LA REENCARNACIÓN Y SUS CIRCUNSTANCIAS
Por: Oscar M. García Rodríguez
INTRODUCCIÓN
Antes de adentrarnos en los pormenores
del tema objeto del presente artículo, la REENCARNACIÓN, ha de tenerse
en cuenta que junto a su enorme complejidad, el mismo no es accesible
aún para la mayoría de los seres humanos
a una experiencia directa de manera consciente, aunque tenemos la
certidumbre de que en algún profundo repliegue de nuestra memoria
espiritual están grabadas todas las vivencias previas a nuestra aparición en la vida física, todo ello multiplicado por tantas veces como habremos reencarnado a lo largo de nuestro camino evolutivo.
Siguiendo las huellas de Kardec, he usado
en esta ocasión el método que me ha parecido más adecuado para llegar a
una serie de conclusiones lo más aproximadas posibles a la realidad.
Este método es el de la concordancia, mediante el estudio
comparativo de un buen número de fuentes que se ocupan del asunto,
especialmente aquellas que nos parecen más serias, realizando una
síntesis de los elementos en que todas ellas coinciden y que, por lo
mismo, parecen presentar mayor certidumbre.
Dado que el tema de la Reencarnación presenta muchas facetas y que cualquiera de ellas se relaciona con las demás, aparte de que puede ser abordado desde diferentes perspectivas,
resulta difícil ocuparse de una sin internarse inevitablemente en las
otras. A pesar de ello, una vez presentado el tema en sus marcos
generales, he procurado centrarme lo más posible en el proceso reencarnatorio y sus circunstancias.
¿POR QUÉ REENCARNAMOS?
Dice Yogi Ramacharaka en su obra “La Vida después de la Muerte” (1): “El Deseo es la fuerza motora del Karma y por medio de Karma del Renacimiento”. (2)
A lo que añade: “A muchos les parece
que el Renacimiento en la Tierra es algo a que está forzada el alma aún
contra su deseo. Precisamente sucede todo lo contrario, esto es, que el
alma renace en la Tierra por medio de la vida senciente. Nadie renace en
la Tierra contra su voluntad, sino porque quiso y deseó renacer”.
Más adelante aclara aún más este asunto y dice:
“No
precisamente han de ser estos deseos de índole siniestra, ni han de
tener carácter concupiscente…, pueden ser anhelos nobles, levantadas
aspiraciones, aunque entrañen el principio emocional del deseo. Tanto
los deseos nobles como los viles son las
semillas de la acción y el impulso hacia la acción es la característica
que distingue al deseo. Siempre el objeto del deseo es tener, hacer o
ser algo”.
“(…) Muchas almas inegoístas renacen
impulsadas por el deseo insistente de ser útiles a la humanidad, de
realizar alguna magna obra en beneficio del mundo o cumplir algún deber
inspirado por el amor. Pero nobles o viles, si estos deseos están
relacionados con las cosas e intereses de la Tierra, son propulsores del
Renacimiento”.
El pensador y autor espiritualista italiano Pietro Ubaldi, en su obra “Expresiones de la Ley de Evolución” (3), comenta: “Hay
equilibrios de fuerzas que determinan el tiempo, la raza, los padres,
la familia… en que el individuo debe nacer… Todo obedece a la naturaleza
del biotipo espiritual”.
Poco después, continuando con la misma reflexión, señala: “Hay
sendas invisibles, de naturaleza dinámica y psíquica, que guían el
camino de las almas hacia determinados puntos, con preferencia a otros.
Lo que les impele a seguir esa senda es, como en la vida, el instinto,
el Deseo”.
De “Trascendencia del karma”, una
de tantas obras que se han dedicado a la extensa enseñanza dejada por el
gran vidente norteamericano Edgard Cayce – quien realizó más de 14.000
interpretaciones y diagnósticos en estado de trance – seleccionada y
comentada por su discípula Mary Ann Woodward, extraemos el siguiente
comentario (4): “Resulta difícil determinar cuál es la razón para
que un alma encarne en un determinado momento. Las interpretaciones
dieron casos en los que transcurrió un prolongado lapso, y otros en los
que hubo un regreso muy rápido a la vida terrestre. No hay duda que el
deseo de la misma entidad es un factor preponderante”.
