EL ASTRÓNOMO CAMILLE FLAMMARION
EL IMPULSO DIVINO Y EL UNIVERSO
por
CATHERINE COURTIOL & ISABELLE CHEVALIER
TODOS NOS CONVERTIREMOS
EN AUTORES DE LA VIDA
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013
Desde que existe, el hombre se pregunta de dónde
viene y cómo se formó la Tierra sobre la cual vive.
Las diversas teorías científicas expuestas sobre
estos asuntos nos enseñan que la respuesta aún
no se ha dado. Desde luego, los investigadores
científicos pueden dar numerosas explicaciones,
gracias especialmente a los nuevos descubrimientos
y a las eficientes tecnologías. Pueden
explicarnos las reacciones en cadena y series de
fenómenos extraordinarios que se han producido
durante la formación del planeta, pero siempre
ignoran las fuerzas que los han provocado y
todavía se preguntan cómo apareció el hombre. ¿Y
si la respuesta no fuera solamente científica sino
también, y sobre todo, espiritual? A este respecto,
durante una sesión espírita en 1990, un médium
de nuestra asociación pudo recibir la respuesta de
dos espíritus desencarnados: Buffon, naturalista
del siglo XVIII que escribió La historia natural del
hombre y Camille Flammarion, astrónomo de fines
del siglo XIX. El mensaje recibido nos ha ayudado
a levantar el velo sobre las cuestiones del origen
de la Tierra y de nuestra humanidad. La comunicación
fue posible gracias a un sueño magnético.
Esta forma de mediumnidad permite al médium,
dormido por pases magnéticos específicos, viajar
en el espacio y recibir imágenes mentales transmitidas
por los espíritus, que él nos traduce luego en
palabras. Ustedes vivirán así, en directo y en acelerado,
los primeros instantes de la formación de la
galaxia lo mismo que los del origen del hombre
sobre la Tierra.
“Avanzo, avanzo, estoy en el túnel. Me siento cada vez
más ligero. Veo la luz fuerte, blanca, estoy en el más
allá. Dos entidades vienen hacia mí. Ahora, estos dos
espíritus están muy cerca de mí, Buffon y Flammarion.
Nos elevamos los tres en el espacio. Veo un grupo en
círculo, son quizás unos treinta. Buffon y Flammarion
me hacen señas. Es preciso que me coloque en el centro
del círculo. Recibo de todas partes, hace calor, es casi
ardiente. Ellos desaparecen uno a uno. Todo es blanco,
todo es opaco. Voy a recibir la imagen del tiempo…” El
médium cuenta entonces lo que ve, lo que siente.
Nos hablará de los espíritus puros, creadores de
los mundos. Los espíritus son creados por Dios,
son invisibles e impalpables, han nacido simples
e ignorantes y es con las diferentes encarnaciones
que se perfeccionan. Por la ley de la reencarnación,
los espíritus devenidos en puros han terminado su
ciclo de encarnación, se reúnen con Dios y están a
su lado en la creación. Conservan su individualidad y
tienen una forma etérea, son todo amor. El poder de
su fuerza de pensamiento es tal que son capaces de
actuar sobre la materia elemental. Para eso utilizan el
fluido universal, elemento indispensable y primordial,
presente en el espacio para permitir la condensación
de la materia. En el relato que sigue, el médium nos
revela su presencia, lo cual nos permite medir su
papel esencial y determinante en la imbricación de
los elementos y en la alquimia que se sigue para
formar el planeta. Gracias a la voluntad amorosa de
Dios y de los espíritus, y a su fuerza de pensamiento
común, los elementos primitivos han recibido una
influencia para acelerar su encuentro. Por otra
parte, este proceso no es otro que el identificado y
descrito por los científicos; es por eso que podemos
decir que las explicaciones espíritas y científicas son
complementarias.
Continuamos: “Estamos hace más de seis mil millones
de años, todo es negro. Todo está silencioso. Por todas
partes, todo a mi alrededor es el vacío. Lejos, muy
lejos, distingo algunos pequeños puntos luminosos.
Estoy en el espacio limitado de lo que se convertirá
en nuestra galaxia, luego en nuestro sistema solar.
Simultáneamente me es presentado el más allá, veo
formas humanas luminosas. Veo espíritus puros. Ellos no
son sino formas de luz. Son por lo menos veinte. Grandes
rayos brotan de sus cuerpos luminosos e iluminan
bruscamente la oscuridad en la que me encontraba.
