EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



lunes, 19 de septiembre de 2011

TESTIMONIO EL REGRESO DE NUESTROS ANIMALES DE COMPAÑÍA LE JOURNAL SPIRITE N° 85 JUILLET 2011


A lo largo de nuestra vida, y a veces desde
nuestra infancia, algunos de nosotros hemos
estado acompañados por animales domésticos.
Por supuesto, como su tiempo de vida es más
corto que el nuestro, algunos nos dejan cuando
todavía somos niños o adolescentes. Pero como
por término medio el animal reencarna dos veces
más rápido que el hombre, es perfectamente
posible que el gato o el perro que perdimos en
otro tiempo, vuelva a nosotros encarnado, sin
que lo sepamos. Igual que los hombres, cuando
tiene conciencia de su más allá, el animal puede
ser conducido a reencarnar por elección, cerca
de sus dueños de antaño. Qué más natural para
él que regresar cerca de aquel que de niño,
adolescente o adulto, lo quiso y lo mimó. Al no
conocer la turbación al desencarnar, el animal
podrá entonces regresar por afinidad al entorno
de aquel a quien ha querido. Es de este acercamiento
amoroso del que quisiera dar testimonio
aquí, contándoles dos pequeñas historias que mi
madre, Ségolène, vivió con dos de sus animales.