Por su parte Max Heindel en “Concepto Rosacruz del Cosmos”, refiere lo siguiente: (5)”¿Por
qué debemos renacer? ¿Por qué debemos volver a esta existencia
terrestre limitada y miserable? ¿Por qué no podemos adquirir experiencia
en esos reinos superiores sin necesidad de venir a la Tierra?”.
“Tales quejas – continúa – están
basadas en malentendidos de varias clases. En primer término debemos
comprender y grabar profundamente en nuestra memoria que el propósito de
la vida no es la felicidad sino la experiencia. La tristeza y el dolor
son nuestros maestros más benévolos, mientras que las alegrías de la
vida no son sino cosas fugaces. Esto parece una doctrina muy dura…, sin
embargo así es, y si la examinamos, comprenderemos que no hay tal
dureza…”.
“La experiencia – prosigue – es
‘el conocimiento de las causas que producen los actos. Este es el
objetivo de la Vida, junto con el desarrollo de la voluntad, que es la
fuerza con que aplicamos el resultado de la experiencia”.
En un párrafo posterior aporta más argumentos en este mismo sentido y comenta: “La
experiencia debe adquirirse, pero podemos elegir entre adquirirla por
el escabroso y duro camino de la experiencia personal o por la
observación de los actos ajenos razonados y reflexionando sobre ellos,
guiados por la luz de cualquier experiencia que hayamos tenido”.
“La elección – añade –
es nuestra, pero en tanto no aprendamos todo lo que hay que
aprender en este mundo, debemos volver a él. No podemos permanecer en
los mundos superiores y aprender allí hasta que hayamos dominado las
lecciones de la vida terrestre. Eso sería tan sensible como enviar a un
niño al kinder un día y a la universidad al siguiente. El niño debe
volver al kinder un día tras otro y pasar años enteros antes de que el
estudio haya desarrollado en él la capacidad suficiente para que pueda
comprender las enseñanzas que se dan en la universidad”.
“El hombre también está en la
escuela, la escuela de la experiencia… Debe volver muchas veces antes de
que pueda esperar dominar todo el conocimiento del mundo de los
sentidos… Por eso la Naturaleza decreta que el hombre debe volver a la
Tierra, después de intervalos de reposo, para proseguir su trabajo donde
los dejó, de igual manera que un niño sigue su estudio en la escuela
cada día, después del intervalo de una noche de sueño”.
“No es argumento contra esta teoría
el decir que el hombre no recuerda sus vidas anteriores. Todas las
facultades que poseemos demuestran que las hemos adquirido en alguna
parte. Y, además, si no hubiera vuelta a la Tierra ¿qué utilidad tendrá
la Vida? ¿Por qué luchar por nada? ¿Por qué una vida de felicidad en un
cielo eterno debería ser la recompensa de una buena vida? ¿Qué beneficio
podría producir una buena vida en un cielo donde todo el mundo es ya
feliz?. Seguramente en un lugar donde todo el mundo es feliz y está
contento, no hay necesidad alguna de simpatía, de sacrificios ni de
buenos consejos. Nadie los precisaría. En la Tierra hay muchos que los
necesitan y esas cualidades humanitarias y altruistas son de la mayor
utilidad para la humanidad que lucha. Por lo tanto, la Gran Ley que
trabaja para el bien, hace que el hombre vuelva al mundo para beneficio
de sí mismo y de los demás, con sus tesoros adquiridos, en vez de
permitir que se estropeasen o desperdiciasen en el cielo, donde nadie
los necesita”.
Y para terminar esta selección de autores, veamos lo que sobre la misma cuestión nos dice el espíritu André Luiz en la obra “Misioneros de la Luz”, psicografiada por el conocido médium brasileño Francisco Cándido Xavier: (6) “(…)
Tenemos necesidad de la lucha que corrige, renueva, restaura y
perfecciona. La reencarnación es el medio y la educación divina el fin…,
por esto mismo, a la par de millones de semejantes nuestros que
evolucionan, existen millones que se reeducan en determinados sectores
del sentimiento, porque si poseen ya ciertos valores de la Vida, les
faltan otros no menos importantes”.
