EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



viernes, 22 de enero de 2016

Entrada nueva en Grupo Espírita de La Palma

UN CASO DE LOCURA CURADO POR CONVERSIÓN DEL ESPÍRITU OBSESOR

by idafe

UN CASO DE LOCURA CURADO POR CONVERSIÓN

DEL ESPÍRITU OBSESOR

Por: Dr. Humberto Torres

52ª Dr. Humberto Torres

Nada tan obscuro aún, como el capítulo interesante de las neurosis y de las psicosis. La medicina actual, todavía modelada por la concepción materialista del hombre, apenas ha progresado en este terreno, a pesar de los grandes perfeccionamientos en los medios de investigación. Nos hallamos, en neurología, como 50 años atrás, en el mismo sitio que la dejaron Charcot, Berheim y sus discípulos. Si en vez de buscar una lesión anatómica cerebral, la mayoría de las veces inexistente, se les acudiera pensar, a los neuro-patólogos, que siendo la locura una perturbación de la inteligencia, y siendo la inteligencia función del alma, en ésta, independientemente del cuerpo, puede encontrarse la causa de una vesania, a la vez que darían una prueba de buen sentido, les sería posible obtener un crecido número de éxitos en dolencia tan rebelde como la que nos ocupa.

Ya vendrá día en que tal ocurra, y bueno es consignar que recientemente se ha tratado con seriedad y documentación respetables, desde un punto de vista puramente médico (1), tema tan interesante. Queremos anticiparnos, aportando un caso personal, de entre muchos que poseemos, demostrativo de los grandes beneficios que con el tiempo ha de prestar el conocimiento del espiritismo a la medicina.

Se trata de un hombre sano, bien constituido, de buenas costumbres, propietario de tierras, de unos 35 años, residente en un pueblo de la provincia de Tarragona. Soltero, casó, a la edad antes mencionada, con una señorita de la provincia de Lérida, a la que conoció casualmente. Vivió el matrimonio completamente feliz durante sus primeros años, con dos hijos que completaron su dicha. A los cinco años, aproximadamente, de casados, el marido empezó a sufrir cambios de carácter inexplicables, pues ningún motivo familiar ni económico había para su constante irritación y excitabilidad. Volviose taciturno, agrio, agresivo, y en pocos meses su perturbación mental llegó a tal grado que, para su conveniencia y seguridad de la familia, especialmente de su esposa, a la que había aborrecido más que a nadie, hubo necesidad de recluirle en el manicomio de Nueva Belén, de Barcelona.

El enfermo seguía allí semanas y semanas sin mejora apreciable. Un día, con motivo de celebrar una reunión familiar espírita y pedir auxilio espiritual para el enfermo a sus protectores, uno de los médiums presentes se sintió bruscamente poseído de una agitación extrema, crispada la boca, apretados los puños en actitud amenazadora hacia nosotros. Estaba sulfurado, al ver que se comunicaba por el canal de dicho médium, porque le habíamos interrumpido en su trabajo de persecución del enfermo en cuestión, al que quería matar a toda costa, aun siendo pariente suyo, porque se había casado con una mujer hereje que no creía en la religión; pero siéndole imposible perseguir a la esposa, porque encontraba para ello dificultades inexplicables para él, se vengaba en el marido, más frágil, más dúctil a sus influencias, al que hacía responsable de haber llevado a aquella casa solariega tan católica, mujer tan enemiga de la religión como la esposa del enfermo, a la que, de este modo, hería y perjudicaba indirectamente. Nos dijo ser un sacerdote desencarnado años ha, tío del enfermo, que desde el espacio seguía velando por los fueros de su religión, y amenazando y chillando, hecho una fiera, nos prometió no parar hasta terminar su obra, o sea, matar al enfermo, al que tenía ya tan suyo que creía poderlo conseguir en poco tiempo.

Hicimos al desgraciado observar las reflexiones que son del caso, demostrándole que el mal no lo hacía al enfermo (a quien nada podía ocurrir más que lo que fuera justo) sino a sí mismo, que su alma cargaba con nuevas responsabilidades que habría de saldar en el día de mañana. A partir de aquel día empezó una lucha tenaz entre el espíritu obsesor y nosotros, llamándole con frecuencia, obligándole a meditar sobre su triste estado y haciéndole ver lo profundamente equivocado que andaba. Eran verdaderas luchas a brazo partido, las primeras de las cuales apenas dieron resultado alguno en el obsesor, que seguía fiero como nunca, ni en el enfermo de locura, que continuaba con sus exaltaciones y arrebatos intermitentes.

Por fin, gracias al auxilio de los guías del obsesor, que en algunas de las sesiones se incorporaron en otro médium e hicieron tales reflexiones al espíritu rebelde que llegaron a impresionarle visiblemente, pudimos atenuar su furia primero, hacerle dudar de sí mismo y de lo que hacía después y, en suma, provocar su arrepentimiento tan cordial y sentido, que, arrasado en lágrimas, arrodillose ante el médium de que se servía, pidió misericordia y perdón al Padre, en una escena enormemente dramática y conmovedora imposible de olvidar.

Pues bien, el enfermo en cuestión, recluido en Nueva Belén, siguió, en el estado de su enfermedad mental, un completo paralelismo con el estado moral del espíritu obsesor; arrebatado y plenamente loco, en el período de furia persecutoria; algo más tranquilo, al iniciarse un poco de calma en el alma de quien le perseguía, mejorando sensiblemente a medida que nuestras reflexiones hacían penetrar la luz en aquel pobre espíritu animado de malos instintos y, con notable curación completa del enfermo, súbita, inesperada, inexplicable para los médicos que asistían al internado en el manicomio, el mismo día y casi en la misma hora en que su desgraciado obsesor lloraba pidiendo perdón por el mal que en su extravío sectario había causado al enfermo, quien tras unos días de prudente observación, fue dado de alta por hallarse curado, restituyéndose al seno de su familia.

Tal es el caso, sumariamente expuesto, lleno de un gran interés médico y filosófico. Demuestra hasta qué grado pueden influir sobre nosotros los desencarnados, si no les oponemos las necesarias resistencias fluídicas; demuestra que el más allá es una continuación del más acá, a donde llevamos nuestro lastre, denso, fluido o etéreo, incluso con nuestros prejuicios más absurdos, que a primera vista parece habrían de desconocerse al traspasar la frontera; demuestra la utilidad práctica de la oración, que no es un sentimentalismo verbal, sino una fuerza real que actúa y puede modificar sensiblemente el estado de los seres a quienes se dirige; demuestra hasta qué punto la medicina, como las ciencias todas, se beneficiarán en el día de mañana, cuando sea práctica extendida y criterio generalmente aceptado, lo que hoy es sólo patrimonio de un reducido número de seres a quienes les ha cabido la inmensa fortuna de adelantarse a los tiempos que seguramente vendrán.

♣ ♣ ♣
FUENTE:  “La Luz del Porvenir” - Año XII (3ª época) Mayo de 1925 - Número 149.

jueves, 21 de enero de 2016


                                                                                     
                                                                                                               MAX PLANCK


EL NACIMIENTO DEL UNIVERSO
EL IMPULSO DIVINO Y EL UNIVERSO
por KARINE CHATEIGNER
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013



El Universo me inquieta y no puedo pensar que este reloj exista y no haya relojero (Voltaire)
Pero, ¿qué es el Universo y qué sabemos hoy de él?
Nuestro planeta, la Tierra, navega en el infinito océano del Universo. Gracias a la tecnología actual, podemos percibirla, minúscula y perdida en ese océano eterno, vortiginosa en medio de las miríadas de estrellas y galaxias.
La historia del Universo, y luego la de nuestros orígenes es una larga epopeya de unos 13,7 mil millones de años.
Al principio, todo era sólo energía. Al inicio, no había materia ni siquiera átomos. +No había más que una “sopa” de partículas elementales energéticas, es decir de energía pura: electrones, fotones y quarks.
La temperatura rondaba algunos millones de millones de grados.
La densidad era enorme y reinaba allí el mayor caos. Estamos en el tiempo cero y nada existe, solamente la nada y de golpe, una formidable energía sacude la nada. Esta gran explosión es llamada comúnmente Big-bang.
Se acepta entonces pensar que el Universo comenzó por un Big-bang hace alrededor de 13,7 millardos de años, un Universo contenido en el interior de una burbuja microscópica, caliente y densa. Luego, esa burbuja estalló bruscamente y nació el Universo. Con ese Big-bang, el tiempo, el espacio y la materia tomaron lugar con vertiginosa rapidez. En una fracción de segundo, toda la energía contenida en aquella burbuja, en ese punto en particular, fue liberada a través del espacio que se creaba al mismo tiempo que la materia.
Desde los primeros instantes, las consecuencias de esa explosión energética se contaron en microsegundos, luego en segundos y en minutos antes de conocer una fase de reposo.
A la primera cien-milésima de segundo, se forman protones y neutrones.
Son los futuros constituyentes de los núcleos de átomos y de la materia ordinaria.
Luego, en los minutos siguientes aparecen los primeros núcleos de átomos.
Poco a poco, se van a juntar unos con otros para producir el hidrógeno pesado (deuterio) y el helio. La temperatura es de mil millones de grados. Simultáneamente han aparecido fuerzas para organizar esta materia. Cuatro interacciones elementales son responsables de todos los fenómenos físicos observados en el Universo, cada una se manifiesta por una fuerza llamada fuerza fundamental.
Se trata de la interacción nuclear fuerte, la interacción electromagnética, la interacción nuclear débil y la gravitación.
Luego la creación retardará su ritmo.
Y sin embargo, ya todo estaba en su lugar para que mucho más tarde apareciera la vida, pues desde su nacimiento, este embrión de Universo contiene ya la energía necesaria para construir todo lo que nos rodea. Reguladas con una infinita precisión, todas las propiedades de la arquitectura del Universo están determinadas por las constantes físicas, por los números eternos cuyo valor exacto es medido en los laboratorios pero que ninguna teoría puede explicar. Son los números de oro del Universo.
Al alba de la creación, se conformó el decorado cosmológico. Éste se extendería sin cesar para que más tarde, mucho más tarde, ¿fue un día, una hora, una noche? actores llamados hombres representaran allí el papel de su vida.
Muchos de nosotros pensamos que una inteligencia tuvo algo que ver con la creación del Universo (Charles Townes, físico, premio Nobel).
¿Según qué programación en una fracción de segundo, el Universo, semejante a un grano de arena, se volvió más grande que una galaxia?
Y siguió creciendo a una velocidad increíble, creciendo todavía hoy.
Los átomos más ligeros se formaron 300.000 años más tarde: átomos de hidrógeno (un protón y un electrón) y átomos de helio. Las nubes frías de hidrógeno y de helio se formaron al cabo de un millón de años. Por la acción de la gravitación, esas nubes se condensaron dando nacimiento a las primeras galaxias en las cuales nacieron las primeras protoestrellas. Estamos ya 100 millones de años después del Big-bang. Las estrellas y los planetas tal y como los conocemos se formaron al cabo de 5 mil millones de años. En cuanto al planeta Tierra, existe desde hace 4,6 millardos de años, o sea cerca de 10 mil millones de años después del Big-bang.
De lo infinitamente pequeño surgió en algunos minutos lo infinitamente grande. Ese Universo, nacido de aquella formidable explosión llamada Big-bang, está poblado de soles, lunas, estrellas y galaxias, planetas, cometas, meteoritos y agujeros negros.
La Tierra, cuyo Sol representa la estrella más cercana forma parte de nuestro sistema solar, compuesto de otros siete planetas que levitan en el espacio. Hace aún poco tiempo, nuestro sistema solar contaba con nueve planetas, pero en 2006, Plutón, considerado por los astrónomos como un planeta enano, perdió su status de planeta.
He aquí brevemente relatado el Cómo. Pero todavía hoy numerosos científicos se niegan a investigar y a explicar el Porqué. Pues cada efecto es precedido por su Causa. Por otra parte, allí no se encuentra el sentido del comportamiento científico, un comportamiento que en dos siglos ha dado un formidable salto adelante, rompiendo con antiguas teorías, como la de Aristóteles y abordado nuevas, fruto de la observación y de sabios cálculos matemáticos.
Pero, ¿qué había antes del Big-bang? Nada, se responde, pues en el momento no lo sabemos, y de la nada, de ese momento cero, se produjo una explosión venida de no se sabe dónde, dando nacimiento al Universo.
Antes, se convino en hablar del muro de Planck, lo que podría significar que existe un muro para el conocimiento. El tiempo cero no es completamente igual a cero, lleva el nombre del físico alemán Max Planck, premio Nobel en 1918, y corresponde a 10 elevado a la -44 segundos después del Big-bang.
Antes de ese instante, el conocimiento tropieza con un muro, llamado muro de Planck: en efecto, la física cuántica impide conocer la naturaleza de los fenómenos que precedieron a esta fracción de segundo increíblemente pequeña.
Los científicos trabajan sobre este período. Se han elaborado varias teorías, pero por el momento, aún son incompletas y necesitan avanzar en los campos matemático, físico y técnico.