El gato Penélope
Cuando yo era niña, mi madre que amaba mucho a
los animales, había acogido en nuestra familia a una
gata negra que habíamos llamado “Penélope”. En lo
que a gatas se refiere, esta era en realidad un macho,
y a pesar del tardío descubrimiento de la identidad
sexual de nuestro animal, no le cambiamos el nombre.
Entonces lo llamábamos “Pené” para no ofenderlo…
Era un gato negro que vivía principalmente afuera
y que sólo regresaba a la hora de las comidas. Y
luego, un día, no volvió. Lo buscamos durante varios
días, pero sin éxito. Sabíamos de una anciana muy
seria que practicaba la videncia y que se nos había
dicho, tenía muy buenos resultados en la búsqueda
de personas o de animales. Entonces le pedimos
por correo que localizara a nuestro gato, y adjuntamos
una foto. Poco tiempo después, recibimos
una respuesta en la que la dama nos indicaba que,
para ella, el animal había sido maltratado y que había
sucumbido a sus heridas. No habíamos encontrado el
cuerpo de nuestro gato, pero su no regreso nos hizo
creer en las palabras de la vidente. Una noche, poco
tiempo después, mi madre tuvo un sueño curioso
en el que un espíritu le indicaba que encontraría
un gato y que debía recogerlo porque ese gato no
estaría en su camino por azar. De hecho, no sería
otro que la reencarnación de su gato Penélope. Intrigada
por aquel sueño, nos lo contó. El año siguiente,
estábamos de vacaciones con algunos miembros
de la familia en los Alpes, y más precisamente en
Chamonix. Un día soleado decidimos dar una vuelta
por los alrededores. De pronto, en nuestro camino,
nos cruzamos con un gatito negro que pareció salir
de la nada y que, a juzgar por su corta edad, sin duda
debía estar perdido. En cuanto nos vio, se acercó
maullando y no nos dejó más. Por supuesto, recordando
el sueño de mi madre, nos vino a la mente una
pregunta. ¿Se trataba del gato en cuestión de aquel
sueño? ¿El sueño se convertía en realidad? Todos
quedamos convencidos de ello. Retomamos nuestro
camino, por supuesto con el gato debajo del brazo.
Fue bautizado “Jenofonte” y vivió toda su vida de
gato en nuestro hogar. Para esta época ya algunos de
nosotros éramos miembros del Círculo Allan Kardec.
Un día, con ocasión de una sesión de oui-ja, mi madre
fue invitada a hacer preguntas al espíritu que se
dirigía a ella. Preguntó: “¿El animal que encontré en
Chamonix, es la reencarnación de mi anterior gato?”
La respuesta fue la siguiente: “En efecto, como se
indicó en tu sueño, el animal que debías encontrar
es el animal que perdiste. Entonces la respuesta es
sí”. Acabábamos de recibir la confirmación de lo que
pensábamos. El azar no tuvo nada que ver, el animal
que estaba en nuestro camino debía encontrarnos, lo
cual fue indicado en el sueño.
La perra Prisca
La segunda historia se refiere una perrita. Afiliadas
para ese entonces a la SPA (*) de Nancy, habíamos
adoptado una pequeña bastarda toda rizada a la que
llamamos “Prisca”. Era una hembrita muy cariñosa
pero que tenía una malformación y fue sin duda por
esa razón que había sido abandonada por sus antiguos
dueños. Especialmente, no sabía comer sola, se
ahogaba con cada toma de alimento y la mayor parte
del tiempo debíamos alimentarla con una cucharita.
Igualmente tenía una forma muy particular de acostarse,
cruzaba las dos patas traseras, una sobre la
otra. Lo que nos hacía reír mucho a todos. Vivió con
nosotros unos doce años, luego, un día nos dejó. La
pérdida de un animal de compañía, cualquiera que
sea, causa generalmente mucha tristeza y la ausencia
de esta perra a la que todos queríamos, generó un
gran vacío. Entristecida, quizás más que los otros,
mi madre decidió adoptar otro perro. No para reemplazar
a la que acababa de perder, pero exagerada
en sus convicciones reencarnacionistas, pensaba que
ella podía regresar, si ese fuera también el deseo del
animal. Y ese fue el caso. Algunos meses después
de la partida de “Prisca”, Ségolène quiso volver a
adoptar otro perro en la SPA. Una tarde, se fue hasta
allá y volvió a casa en la misma tarde acompañada
por un joven pastor alemán al que llamamos “Sam”.
Desde los primeros días todos quedamos desconcertados
por su comportamiento. Cuando se acostaba,
cruzaba sus patas traseras como lo hacía nuestra
perrita “Prisca”. Lo que más nos impresionó, es que,
como ella, parecía tener dificultad para comer. Le
costaba trabajo deglutir y parecía ahogarse con cada
bocado que tomaba. Nos llamaban la atención esas
similitudes y para estar seguros, tomamos una cucharita
para darle de comer, como lo hacíamos con Prisca.
Y entonces, para nuestro asombro, el perro tomó el
alimento de la cucharita sin trabajo. Para nosotros,
no había duda posible, este pastor alemán sólo podía
ser la reencarnación de nuestra Prisca. Otros detalles
sobre su comportamiento nos probaron el parecido
evidente que existía entre los dos perros y eso,
a pesar de sus diferencias físicas, pues uno era una
perrita bastarda de pelo largo negro y el otro un gran
perro pastor alemán. Y luego, como en el primer caso,
mi madre tuvo oportunidad de preguntar, en sesión
espírita, si el animal recogido era igualmente aquel
otro perro perdido meses antes. La respuesta del
espíritu fue afirmativa y confirmó la vuelta de Prisca
en Sam.
(*) Sociedad Protectora de Animales. (N. del T.)
La muerte física separa provisionalmente a los que se
quieren, ya sea que se trate de seres humanos o de
animales, pero tarde o temprano todos se encuentran
en el más allá o en la encarnación. En los dos ejemplos
citados, el animal tuvo la posibilidad de volver con sus
antiguos dueños, pues tal era su elección y su deseo.
Pero este encuentro, estos reencuentros pueden
darse también en otra vida, en otra encarnación. Con
esto quiero decir que en otras vidas podemos encontrar
a los animales que hemos querido y amado antes.
Los animales también, siguen su camino evolutivo.
Reencarnan entonces como nosotros y lo hacen,
también como nosotros, la mayoría de las veces, al
lado de los que han amado. Hoy Ségolène está en el
más allá, rodeada de algunos de sus animales de ayer.
Su inmenso amor por los irracionales hace que desde
su cielo, los acoja y los cuide dentro del acompañamiento
del mundo animal que se perpetúa en el otro
mundo.
Y si un día, para ustedes también, un animal cruza
su camino, háganse la pregunta: “¿Es el azar?” Quizás
sea un animal que han conocido y amado antes y que
simplemente les acaba de encontrar…

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