En los párrafos anteriores hemos recogido
algunos fragmentos de textos de autores procedentes de escuelas y
orientaciones diversas, en un intento de dar respuesta a una cuestión
previa clave a la hora de querer abordar el tema que nos hemos
propuesto:
¿Por qué reencarnamos? Vemos que en los extractos
recogidos hay dos ideas esenciales que se repiten, dos ideas que, ni
mucho menos, son contradictorias sino que se complementan. De una parte
están los argumentos y razones que evidencian el motivo o causa final
dadora de sentido al fenómeno de las vidas sucesivas, y de otra los
argumentos que se relacionan con las energías y fuerzas que vehiculan el
cumplimiento de ese objetivo, impregnado del mayor amor, inteligencia y
justicia.
PREPARATIVOS PARA LA REENCARNACIÓN
Antes de entrar directamente a describir
los pasos y detalles más importantes del proceso reencarnatorio, es
necesario establecer algunas puntualizaciones básicas para comprenderlo,
situándolo en el marco de referencias adecuado.
No hay una reencarnación que sea
exactamente igual a otra; Cada reencarnación está condicionada por una
serie de circunstancias o variables, distintos para cada ser espiritual.
Así nos lo señala André Luiz en la obra ya mencionada (7): “Los
procesos de reencarnación, tanto como los de la muerte difieren hasta
el infinito, no existiendo, según creemos, dos absolutamente iguales”.
Y de “Evolución en dos Mundos”, obra de la misma autoría espiritual y recibida por el mismo médium, extraemos lo siguiente (8):
“Preguntarse, razonablemente, si
existe una técnica invariable en el servicio reencarnatorio, sería lo
mismo que preguntarse si la muerte es la Tierra es única en sus procesos
para todas las criaturas”.
Vamos seguidamente a señalar y comentar
esas condiciones variables que determinan diferencias más o menos
susbtantivas en el proceso reencarnatorio de los espíritus:
a) El Nivel evolutivo del Espíritu
reencarnante. Si bien cada ser espiritual se halla en un punto
particular de la escala evolutiva, desde una perspectiva global podemos,
según su desarrollo, clasificarlos en: 1) Espíritus Inferiores; 2) Espíritus Medios, y 3) Espíritus Superiores.
Por inferiores entenderemos a los
espíritus que se encuentran en las primeras etapas de la senda humana,
caracterizados por tener un comportamiento que responde, prácticamente, a
pautas instintivas y una inteligencia primitiva.
Espíritus medios serían aquellos
que habiendo experimentado un número indeterminado de veces el paso por
la vida física, han despertado en su ser algunas cualidades de su
potencial espiritual, permaneciendo otras dormidas aún; este nivel
presenta un amplio abanico de situaciones evolutivas, en el que puede
incluirse la inmensa mayoría de seres que componen nuestra actual
humanidad.
Por último, los espíritus superiores
serían aquellos que habiendo experimentado todas las vicisitudes de la
vida física y dominado todas sus lecciones, no tienen necesidad de
renacer nuevamente en el plano físico, estando desligados del ciclo de
los renacimientos o de la “Rueda del Samsara”, como dicen en las
creencias hinduístas. Las reencarnaciones de espíritus de este grado
evolutivo obedecen únicamente a superiores motivaciones de ayuda a la
humanidad.
