EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG
Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS
ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".
sábado, 30 de enero de 2016
LE PETIT TRIANON
FANTASMAS Y CASAS ENCANTADAS
por JACQUES PECCATTE
LE JOURNAL SPIRITE N° 103 janvier 2016 L
LOS FANTASMAS DEL TRIANÓN
L A AV E N T U R A D E D O S I N G L E S A S
A cierta distancia del castillo de Versalles, se encuentran en el mismo conjunto del inmenso parque, el Gran Trianón, el Pequeño Trianón y la Aldea. En la encrucijada de estos tres sitios muy visitados, han sido reportadas asombrosas manifestaciones durante más de medio siglo.
El primer testimonio, y el más conocido, se remonta a 1901 y proviene de dos institutrices inglesas, Miss Moberly y Miss Jourdain. El 10 de agosto de 1901, en visita a Versalles, caminando desde el Gran Trianón hacia el Pequeño Trianón, encontraron a dos hombres que les parecieron ser jardineros, a causa de una carretilla y una pala depositadas cerca de ellos. Estos hombres tenían un aspecto de gran dignidad, y su traje era arcaico: abrigo largo gris-verde y sombrero de tres picos.
Miss Jourdain, sin asombrarse en el momento por aquella anomalía, les preguntó el camino hacia el Pequeño Trianón. Y se le respondió con un tono muy natural que siguiera derecho. Al mirar a su derecha, Miss Jourdain vio una casita. En el umbral, sobre algunos escalones de piedra, había una mujer con una chiquilla cuyos trajes impresionaron a la inglesa: una pañoleta metida en una blusa y la chiquilla tenía un vestido que le llegaba hasta los tobillos, y sobre la cabeza un gorro blanco.
Poco a poco las dos turistas se dieron cuenta de lo insólito de esos encuentros en un ambiente que evocaba otros tiempos. Y tuvieron la extraña sensación de “un extraordinario sentimiento de depresión”.
Los árboles tenían la apariencia de estar inmóviles y sin vida, “haciendo pensar en un bosque tal y como lo representan los tapices”.
Miss Jourdain experimentaba “una impresión de desolación y soledad que subía de ese lugar. Tenía la ilusión de caminar en sueños. La tristeza era opresiva”.
Llegaron a un kiosco redondo, a un lado del cual se encontraba un hombre sentado, con un abrigo y un gran sombrero. Tenía el rostro sombrío marcado de viruela. Luego, con un ruido de carreras detrás de ellas, apareció repentinamente un gentilhombre que les hizo pensar en la época de Luis XVI.
El hombre con viva excitación les gritó: “¡Señoras, señoras, no es preciso pasar por allá! Por aquí… Buscad la casa”.
Luego se alejó, siempre corriendo. Ellas siguieron la dirección indicada, alejándose con alivio del hombre siniestro sentado cerca del kiosco. Vieron un puente rústico sobre un pequeño barranco, un arroyo, un estrecho sendero, luego el Pequeño Trianón y sobre la terraza, dándoles la espalda, una dama dibujaba. Tenía un sombrero de paja blanca de donde salían bucles rubios, llevaba un vestido corto y ligero, que se ensanchaba con amplitud en la parte baja, y sobre los hombros, escondiendo una parte de la blusa, una pañoleta bordada con un ribete verde y oro.
Parece que Miss Moberly fue la única en percibir esta aparición de la mujer, que se volvió hacia ella, y se identificó como la reina María Antonieta. Al llegar al otro extremo de la terraza, un joven las detuvo, les precisó que la entrada se encontraba en el patio de honor, y se dispuso a mostrarles el camino. Entonces fueron presa de una sensación aún más intensa de depresión.
Cuando llegaron ante la entrada principal del Pequeño Trianón, tuvieron por fin la sensación de encontrarse en la realidad del tiempo presente. Los dos inglesas llegaron a la conclusión de que el Pequeño Trianón estaba encantado por María Antonieta y las gentes de su entorno.
N U E VA S I N C U R S I O N E S E N E L PA S A D O
El 2 de enero de 1902, Miss Jourdain volvió sola a Versalles. Por un camino diferente, tomó una alameda que conducía a la Aldea. En el momento de franquear un puente, se encontró asaltada por la misma sensación deprimente del mes de agosto anterior: “Era como si hubiera cruzado una línea y me encontrara en su zona de influencia”.
Había una carreta que dos hombres llenaban de ramas muertas. Los hombres tenían túnicas y esclavinas con capuchones puntiagudos. Uno de los capuchones era rojo y el otro azul. Regresando de la Aldea, la paseante se perdió y se encontró en un bosque espeso donde experimentó la impresión de estar rodeada de personas con trajes de seda, mientras que le llegaban los sonidos de una música lejana.
Según las informaciones recibidas, aquel día no había orquesta tocando en el parque.
Miss Jourdain volvió una vez más al Trianón, el 12 de septiembre de 1908.
Se dirigía hacia la antigua vivienda de los guardias, cuando vio a dos mujeres sentadas en la sombra, riñendo con violencia. Una vez más, tuvo un sentimiento extraño con la misma sensación deprimente que en 1901 y 1902.
“Toda la escena, cielo, árboles, edificios, temblaba como el telón de fondo de un teatro”.