El Big-bang cuestionado
El gran fresco universal ha sido descrito con asombrosa precisión por astrónomos y físicos, pero sólo el momento cero del Universo sigue siendo todavía un enigma, y eso desde hace más de 70 años. Hasta entonces se habían propuesto elaboradas teorías, que llegan hasta las más increíbles. Ninguna ha podido ser experimentada y en consecuencia demostrada. Según la teoría del Big-bang y las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, los físicos han conseguido que en el momento cero, el Universo no tenía dimensiones, su temperatura y su densidad eran infinitas, lo cual sigue siendo difícil de admitir pues esta noción muestra el límite de su ciencia.
Además, la visión tradicional de la relatividad general no parece compatible con la otra construcción física del siglo XX, la mecánica cuántica, para la cual la certeza se detiene en 10-43 segundos. Eso nos muestra la dificultad para determinar y definir el momento cero.
Acerca de ese momento inicial y de ese nacimiento, escuchemos a Hubert Reeves:
—¿Se puede hablar del momento cero donde todo comenzó? —No —¿Y de antes del Big-bang? —El Big-bang, es el horizonte, es el límite, más allá del cual no hay nada.
No es que allí no había nada, es que no hay nada. No existe ninguna observación, ningún dato que nos permita decir lo que había antes de 13 millardos 700 millones de años.
A la orilla del mar, ustedes ven el agua hasta el horizonte y no pensarían en decir que el agua se detiene allí porque no ven más allá de ese horizonte. Hoy en día, los cosmólogos se atreven a aventurarse más allá de ese horizonte pues se trata de comprender lo que pudo provocar el Big-bang.

 Etienne Klein, físico y filósofo: 
“Sabemos contar la historia que nos separa del muro de Planck; esta historia ha durado 13,7 millardos de años, pero más allá de ese muro, no se puede decir nada. Ante el muro de Planck, lo único que se puede hacer, es callar”.
Si para los matemáticos sigue siendo extraordinario descubrir esos instantes primeros del Universo, pregunten a cualquier perito en física cuántica, y todos les dirán que no están seguros de que el Big-bang sea el comienzo de nuestro Universo, pues la física clásica que imagina ese comienzo es incompleta.
Hasta es posible incluso que un día el Big-bang sea superado. Como lo dice Hubert Reeves, ese modelo estándar del Big-bang representa una probabilidad satisfactoria para el día de hoy, máxime cuando numerosos físicos, aun conociendo las incoherencias de este modelo, no tienen ninguna otra explicación del Universo que proponer al público.

La arquitectura del Universo 
“Es difícil resistirse a la impresión de que la estructura actual del Universo, que parecía tan sensible a la menor modificación de las cifras, ha sido cuidadosamente elaborada. La conjugación, aparentemente milagrosa, de los valores numéricos que la naturaleza ha asignado 
a esas constantes fundamentales sigue siendo la prueba más contundente de una forma de organización cósmica”.
(Paul Davies, profesor de física teórica) 
Si el Universo no hubiera sido reglamentado por esas constantes fundamentales, infinitas y eternas, hubiera podido ser diferente sabiendo que la mínima desviación en esa mecánica celeste hubiera quitado a la humanidad toda posibilidad de existir. Ciertos cosmólogos actuales siguen quedando fascinados por los valores precisos que tomaron las diversas constantes físicas en el momento del Big-bang.
Ya sea científico o filósofo, el hombre reflexiona, mide e investiga. ¿Qué busca?
La fuente, la causa. Todo efecto tiene una causa y el Universo no puede ser comprendido sin llegar a la fuente de la creación. El Universo y la vida son el fruto de un deseo de carácter divino y la materia en la fuente de la creación es ante todo transformada por una energía cósmica de naturaleza divina. Naturaleza divina corresponde a Amor, Amor que sin embargo no se mide ni se calcula. Para los pioneros de la física moderna tales como Galileo, Kepler o Newton, la voluntad divina está en la fuente de la creación y la ciencia, al revelar el orden de las cosas, no tendría otro objetivo que vislumbrar el espíritu de Dios.
La ciencia no puede admitir esta simple verdad si responde al ateísmo, pero puede considerarla en la medida en que reconozca un entorno espaciotemporal establecido en forma inteligente y amorosa. Esa es una realidad que los físicos y astrofísicos comprueban cada vez más.

Trinh Xuan Thuan, astrofísico norteamericano
“La cosmología moderna ha precisado la estrecha conexión cósmica que tenemos con el resto del Universo. Las estrellas son nuestros ancestros a causa de todas las partículas que nos constituyen. Son partículas que existen desde el comienzo del Universo y que sin duda vienen de las estrellas; somos polvo de estrellas: ese es uno de los grandes descubrimientos de la astronomía contemporánea. Otro de estos descubrimientos, igualmente muy importante, es que desde las primeras fracciones de segundo del Big-bang, todo estaba regulado de manera extremadamente precisa, no solamente para que apareciera la vida, sino también para que naciera una conciencia que permitiera conocer al Universo, apreciar su hermosura y su armonía. Uno se da cuenta de que si se modificaran en algo esas constantes (Big-bang), se llegaría a Universos estériles. Reduzcamos por ejemplo la fuerza de gravedad: el Universo está demasiado diluido, las nubes de hidrógeno y de helio no se contraen. No hay estrellas, por tanto no hay alquimia nuclear ni ascenso a la complejidad de la vida, ni inteligencia ni conciencia. Aumentemos entonces la fuerza de gravedad: el guión es diferente pero el resultado es poco convincente. La precisión de estos arreglos para que un día aparezca un ser dotado de conciencia es comparable a la de un arquero que quiera clavar su flecha en un blanco de un centímetro cuadrado situado al otro extremo del Universo, a catorce mil millones de años luz. Me parece difícil explicar el arreglo extremadamente preciso del Universo, sin invocar un «principio creador», que tiene todo regulado desde el comienzo. Entre el azar y la necesidad, elijo la necesidad.
Todos los científicos están lejos de aceptar este principio que implica, por supuesto, la noción de un principio creador. De todas maneras, añade Trinh Xuan Thuan, la única pregunta verdadera, es esta: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Y allí la ciencia no puede decirnos absolutamente nada”.

Nuestra ciencia es de disciplina materialista, vinculada exclusivamente a la experiencia, la observación y la teoría. Afirma que los elementos de la naturaleza y sus fenómenos se bastan a sí mismos, a sus formaciones, a sus movimientos y a sus desarrollos, pero, ¿no pueden la física o la astrofísica aliarse a la metafísica?
En otras palabras y en forma más general: ¿es anticientífico creer en Dios? O aún más, ¿puede la ciencia llevar al hombre por el camino de la conciencia divina? Se puede ser científico y creyente? Dejemos la palabra a algunos eruditos: Andreï Sakharov, físico atómico ruso: “No concibo el Universo y la vida humana sin un comienzo inteligente, sin un «calor» espiritual en el origen, algo que no depende de la materia y de sus leyes”. Otra cita  de Andreï Sakharov: “Sostengo la hipótesis cosmológica según la cual el desarrollo del Universo se repite un número infinito de veces sobre las páginas «siguientes» o «precedentes» del Libro del Universo”. 

Alfred Kastler, premio Nobel de Física escribió en 1965: “La idea de que el mundo, el Universo material, se creó solo me parece absurda. No concibo el mundo sino con un Creador, en consecuencia, un Dios. 
Para un físico, un solo átomo es tan complejo, tan lleno de inteligencia, que el Universo materialista no tiene sentido”. 

Max Planck, fundador de la teoría de los quanta en la física moderna, premio Nobel 1918:
“Entonces nada nos impide, y nuestro instinto científico lo reclama, identificar el orden universal de la ciencia y el Dios de la religión. Para el cristiano, Dios se ubica al principio, para el físico al final del pensamiento”.

Pierre-Paul Grassé: zoólogo (1895-1985): “Si el Universo es comprensible, es porque está ordenado. Pero, ¿de dónde viene ese orden del Universo como las leyes físicas, las que dirigen el movimiento de los astros, las de gravedad, y todas las que descubren los físicos y los químicos? ¿Cuál llamado orden no supone una inteligencia ordenadora? Si he regresado a la fe, es por la ciencia, por una trayectoria científica. Creo que la ciencia impone el pensamiento de Dios”. 

Alexander Polyakov, físico ruso: “Sabemos que la naturaleza está descrita por el mejor de los matemáticos porque la creó Dios”. 
Arno Penzias, que, en compañía de Robert Wilson fue el primero en detectar una radiación cósmica (premio Nobel en 1965), hizo este comentario sobre la perfecta concepción que constituye nuestro Universo: “La astronomía nos conduce a un solo acontecimiento, un Universo creado a partir de la nada, un Universo con un equilibrio tan minucioso que suministra las condiciones exactas para permitir la vida y que no puede sino seguir un plan (que podría denominarse «sobrenatural»)”.

Jean-Emile Charon (1920-1998), físico y filósofo francés, es autor de varios libros, ensayos y artículos científicos o de filosofía científica, (El ser y el verbo; El espíritu, ese desconocido; He vivido quince mil millones de años; Muerte, he aquí tu derrota; El Espíritu y la Ciencia; etc.). Sus últimas notas fueron publicadas después de su muerte en forma de testamento espiritual, con el título: ¿Y la Divinidad en todo esto? Entre los físicos, fue de los que no dudaban en hablar del espíritu y de la conciencia, diciendo que estamos hechos de materia y de espíritu y que por tanto, es necesario tener nociones tan científicas sobre el problema del Espíritu, como las que se tienen sobre la Materia.
Extracto de la obra ¿Y la Divinidad en todo esto?