Evolutivamente
hablando conocimiento es poder, y el poder unido al amor proporciona
libertad, o lo que es lo mismo, capacidad de elección. Esto, aplicado al
fenómeno del renacimiento implica, en palabras de André Luiz, que:
“(…) Al elevarse el alma en
cultura y en conocimientos y, consecuentemente, en responsabilidad, el
proceso reencarnatorio individual es más complejo, alejándose, como es
lógico, de la expresión general”. (9)
Y además que:
“(…) Aunque entidades se hallen aún
en débito, si han desarrollado valores de buena voluntad, perseverancia y
sinceridad, esto les confiere el derecho a influir de cierta manera
sobre los factores de su nacimiento, escapando, en cierto modo, del
patrón general”. (10)
Alrededor de esta misma cuestión Pietro Ubaldi, en la obra de su autoría citada con anterioridad, expresa:
“Para la gran mayoría ignorante, todo esto – el proceso reencarnatorio – sucede
por instinto, por obediencia mecánica a las leyes de la
atracción-repulsión…, para los seres más evolucionados la elección es
libre, consciente, ejecutada en función de realizaciones complejas, en
función de la organización del Universo y del progreso de la humanidad,
como actividad voluntaria para la ejecución de determinadas obras y de
destinos especiales. Pero esto para nosotros constituye la excepción”. (11)
Y más adelante subraya:
“La capacidad de elección está en
proporción al desarrollo de la conciencia, cualidad que el biotipo
humano común está lejos de haber adquirido”. (12)
En suma: en la medida en que un Ser se convierte en Armonía Viviente, las Leyes que rigen esa Armonía se ponen a su servicio.
b) El Destino o “karma”. Nuestras buenas o
malas cualidades son el resultado de nuestras propias acciones. Las
andanzas del ser espiritual en sus incursiones por el escenario de la
vida física, generan multitud de efectos cuya índole, armoniosa o
destructiva, depende del ajuste de sus actos a las Leyes de la Vida.
Estas Leyes inducen a que todo desequilibrio haya de ser necesariamente
reajustado, y a que todo acto sintonizado con ellas se traduzca en
armonía, fuerza, alegría y poder. Tal multiplicidad de fuerzas
desencadenadas en el ejercicio del Libre Albedrío, determinan el sentido
del la vida del Ser, con sus logros, deficiencias y necesidades, con
sus débitos y sus méritos, conformando el mapa de su Destino a través de
la Ley de Causalidad. Y este mapa-destino influye decisivamente en el
proceso reencarnatorio del espíritu.
Así nos lo señala Max Heindel:
“(…) La Ley del renacimiento… no es
una ley ciega, está sujeta a frecuentes modificaciones determinadas por
los Señores del Destino”. (13)
Se dice muchas veces – siendo una verdad
incontestable – que somos libres para sembrar, pero que una vez
realizada la siembra, la cosecha es obligatoria. Los hechos de nuestra
Vida son la siembra; nuestro Karma la cosecha.
c) El Tipo de Unión Sexual. No hace falta
pensar mucho para darse cuenta de que el Sexo, la función sexual, ha
sido posiblemente nuestra capacidad físico-psíquico-espiritual más
incomprendida y desvirtuada, y en gran parte lo continúa siendo. Sin
embargo, la naturaleza de la unión sexual, que posibilita la
reencarnación, influye en el proceso reencarnatorio.
“El
sexo ha sido muy vilipendiado por la mayoría de los hombres
reencarnados en la Tierra… Basta decir que la unión sexual, entre la
mayoría de los hombres y mujeres terrestres, se aproxima demasiado a las
manifestaciones de esa naturaleza entre los irracionales”.
Posteriormente, amplía lo dicho anteriormente y añade:
“No obstante, entre las criaturas que
se encaminan hacia las cimas de la elevación, la unión sexual es muy
diferente. Representa la permuta sublime de las energías espirituales…”. (15)
Hablando de la ubicación de la función
sexual cuando está orientada hacia un sentido superior, nos sigue
diciendo el instructor espiritual que informa a André Luiz:
“Es necesario transferir la
concepción del sexo, absteniéndonos de situarlo solamente en
determinados órganos del cuerpo provisional de las criaturas. Veamos el
sexo como cualidad positiva o pasiva, emisora o receptora del alma… Toda
manifestación del sexo evoluciona con el Ser”. (16)
Entonces podemos resumir diciendo que el
sexo no es sólo físico, sino que es una cualidad o facultad espiritual
que tiene manifestaciones en el plano material.