Miss Jourdain sentía dificultad para moverse, como en ciertas pesadillas. Hizo un esfuerzo para seguir caminando y abandonar la alameda. “En cuanto salí, las cosas volvieron a ser normales”.
LAS D O S I N G L E S A S D I R I G E N L A I N V E ST I G A C I Ó N
Mientras tanto, las dos institutrices hicieron juntas dos nuevas visitas a Versalles en 1904.
Mismo recorrido, pero todo había cambiado: ya no había kiosco, ni puente, ni el pequeño barranco, tampoco los viejos senderos cuya imagen habían conservado. Un terraplén de grava había reemplazado al césped que se extendía hasta la terraza y donde, tres años antes, estaba la dama que dibujaba, había un matorral aparentemente plantado desde hacía varios años.
Igualmente había desaparecido el espeso bosque donde Miss Jourdain se había extraviado en enero de 1902. Convencidas de haber sido transportadas a otro tiempo, Miss Jourdain y Miss Moberly hicieron investigaciones históricas, a partir de documentos (viejos libros, planos antiguos) y visitas detalladas de diversos monumentos. Encontrando numerosos detalles que correspondían a sus visiones, hicieron su extraordinario relato en An adventure que apareció en 1911.
OT R O S T E ST I G O S
Una familia norteamericana, el Sr. y la Sra. Crooke y su hijo, fueron confrontados a una experiencia semejante en el parque del Gran Trianón en 1908: trajes de otros tiempos y la dama que dibujaba. Ellos también habían experimentado la sensación de que aquellas imágenes “no estaban conformes al presente” y que los trajes “pertenecían a un siglo pasado”.
Otra vez, la Sra. Cooke percibió a un hombre con traje del siglo XVIII, llevando a guisa de tocado, un sombrero de tres picos. Otro día, el Sr. Cooke, paseándose solo, oyó la música, que no podía tener lugar en ese momento: se trataba de viejas melodías tocadas con instrumentos de cuerdas de otros tiempos. A veces un curioso silbido había precedido a las apariciones, como si el aire se hubiera cargado de efluvios eléctricos o de vibraciones desconocidas.
Los Crooke se sentían oprimidos en el parque de Versalles, en una atmósfera anormal y asfixiante. Otros detalles complementarios sobre la disposición de los lugares, reúnen las observaciones consignadas por las dos inglesas. Las experiencias de la familia Crooke se remontan a 1908, tres años antes de la publicación del relato de las dos institutrices. Fue sólo en 1914 cuando la familia Crooke las conoció, comprobando numerosas observaciones semejantes. Más tarde, en 1928, otra institutriz inglesa acompañada por una antigua alumna, aunque desconociendo la existencia del libro An adventure, vivieron una situación semejante. Encontraron al jardinero vestido de gris-verde y de repente se sintieron deprimidas.
Percibieron a una mujer que llevaba una cofia alta, luego a un anciano vestido con una larga librea de un verde algo desteñido y galoneada en plata. Estaba tocado con un sombrero de tres picos. Le pidieron informaciones sobre el Pequeño Trianón, y respondió con voz fuerte y ruda, en un francés ininteligible. Tenía aspecto siniestro. Las dos mujeres se alejaron apretando el paso. Echaron un vistazo atrás, y había desaparecido. De regreso a Inglaterra, contaron su aventura y se enteraron entonces de que dos institutrices ya habían relatado eventos parecidos.
Últimos testigos conocidos: un procurador londinense y su esposa se encontraban en el camino que lleva a la Aldea el 21 de mayo de 1955. Vinieron a su encuentro una mujer y dos hombres que charlaban pacíficamente. Cuando el terceto estuvo más cerca, la inglesa fue seducida por el color del traje: un amarillo maravilloso y tornasolado, un vestido muy amplio que bajaba hasta el suelo. El marido fue más atento a los trajes de los hombres: largos abrigos negros, bragas, medias y zapatillas del mismo color, estas últimas adornadas con hebillas de plata. Al principio no percibieron lo insólito y extraño de aquellos atavíos, hasta el momento en que el marido le dijo a su esposa: “¡Es curioso! ¿Por dónde pasaron estas personas?” Esta pareja también sintió un clima opresivo y un malestar como en los otros casos.
¿ES ESE EL FANTASMA DE MARÍA ANTONIETA?
Naturalmente, Miss Jourdain y Miss Moberly pensaron que la dama que dibujaba debía corresponder al personaje de María Antonieta, reina de Francia. Los diversos testimonios fueron analizados por Andrew Mac Kenzie que llegó a identificar a ciertos personajes, ubicando la escena en el mes de agosto de 1770. Así, los dos hombres con largos abrigos gris-verde podrían ser los jardineros reales, Claude Richard y su hijo Antoine. Pero la dama dibujando no podía ser María Antonieta que no tenía entonces sino quince años. Ahora bien, la dama vista por Miss Moberly en 1901 parecía de más edad: “Su rostro no era joven, aunque bonito, no me atrajo…”.
P O S I B L E S E X P L I C A C I O N E S
Sensación de depresión o de cansancio, tal es el punto común que marca los diversos testimonios. Se ha sugerido la existencia de corrientes telúricas particulares en estos parajes, allí donde convergen los relatos, un lugar situado en los caminos arbolados entre el Pequeño Trianón, el Gran Trianón y la Aldea. Para explicar estas apariciones, cuyo intervalo entre la primera y la última es de más de cincuenta años, se ha sugerido la presencia de fantasmas, como en un lugar encantado.