Entrevista con Erik Pigani publicada en febrero de 1998, algunos meses antes de su muerte: - Para volver a la creación del Universo, ¿entonces usted está íntimamente convencido de que no ha sido creado por azar? - Para mí, es una certeza. Hace poco tiempo eso se verificó de manera científica, y toda la prensa se hizo eco. Ello porque los astrofísicos disponen hoy de instrumentos fantásticos para verificar sus teorías, como los ordenadores que pueden recrear las condiciones iniciales del nacimiento del Universo. Entonces, ellos se entretienen mucho construyendo “Universos de juguete”. Los cálculos son complicados, sin duda, pero el proceso es simple: se programan los parámetros físicos conocidos, y se activa la máquina. Como le decía, se trata de la velocidad de la luz, de la masa de las partículas, etc. Ahora bien, si se introducen en el ordenador los parámetros correctos, se obtiene nuestro Universo. Pero si se cambia aunque sea un solo decimal de una sola constante física, se asiste a una serie de catástrofes a cual más espantosa: el Universo se desmorona sobre sí mismo, o es demasiado caliente, o demasiado frío. ¡Por tanto la Vida no puede aparecer!

Big-bang, ¿quién eres?
Dios no es la eternidad, no es el infinito, pero es eterno e infinito. No es ni el tiempo ni el espacio, pero ha existido desde siempre y su presencia está en todas partes. (Isaac Newton)
La teoría del Big-bang nació en los años ‘30 a partir de las investigaciones de Alexander Friedmann (18881925), de George Le Maître (1884-1966) y de Georges Gamow (1904-1968), investigaciones surgidas de la observación y de las teorías de la física. La existencia del Big-bang hubiera podido ser predicha por Albert Einstein (1879-1955), pero él no creía que el Universo podía evolucionar.
Esta es una teoría sobre la que está de acuerdo una gran mayoría de científicos. El término Big-bang fue inventado por el cosmólogo y astrónomo inglés Fred Hoyle. Él era el principal detractor de la teoría del Big-bang y para designarla, inventó el término BigBang que le parecía sonoro. Eso gustó al gran público de los años ’50 y desde entonces se convirtió en el término que designa esta teoría.

Hubert Reeves, astrofísico, director de investigaciones en el CNRS (*) compara el Big-bang con un guión, el del pasado: “Ciertos guiones son más creíbles, tienen a su favor más pruebas que otros. No es necesario considerar la teoría del Big-bang como la verdad. En la ciencia no hay verdad, hay una plausibilidad. (*) Centro Nacional de Investigación Científica. (N. del T.)
Esta plausibilidad es compartida por numerosos físicos, astrofísicos y científicos; sin embargo, quedan algunas «nebulosas» que, sin duda, el tiempo llegará a disipar. Por ejemplo, de la composición de este Universo nacido del Big-bang se conoce solamente el 5% (átomos, moléculas, electrones, etc.). Otra forma de materia llamada materia negra (o materia sombría) está compuesta de partículas macizas no detectadas hasta hoy, que entran en la composición total en alrededor del 25%, así como otra forma de energía cuya naturaleza es mal conocida, pero que podría ser una constante cosmológica, llamada genéricamente energía negra, y que entra en la composición del contenido material del Universo en un 70 %. Entonces, el 95% representa alguna cosa que está allí pero de cuya naturaleza no se tiene ni la menor idea”.

Nuestro Universo habría nacido entonces hace 13,7 millardos de años, pero, ¿qué dice al respecto el físico Paul Langevin a título póstumo?: “No existe el comienzo del Universo, los astrofísicos establecen una génesis de lo que ellos llaman el Big-bang, haciendo creer al público que antes no existía nada. Eso es un absurdo que hay que denunciar. En efecto, el Universo no tiene ni comienzo ni fin, y eso de lo que hablan los hombres está limitado a su propia observación. El Padre es una unidad amorosa y eterna cuyo pensamiento dirige al espacio el nacimiento de los espíritus individualizados. Quien se atreva a afirmar que el Universo tiene límites reniega de la noción de infinito y, por consiguiente, no puede responder a las exigencias de la verdadera ciencia. Ser científico, es ante todo reconocer que el hombre no sabe sino pocas cosas, no en un vasto Universo, sino en un Universo sin fin. Ser científico, es admitir que aún es preciso aprender sin escuelas, sin definiciones, sin prejuicios y sin definiciones materialistas. Ser científico, es admitir que no hay límites al milagro de la vida y, por consiguiente, no anatematizar al que cree en el espíritu, al que está más cerca de la verdad porque ha superado la materia. Ser científico, en el sentido noble del término, tiende más a un estado de espíritu que al nivel de los conocimientos. El conocimiento es una herramienta, no es el saber total. El amor aliado a la inteligencia es más fuerte que todas las facultades de la tierra juntas”.

(Paul Langevin - mensaje 1987) Sin duda es antinómico para un físico exponer una noción de infinito, en la medida en que no puede haber física sin medidas, es decir sin referencias concretas. Dentro de esta perspectiva, el estatuto de los Universos infinitos no se puede defender pues toda teoría física implica números como tal, forzosamente repartidos en un intervalo finito. Por consiguiente, un Universo infinito, situado fuera del dominio de las medidas, se excluye ipso facto del marco de la física. Si bien la noción de infinito tiene una utilidad en matemáticas, no tiene ninguna en física. Por el contrario, la aparición del infinito en una teoría física, determina que esta última simplemente es falsa, o al menos incapaz de manejar la situación en la cual se presente la aberración.
Y sin embargo, tal como lo dice el físico Jean-Pierre Luminet:
“Con frecuencia los físicos han tratado de eludir la cuestión del infinito, a la que consideran demasiado metafísica. Ahora bien, eliminado el infinito, éste, como la esfinge, no cesa de renacer de sus cenizas. Ha sido necesario esperar el comienzo del siglo XX para una rehabilitación parcial del infinito en la física. La teoría cuántica, la cosmología relativista o los modelos de agujeros negros han hecho surgir nuevos infinitos. Desde entonces, finito e infinito se codean en el propio seno de los modelos”.

La marcha de la ciencia, como la del progreso, debe alcanzar su emancipación, pero, ¿hacia qué? Uno acumula conocimientos a una velocidad loca, y el número de científicos no cesa de incrementarse en toda la historia de la humanidad. Pero, de ese montón de informaciones sobre asuntos cada vez más puntuales, ¿se llega a precisar una visión del mundo y del Universo, a la vez científicamente coherente, y que responde a las preguntas que cada uno se hace desde que está en edad de hacer preguntas? ¿Qué es el mundo y qué hago yo en él? ¿Antes del Big-bang, la amnesia del Universo? De la nada no puede nacer ninguna cosa y si hace 13,7 millardos de años se produjo una explosión, ¿cuál fue la fuente?
Desde hace más de medio siglo, el modelo estándar del Big-bang se ha impuesto en el mundo científico y entre el gran público informado. Pero una pregunta queda sin respuesta: “¿Qué había antes del Big-bang?” 
Dilucidar esta cuestión entraña ya otra: “¿Y qué pasaba antes?” La respuesta es que no hay “anterior”, ya que “antes” el tiempo no existía. Pero justamente después, súbitamente el tiempo, el espacio y la materia se decidieron a existir.
No todos los físicos piensan que el tiempo comenzó con el Big-bang. Pero, ¿qué sucede con el momento cero? En efecto, todo el período en el cual el Universo tenía menos de 10-43 segundos (diez millonésimas de mil millonésima, de mil millonésima, de mil millonésima, de mil millonésima parte de segundo) siempre escapa a los cosmólogos.
Estamos frente a un verdadero problema conceptual que da testimonio de nuestro fantasma de atribuir al Mundo una fecha de nacimiento: el tiempo cero es un instante dentro de un tiempo que aún no existe. Un 10-44 de segundo probablemente no existe. El momento cero sería entonces una suerte de infinito, un horizonte inaccesible. El cero, igual que el infinito, no tiene equivalente real.
Son pues dos conceptos abstractos que no entran en las leyes de la física donde todo se mide. Pero, ¿qué pasa con el azar, término tan a menudo empleado por los científicos? ¿Es realmente científico proponer el azar en la fuente del universo, en la fuente de la vida? Por definición, el azar no es científico pues el azar es la ausencia de leyes.
Ahora bien, la ciencia es ante todo la búsqueda de las leyes que rigen el Universo. Por consiguiente, no se puede hacer investigaciones científicas y colocarse a la vez detrás del azar. Valiente testimonio de un sabio ateo:
“Dios no existe: estoy obligado a creer que existo por azar, gracias a un proceso evolutivo que, milagrosamente, partiendo de nada llega a una obra maestra, violando constantemente las leyes fundamentales de la ciencia y del simple sentido común. ¿Han comprobado ustedes que las cosas se mejoran por sí mismas cuando las dejan abandonadas? ¡Yo no!” (Jean Rostand - biólogo) 
El Big-Bang: extracto del libro de K. Chateigner De Dieu à l’Homme et aux Univers (De Dios al hombre y a los Universos)

martes, 19 de enero de 2016

                                                                                    Carl Gustav Jung (1875-1961)