Acto seguido, el orientador espiritual, refiriéndose a esta cuestión, sentencia categóricamente:
“El espíritu que odia o que se coloca en posición negativa ante la Ley…, no puede crear vida superior en parte alguna”. (17).
Por último, sitúa a la función sexual en su trascendente destino cuando explica:
“Substituyamos las palabras ‘unión
sexual’ por las de ‘unión de cualidades’ y observaremos que toda vida
universal se basa en este divino fenómeno, cuya causa reside en el
propio Dios…”. (18)
PAPEL DE LA HERENCIA GENÉTICA
Llegados a este punto resulta inevitable
formularnos una pregunta: ¿Hasta dónde llega el papel representado por
la herencia genética en el proceso reencarnatorio? ¿Resultará tan
absoluto como la ciencia materialista asume, o estará sujeto a
modificaciones?
Esta misma pregunta se la hace el espíritu André Luiz, la cual le es respondida por su instructor de la siguiente manera:
“… Estamos ante un fenómeno físico
natural. El organismo de los engendrados, en su expresión más densa,
proviene del cuerpo de los padres, que les sustentan la vida y crean sus
características con su propia sangre; pero en semejante imperativo de
las leyes divinas para el servicio de la reproducción de las formas, no
debemos ver la subversión de los principios de la libertad espiritual…
Por eso mismo la criatura terrena hereda tendencias y no cualidades…”. (19)
“Si el espíritu reencarnado estima
las tendencias inferiores, las desenvolverá al encontrarlas dentro del
nuevo cuadro de la experiencia humana, perdiendo un tiempo precioso…,
pero si el alma que regresa al mundo permanece dispuesta al servicio de
autoelevación, se sobrepondrá a cualquier exigencia innoble del cuerpo o
del ambiente, triunfando sobre las condiciones adversas… En sana
conciencia, por tanto, nadie se puede crear de fuerzas destructoras o de
circunstancias asfixiantes, refiriéndose al círculo en que renació.
Habrá siempre, dentro de nosotros, la luz de la libertad íntima
indicándonos la ascensión”. (20)
La misma entidad espiritual se expresa de este modo en “Evolución en dos Mundos”:
“Los espíritus categóricamente
inferiores… entran en simbiosis fluídica con las organizaciones
femeninas a que se apegan…, siendo ineludiblemente atraídos al vaso
uterino, en circunstancias adecuadas para la reencarnación que les toca,
en moldes enteramente dependientes de la hereditariedad…”. (21)
En “Expresiones de la Ley de Evolución”,
Pietro Ubaldi, comentando la semejanza entre los millones de
probabilidades de combinaciones genéticas que se presentan en el momento
de la fecundación – en ese momento puede haber entre 200 y 500 millones
de espermatozoides – con lo que ocurre en la esfera de la física
subatómica – expresiones de una misma Ley quizás – señala:
“(…) Nos hallamos delante de un
sistema de probabilidades, que nos recuerda el que dirige el mundo de la
moderna física estadística y cuántica…”. (22)
De lo que deduce:
“Esto significa, para cada tipo de
individualidad espiritual, la posibilidad de hallar, a su disposición,
un número enorme de combinaciones y de poder escoger cualquiera sea su
género, la combinación semejante a él, con la cual puede establecer
aquella sintonización por afinidad, que es necesaria para que el
espíritu pueda formar su expresión corpórea en un tipo dado de
estructura orgánica. Si la ley biológica es determinista en sus grandes
líneas, es a pesar de ello tan vasta, que engloba, dejando al mismo
tiempo libres, los movimientos de las unidades componentes”. (23)
A todo lo anterior añade:
“Es el principio de afinidad el que
regula lo que las combinaciones de los genes no son suficientes para
regular…, ellos representan apenas el vehículo de los caracteres ya
preexistentes de la personalidad, que es la que elige aquellos
determinados genes como su medio de expresión… Nuestra tesis (es que) la
elección de los genes (es) hecha por el principio espiritual por
afinidad y que ellos no son la causa, sino un vehículo apenas de los
caracteres de la personalidad… Entonces – anota – la relación
entre el yo y los genes sería análoga a la que existe entre el ‘yo’ y el
ambiente, es decir, la combinación genética ayudaría al ‘yo’ a
determinar los propios caracteres, pero no sería la determinante
exclusiva de la personalidad del individuo”. (24)
Para terminar de ilustrar este punto, de “Concepto Rosacruz del Cosmos”, de Max Heindel, recogemos lo que sigue:
“(…) La herencia, en primer
término, sólo es positiva en cuanto al material del cuerpo denso, y no
con respecto a las cualidades anímicas, que son individuales por
completo…”. (25)
A esta herencia y a los materiales
proporcionados por sus padres, que son con los que el espíritu que va a
renacer cuenta, incorpora la “quintaesencia de sus cualidades físicas pasadas”. (26)
Si bien podemos incluir aquí muchas otras
opiniones y argumentos, creemos que los ofrecidos son suficientemente
claros para situar el papel de la herencia genética en el contexto que
le corresponde, delineando sus dominios y límites.