Pero, no nos encontramos verdaderamente ante la configuración habitual de un caso de encantamiento. Los fantasmas actúan por aparición, poltergeist u otra forma en un entorno familiar que no se transforma ante los ojos de los testigos.
Se trata de fenómenos insólitos comprobados en lugares habituales: es una intervención de los invisibles en nuestro mundo sensible. En cambio en Versalles, es todo el entorno lo que se modifica. Los testigos son como transportados a otra época, a una decoración y un ambiente diferentes que ya no corresponden al entorno del tiempo presente.
Las sensaciones de extrañeza y depresión que afectan a los testigos hacen pensar en otra dimensión, como si hubieran incursionado en otro tiempo, como si hubieran franqueado una “puerta del tiempo”.
Es la tesis que elegiremos, según lo que llamamos comúnmente un pasaje de cuarta dimensión.
Por un mensaje espírita tuvimos conocimiento de la existencia de un punto de cuarta dimensión no lejos de la Aldea de Versalles y cuya localización aproximada coincide completamente con los testimonios que acaban de ser relatados.
Entre otros fenómenos, estos lugares cargados de una teluria particular son “puertas” que trascienden nuestros datos espaciotemporales. La mayoría de las personas que atraviesan esta clase de “campos magnéticos”, no siente ni percibe nada de particular.
Pero algunas personas que se encuentran en un momento determinado en una disposición psicológica particular, pueden vivir este género de acontecimiento. ¿Por qué más precisamente estos cuatro grupos de testigos vinculados al Trianón?
Una hipótesis podría llevar a pensar que estas personas han vivido en los lugares en una vida anterior a la época dada, y que la particularidad telúrica del lugar hace resonar un lejano pasado al que se trasladan las personas.
O bien, otra hipótesis, la sensibilidad de estas personas sería propicia a que se encuentren de repente en otra dimensión, allí donde la teluria es particular. El fenómeno sigue siendo complejo, pues humanos del siglo XX se encuentran transportados a una dimensión espaciotemporal pasada, y se comunican con personajes del pasado. ¿Cómo se opera esta traslación de un tiempo a otro entre individuos que viven con más de cien años de intervalo? No tenemos todos los datos para descifrar esta asombrosa serie de fenómenos.
viernes, 29 de enero de 2016
HISTORIA
LAS BRUJAS DE SALEM
por MARIE-NOËLLE COURTIOL
HISTORIA
LAS BRUJAS DE SALEM
LE JOURNAL SPIRITE N° 88 AVRIL 2012
La historia de los hombres sobre la Tierra está jalonada de acontecimientos, de sucesos diversos y de aventuras que, en su desarrollo y sus conclusiones, fueron, y quizás todavía son, reveladores de muchos aspectos de la psicología de sus actores. La fuerza simbólica que emana de ciertas leyendas, a menudo nacidas de hechos reales, les ha permitido traspasar las épocas para participar en la construcción de nuestras culturas y de nuestra memoria colectiva.
Así, con gran frecuencia hablamos de una historia ancestral sin saber si pertenece a una realidad vivida o a la imaginación de nuestros antepasados, siendo lo importante la fuerza y la naturaleza del mensaje que ella transmite.
Uno se da cuenta de que la longevidad de ciertos acontecimientos históricos o legendarios, también reside en el hecho de que realmente bien podrían haber tenido lugar. A menudo son pues un espejo de lo que todavía somos, si bien es cierto que los hombres progresan de manera rápida en los planos científico y técnico, sus avances en conciencia y moralidad son mucho menos espectaculares. Entre estas peripecias en el seno de las sociedades humanas y de las cuales queda rastro, hay una que refleja bien esa tendencia que tenemos de no sacar suficientes lecciones de los errores pasados para reproducirlos con más fuerza: se trata de la historia de las brujas de Salem.
Esta tragedia, que resume lo que era la hechicería en América en el siglo XVII, ha permanecido célebre por haber sido objeto de una obra teatral del gran escritor norteamericano Arthur Miller en 1952, que no dejó de establecer la relación entre este paroxismo de la inquisición y el triste período del macartismo donde brujos y brujas simplemente eran reemplazados por comunistas o sospechosos de serlo.
Estos comportamientos medievales, que el hombre debería haber desterrado de sus sociedades desde hace mucho tiempo, también se encuentran hasta en este momento, en el ascenso al poder de los integrismos religiosos más fanáticos, que perpetran las masacres más horribles y practican un terrorismo ciego para imponer a un Dios por el temor y el crimen.
En esa época, la Iglesia católica pretendía que la brujería era el peor de todos los pecados, que era fruto de un pacto con el diablo. Por su parte, los pastores protestantes hacían responsable a Satanás de todo fenómeno sobrenatural. En esa época se creía pues, que síntomas como ataques de nervios, convulsiones y delirio, a los cuales no se encontraba ninguna explicación médica, eran obra de brujas que actuaban en nombre del príncipe de las tinieblas.
En 1692 comenzó una verdadera cacería de brujas en una aldea de Massachusetts llamada Salem.