PSICOLOGÍA Y ESPIRITISMO
por JACQUES PECCATTE
EDITORIAL
LE JOURNAL SPIRITE N° 94 OCTOBRE 2013

A la luz del espiritismo, las particularidades de la psicología ya no se limitan a las nociones clásicas habituales basadas en el estudio de la personalidad de una sola vida que comienza con el nacimiento. Según la definición espírita, la individualidad es un todo indisociable dentro de la continuidad evolutiva de las vidas sucesivas del espíritu.
Si bien los condicionamientos educativos y culturales tienen toda su importancia, es preciso enlazarlos también con la naturaleza de un espíritu preexistente que ya tiene su bagaje de experiencias vividas en las existencias anteriores.
Marcado y perfilado por sus anterioridades, tiene su personalidad propia, una personalidad que será remodelada o al menos influenciada y acondicionada por su nuevo medio de vida.
Hay entonces dos aspectos importantes en la psicología individual: por una parte la naturaleza espiritual preexistente de un espíritu que se ha construido una individualidad en el transcurso de las vidas, y por otra parte la impregnación educativa y cultural de la vida actual.
Respecto a esta influencia del medio en la vida de hoy, ésta es recibida de manera diferente según la naturaleza propia del espíritu: una misma educación para los hermanos y hermanas no tendrá necesariamente los mismos efectos. Eso demuestra que cada individuo es único en sus rasgos de carácter que se han forjado con el correr de las anterioridades.
Un niño podrá ser dócil ante las influencias parentales mientras que otro tendrá una actitud contestataria que muestra que no soporta esas influencias. La psicología moderna, que define las complejidades de la personalidad, nace de diversas corrientes, especialmente a partir de los trabajos de Freud y de Jung.
Con relación a los desórdenes del comportamiento, éstos son atribuidos a las relaciones afectivas entre padres e hijos, relaciones armoniosas, alteradas o inexistentes según los casos.
Es lo que permite analizar todo lo que conduce a los conceptos definidos en psicología como el complejo, la neurosis, la psicosis, la paranoia o la esquizofrenia.
Apreciados de manera distinta por los precursores de la psicología, estos conceptos se apoyan sobre diferentes tesis según que uno se refiera a Freud, Jung, Adler, Lacan, Françoise Dolto, etc.
Es bien sabido que Freud tuvo tendencia a reducir todo a impulsos sexuales, lo cual Jung refutó en parte, ampliando las sutilezas de la psicología con otras nociones.
Si bien Freud se ha convertido en la referencia más conocida, sus conceptos han hecho escuela sobre todo entre los materialistas.
Por su parte, Jung se ha vinculado más a la noción de espíritu, dentro de una visión más espiritualista que no oculta su eventual supervivencia, incluso su preexistencia.
De niño, asistía a sesiones espíritas junto a su madre que era médium.
Aun cuando explícitamente no hace mención de ello en sus teorías, se discierne allí muy bien que, en su investigación le ha conducido a una visión más amplia del inconsciente personal y del inconsciente colectivo. Abre horizontes que sobrepasan con mucho las limitaciones que quiso darse Freud.
Fuera de las escuelas oficiales de psicología clásica, sobre todo la freudiana, y en menor medida la jungiana, los conceptos menos representativos han nacido del desarrollo de espiritualidades tipo
New Age, haciendo intervenir métodos nuevos a partir de la meditación y otras formas de prácticas que, se considera, producen equilibrio y resolución de problemas psicológicos.
Es toda esta escuela llamada de desarrollo personal la que, dentro de una concepción psicológica paralela, ha dado diversas recetas basadas en la confianza en sí mismo, a fin de encontrar un mejor equilibrio.
Estos son, de hecho, métodos que recurren a la autosugestión positiva que, a veces, permite controlar superficialmente los problemas, pero que no resuelve los verdaderos problemas de fondo cuando las personas están atadas a traumatismos inconscientes relativos a esta misma vida o incluso a una vida anterior.
Y es extendiendo el inconsciente hasta las vidas pasadas, que se entra en otra problemática cuyas claves no son fáciles de encontrar. Si bien, en conjunto, la mayoría de los desórdenes psicológicos hay que buscarla en las inhibiciones de esta vida desde la infancia, existe en un telón de fondo una influencia más lejana relativa a las anterioridades, influencia constituida igualmente por inhibiciones sucesivas que forman parte de la personalidad total, es decir del espíritu en la suma de sus vidas desde su origen.
A eso es preciso añadir de manera más concreta, las relaciones que se perpetúan de vida en vida: muy a menudo uno reencarna cerca de personas o familias que ya han sido parte de nuestro pasado, ya sea en relaciones armoniosas, o en relaciones conflictivas no resueltas.
Esto también forma parte del bagaje psico-afectivo de cada uno, y aún tiene resonancia en la vida de hoy. Y desde este punto de vista, eso cambia muchas cosas en el modo en que abordaremos la psicología. No es que haya que olvidar los principios de la psicología clásica, pero a veces es necesario añadirle la impronta de las vidas pasadas, para comprender mejor las relaciones interpersonales que pueden perdurar desde hace varias vidas.
¿Qué sucede con la obsesión? Respecto al enfoque espírita, hemos visto, y vemos todavía, un cierto número de interpretaciones abusivas sobre las cuales debemos volver.
En una visión simplificadora, numerosos espíritas y grupos espíritas se han focalizado sobre el fenómeno de la obsesión para explicar cierto número de comportamientos que habitualmente conciernen a la psicología clásica.
Allí donde una persona manifiesta un desequilibrio compensado por una adicción (alcoholismo, tabaquismo, dependencia de la droga) se ha encontrado una explicación que se resume más o menos así: esta persona está bajo la influencia obsesiva de un espíritu turbado que satisface sus vicios a través de su víctima.
Hay allí una extrapolación que nosotros no podemos suscribir. Si efectivamente hay una relación sutil entre el mundo de los desencarnados y el de los encarnados, ¿es preciso por eso ver allí un dominio del más allá que produce una influencia tal que los humanos serían sistemáticamente juguetes de espíritus viciosos?
Esta tesis no tiene en cuenta lo suficiente las fragilidades humanas que son suficientes, por sí mismas, para explicar los desórdenes conductuales.
A partir de un simple análisis de la historia de las personas, de su trayectoria educativa, afectiva, familiar y social, se pueden poner en evidencia las inhibiciones y traumatismos que han conducido a diversos estados psíquicos alterados.
Allí están los conocimientos de la psicología clásica que son ampliamente suficientes para explicar los desórdenes psíquicos y eventualmente para resolverlos a partir de una psicoterapia adaptada.
Si bien a veces puede existir la obsesión, nosotros conocemos sus manifestaciones que por lo general son resultado de tentativas de comunicación espírita que han terminado mal, y los síntomas observados son pérdida de identidad y comportamientos desordenados o anacrónicos de una persona que ya no se reconoce como era antes.
Es el psiquismo del sujeto que se encuentra alterado por una influencia externa a sí mismo, lo cual nada tiene que ver con adicciones o comportamientos destructores, inherentes a debilidades personales, y entonces no se necesita recurrir a la obsesión para explicar simplemente fragilidades psico-afectivas.
Si se lleva más lejos el razonamiento, ¿habría que decir igualmente que los grandes criminales están bajo la influencia de malos Espíritus? Eso sería ignorar entonces que los malos Espíritus no son sólo desencarnados, puesto que ellos mismos han estado encarnados anteriormente, habiendo realizado sus propias fechorías.
Luego, si un humano vicioso puede atraer a su entorno Espíritus que se le parecen, no es sino la ley de las afinidades: quien se parece se junta.
Pero, no es que el criminal actúe bajo el impulso de una presencia obsesora; él actúa, en primer lugar, en función de sus propios impulsos y a lo sumo el espíritu desencarnado malsano aportará su parte de sutil influencia, que no es en sí misma el elemento determinante del crimen.
En ningún caso podemos reducir o minimizar la parte de responsabilidad humana a través de la cual se comprueban todos los escollos del egoísmo y del orgullo.
Sucede también que en materia de psicología, es preciso referirse a los valores morales que pueden dar ciertas orientaciones. Y lo esencial del mensaje espírita es que coloca en perspectiva una moral universal que puede ayudar a las personas que tienen graves desequilibrios.
Una filosofía que da sentido, que permite comprender el sentido de la vida a la luz de la reencarnación, es a veces una solución inesperada, psicológicamente, para las personas afectadas que pueden recobrar el gusto por la vida y el sentido de los valores, aun cuando los traumatismos o inhibiciones no hayan sido controlados en profundidad.

Alcanzar las profundidades del espíritu Sin embargo, más allá de la reflexión filosófica, hay medios que permiten acceder a un mejor equilibrio personal. Allí es necesario recurrir al diálogo, al intercambio, al compartir, eventualmente a psicoterapias, siendo la hipnosis la mejor de ellas.
Por este medio se podría llegar a lo más profundo del espíritu, es decir a todo lo que corresponde a un inconsciente cargado de traumatismos inhibidos.
Es lo que se ha intentado a través del psicoanálisis, pero con todas las dificultades que éste representa cuando el practicante debe hacer surgir, o adivinar, las realidades inconscientes, frente a un sujeto que se expresa conscientemente.
Y por otra parte, fue a partir del momento en que Freud se apartó de la hipnosis en beneficio de la escuela psicoanalítica, que se marcó la pauta, en detrimento de una hipnosis dejada a un lado, y que hoy es necesario volver a descubrir.
En materia de espiritismo, se puede hacer intervenir igualmente la clarividencia.
El sujeto clarividente tiene una percepción que, con frecuencia, irá más allá de las apariencias superficiales a percibir directamente las profundidades del espíritu, a saber las realidades inconscientes, y así suministrar las claves para comprender mejor, a veces, el origen de un problema. Y ocurre que esta percepción del inconsciente conduce al clarividente a poner en evidencia un acontecimiento anterior que aún tiene repercusiones en la vida presente.
Más allá lo que fue experimentado en psicología clásica con la ayuda de las psicoterapias conductuales y del psicoanálisis, se pueden considerar métodos más afinados a partir de la clarividencia, la psicometría o la hipnosis, cuyo objetivo sería ir más directamente a la fuente de los problemas psi, sin estar obligado a tratar de detectarla y adivinarla por deducción.
Por estos métodos que se vinculan al espíritu en su totalidad, se tiene la ventaja de poder ir directamente al objetivo, detectando directamente el fondo de un problema a menudo insospechado. Lo cual, evidentemente, no excluirá la necesidad de un acompañamiento del paciente para ayudarlo a superar su problema.
Es pues hacia una concepción más amplia de la psicología que es preciso volverse, cuando se conocen un poco mejor las interacciones entre vida presente y vidas pasadas.
Y en el plano de la experiencia, todavía hay lugar para nuevas investigaciones en la búsqueda de las profundidades del espíritu humano.


lunes, 18 de enero de 2016

quinta-feira, 10 de dezembro de 2015

OPINIÃO - ANO XXI - Nº 236 - DEZEMBRO 2015

Antevisto por segmentos místicos e espiritualistas de diversos matizes como um tempo de transformações, o Terceiro Milênio da Era Cristã fecha seus primeiros quinze anos com impressionante sucessão de atos de terrorismo provocados pelo fundamentalismo e pelo fanatismo religioso muçulmano. Esses grupos despontam como os grandes inimigos da civilização, nestas primeiras décadas do Século XXI.
Das Torres Gêmeas ao Bataclan – a escalada do terrorismo
Os três primeiros lustros do esperado Terceiro Milênio da Era Cristã fecham-se com uma sucessão de ataques terroristas que espalham medo no mundo inteiro.
Aqui, os principais deles, praticados pelos grupos jihadistas Al-Qaeda e Estado Islâmico:

Ø  Destruição das Torres Gêmeas do World Trade Center, em 11/09/2001, em Nova York, com a morte de 2.996 pessoas.
Ø  Explosão do Metrô de Madri, em 11/04.2004. Foram 10 explosões quase simultâneas em quatro trens, deixando 193 mortos e 1858 feridos.
Ø  O Massacre de Beslan, em 3/09/2004. A cidade russa foi sacudida por um massacre em escola, deixando 370 mortos, sendo 171 crianças, cerca de 200 desaparecidos e centenas de feridos.
Ø  Atentados no Metrô de Londres, em 07/07/2005. Em três vagões e em um ônibus, na capital britânica, quatro jovens muçulmanos detonaram explosivos que traziam junto a seus corpos. Além de se suicidarem provocaram mais 77 mortes, deixando mais de 700 feridos de onze nacionalidades.
Ø   Ataques de Bombaim, em 26/11/2008, 10 atentados terroristas sincronizados, na capital financeira da índia, deixando 195 pessoas mortas e 327 feridas.
Ø  Atentados em Mumbai, em 12/07/2011, várias explosões no centro financeiro indiano, deixando 10 mortos.
Ø  Explosão em Oslo, em 22/julho/2011. Uma forte explosão no distrito governamental da capital norueguesa, seguida de um tiroteio na Ilha de Utoya, deixou um saldo de 77 mortos e uma centena de feridos.
Ø  O Massacre do Charlie Hebdo, em 07/01/2015, perpetrado contra o jornal satírico parisiense, em represália por publicações de charges de Maomé, seguido de atentados a policiais, deixando 17 vítimas.
Ø  Os atentados em Paris, na noite de 13.11.2015, em bares, restaurantes e vias publicas, culminando com o ataque à casa de espetáculos “Bataclan”: sucessão de fatos que se constituem no maior atentado já ocorrido na França desde a Segunda Guerra Mundial. Saldo de mortos: pelo menos 137, até o encerramento desta edição.