Las ciencias biológica y psicológica describen y distinguen en el ser humano los denominados GENOTIPO, es decir, la totalidad de la dotación hereditaria del individuo, y FENOTIPO, o lo que es lo mismo, la
suma de las características formales de un organismo determinadas por
diferentes influencias medioambientales y otras no bien definidas
todavía. A las cualidades fenotípicas reconocidas por la Ciencia
materialista, podrían sumarse aquellas que la Ciencia trascendente
señala como provenientes de la herencia espiritual, tal como señala el
destacado investigador brasileño Hernani Guimaraes Andrade en su
fundamental obra “Espíritu, Periespíritu y Alma”. (27)
Todos los extractos incluidos en este apartado, se reafirman en dos ideas básicas:
1ª) Que la herencia genética impone su
ley en el área de lo material, es decir, del cuerpo físico, pero no en
la de lo anímico-espiritual, resultado del trabajo evolutivo del Ser en
anteriores existencias.
2ª) Que en paralelo al aumento del grado
de evolución del ser espiritual reencarnante, éste adquiere más
capacidad para ejecutar modificaciones en el programa genético que le
proporcionan sus progenitores.
Y estos dos principios se conjugan sin contradicción.
Resulta oportuno traer aquí un principio espiritual que puede muy bien ser expresado así: “Cuando
se observe en la Naturaleza la aparente subversión de una Ley conocida,
ello indica la manifestación de una Ley de ámbito superior.”
PROCESO REENCARNATORIO
Una vez hemos hecho mención a las más
importantes circunstancias que rodean y condicionan el proceso
reencarnatorio de un espíritu, vamos a describir, en líneas generales,
las fases y detalles más significativos de este proceso. Para ello
seguiremos el caso de Segismundo, espíritu que va a reencarnar, cuyo
relato completo viene descrito en la ya tantas veces citada obra de la
autoría espiritual de André Luiz, “Misioneros de la Luz”. Este
caso representa un MODELO GENERAL dentro del nivel evolutivo en el que
la mayoría de la humanidad actual se encuentra. Tiene la particularidad
de la existencia de “deudas” de vidas pasadas entre el espíritu
reencarnante y su futuro padre.
Pero antes de desglosar las etapas que el
proceso reencarnatorio ofrece, se ha de dejar anotado lo siguiente: no
solamente el ser espiritual que ha comenzado a despertar sus cualidades
adquiere capacidad para influir en su reencarnación, sino que si sus
motivaciones son elevadas y su plan de vida lo precisa, entidades
espirituales amigas e instructoras que se ocupan de esas tareas, ayudan
en los diferentes pasos que les llevarán a manifestarse en el plano
físico.
Veamos ahora cuáles son esas etapas:
1ª Fase.- Impulsado por fuerzas que nacen
en su intimidad, el espíritu “siente” la necesidad de reencarnar.