La historia Comienza con la llegada a Salem del reverendo Samuel Parris, su mujer, su sobrina Abigail Williams, su hija Elizabeth y sus dos servidores, John Indian y su mujer Tituba.
Las dos chicas pasaban largas horas en compañía de Tituba quien, para entretenerlas, les contaba historias de vudú y les decía la buena ventura. Las dos muchachas no pudieron guardar para ellas el secreto y lo compartieron con las otras chicas de la aldea.
No obstante, invadidas por sentimientos de culpa y temor al demonio, Betty y su prima se creían condenadas por la eternidad. Poco a poco, su salud se deterioró: regularmente eran presa de crisis de convulsiones.
Como el examen médico no reveló ningún trastorno físico y los tratamientos resultaron ineficaces, se declaró que las dos chicas habían sido víctimas de brujería. El reverendo y otros notables de la ciudad insistían con Betty y Abigail, pero igualmente con las otras chicas afectadas por los mismos síntomas, para que denunciaran a los que las habían maldecido.
Hasta el día en que Elizabeth por fin logró decir “¡Tituba… oh, Tituba!” Las otras chicas la acusaron a su vez. Entonces la comunidad dio fe a las acusaciones y la condenó.
Pero otras dos hechiceras también fueron acusadas: Sarah Good y Sarah Osborne.
Estas dos damas ya tenían una mala reputación. Las nuevas acusaciones presentadas contra ellas agravaron aún más su caso. Las tres infortunadas fueron acusadas oficialmente de hechicería el 1º de marzo de 1692 y puestas en prisión. Pero siguieron otras acusaciones: Dorcas Good (la pequeña de Sarah Good, de cuatro años), Rebecca Nurse (una abuela enferma y piadosa), Abigail Hobbs, Deliverance Hobbs y Martha Corey, así como Elizabeth y John Proctor. Progresivamente se llenaron las prisiones, pero salió a la superficie un nuevo problema: los acusados no podían ser juzgados porque el gobierno no tenía ninguna legitimidad.
Así, no tuvo lugar ningún proceso antes de fines de mayo de 1692.
Fue necesario esperar la llegada del gobernador William Phips para constituir una corte. Pero, desgraciadamente para aquel momento, Sarah Osborne ya había muerto en prisión sin haber sido juzgada.
En cuanto a Sarah Good, había dado a luz una hija y varios otros acusados estaban enfermos.
Unas ochenta personas esperaban su proceso en las cárceles. Una vez al mes y durante todo el verano que siguió, la corte estuvo en sesión. Cada proceso terminó en la condena a muerte del acusado por hechicería.
No se pronunció ninguna absolución. Sólo aquellos que se declararon culpables y que, además, denunciaron a otros sospechosos, evitaron la ejecución. Solamente al menos dos mujeres se beneficiaron con un aplazamiento de la ejecución porque estaban encintas. Pero, no obstante, después del nacimiento de sus hijos fueron colgadas.
Fue finalmente en octubre de 1692 cuando terminaron los procesos por hechicería. Al regresar de la frontera, donde combatía a los indios, el gobernador Phips puso fin al procedimiento emprendido y progresivamente los acusados fueron puestos en libertad.
La cacería de brujas acababa de terminar. Pero para algunas de ellas fue demasiado tarde.
Ya habían sido colgadas diecinueve personas. Varios años más tarde, las autoridades reconocieron su culpa y se excusaron con las familias y amigos de las víctimas pues era evidente que en esta historia, las inocentes víctimas habían sido asesinadas.
Pero fue al Reverendo Samuel Parris al que más se persiguió. Se le acusó de haber engendrado todos estos desgraciados acontecimientos y se retiró de la comunidad religiosa.
Teniendo en el seno de nuestro grupo espírita médiums que, desde hace más de treinta años, nos permiten la comunicación con los espíritus, tuvimos un día la oportunidad de hacer la siguiente pregunta a los espíritus, en sesión espírita: “¿Pueden revelarnos la verdadera historia de las brujas de Salem?” La respuesta recibida fue la siguiente: “En efecto, las brujas de Salem es el relato de un proceso entablado contra numerosos habitantes de una aldea, en la primavera del año 1692, y que describe cómo una histeria colectiva alimentada por misticismo y conservadurismo religioso, pudo hacer condenar a muerte a inocentes, simplemente por un macabro engranaje de sospechas, connivencias con el demonio, acusaciones, denuncias y la elaboración de un mecanismo de temor colectivo, de confesiones y expiaciones de pecados que no existían”.
En un segundo mensaje recibido un poco más tarde, el espíritu nos dijo esto, siempre a propósito de la historia de las brujas de Salem: “En verdad, se trata de la historia de la progresión humana. En verdad, se trata siempre del comportamiento de una humanidad en el interior de una sociedad, en el interior de un tiempo dado. En verdad, se trata de la manifestación del individuo en su encarnación en el interior del grupo humano, en el interior del grupo social. Nada de magia, nada paranormal, nada de manifestación particular del espíritu, sino más bien en la evocación de su pregunta, de una manifestación del intelecto, del sentimiento del hombre. Las brujas de Salem jamás existieron como tales, o por lo menos de la manera como eso pudo serles relatado, contado y expresado. No obstante, la historia es de lo más interesante en cuanto a sus conclusiones. Es preciso, lo creo sinceramente, superarla para comprender que más allá, en un tiempo, ya el hombre reflexionaba sobre su propia condición”.