Piensan la materia, piensan las formas, piensan cada
vez más fuerte. Oigo un rugido lejano, se acerca. El ruido
se hace más intenso. Veo una enorme bola de fuego
anaranjado que atraviesa el espacio oscuro. Aumenta
cada vez más. El ruido se vuelve insoportable. La bola
estalla. La detonación es descomunal. Miles, millones de
bolas se dispersan en todos los sentidos y se desplazan
silbando a mi alrededor. Todas estas bolas no dejan de
subdividirse para dar origen a otras esferas. Grandes
meteoros incandescentes pasan muy cerca de mí a gran
velocidad. Todo está iluminado, todo está alumbrado
por un inmenso brasero. Algunas bolas parecen
detenerse pero permanecen en incandescencia. Giran,
giran a gran velocidad y arden como antorchas. Otras
bolas se detienen a su vez, todas en eje. Oigo música, es
muy hermoso. El rugido se aleja, la rotación disminuye
su velocidad. La Tierra me es presentada como una
enorme esfera incandescente. Un gas blancuzco rodea
su fuego. Ya no es más un fuego sino un enorme magma.
El planeta está cubierto en todos los puntos de lava
caliente y rojiza. Alrededor de él, distingo en el espacio
espíritus cada vez más luminosos, pero que sin embargo
tienen formas humanas. Rayos fluídicos azules salen
de las frentes de los espíritus puros y se dirigen hacia
la oquedad de nuestro astro. La Tierra es una bola de
lava que parece replegarse sobre sí misma. Agujeros
inmensos, de varios kilómetros de diámetro, se forman
por todas partes y el magma penetra lentamente en
su interior. Un humo espeso y blanco rodea todo el
globo. Ese humo se condensa cada vez más. Por todo
alrededor del planeta se forman enormes bolsones de
vapor. Lluvias diluvianas caen sobre toda la superficie
del globo. La lava se solidifica en la superficie y forma un
enorme núcleo de varios miles de grados. Es un núcleo
rojo. Las nubes son cada vez más espesas, las lluvias
cada vez más abundantes. Poco a poco, el vapor se
disipa y el globo se torna azul. No veo sino agua, agua
por todas partes, agua por todos lados…”
La vida primitivaRetomemos la lectura del fresco de la creación de
la Tierra y el nacimiento de nuestra humanidad. “El
planeta Tierra es un inmenso océano. Estamos hace
cuatro mil millones de años. Sobre las aguas, veo
entidades y, sobre estas entidades, veo una inmensa
luz, una luz que se mueve y late como un corazón.
Los espíritus están atentos a esta luz viviente.” En
este preciso momento del sueño magnético, los
espíritas que escuchan no identifican lo que es esa
“luz viviente” que el médium que viaja por el más allá
ve y describe. Sin embargo, una cosa se comprende:
ese corazón, símbolo del amor, acompasa y guía a
las entidades superiores en su creación amorosa.
“Ellas dirigen sus manos fluídicas hacia las aguas de
la Tierra. Veo pequeñas burbujas, límpidas como el
cristal, que brotan de las manos etéreas de los espíritus
creadores. Estas burbujas caen en las aguas de la Tierra.
Veo el fondo de los océanos, veo todas estas pequeñas
burbujas que se agitan, algunas se suman unas a
otras y forman racimos vivientes. De esos racimos
brotan formas simples, algo triangulares y largas,
transparentes: las amibas. Todo es condensación, todo
es progreso en la condensación. Hace calor, mucho
calor. He aquí que las amibas se unen unas a otras
para dar nacimiento a nuevas formas. Es una inmensa
oración que rodea nuestro planeta, la cadena de las
fuerzas superiores creadoras, y los rayos atraviesan lo
que ya ha penetrado el fondo de las aguas para acelerar
la ley de las atracciones”. Nosotros estamos allí: de las
manos etéreas de los espíritus superiores se escapa
el fluido de la vida que anima la materia. El origen de
la vida es revelado por el espiritismo. Estamos hace
cuatro mil millones de años; es igualmente lo que
afirma la ciencia, sin embargo, esta última no tiene
explicación definida sobre el origen de la vida. Varias
teorías se oponen: para una, la vida provendría del
agua misma y de las transformaciones que sufre
al contacto con la atmósfera; para la otra, la vida
provendría de las entrañas de la Tierra en cuyo seno
se forman los aminoácidos necesarios para la vida.
Finalmente, una teoría se aproxima a la explicación
espírita: son numerosos los investigadores que
estiman que nada permite afirmar que la vida
nació en la Tierra. Piensan que moléculas orgánicas,
en particular aminoácidos y bases nitrogenadas,
llegaron del espacio ya constituidas, pero a través
de meteoritos. Los investigadores admiten que
fechar correctamente la aparición de la vida, que se
pruebe el proceso de la multiplicación de las células
o que los descubrimientos sobre bacterias fósiles
permitan establecer los fundamentos químicos de la
procreación y del funcionamiento vital, no son más
que hipótesis y que ellos no saben nada sobre los
orígenes de la vida. Para eso, tendrían que admitir un
origen espiritual a toda forma de vida.