Comienza entonces una aproximación espiritual con los que deben ser sus
futuros padres, al tiempo que va estableciéndose con ellos una ligazón
fluídica-energética. En el caso que nos sirve de guía, tal circunstancia
presentó problemas porque espontáneamente salieron a la luz los
antiguos antagonismos con el futuro padre, antagonismos que hubieron de
vencerse mediante la persuasión y la ayuda de entidades superiores.
2ª Fase.- Consecuente a este
acercamiento, el cuerpo espiritual de la entidad reencarnante comienza a
desprenderse de ciertos elementos propios del plano en que se encuentra
y que le unen a él, de los que debe deshacerse para recobrar la
plasticidad natural propia de ese cuerpo espiritual o periespíritu,
en la terminología espiritista. Todos estos procesos, en este caso
modelo, cuentan con la ayuda de asistentes espirituales expertos en esas
labores. La eliminación de esos elementos conlleva una paulatina
pérdida de lucidez del espíritu en el plano en que se encuentra, algo
semejante a lo que ocurre con la desencarnación física, proceso con el
que la reencarnación presenta numerosas analogías. No en balde, la
muerte es al plano espiritual, lo que el nacimiento es al plano físico.
3ª Fase.- El espíritu reencarnante
“mentaliza” intensamente la forma preinfantil y, secundado por la acción
magnética de los asistentes espirituales, se opera la reducción de su cuerpo espiritual, el cual adquiere una conformación semejante a la mentalizada.
4ª Fase.- Se produce la ligazón de la
forma periespiritual reducida del reencarnante con el cuerpo espiritual
de la futura madre, “como una flor se une a su tallo”, según palabras
textuales de André Luiz.
5ª Fase.- Tras la unión sexual de los
futuros padres, los mentores espirituales identifican al espermatozoide
más adecuado, según su estructura cromosómica, para el plan evolutivo de
la entidad que está reencarnando, magnetizándolo para que sea él, y no
otro, el que finalmente se una al óvulo y opere la fecundación.
6ª Fase.- Se ajusta la forma periespiritual reducida del reencarnante a la célula-huevo formada tras la fecundación.
7ª Fase.- Bajo la influencia del cuerpo
espiritual del reencarnante, que lleva en sí el Modelo Organizador
Biológico o MOB (28), comienza el proceso de ontogénesis (29) que recapitula la filogénesis (30), desarrollándose la gestación.
8ª Fase.- Nacimiento del Ser. Este
momento tiene algunas notables particularidades, ya que en el caso de la
especie humana se aparta de lo que sucede con otras especies animales,
incluidas aquellas que la Ciencia considera más cercanas a nosotros como
los primates. Si, por ejemplo, comparamos el grado de desarrollo del
cerebro de los humanos en el momento del nacimiento, con otros animales,
vemos que entre los hombres los recién nacidos sólo disponen del 23% de
su futura masa encefálica; en los chimpancés la proporción es del 40%;
entre los macacos es del 65%, y entre los terneros es prácticamente el
100%.
Si la comparación se realiza entre el
tamaño corporal y la esperanza de vida, se hace evidente que los bebés
humanos nacen demasiado pronto, y si se mantuviese la proporción, en vez
de 9 meses o 9 meses y medio, el período de gestación entre los humanos
debería ser de 18 a 21 meses. Todo esto quiere decir que, desde el
punto de vista biológico, cuando un niño o niña nacen aún son,
prácticamente, embriones. ¿A qué se debe esto? Al tamaño excesivamente
grande del cerebro; por eso nacemos “demasiado pronto”, ya que más tarde
no podríamos nacer.
9ª Fase.- Activación progresiva de las
facultades latentes del ser, la cual se opera – según muchos estudiosos –
en ciclos de 7 años, hasta alcanzar la plena madurez.
Todas las anteriores fases pueden agruparse en tres grandes períodos:
1º) El PREFETAL, cuya palabra clave sería Planificación;
2º) El FETAL, cuyas palabras claves serían Estructuración Biológica.
3º) El POSTFETAL, cuyas palabras claves serían Finalización del Desarrollo Biológico y Activación de Facultades.
NOTAS
1) Cap. XIX: Renacimiento.