El espíritu nos lo confirma, este trágico episodio no debe su existencia más que al fanatismo religioso de la época, suficientemente expandido como para haber sido una de las bases de las sociedades medievales.
Uno puede quedar legítimamente sorprendido al ver que todavía hoy, un poco en todas partes del mundo, el progreso puede bordear comportamientos de otro tiempo y que muchos de los procesos de Salem aún tienen lugar, en nombre de un Dios vengador y anticuado
miércoles, 27 de enero de 2016
El DOSSIER LOS PRINCIPIOS DEL ESPIRITISMO
EL PAPEL DEL PERIESPÍRITU
por COLOMBE JACQUIN
LE JOURNAL SPIRITE N° 100 avril 201
Los filósofos griegos la llamaban “Ochema”, Pitágoras lo llamaba poéticamente “el carro espiritual del alma”, los egipcios lo llamaban “Ka”.
Entre los primeros cristianos, Orígenes y San Pablo en particular, se evoca un “cuerpo sutil”; más tarde, las religiones contemporáneas ya no harían más referencia a este cuerpo etérico y no evocan más que el alma.
Sería necesario el advenimiento del espiritismo para sacar a la luz la existencia de este doble, pues, ¿cómo explicar que los difuntos, desprovistos de un cuerpo físico, irremediablemente destruido después de la muerte, aparecen sin embargo en forma tangible y reconocible?
En particular, el sonambulismo descubierto por Puységur, fue un instrumento de investigación de ese mundo del más allá cuya existencia se ha sospechado en todos los tiempos, pero que a partir de 1847, iba a llamar la atención de los hombres en forma razonada e inteligente. Los sonámbulos dieron testimonio espontáneamente de haber visto salir el doble del cuerpo físico en el momento de la muerte. Hubo luego numerosísimas experiencias de sonambulismo provocado. El sujeto sensible, dormido por un magnetizador, se encuentra con desencarnados desconocidos de él y de los participantes, que puede describir con notable precisión, descartando así toda hipótesis de sugestión del sonámbulo o de transmisión de pensamiento por parte del operador. Todas las manifestaciones ectoplásmicas, en el curso de las cuales fueron realizados los moldes de materializaciones, participaron también en la puesta en evidencia del periespíritu.
Cada ser humano es resultado de una trilogía: un espíritu (o alma) totalmente inmaterial, un cuerpo temporal que se agota y muere, y entre los dos un elemento de semi-materia que hace el enlace, el periespíritu. En todas las civilizaciones, incluidas las más antiguas, se presintió la existencia de este elemento fluídico, el alma, puramente inmaterial, no podía concebirse sin un cuerpo etéreo que le permitiera unirse a la materia el ejemplo más edificante fue el del espíritu Katie King, cuyo verdadero nombre era Annie Owen Morgan, que durante tres años se manifestó a través de la médium Florence Cook, en sesiones realizadas en presencia de numerosos testigos del mundo literario y artístico pero también, y sobre todo, del célebre físico inglés William Crookes.
Se realizaron moldes de la aparición a partir de la sustancia que emanaba de la médium y en la cual se materializaba el espíritu Katie King. El espíritu y la médium eran físicamente muy diferentes y no podía haber ninguna duda en cuanto a la realidad de la manifestación fantasmal. Las experiencias continuaron con Alfred Russell Wallace, el eminente naturalista británico, que llegó a fotografiar la aparición de un difunto al que no conocía personalmente, pero que fue reconocido por un pariente. Otros casos muy convincentes han ilustrado esta realidad de la supervivencia periespiritual.
Un ejemplo muy interesante es referido por Gabriel Delanne: una dama sensibilizada por este último a la vida en el más allá, y que pensaba que tenía algunas facultades mediúmnicas tuvo la prueba tangible de su encuentro con el mundo de los desencarnados. Durante un sueño, vio muy claramente un Espíritu que se manifestó bajo la identidad de Blaise Pascal; la imagen de su rostro se grabó en ella hasta tal punto que deseó confrontar su visión con las representaciones que se hacían de este célebre personaje. Los retratos que se le presentaron en varias bibliotecas eran bastante parecidos a su visión, pero ninguno reproducía una pequeña deformidad del labio inferior que había marcado a la dama, y ningún librero experimentado había observado nunca esa particularidad. Sin embargo, la pertinaz dama prosiguió sus investigaciones y acabó por dar en un lejano anticuario, con el verdadero retrato del ilustre filósofo que, sorpresa, presentaba una verdadera deformación del labio tal y como el visto por la dama.
