulsa.
Sin embargo, la conciencia de los
malvados no carece de avisos, que les hacen temblar cuando están solos,
pues alejan de sí a los que viven en la rectitud; cuando el hombre
honrado se aproxima al malvado, este recibe una conmoción fluídica, un
efluvio nocivo que frecuentemente le repele.
La muerte, la transformación del cuerpo que pone al alma en libertad, ¿produce algún cambio en estos espíritus perversos?
Al dejar la vida terrestre, el malvado
cae en una especie de pesadilla horrible, en la cual vuelve a ver sin
cesar las malas acciones de su vida, ve a sus víctimas leer en su alma y
lanzarle al rostro todas sus vilezas. Tiene miedo, quisiera sepultar su
vida, es decir, quisiera que la vida no existiese tampoco.
No puede ocultarse, viéndose precisado a
soportar la vindicta de los que él hizo padecer. Pero, ¡no creáis que el
ser elevado, víctima del malo, es el que se encarniza en su
persecución, no! Él no piensa mas que en perdonar y favorecer la
reedificación del descarriado. El malo encuentra el castigo de sus
faltas, no exteriormente por demonios armados de horquillas que vienen a
mostrarle las llamas de un boquerón anchuroso, en una palabra: el
infierno, no. El malo sufre en sí mismo.
Cada mala acción cometida lleva
consigo como una llaga dolorosa para el porvenir; es la huella indeleble
de un fluído de la fuerza vital que ha servido para ejecutar el acto
criminoso. El que ha hecho mal a su hermano ve siempre ante sus ojos el
fantasma acusador del perseguido. En tal estado el malo no comprende mas
que una cosa: que vive y que sufre.
A veces, atraídos por determinadas
influencias, estos extraviados llegan a comunicarse, se reconocen; pero
puede suceder también que sus malos instintos tomen vuelo. Esfuérzanse
entonces por arrastrar a los terrenales y convertirles en instrumentos
suyos. Pero no pueden vivir mucho tiempo la vida de los encarnados y
vuelven a caer en sus recuerdos obsesantes. Para que vean la luz, hay
que esperar a los remordimientos. Aunque los malvados no perciban los
fluidos de amor cernerse sobre sus cabezas procurando atraerles, tales
fluidos no dejan de existir. El arrepentimiento les devuelve la calma y
les da una visión mas clara de cuanto les rodea y la comprensión de una
dicha posible para ellos.
D…. Y.
¡Los malvados! Todos hemos sido lo que ellos son: atrasados, ignorantes
del bien. El espíritu ignorante del bien obra el mal hasta que, más
desarrollado, pueda comprender el daño que se hace a sí mismo y que hace
a los demás, hasta que puede tener la percepción de la hermosura del
bien.
Entonces comienza a luchar seriamente y a
fuerza de luchas -no digo a fuerza de victorias logradas sin arrojo-
llega ser tan bueno como perverso había sido.
L. de V…
TOMADO DE: http://grupoespiritaisladelapalma.wordpress.com/2014/04/25/mediumnica-i-los-malvados/
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