2) Si bien en el Espiritismo disponemos
de la expresión “Ley de Causalidad”, en el presente trabajo aparecerá
con frecuencia el término oriental “karma”, que equivale al mismo
concepto, cuyo extendido uso ha venido imponiéndose en el lenguaje.
3) Cap. XIII.
4) Apéndice: Filosofía de la Reencarnación.
5) Cap. III: El Hombre y el Método de Evolución.
6) Cap. XII: Preparación de Experiencias.
7) Cap. XIII: Reencarnación.
8) Cap. XIX: Alma y Reencarnación, apartado titulado Particularidades de la Reencarnación.
9) “Misioneros de la Luz”. Cap. XII: Preparación de Experiencias.
10) “Misioneros de la Luz”. Cap. XII: Preparación de Experiencias.
11) “Expresiones de la Ley de Evolución”. Cap. XIII.
12) “Expresiones de la Ley de Evolución”. Cap. XIII.
13) “Concepto Rosacruz del Cosmos”.
Cap. IV: Renacimiento y Ley de Consecuencia. La expresión “Señores del
Destino” o también “Señores del Karma” designa a entidades espirituales
altamente evolucionadas, expertas en determinar las necesidades kármicas
de los seres reencarnantes.
14) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
15) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
16) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
17) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
18) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
19) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
20) “Misioneros de la Luz”. Cap. XIII: Reencarnación.
21) Cap. XIX: Alma y Reencarnación, apartado titulado Particularidades de la Reencarnación:
22) Cap. VII.
23) Cap. VII.
24) Cap. VII.
25) Cap. III. Apartado: Preparativos para el Renacimiento.
26) Cap. III. Apartado: Preparativos para el Renacimiento.
27) Editorial Pensamento. Sao Paulo (Brasil), 1984.
28) El MOB (Modelo Organizador
Biológico) es como el ingeniero brasileño, investigador espírita de
primera línea, Hernani Guimaraes Andrade ha designado su teoría de un
Campo Estructurador de los Organismos Biológicos, que viene recogida en
su magnífico tratado “Espíritu, Periespíritu y Alma”, subtitulado Ensayo sobre el Modelo Organizador Biológico.
29) La Ontogénesis es todo el proceso del desarrollo de un ser desde el momento de la concepción hasta la plena madurez.
30) La Filogénesis es la historia de la Vida sobre nuestro planeta.
BIBLIOGRAFÍA
- Andrea, Jorge. “Fuerzas sexuales del Alma”. Ed. Federación Espírita Brasileña. 3ª edición. Río de Janeiro, Brasil, 1988.
- Cándido Xavier, Francisco (por el espíritu André Luiz). “Misioneros de la Luz”. Ed. Kier, Buenos Aires (Argentina), 2ª edición, 1977.
- Cándido Xavier, Francisco. “Evolución en Dos Mundos” (por el espíritu André Luiz). Ed. Federación Espírita Brasileña. 11ª edición. Río de Janeiro, Brasil, 1989.
- Cayce, Edgard. “Trascendencia del Karma”. Editorial Dédalo, Buenos Aires (Argentina), 1976.
- Dorsch, Friedrich. “Diccionario de Psicología”. Editorial Herder. 5º edición. Barcelona, 1985.
- Guimaraes Andrade, Hernani. “Espíritu, Periespíritu y Alma”.
- Haff, Günter. “La Nueva Historia de Adán y Eva”. Ed. Círculo de Lectores, Barcelona, 1979.
- Heindel, Max. “Concepto Rosacruz del Cosmos”. Luis Cárcamo editor. 1ª edición, Madrid, 1979.
- Ramacharaka, Yogi. “La Vida después de la Muerte”. Ed. Kier, 8ª edición. Buenos Aires (Argentina), 1975.
- Ubaldi, Pietro. “Expresiones de la Ley de Evolución”. Editorial Kier, colección NUM Problemas del Siglo (vol. 3). Buenos Aires (Argentina), 1972.
TOMADO DE: http://grupoespiritaisladelapalma.wordpress.com/2013/10/07/la-reencarnacion-y-sus-circunstancias/
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