El periespíritu, (de peri alrededor, spiritus espíritu) es un elemento de semi-materia indispensable para la vida del espíritu en la materia, juega un papel determinante y explica numerosos fenómenos paranormales. Es una suerte de primer cuerpo, extraído del fluido universal que permitirá al espíritu recién creado y completamente inmaterial, poder integrar la materia a fin de cumplir allí su ciclo evolutivo. El periespíritu pesa alrededor de 10 gramos, repartidos en 2 gr. de manganeso, 2 gr. de níquel, 3 gr. de radio subatómico de emanación radioactiva, 3 gr. de fluido de base D7 (correspondiente al deuterio subdividido en siete datos desconocidos por la ciencia del hombre). Subsistirá a todo lo largo de las vidas encarnadas del espíritu y le servirá también de vehículo cuando esté en el más allá. Presenta dos estados: el de eterización o imponderabilidad en el estado etéreo fuera de la materia, y el de materialización o ponderabilidad cuando se transforma en materia tangible. Retractable y extensible, es él que, infinitamente pequeño, integrará la materia y permitirá al espíritu elaborar su cuerpo físico en el momento de la reencarnación; así a cada célula del cuerpo físico corresponde una célula periespiritual. En el interior del cuerpo durante la vida carnal, escapa de él en el momento de la muerte acompañando al espíritu. Este elemento fluídico, surgido de la materia elemental primitiva y universal, es capaz de adaptarse a las condiciones de vida en diferentes mundos, permitiendo así al espíritu formarse un cuerpo adaptado a las muy diversas circunstancias físicas y ambientales de los planetas donde es llamado a reencarnar. El periespíritu será cada vez más etéreo a medida que el espíritu evolucione y llegará a los planetas superiores con muy tenue materialidad. Será abandonado al final de las encarnaciones, cuando el espíritu convertido en perfecto ya no viva más que la vida etérea y no tenga más necesidad de integrar la materia. Compuesto por un conjunto de fuerzas electrónicas de carácter celular cuya primera capacidad sigue siendo una fuerza de registro, una fuerza de memoria, almacenará el conjunto de lo vivido en todas las existencias (eventos, aprendizaje, sentimientos). Es una suerte de banda registradora, de tarjeta de memoria de la que el espíritu se servirá de manera instintiva. Así, las facultades adquiridas y los rasgos de carácter perfilados en el transcurso de las vidas anteriores, son registrados y siguen al espíritu a través de todas sus experiencias encarnadas. En virtud de la radiación debida a la presencia de una pequeña cantidad de radioactividad, el periespíritu puede tomar formas luminosas de orden periférico, lo que se denomina aura; ciertos clarividentes pueden distinguir esa aura, descubriendo en ella por sus emanaciones (color, contorno) el estado de salud de una persona. Los investigadores rusos, los esposos Kirlian, desarrollaron en 1939 un procedimiento que permite fotografiarlo. Un médico francés, el doctor Baraduc, también demostró su existencia, cuando la muerte de su esposa, pesando el cuerpo antes y después de la muerte, indicando una diferencia de peso de 10 gr., conforme a las informaciones recibidas en sesión espírita. La existencia del periespíritu es determinante. Permite explicar numerosos fenómenos aparentemente inexplicados, y comprender todas las formas de emancipación del espíritu fuera de la materia.
A P A R I C I O N E S F A N T A S M A L E S D E L O S M U E R T O S
El periespíritu, en razón de sus propiedades, le permitirá al espíritu desencarnado recrear puntualmente los órganos y la apariencia física que tenía en una de sus vidas. La historia del espiritismo está jalonada de experiencias y testimonios que dan fe de la presencia de un desencarnado bajo la apariencia física que tenía en vida. Las pruebas de ello fueron establecidas y conservadas gracias a los moldes ectoplásmicos realizados especialmente por el doctor Gustave Geley en sesiones con el médium Franek Kluski. Durante su última aparición, el espíritu Katie King distribuyó como recuerdo de sus numerosas visitas, un mechón de su cabello y un trozo de su vestido,
provisionalmente materializados
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A P A R I C I O N E S D E L O S V I V O S
Numerosísimos ejemplos demuestran que el alma de un vivo muy bien puede manifestarse lejos del entorno donde se encuentra su cuerpo, con la posibilidad de aparecer y estar así en dos lugares distintos al mismo tiempo: es el fenómeno de bilocación o don de ubicuidad. La Sociedad de Investigación Psíquica fundada primero en Inglaterra y luego en Francia, y en la que colaboraron miembros prestigiosos tales como Bernheim, Pierre Janet, Liébault y Charles Richet, consignaron en el libro Fantasmas de los vivos numerosos ejemplos de apariciones que demuestran que el alma de los vivos puede moverse en el espacio, voluntaria o involuntariamente, bajo la acción de diversas influencias: sueño natural, sueño provocado, desórdenes patológicos, emoción fuerte o situación extrema, así:
• Un marinero a punto de ahogarse en Australia se le aparece a su hermana en Inglaterra.
• El propio Goethe dio testimonio de la visita de uno de sus amigos que habitaba muy lejos de su casa.
• El ejemplo más célebre y del cual da testimonio Novaes, el biógrafo del Papa Clemente XIV, fue el de Alfonso de Liguria que vino a asistir a este último en el momento de su muerte.
• Numerosísimos testimonios han sido reportados referentes al Padre Pio.
Además de estos relatos numerosos y precisos, se han conseguido pruebas. El doctor Baraduc llegó a fotografiar la imagen fluídica de uno de sus colegas en Bucarest. El punto culminante de la experimentación se consiguió durante el desdoblamiento del médium Eglinton de quien se llegó a hacer un molde del pie fluídico, el moldeado era conforme en todos los puntos al pie carnal del médium. El periespíritu exteriorizado del cuerpo durante el desdoblamiento, sigue registrando los eventos y los transmite al cuerpo físico.
Así, un militar con su sable le partió el cráneo a la aparición de una mujer, que murió luego por las heridas infligidas a su doble y que repercutieron en su cuerpo físico.