“Otro rugido se deja oír. Todo tiembla en el fondo de
los océanos. Se produce una enorme explosión a nivel
del núcleo central del planeta. El magma solidificado se
despierta, se levanta, surge a la superficie de las aguas.
Una enorme costra granítica se condensa. Las aguas
son invadidas por todas partes por el magma que brota
del centro del planeta. Permanentemente, los espíritus
se mantienen alrededor del globo. De esas erupciones
brutales resultan fallas. Veo montañas submarinas. El
suelo submarino se ha vuelto viscoso, casi frío. Siento
viento, un viento fuerte, violento. La superficie del
planeta tiembla, la tierra se aparta por todas partes y
los vegetales están naciendo. Formas enormes, esféricas,
invisibles, de semi-materia planean por encima del
globo, periespíritus de una vida primaria que caen y caen
sobre el planeta azul. Todo parece enorme, gigantesco.
Veo árboles que tienen más de setenta metros de alto.
Veo las hojas verdes de esos árboles, tres o cuatro adultos
podrían acostarse en ellas. Veo a los periespíritus tomar
forma cada vez más material. En el fondo de los océanos,
veo saurios que aparecen en el mundo submarino. Veo
grandes lagartos. Parece que la Tierra está caliente, muy
caliente. Enormes serpientes de mar surgen de las aguas,
se aferran a las rocas, a los árboles. La Tierra es como
un inmenso bosque virgen”. Más de tres mil millones
de años han transcurrido entre la aparición de la
vida en forma de amibas y los primeros saurios que
colonizaron las tierras para convertirse, según la teoría
darwiniana, en mamíferos terrestres.
Y Dios crea al ser humano“Todo se balancea. Soy trasladado a otra parte. Veo otra
esfera, es más sombrío, casi negro. Veo el planeta y sus
enormes bolas blancas. Las veo morir una tras otra.
Las veo abrirse y del interior escapan las dobles que, muy
lentamente, se elevan en el espacio. Veo como manos
luminosas extendidas, son las manos de espíritus que
acogen a estos seres inferiores. Ya sobre la Tierra viven
los grandes monos. Ya por todas partes, pero sobre
todo en Rusia, en Siberia, en Egipto, en Canadá, viven o
han vivido los pitecántropos. En todas estas comarcas,
pero más en Egipto, van a encarnar estos espíritus en
fase de evolución para dar nacimiento al hombre. Van
a utilizar el acoplamiento de los grandes simios para
hacer nacer, renacer, su cuerpo etérico en un cuerpo que
será diferente, que será el cuerpo humano. Hace más de
seis millones de años…” El sueño magnético revela
el proceso de la aparición del hombre sobre la Tierra,
indicando la existencia de planetas primitivos sobre
los que encarnan los espíritus recién estimulados. Su
naturaleza espiritual despierta a su individualidad,
prosiguiendo su ciclo evolutivo, les es necesario
encarnar en una esfera superior, ayudados y guiados
por los espíritus superiores que vigilan y protegen la
creación de Dios. Según los estudios paleontológicos,
el australopiteco es el antepasado de los hombres. Los
espíritus nos enseñan que fue a partir de ese tronco
que los espíritus humanos encarnaron por primera
vez en la Tierra, dando origen simultáneamente a
una cadena animal cuyo primer representante sería
el yeti. Ese es el famoso eslabón perdido sobre el que
los investigadores se interrogan e inquieren todavía
hoy. “De nuevo oigo la música y veo la luz de los espíritus
superiores. No cesan de repetir: «Somos la vida». Buffon
se acerca a mí y me dice: «El tiempo no es nada. Esta
historia es corta. Todos nos convertiremos en los autores
de la vida. La deslumbrante luz que late como el corazón
de un hombre, es Dios nuestro Padre». Es preciso volver a
bajar…” Nuestro nivel de evolución espiritual y el de
nuestro conocimiento son tan restringidos que para
nosotros es difícil comprender a Dios y su creación de la
que somos parte integrante. En este sueño magnético
se siente la constante presencia amorosa de Dios, así
como el compositor, creador de música, permite a otros
directores de orquesta y a una multitud de músicos
que conviertan sus notas en armonía, impregnadas,
sin embargo de su individualidad y su sentimiento.
Cuando por fin el espiritismo se reúna con la ciencia,
la realidad espiritual del espíritu se convertirá en el
cimiento de una nueva ciencia de investigación.