A onda de terrorismo não parou por aí. Depois de Paris, um hotel em Mali, ex-colônia francesa da África, foi invadido por terroristas, deixando cerca de 20 mortos. Em meio a todos esses acontecimentos, há também casos de explosão de aviões, sequestros e mortes, estas especialmente no Estado Islâmico, onde centenas ou milhares de “infiéis’ têm sido decapitados ou queimados vivos, sob o bordão de “Alá é o maior!”.





Inimigos da civilização
Fanáticos muçulmanos que se apresentam como jihadistas têm como meta o “sagrado” dever de destruir todos os “infiéis” do Planeta. Infiéis, para eles, são os cristãos, os budistas, os xintoístas, os liberais europeus, os republicanos e democratas norte americanos, os laicos franceses, os anglicanos ingleses ou os luteranos da Alemanha. São também todos os muçulmanos, xiitas ou sunitas, que não lhes reconheçam a suprema autoridade sobre o Islã. São nossas filhas que frequentam a Universidade. São nossos filhos que dançam com suas namoradas numa boate de Porto Alegre, assistem a uma partida de futebol em Paris ou bebericam num pub de Londres. São nossas mães que rezam numa igreja ou nossas irmãs que curtem os encantos de uma praia de Mumbai. Somos, enfim, todos nós, cidadãos do mundo, usufrutuários das conquistas de uma civilização que, a duras penas, aprendeu a pensar e a agir livremente. Que descobriu no pluralismo das crenças ou descrenças, das convicções ou das dúvidas, que nos assiste a todos o direito à felicidade e o dever do respeito às ideias e escolhas dos outros, dentro de uma ordem fundada no princípio universal de não fazer a outrem o que não desejamos a nós próprios.
As conquistas que nos querem eles solapar só as pudemos concretizar quando substituímos o sagrado pelo natural. Quando deixamos de ver o mundo como produto de uma ordem sobrenatural, de exclusiva alçada de privilegiados intérpretes da verdade eterna, promotores da guerra e da paz, juízes do bem e do mal, senhores da vida e da morte. Quando, enfim, fomos capazes de nos descobrir partes integrantes do universo, onde o espírito, seu princípio inteligente, se reconhece regido por leis naturais, e onde a liberdade, a igualdade e a fraternidade podem nos assegurar o exercício da dignidade humana.
Talvez não seja ainda neste século. Oxalá ocorra no milênio. Dia virá, entretanto, em que os usurpadores da ordem e da paz não mais habitarão a Terra. (A Redação)




Nosso Jesus
“Era nosso demais para fingir de segunda pessoa da Trindade”. Fernando Pessoa.

Pelos séculos em que a civilização ocidental foi tutelada e conduzida pela Igreja, a única fonte disponível sobre a vida de Jesus foram os evangelhos canônicos. Estes, sabe-se, resultaram de meticulosa seleção de textos presumivelmente escritos no Século I de nossa era, mas que só ganhariam forma definitiva em fins do Século IV, com o trabalho de São Jerônimo, sob rígida orientação do Papa Dâmaso. Nessa época, o cristianismo, fundado por Paulo de Tarso, adotado pelo Imperador Constantino e erigido à religião oficial do Império Romano por Teodósio, já se constituíra em poderosa organização religiosa, detendo poderes temporais e espirituais que se estenderiam pelos séculos seguintes. Um panorama que somente começaria a se alterar com o final da Idade Média.

É justamente do contexto histórico dos primeiros séculos de sua existência que emergem os principais dogmas do cristianismo, logo impostos como artigos de fé a serem cegamente obedecidos por todos os súditos dessa verdadeira teocracia, herdeira do Império Romano e que se impusera a todo o Ocidente. Nada mais eficiente para legitimar um poder assim constituído do que atribuir sua origem ao próprio Deus. Foi o recurso utilizado pelo cristianismo, “divinizando” a figura de Jesus de Nazaré, e transformando, assim, o humilde carpinteiro da Galileia, que religião alguma houvera criado, na figura de “Jesus Cristo”, seu fundador.
“Cristo” é palavra originária do grego “Christos”, que significa “ungido”. O dogma cristão por excelência, sincretizando crenças e mitos bem mais antigos, atribuiu a Jesus a condição de “filho unigênito de Deus”, por ele “ungido” para salvar a humanidade do “pecado original”. Mais do que isso: Jesus Cristo seria, ele próprio, juntamente com o Pai e com o Espírito Santo, o próprio Deus que, por um mistério inacessível à compreensão humana, seria único, embora formando uma trindade de “pessoas”.
Somente a Modernidade iria abrir caminho para uma visão racional e não mitológica de Jesus. Em tempos mais próximos de nós, no Século XIX, Ernest Renan, na França, questionaria a interpretação eclesiástica do Nazareno, em “A Vida de Jesus” (1863), onde busca resgatar sua condição humana, negando-lhe a divindade. Um ano após (1864), Allan Kardec publicaria “O Evangelho Segundo o Espiritismo” em cuja Introdução reconhece que os atos materiais da vida de Jesus, os milagres a ele atribuídos, as profecias e os dogmas das igrejas cristãs, formavam uma verdadeira nebulosa mítica e que, por isso, ao espiritismo os Evangelhos só interessariam naquilo que atestava sua inequívoca autenticidade: o ensino moral de Jesus. Kardec, claramente, distinguia, com essa opção, Jesus Cristo, mítico, do Jesus de Nazaré, homem, apontado em “O Livro dos Espíritos” como “modelo e guia” da humanidade.
Ao curso do Século XX, com a descoberta de originais de outros Evangelhos e com valiosas pesquisas históricas, foi emergindo, com contornos mais reais, a figura humana de Jesus, destituída daqueles mitos que lhe foram agregados na construção do Jesus Cristo das igrejas.
Entre nós, J. Herculano Pires, na Introdução do livro “Revisão do Cristianismo”, aponta para a existência de um verdadeiro “abismo”, separando “Jesus de Nazaré, filho de José e Maria, nascido em Nazaré, na Galileia, e Jesus Cristo, nascido da Constelação da Virgem, na Cidade do Rei Davi em Belém da Judeia, segundo o mito hebraico do Messias”. Para ele, “a Civilização Cristã, nascida em sangue e em sangue alimentada, não possui o Espírito de Jesus, mas o corpo mitológico do Cristo, morto e exangue”.
Mesmo assim, por um atavismo só explicável pelos longos séculos de dominação teológica, ou por não nos havermos preocupado ainda com a assunção de uma genuína identidade espírita, continuamos nos afirmando “cristãos” e nos referindo, sistematicamente, a “Jesus Cristo” ou ao “Cristo”, quando não ao “Cristo de Deus”.
É, pois, tempo de nos questionarmos: qual é, efetivamente, o nosso Jesus? Será ainda o Jesus Cristo, mitificado pela religião, ou, simplesmente, o admirável Jesus de Nazaré, apontado pelos interlocutores de Allan Kardec como “modelo e guia” da humanidade?







Religião faz bem ou faz mal?
Até um determinado ponto de nossa caminhada, as religiões fizeram bem. Enquanto permanecíamos sob o domínio do mito e da magia, e o embate do bem e do mal se dava entre supostas potências angelicais e diabólicas, nos convinha ser bons. Pelo menos, aparentemente bons, para ganhar a proteção dos deuses, que, em troca, nos exigiam lhes tributássemos glórias e louvores. A eles e a seus mandatários.
Mas, o bem e o mal não são galardões disputados em batalhas cruentas travadas em planos siderais. Virtudes e vícios, bondade e maldade, moram na alma da gente. Nascem de nossa capacidade de fazer escolhas. Escolhas movidas por nosso maior ou menor discernimento acerca das leis soberanas que regem o universo e a vida. Delas, e só delas, resultarão estágios mais ou menos felizes.

Religião, egoísmo e generosidade.
Agora, estudos sugerem que pessoas não religiosas são, em geral, mais generosas que as adeptas das religiões. Na Universidade de Chicago, o neurocientista Jean Decety coordenou  pesquisa entre mais de mil crianças de 5 a 12 anos, de diferentes culturas e religiões, nos Estados Unidos, África do Sul, Canadá, China, Jordânia e Turquia. Distribuiu a cada uma delas 30 bonitos adesivos, orientando-as a compartilharem as figurinhas com outras crianças. Os filhos de pais sem religião foram os mais generosos, enquanto a atitude predominante entre as crianças praticantes de religiões era a de não repartirem, guardando o maior número de adesivos para si próprias.
Estudiosos atribuem esse comportamento ao que chamam de “licença moral”: o indivíduo que pratica obrigações religiosas, como as de ir regularmente à igreja ou à mesquita ou rezar todas as noites, se permite atitudes egoístas, julgando-se especialmente protegido de Deus. Faz isso dentro de um padrão totalmente inconsciente.

A institucionalização dos valores do espírito
Estudos desse tipo permitirão concluir no sentido da superioridade da concepção materialista da vida sobre o espiritualismo? Penso que não. Religião e espiritualidade são coisas diferentes. Há no ser humano uma forte intuição à transcendência e ao cultivo dos chamados valores do espírito. A religião pode ter sido, historicamente, o fio condutor da espiritualidade. Mas foram o conhecimento e a convivência humana que a aprimoraram. Desenvolveram no indivíduo e na sociedade o patrimônio espiritual ínsito na intimidade de sua consciência e expresso em atitudes de solidariedade, generosidade, compaixão e fraternidade. A institucionalização desses valores na sociedade moderna deu-se, o mais das vezes, não por força da religião, mas contra ela, e, frequentemente, obstaculizada por esta. A isso chamamos civilização.

Laicismo e espiritualismo x fanatismo religioso
O estudo da Universidade de Chicago conclui também que o egoísmo detectado naquelas crianças cristãs e muçulmanas cresce na medida em que as pessoas ficam mais velhas.
O fanatismo religioso é o egoísmo em sua mais elevada potência. O terrorismo, em seu nome praticado, só pode ser debelado por uma cultura autenticamente laica, mas calcadas nos valores perenes do espírito. Só uma concepção filosófica espiritualista pode sustentar a plena igualdade de todos os homens e mulheres, independente do berço em que hajam nascido e da cultura em que estejam inseridos. Somente o laicismo pode viabilizar a plena vigência desses valores, em dimensões globais.