Igualmente, un miembro amputado puede seguir haciendo sufrir, porque si bien la carne ha desaparecido, el doble permanece.
P E R I E S P Í R I T U Y R E E N C A R N A C I Ó N
El periespíritu juega un papel determinante en el momento de la reencarnación. Es él que crea el vínculo con la materia que le permite al espíritu elaborar su cuerpo a partir del material gené- tico de sus padres. Todas las vidas pasadas están registradas en la memoria periespiritual lo que explica los “accidentes de reencarnación” como discapacidades físicas o mentales y malformaciones. Durante la penetración de la carne, puede tener un despertar periespiritual y la carga negativa de las vidas pasadas puede resurgir en el momento de la elaboración del cuerpo, lo cual se denomina entonces genética periespiritual.
P E R I E S P Í R I T U Y T E R A P I A S E S P Í R I T A S
En este campo, el periespíritu juega un papel fundamental, que diferencia claramente estas atenciones de las de la medicina tradicional. Desempeña el papel de transmisor. Así, el magnetismo, una energía contenida en el periespíritu del magnetizador, que entonces pesa el doble (20gr.), es dispensada directamente al periespíritu del enfermo, que la retransmite al cuerpo físico. En cuanto a la fitoterapia, utiliza las correspondencias vibratorias que existen entre el vegetal y el doble periespiritual. Las curaciones indicadas o dispensadas por el más allá, incluso la cirugía a manos desnudas, son realizadas a través del periespíritu que retransmite luego al cuerpo físico.
E N E L M O M E N T O D E L A M U E R T E
Si el Espíritu no ha franqueado el famoso túnel, permanece a las puertas del más allá, lo que llamamos la turbación. Resultará en una situación de entorpecimiento, de pesadilla, donde el espíritu, precisamente porque está atado a la materialidad por su doble, seguirá reviviendo virtualmente en sucesión escenas del pasado, o la situación del final de su vida, lo cual puede ser muy doloroso cuando ésta ha sido trágica. En ciertos casos el periespíritu también puede cargar con las consecuencias de una muerte por fuego y ser dañado.
L E V I T A C I Ó N
La facultad de elevarse sobre el suelo y permanecer allí, ha sido vinculada con frecuencia a la religión, este fenómeno que muchas veces ha sido comprobado en sacerdotes o místicos (Padre Pío, José de Cupertino, Teresa de Ávila…); a pesar de todo, la levitación no tiene nada de milagroso. Supone un fuerte dominio del pensamiento, y por tanto del espíritu, así lo habían comprendido y practicado ya los druidas. Cada célula del cuerpo se aligerará por una modificación de su tasa vibratoria, respondiendo a la solicitud de cada célula periespiritual permitiéndole al sujeto elevarse en el espacio. Las diferentes facultades desarrolladas deben vincularse a la presencia periespiritual. Para que el espíritu pueda emanciparse, arrancarse de la materia, necesita un vector. Unas veces el espí- ritu acompañado por el periespíritu se exterioriza parcialmente del cuerpo por ejemplo en las mediumnidades intuitivas, otras veces es más incluido en el cuerpo y más receptivo a las sensaciones de la materia como en la psicometría.
lunes, 25 de enero de 2016
VÍCTOR HUGO EN JERSEY
FANTASMAS Y CASAS ENCANTADAS
VICTOR HUGO y los fantasmas de Jersey
por JEAN-LOUIS PETIT
LE JOURNAL SPIRITE N° 103 janvier 2016
"Evitar el fenómeno espírita, negarle la atención que se merece y a la que tiene derecho es hacer bancarrota a la verdad".
Vítor Hugo
Se admite ahora que Victor Hugo conoció el más allá a través de las mesas giratorias. En efecto, sería difícil reducir este episodio que correspondió a un momento importante de su vida, en sus veinte años de exilio. Es poco sabido que había fantasmas en Jersey. En primer lugar son espíritus benévolos que responden. Una visitante, Delphine de Girardin, venida de Francia lo persuadió a participar, en la casa de él, en una sesión de mesas giratorias. Estaba de moda en Europa, pero Victor Hugo desconfiaba de ese entusiasmo.
Después de algunos días de tentativas infructuosas, el 11 de septiembre de 1853, el velador de tres patas se movió y respondió a la pregunta: ¿Quién eres?: “Hija”; luego: “muerta”. Añadió, en latín: “alma gemela” (en efecto, había una gran afinidad entre el poeta y su hija mayor). ¿Dónde estás? “Luz”. ¿Quién te envía? “Dios”.
Un pariente, Charles Vacquerie, hermano del marido de Léopoldine, muerto con ella, apuntó: “Todos sentimos la presencia de la muerta, todo el mundo llora”.
Emocionado, Victor Hugo tomaría muy en serio desde entonces estas comunicaciones del más allá, que se extenderían desde septiembre de 1853 hasta octubre de 1855. Más de un centenar de espíritus se manifestaría luego, en los intercambios cada vez más filosóficos y religiosos, que lo marcarían en forma duradera. Después de haber recibido a los espíritus de su hija mayor Léopoldine, luego el de Claire, la hija fallecida de su amante Juliette Drouet, él escribió: “Puesto que ha regresado, y he allí el misterio; escuchamos a alguien flotar, un soplo errar”. (Las Contemplaciones)
Victor Hugo siempre sintió presencias ocultas en sus casas y en sus parajes. Muchas veces los habitantes de la isla de Jersey fueron testigos de sus visiones entre los exiliados.