Os Critérios para
Atualização do Espiritismo
Herivelto Carvalho, servidor público; Delegado da CEPA em Ibatiba ES; Membro do Centro de Pesquisa e Documentação Espírita. E-mail: heriveltocarvalho@gmail.com/.

Quando se fala em atualização do Espiritismo, uma polêmica logo se estabelece, pois uma parcela significativa dos espíritas considera esse processo perigoso. Geralmente o temem sob a alegação de que atualizar o Espiritismo seria admitir que o mesmo se encontra defasado, enfraquecido, ou que, ao se admitir modificações em determinados princípios, estaríamos transformando a Doutrina Espírita em outra filosofia espiritualista.
Este temor fez com que o caráter progressivo do Espiritismo fosse, ao longo da história, negligenciado pelos espíritas, principalmente entre os adeptos brasileiros. Tal postura se consolidou apesar de Allan Kardec, durante a formulação de sua obra, ter declarado que esta natureza transitiva constituía um dos aspectos essenciais para a garantia da permanência e continuidade do sistema doutrinário, evitando que o mesmo caia no obscurantismo e perca sua capacidade de contribuir para o desenvolvimento da sociedade.
No texto Constituição do Espiritismo, presente em Obras Póstumas, estão patentes os seguintes objetivos da atualização doutrinária:

 - Promover a coesão dos princípios que compõem o programa doutrinário: “O princípio progressivo, que ela inscreve no seu código, será a salvaguarda da sua perenidade e a sua unidade se manterá, exatamente porque ela não assenta no princípio da imobilidade”;
 2° - Acompanhar o progresso: “Se não se quiser que com o tempo ela caia em desuso, ou que venha a ser postergada pelas ideias progressistas, será necessário caminhe com essas ideias”;
 3° - Garantir a sobrevivência da Doutrina: “acompanhar ou não o movimento propulsivo é uma questão de vida ou de morte”.

Mas como evitar que um processo de atualização, ao invés de promover o caráter progressivo, acabe ocasionando uma degeneração dos princípios e da natureza do Espiritismo? A resposta se encontra na aplicação de critérios de resistência que garantam a correta atualização doutrinária.

O primeiro critério estabelece que o processo de revisão ou acréscimo de novas teorias ou princípios deverá ser coerente com os fundamentos doutrinários, alicerces que não podem ser alterados, sob pena de total descaracterização. Sobre os fundamentos doutrinários é possível ampliar o seu entendimento, mas jamais modificá-los, cabendo a revisão aos princípios secundários.

O segundo critério estabelece que novos elementos, candidatos a integrar o corpo doutrinário, devem ser coerentes com o conhecimento constituído, mantendo cautela na análise de novas teorias, evitando a associação com conceitos pseudocientíficos, objetos de controvérsia, ou seja, não serem, no dizer de Kardec, “princípios que possam ser considerados quiméricos e que seriam rejeitados pelos homens positivos” (Obras Póstumas, II Dos Cismas, cap. XXXVII). Esta cautela racional e sistemática deverá ser amparada principalmente na força dos fatos positivos:“Toda teoria em contradição manifesta com o bom senso, com uma lógica rigorosa, com os dados positivos que possuímos, por mais respeitável que seja o nome que o assine, deve ser rejeitada.” (O Evangelho Segundo o Espiritismo – Introdução).

Um terceiro critério seria específico para analisar novidades oriundas do exterior doutrinário, que para serem assimiladas pelo Espiritismo, não poderiam mais ser consideradas utopias, mas sim, ter chegado ao status de teoria consolidada, conforme é destacado em A Gênese“O Espiritismo, pois, não estabelece como princípio absoluto senão o que se acha evidentemente demonstrado, ou o que ressalta logicamente da observação. [...] assimilará sempre todas as doutrinas progressivas, de qualquer ordem que sejam, desde que hajam assumido o estado de verdades práticas e abandonado o domínio da utopia, sem o que ele se suicidaria”.
Este mesmo critério foi ressaltado por Herculano Pires: “Todos os princípios da doutrina estão sujeitos à crítica e à reformulação, desde que uma prova científica, prova comprovada, seja reconhecida como tal pelo consenso universal dos sábios.” (A Evolução Espiritual do Homem).

Observamos que Kardec e Herculano Pires são enfáticos ao defender que o Espiritismo somente assimilará novas teorias que tenham atingido a condição de demonstradas ou comprovadas. É importante lembrar que na Ciência, estes dois adjetivos não possuem um sentido absoluto, pois nunca existirá uma teoria científica definitivamente concluída, uma vez que uma das características capitais do conhecimento científico é a natureza contingente de suas hipóteses, ou seja, elas passam constantemente pelo processo de corroboração ou refutação. Neste aspecto, há similaridades metodológicas nos procedimentos de análise de alternativas teóricas entre o Espiritismo e a Ciência.

Estes pontos similares partem do princípio de elaboração e obtenção de dados através do aspecto experimental da Doutrina Espírita, sendo que os mesmos fornecem uma base empírica para seu desenvolvimento principiológico, conforme Kardec esclarece em A Gênese: “Como meio de elaboração, o Espiritismo procede exatamente da mesma forma que as ciências positivas, aplicando o método experimental”.

Portanto, o Espiritismo, tal como a Ciência, ao aplicar o “método experimental” pode se deparar com anomalias e sofrer uma crise paradigmática, que somente será solucionada por uma revisão que tornará possível a integração de novas teorias mais adaptadas e aperfeiçoadas. Essa capacidade doutrinária foi salientada por Kardec, ao declarar que: “Caminhando de par com o progresso, o Espiritismo jamais será ultrapassado, porque, se novas descobertas lhe demonstrarem estar em erro acerca de um ponto qualquer, ele se modificará nesse ponto. Se uma verdade nova se revelar, ele a aceitará” (A Gênese, cap. I, item 55). Outro importante pensador espírita que a evidenciou foi Gabriel Delanne: “Se lhes demonstrarem amanhã que estão em erro, abandonarão imediatamente sua maneira atual de ver, para se colocarem ao lado da verdade, porque o seu método é, antes de tudo, o racionalismo.” (O Espiritismo perante a Ciência).

Esta característica epistemológica do Espiritismo já era percebida por Deolindo Amorim, em seu artigo Atualização de Cultura, publicado em 1965, onde afirmava: “O Espiritismo é uma doutrina de natureza transitiva, porque procura comunicação com o mundo exterior a fim de interpretar os fenômenos da vida e da cultura em todos os seus aspectos”.

Ao declarar que é um processo natural no Espiritismo, sua atualização, a tradição livre-pensadora, representada na época presente pela CEPA, está dando prosseguimento ao projeto aberto e progressista de Allan Kardec. Cabe, portanto, aos espíritas inseridos nesse movimento, a responsabilidade de compreender os mecanismos desse processo, tornando-o eficiente no aperfeiçoamento do conhecimento espírita.






Gustavo Leopoldo e os muitos caminhos
Em visita a Porto Alegre, onde participava de um congresso médico, Gustavo Leopoldo Rodrigues Daré, Delegado da CEPA na cidade de Ribeirão Preto/SP, participou de uma reunião de estudos e da oficina de dirigentes e trabalhadores do Centro Cultural Espírita de Porto Alegre, na tarde de 13 de novembro.
Aos colaboradores do CCEPA, Gustavo Leopoldo fez um relato da história e das atividades daAssociação Caminhos para o Espiritismo, por ele presidida, entidade sediada em Ribeirão Preto, com associados e colaboradores também em Matão e São Carlos/SP, fundada em 2007. Promovendo fóruns e colóquios espíritas, na região, a Associação, como registra seu blog na internet - http://www.caminhosparaoespiritismo.org.br/blog/
- busca aproximar “os diferentes caminhos do espiritismo”, através do diálogo, do debate franco de ideias, em clima de fraternidade e de construção conjunta de ideias. Na foto, o visitante, juntamente com os dirigentes do CCEPA, Milton MedranSalomão Benchaya e Maurice Jones.

Néventon no CCEPA
Aproveitando visita a familiares no Rio Grande do Sul,Néventon Vargas (João Pessoa/PB), vice-presidente da Associação Brasileira de Delegados e Amigos da CEPA, -CEPABrasil,  visitou o CCEPA no último dia 27/11, tendo participado de uma reunião de estudos e da oficina de dirigentes e trabalhadores da Casa. Ali, deu notícias das atividades desenvolvidas pela ASSEPE – Associação de Estudos e Pesquisas Espíritas de João Pessoa, entidade filiada à CEPA, na capital paraibana. A foto registra a presença de Néventon, na reunião do CCEPA, entre Maurice Jones e Dirce Carvalho Leite.

Benchaya na nova sede da FERGS
Para a inauguração da sua nova sede, dia 28/11, a Federação Espírita do Rio Grande do Sul enviou convite a Maurice Herbert Jones e Salomão Jacob Benchaya, membros do Centro Cultural Espírita de Porto Alegre e ex-presidentes daquela federativa. Benchaya ali esteve prestigiando o evento e transmitindo as congratulações de Jones que não pode comparecer.
A nova sede da FERGS está situada na Travessa Azevedo, 88, bairro Floresta, Porto Alegre.






A CEPA e a Espiritualidade
Permitam-me registrar que gostei muito do artigo de Eugenio Lara “A CEPA e a Espiritualidade” (Enfoque, CCEPA Opinião de outubro/2015). Como muito bem salientou o articulista, “o Espiritismo se desenvolveu no seio do espiritualismo e é nele que sua contribuição filosófica se insere”. Por isso, o esforço da Confederação Espírita Pan-Americana em buscar, no seu XII Congresso Espírita Pan-Americano (Rosario/Argentina de 25 a 29 de maio de 2016), o diálogo com outras áreas do pensamento espiritualista, sem perder suas bases kardecistas.

Dante López – Presidente da CEPA – Rafaela/AR.

segunda-feira, 16 de novembro de 2015

OPINIÃO - ANO XXI - Nº 235 - NOVEMBRO 2015

O Brasil contra a Corrupção
Os recentes episódios que levaram políticos brasileiros aos tribunais e à prisão, juntamente com grandes empresários, no chamado “Mensalão”, seguidos, agora, da “Operação Lava Jato”, em suas sucessivas fases, despertaram na consciência popular a mais forte reação à corrupção em nosso país.  O fenômeno da corrupção, no entanto, está presente em toda a história do Brasil, desde seus primórdios.

A Cultura da corrupção
Com o título de “Breve História da Corrupção no Brasil”, no site Movimento contra a Corrupção -www.contracorrupcao.org, a Professora Rita Biason, da UNESP, Franca/SP, reporta-se a registros do Século XVI, época da colonização portuguesa, referentes ao comércio ilegal de produtos brasileiros, desviados da Coroa, por funcionários inescrupulosos. Registra também aquela cientista política graves violações às leis de tráfico de escravos, cometidas por poderosos senhores da época colonial. Proclamada a independência e instaurada a República, sucederam-se infindáveis casos de corrupção no setor de obras públicas de parte de ministros mancomunados com empresários brasileiros e europeus. Por sua vez, episódios de corrupção eleitoral desdobraram-se em capítulos degradantes, em toda a história da Repúbica, tendo por protagonistas governadores e “coronéis” que “impunham coercitivamente o voto desejado a seus empregados”, Era também corrente a prática de fraudes nas apurações. A pesquisadora faz também referência à corrupção no tempo dos governos militares. Traz, especialmente, o episódio da “Capemi”, uma entidade de assistência e previdência privada, dirigida por militares, que teria fraudado a confiança de seus associados, com o desvio de recursos, favorecendo interesses políticos de militares, e terminando por quebrar. Ela aponta o episódio como, “uma amostra do que ocultamente ocorria nas empresas estatais”, durante a ditadura militar.
Na história recente, após a democratização, ficaram mais marcados os episódios de corrupção da era Collor, cuja campanha, segundo Rita, teve seus gastos “financiados pelos usineiros de Alagoas em troca de decretos governamentais que os beneficiaram”. O Esquema PC, sigla que carrega o nome de Paulo César Farias, e do qual resultaria o impeachment do presidente Fernando Collor, segundo cálculos da Polícia Federal, envolveu fraudes no montante de 600 milhões a 1 bilhão de dólares.
De tudo isso, resulta que, o recente “Mensalão” e o atual “Lava Jato”, envolvendo desvios milionários, ainda não inteiramente contabilizados, cuja autoria é atribuída a políticos de diferentes partidos e empresários ligados às maiores empreiteiras de obras públicas, seriam apenas a continuação, hoje mais visível, de uma chaga que envergonha toda a história do Brasil.
Retornando ao artigo da Professora Rita Biason, diz ela, em sua conclusão: “A tolerância a pequenas violações que vão desde a taxa de urgência paga a funcionários públicos para conseguir agilidade na tramitação dos processos dentro de órgão público, até aquele motorista que paga a um funcionário de uma companhia de trânsito para não ser multado, não podem e não devem mais ser toleradas. Precisamos decidir se desejamos um país que compartilhe de uma regra comum a todos os cidadãos ou se essa se aplicará apenas a alguns. Nosso dilema em relação ao que desejamos no controle da corrupção é esquizofrênico e espero que não demoremos muito no divã do analista para decidirmos”.

O Estado moderno e a corrupção
O moderno Estado Democrático de Direito, absorvendo conceitos presentes na clássica cultura greco-romana, revestiu os bens públicos e os direitos fundamentais do cidadão de atributos de sacralidade, o que faz da corrupção um grave atentado aos valores mais fundamentais do homem, hoje vistos pelo Direito como sagrados. Com efeito, a “res publica” (coisa pública) do Direito Romano, também era considerada “res sacra” (coisa sagrada). A história da modernidade reconhece na Declaração de Independência dos Estados Unidos (1776), redigida por Thomas Jefferson e apoiada pelos chamados “Pais Fundadores”, o marco que expressa uma efetiva sacralização da democracia e dos valores indisponíveis, herdados da cultura greco-romana. A célebre declaração americana, inspirada em conceitos bíblicos, invocava, em seu preâmbulo, as “leis da natureza e as do Deus na natureza”, e proclamava: “Todos os homens são criados iguais, dotados pelo Criador de certos direitos inalienáveis, entre estes a vida, a liberdade e a procura da felicidade”, e complementava: “A fim de assegurar esses direitos, governos são instituídos entre os homens, derivando seus justos poderes do consentimento dos governados”.
Nessa mesma trilha andaria, décadas após, Allan Kardec, ao definir valores como liberdade, igualdade, sociedade, progresso e justiça, como leis naturais ou divinas, assim arroladas na 3ª Parte de O Livro dos Espíritos (1857). Ao discorrer sobre a influência da lei do progresso na civilização humana, Kardec identificou o egoísmo, a cobiça e o orgulho como os mais sérios entraves ao progresso dos povos (comentários à questão 793, L.E.). Dessa forma, elegia a honestidade e os atributos morais de governantes e governados como indispensáveis à verdadeira civilização. Uma civilização completa seria reconhecida “pelo desenvolvimento moral”, conforme resposta dos espíritos à questão 793.
Na visão espírita, pois, as causas da corrupção estão ligadas, fundamentalmente, ao atraso moral dos povos onde ela viceja. Essa deficiência, segundo a questão 796 de O Livro dos Espíritos, mais do que “por leis severas que se destinam a punir o mal depois de feito, ao invés de cortar a raiz do mal”, deve ser superada pela educação, pois só esta “poderá reformar os homens que assim não precisarão mais de leis tão rigorosas”.

           




Punição e Educação
Ao se reportar à educação como o único instrumento capaz de aprimorar a civilização, O Livro dos Espíritos nem por isso desconhece a necessidade da severidade de leis destinadas a punir o mal: “Uma sociedade depravada certamente precisa de leis mais severas”, afirma a mesma questão que apregoa o caminho libertador da educação.
É que, da mesma forma que a impunidade estimula a perpetuidade das violações às normas nas quais se funda a sociedade politicamente organizada – Estado -, a punição tem também como um de seus escopos educar para o bem, levando o delinquente a refletir sobre os prejuízos causados e à necessidade da reparação.
Educação, para o pedagogo Allan Kardec, consiste na formação de bons hábitos. Destes, como assevera em comentário à questão 685-a de O Livro dos Espíritos, nascem “a ordem e a previdência”. Trata-se, assim, de um processo que se vai aprimorando ao curso da história dos povos.
Quando se refere ao egoísmo, à cobiça e ao orgulho como os grandes obstáculos à civilização, Kardec aponta para imperfeições que marcam etapas primárias do processo evolutivo humano. Superá-las implicará também na necessidade de duras imposições, capazes de dissuadir seus agentes da prática de comportamentos antissociais, especialmente quando o caldo cultural em que eles estão mergulhados haja banalizado aquelas condutas.
Importa salientar que vivemos tempos de profundas transformações. Se é verdade que a corrupção sempre existiu, verdade também é que chegou o momento de combatê-la com todos os meios disponíveis. Até porque a sociedade amadureceu a consciência de que não mais pode conviver com ela. Essa conscientização e a consequente mobilização popular, aliadas à presença de diplomas legais e instituições republicanas destinadas a seu combate, são também atestados eloquentes de progresso civilizatório. (A Redação).




Pensamento e Crenças
Assim, pela comunhão de pensamentos, os homens se assistem entre si e, ao mesmo tempo, assistem os Espíritos e são por eles assistidos.”Allan Kardec

Os participantes do XIV Simpósio Brasileiro do Pensamento Espírita (Santos/SP, 30/10 a 1º/11), testemunharam momentos de enternecida emoção, no ato inaugural do evento. Foi quando se projetou na tela gravação, recentemente resgatada, da abertura da primeira edição do Simpósio, no ano de 1989. Nela, Jaci Regis dizia dos objetivos da iniciativa e projetava seu desdobramento como um espaço para a livre manifestação do pensamento, inteiramente aberto a todos que, indistintamente, se dispusessem a contribuir com o processo de renovação e arejamento de ideias, dentro do movimento espírita brasileiro.

O momento era de culminância de uma das mais significativas fases da história do espiritismo no Brasil, e que se iniciara com a retomada do velho debate de se o espiritismo seria ou não uma religião. A controvérsia, ciclicamente renovada, mas jamais concluída, propiciava, entretanto, naqueles anos 80 do século passado, a retomada de alguns temas propostos por Allan Kardec, mas paulatinamente ignorados pelos espíritas, em face do extremado religiosismo assumido por seu movimento.
Recepcionado e difundido no Brasil exclusivamente como uma crença, o espiritismo havia perdido, quase que inteiramente, uma de suas características fundamentais, ou seja, a de se assumir como um movimento de ideias, genuinamente humano e humanista. Humano, porque, diferentemente das religiões, sua elaboração é tarefa da humanidade, em sua caminhada progressiva no rumo do conhecimento e do amor. Humanista, porque, no centro de todas suas cogitações, está o homem em sua integralidade, como ser biológico, espiritual e social, viajante do tempo e do espaço.

Comportando-se exclusivamente como uma crença, o espiritismo, no Brasil, por longo tempo, conferiu importância e credibilidade somente àquilo que proviesse de espíritos desencarnados, “mensageiros dos céus”, e que houvesse sido intermediado por um restrito círculo de médiuns, tidos e havidos como interlocutores dos chamados “espíritos superiores”. A partir desse critério, e sob o argumento da necessidade da unificação em torno da “verdade revelada”, eventos espíritas não eram mais do que repetições de mensagens de conteúdo místico-evangélico, que pregavam a chamada “reforma íntima”, mas que desestimulavam a aquisição de novos conhecimentos pelo exercício do livre-pensamento e do debate franco de ideias.

Eventos como aquele inaugurado por Jaci Regis, em 1989 e que continuam se repetindo, de dois em dois anos, numa iniciativa do Instituto Cultural Kardecista de Santos, levaram à abertura de um novo capítulo para a história do espiritismo no Brasil. Abriram espaço para que os próprios espíritas submetessem algumas de suas crenças mais arraigadas a critérios de racionalidade e de bom senso recomendados por Kardec, na busca da harmonização da fé com a razão, o que leva, inevitavelmente, à priorização da dúvida cautelosa em substituição a certezas definitivas
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Foi esse cenário que possibilitou, poucos anos depois, a presença mais concreta da CEPA no Brasil. Já no ano 2.000, a Confederação Espírita Pan-Americana realizava um Congresso em terras brasileiras, o que não ocorria desde 1949. Ali se elegeria um brasileiro para presidir esse organismo espírita internacional, o que, graças ao concurso de uma equipe de homens e mulheres livre-pensadores, inspirados nos princípios kardecianos, propiciaria o incremento da difusão, neste país, de um espiritismo de feições laicas e progressistas.

Resgatava-se, assim, a efetiva priorização do pensamento sobre a crença, como propusera Kardec: “O livre-pensamento” – escreveu ele na Revista Espírita de fevereiro de 1867 - “eleva a dignidade do homem, dele fazendo um ser ativo, inteligente, em vez de uma máquina de crer”.  Com efeito, crenças foram e são valores importantes na formação de todas as culturas humanas. Mas só se habilitam a oferecer efetivos contributos ao conhecimento quando aliadas à razão, ao pensamento, à experiência, ao estudo, ao efetivo e respeitoso intercâmbio com as múltiplas áreas do saber humano. 

Ademais, o espiritismo, partindo da premissa fundamental da imortalidade do espírito e de sua comunicabilidade, abriu à humanidade um grandioso cenário de intercâmbio sério e produtivo entre encarnados e desencarnados. Essa intercomunicação é fonte permanente de conhecimento, graças, especialmente, à ação do pensamento e à sua expressão livre, unindo e integrando a humanidade encarnada e desencarnada. 

O chamado segmento laico e livre-pensador está, pois, fazendo sua parte. Eventos como o Simpósio Brasileiro do Pensamento Espírita e os Congressos Espíritas Pan-Americanos, cuja 22ª edição acontecerá na cidade de Rosário, Argentina, em maio de 2016, comprovam isso na teoria e na prática.

  




O pregador
A caminhada por meu bairro, naquele 12 de outubro, me fez deparar com uma pequena multidão, em frente à igreja. Dei-me conta de que a padroeira do Brasil era celebrada naquele dia. Por isso, o serviço de som permitia que o sermão também fosse ouvido na praça em frente, onde fiéis se misturavam com vendedores de velas, flores e fitinhas que seriam benzidas, depois. Pude escutar o padre recomendando que quem precisasse de uma graça:
Se você não sabe como se dirigir a Deus, peça à Sua mãe. Ela é intermediária de todas as graças. E qual o filho, por mais poderoso, que não se enternece diante de um pedido materno?
Estava lançado o tema de minha reflexão. Sempre que ando pelas margens do Guaíba, que banha meu bairro, me assaltam temas para refletir. Diferente de quem se isola e se imobiliza para meditar, é no movimento da caminhada que encontro o clima da meditação.

O reformador
As palavras do pregador levaram-me a retroceder 498 anos. Vi o monge alemão Martinho Lutero, num certo dia de outubro de 1517, afixando nas portas de um castelo de Wittenberg suas históricas 95 teses. Uma delas tocava exatamente no tema da prédica do padre de meu bairro. Para o fradinho alemão que promoveria o maior cisma da história da Igreja do Ocidente, dando origem ao protestantismo, entre o crente e Deus não poderiam se interpor intermediários, fossem estes pessoas, anjos ou santos. Isto quer dizer: a relação do homem com a divindade, da mesma forma que não poderia se dar pela indecente venda de indulgências, motivo maior da indignação de Lutero, também dispensava a ajuda de terceiros. O reformador religioso do Século XVI pregava a relação direta homem/divindade, sustentada apenas pela fé.

O fundador
O fundador do espiritismo - que a maioria dos espíritas prefere chamar de codificador, mas, que, na verdade, fundou um revolucionário movimento de ideias - trouxe um elemento novo, nessa relação homem/divindade: os espíritos. O catolicismo sempre os temeu e pouco falava neles. Quando a eles se referia, denominava-os como “almas dos mortos”, que habitavam o paraíso, o inferno ou o purgatório, sem contato, nem interferência na vida de seus entes queridos aqui ainda viventes. O protestantismo simplesmente passou a desconhecê-los como seres vivos: a morte fazia deles “não seres”, a dormirem, inconscientes, em seus sepulcros, até que as trombetas soassem, anunciando o fim dos tempos, quando, então, seria decidida sua sorte para toda a eternidade.

Legislador ou gestor?
A sobrevivência dos espíritos à morte física e a interação da chamada “humanidade desencarnada” com a “humanidade encarnada”, apregoadas pelo espiritismo, não fariam deles exatamente medianeiros entre Deus e os homens. Permitir-nos-iam, entretanto, melhor compreender a complexa escala em que se distribuem os seres inteligentes do universo e a integração destes à “Inteligência suprema, causa primária de todas as coisas”, que é como a filosofia espírita passou a definir Deus. Este deixou de ser aquele dispensador de graças a quem só poderíamos chegar com a ajuda de ministros, “pistolões”, lobistas ou privilegiados membros de sua família.
A grande revolução de ideias proposta pelo espiritismo também nos leva, assim, a modificar bastante nossa relação com a divindade. Deus passa ser muito mais a lei do que o gestor.
Tenho pensado muito nisso, em minhas caminhadas diárias aqui por meu bairro. Mas, creiam, sem nenhuma conclusão definitiva.




A mediunidade intuitiva e a percepção de energias
Ademar Arthur Chioro dos Reis – Médico sanitarista, Professor universitário, ex-Ministro da Saúde, integrante do Centro Espírita Allan Kardec, Santos/SP.Autor do livro “Mecanismos da Mediunidade – o Processo de Comunicação Mediúnica.

No livro Mecanismos da Mediunidade – o Processo de Comunicação Mediúnica, publicado pela Editora CPDoc, procuro destacar a diferença existente entre aquilo que denomino vibrações nominais, provenientes de outra individualidade (o Espírito comunicante), e as não nominais, fruto da combinação de vibrações de milhões de seres que formam um amplo espectro vibracional.
Essa percepção não nominada é aquilo que Kardec chama de inspiração em vários graus, a busca de um tipo de pensamento adequado a cada momento (de angústia, reflexão, saudade, etc). O ambiente energético criado em cada situação aumenta a percepção do espírito, constituindo momentos quase que mediúnicos, ou intuitivos, em que a alma extrapola os seus limites habituais.
Quem não se deparou impactado com uma estranha sensação, por exemplo, ao entrar em um bar, onde se concentram pessoas cujo nível sensório já se encontra afetado pelo excessivo consumo de álcool, perceptível em determinadas situações simplesmente ao passarmos em frente ao estabelecimento, deparando-nos com sensações que nos impactam negativamente, uma “energia” diferente da nossa?
Não é preciso ser um fanático torcedor de uma agremiação futebolística para perceber diferentes “energias” que emanam da massa, por vezes rapidamente alternadas entre tensão, dor, ódio, revolta, alegria, êxtase... Assim como não é preciso estar absolutamente envolvido emocionalmente com os seres que partem para o mundo dos espíritos para percebermos distintos “ambientes energéticos” que se formam em cada uma das câmaras mortuárias de um velório. Ou como é diferente a “energia” de um ambiente onde acaba de acontecer um grave desastre coletivo ou uma briga, mesmo que envolvendo pessoas que não tenham nenhuma ligação afetiva conosco.
Por outro lado, é inegável que as percepções advindas das situações descritas acima são muito diferentes das que nos envolvem ao entrarmos em contato com o som de uma orquestra sinfônica ou de uma melodia que nos “toca a alma”. Ou as diferentes energias que podem ser captadas em lugares distintos como um hospital (e mesmo em seus departamentos: maternidade, centro cirúrgico, enfermaria, PS, etc), em igrejas, cemitérios, monumentos históricos ou em nossos próprios ambientes de trabalho e lares.
A percepção de diferentes energias em determinados ambientes e situações são reconhecidas como mediunidade de inspiração ou mediunidade intuitiva? A mediunidade intuitiva pode acontecer a partir da captação de "vibrações não nominais"?
Como bem nos ensinou Kardec, mediunidade intuitiva ou intuição mediúnica é a ação intelectual e moral dos Espíritos sobre o médium (que ele denomina médium inspirado), que não dão sinais exteriores da mediunidade que possuem. (ver item 47 – Obras Póstumas).
Herculano Pires, ao refletir sobre o conceito genérico cunhado por Allan Kardec de que “toda gente é médium...”, seguindo o modelo proposto por W.J. Crawford, reconheceu formas variadas de manifestação das potencialidades mediúnicas, caracterizadas por ele como mediunidade “estática” e “dinâmica”.
A primeira, a mediunidade estática, concernente à mediunidade generalizada, natural, que todos possuem, praticamente imperceptível. A segunda, a mediunidade dinâmica, ativa, que, segundo Herculano, “exige desenvolvimento e aplicação..., que extravasa agitada em fenômenos de captação e projeção.” (ver “Mediunidade – Vida e Comunicação”. Edicel).
Não são as vibrações não nominais (a percepção de diferentes energias captadas em distintos ambientes) que estão envolvidas em uma comunicação mediúnica. Na mediunidade a troca de vibrações será sempre nominal porque tem como objeto da transmissão os pensamentos, as sensações e/ou emoções do Espírito comunicante, despertando não emoções genéricas, mas específicas e ostensivas.
Inegavelmente, entretanto, é forçoso reconhecer que as vibrações não nominais se constituem em modalidades genéricas de processos intuitivos (os graus distintos de intuição a que me refiro no livro e que obviamente não se restringem à intuição mediúnica), percebidos por meio de diferentes mecanismos psíquicos, somáticos e cognitivos.
Não se deve confundir, portanto, intuição e percepção energética com mediunidade intuitiva. A não ser que as consideremos, como Herculano Pires, genericamente na perspectiva da mediunidade estática.




A Presença do CCEPA no XIV SBPE
O presidente do Centro Cultural Espírita de Porto Alegre, Milton Medran Moreira, sua esposa,Sílvia Pinto Moreira e as associadas Margarida da Silva Nunes e Mariângela Cardia Machado (foto), compuseram a delegação do CCEPA ao XIV Simpósio Brasileiro do Pensamento Espírita, realizado em Santos, SP, de 30 de outubro a 1º de novembro. Medran foi um dos expositores do evento, com o trabalho ”O Pai, o Filho e o Espírito – a árdua busca de um conceito espírita de Deus descolado da teologia cristã”.
Por iniciativa do departamento de eventos do CCEPA, o trabalho de Medran será por ele reapresentado no auditório do CCEPA para ser discutido com os grupos de estudo da instituição, no próximo dia 2 de dezembro, quarta-feira, às 15h. A atividade está aberta a todos os interessados.

Elas farão muita falta
Antigas colaboradoras do CCEPA, onde desempenharam importantes atividades como diretoras de departamentos, as companheirasMarta Samá e Tereza Samá estão transferindo residência para a cidade espanhola de Alicante. No último dia 7 de novembro, foi promovido um almoço de despedida, oferecido pelos associados do Centro Cultural Espírita de Porto Alegre às duas irmãs. Na oportunidade, todos os companheiros da instituição manifestaram seu carinho às duas valorosas companheiras e os agradecimentos do CCEPA pelo trabalho por elas realizado por cerca de 30 anos nesta Casa. Na foto, Marta e Tereza com Maurice e Elba Jones, os mais antigos trabalhadores do CCEPA.

Instituto Espírita Terceira Revelação Divina – 84 Anos
Novembro é o mês de aniversário do Instituto Espírita Terceira Revelação Divina (Porto Alegre), que completa 84 anos. Uma série de palestras marca a efeméride. A primeira delas, com o tema“O Reino de Deus. O que é?”, foi proferida dia 4, pelo ex-presidente do IETRD, Aureci Figueiredo Martins. Dia 11/11, às 16h, o orador será Moacir Costa de Araújo Lima, com o tema “O Perdão e seus efeitos”, com lançamento e autógrafos de seu livro “Perdão e Crônicas para uma Vida Plena”. No dia do aniversário da instituição (18/11) , o presidente do CCEPA,Milton Rubens Medran Moreira proferirá palestra com o título “Direito e Justiça na Filosofia Espírita”. As palestras acontecem às quartas e sábados, sempre às 16h, e terão ainda a participação destes expositores: Leo IndrusiakJanete de Azambuja Correa, Iraci de Oliveira e Luis Marcelo Miranda.
A programação está em: http://institutoesp.blogspot.com.br/.





Suicídio, um novo olhar
Graças à reportagem “Suicídio, um novo olhar” (CCEPA Opinião de outubro/2015), pude ter acesso à excelente análise feita pela pedagoga Dora Incontri sob o título de “Suicídio – a visão espírita revisitada”, em seu blog: http://doraincontri.com/2015/09/21/suicidio-a-visao-espirita-revisitada/
 Agradeço a vocês.
Ana Maria Vergara Felix – Fortaleza, CE.

Uma solene homenagem a Allan Kardec
Acerca da conferência na Assembleia Legislativa do Maranhão, inserida no youtube -https://www.youtube.com/watch?v=EWHmjy2VmZw&feature=share - , cabe registrar a incessante tarefa de Milton Medran Moreira, em prol do conhecimento.
Mario Molfino – Rafaela, Argentina.