En diferentes oportunidades, recibirían, por medio de la mesa, testimonios de la realidad de esas presencias. El 23 de marzo de 1854, cerca de las nueve de la noche, la mesa dio dos golpes e indicó luego que no era un espíritu, y que no podía manifestarse claramente.
Se le preguntó entonces: ¿Hay algo que te incomode? Respuesta: “Sí”;¿
Qué? Respuesta, en latín: “Vuestra casa. Si queréis hablar conmigo, venid a la calle”.
Entonces uno de los asistentes comprendió e hizo la relación con las conversaciones oídas: “¿Es que eres la Dama Blanca que el barbero dice haber visto cerca de la casa?”
Respuesta: “Sí”. Una cita a las tres de la mañana fue propuesta por la Dama Blanca, pero no sería respetada por los participantes. A la hora de la cita, fue el timbre de la casa lo que se manifestó, sin aparición.
Seguirían otras entrevistas.
Los exiliados de Francia se enteraron entonces, siempre a través de las mesas, que en Jersey había dos fantasmas: una Dama Blanca y una Dama Gris. La Dama Blanca dijo ser una madre que mató a su hijo, y se sabe condenada a errar por concepto de castigo por su crimen. La Dama Gris no dio explicación sobre su estado. ¿Qué esperaban ellas de la asistencia? Comprensión y oraciones que por supuesto son promesas y que sin duda alguna se hicieron.
Por estas manifestaciones Victor Hugo llegó a una de las verdades que esperaba: además de la confirmación de la supervivencia del alma, los fantasmas de Jersey aportaron una verdad contraria a las tesis del infierno y del castigo eterno, todavía ampliamente sostenido por las Iglesias.
La Dama Blanca sabe que está castigada, pero indica que sabe también que su pena no es eterna. Tiene la esperanza del perdón. Las explicaciones así aportadas tenían un evidente carácter pedagógico; daban un sentido suplementario a las teorías filosóficas que seguirían.
Un Espíritu que dijo llamarse Jesús aportó este mensaje: “La nueva revelación, es la inmensa certeza de la gracia y el perdón de Dios. El infierno eterno no existe”.
Otro día, la puerta del salón se encontró cerrada desde adentro con llave, con todas las luces encendidas, sin que se viera a nadie. La pieza sería encontrada abierta al día siguiente; entonces estaban disponibles las llaves; la víspera se las había buscado por todas partes sin lograr echarles mano.
En otro momento, el Espíritu haría trabajo de adivinación, con un objetivo generoso: un proscrito particularmente pobre, y sin un céntimo, invitado a la sesión, se enteró por un mensaje de que desde Francia estaba en camino un dictamen importante, el cual le permitiría encontrar de qué vivir.
El dictamen llegó perfectamente, con el monto anunciado. En fin, toda su vida de allí en adelante, Victor Hugo conservaría la sensación de presencias: roces, cuchicheos, papeles desplazados, etc.
no se inquietaría más y viviría con ello, sin temores ni molestia.
Sabía que les debía mucho. No obstante debió interrumpir las sesiones de comunicación, porque temía por la salud de su médium principal, su hijo Charles, a quien sentía ganado por la locura.
Por supuesto, se había imputado el estado de Charles a la práctica de contactos con el más allá.
De hecho, ahora sabemos, gracias a un mensaje espírita recibido del espíritu de Charles, que la causa de su desequilibrio era el opio que consumía.
Así Victor Hugo fue obligado a interrumpir la práctica de las mesas que se apoyaba en la mediumnidad de Charles. Adèle, la mujer de Victor Hugo, continuó con otros médiums y otros círculos.
Después de su muerte enviaría un mensaje a su marido, a través de una médium norteamericana, la Sra. Hollis, para tranquilizarlo respecto a su estado de bienestar en el más allá. Si bien no practicó más sesiones de comunicación con el más allá, Hugo aceptó desde entonces todas las enseñanzas recibidas y aparecía cada vez más ante la multitud de sus admiradores como el viejo sabio que sostiene los valores esenciales de la Francia generosa, nacida de la Revolución Francesa y del Imperio de Napoleón I.
Confirmaría la fuerza de esos testimonios recibidos de los Espíritus en un mensaje espírita obtenido por el Círculo Allan Kardec: “Quiero dar testimonio aquí para vosotros y para aquellos que me lean. Se ha dicho… que el espiritismo fue para mí un consuelo, se piensa que fue entonces el consuelo de un viejo loco que rechazaba la muerte y que, por despecho, se refugió en las mesas giratorias… El viejo loco contempla desde el mundo de los Espíritus su ignorancia y su estupidez. El viejo loco, cuando ha rendido el alma, estaba lejos de las pompas organizadas por la República francesa que lo había olvidado durante más de treinta años, por haberlo desterrado. Yo estaba ya con mi verdadera naturaleza, mi naturaleza espiritual. Es preciso escuchar a los viejos locos que entran en comunicación con los Espíritus”.
Incluso en el más allá, Victor Hugo no se desdice ni de las mesas giratorias, ni de la orientación fundamental que los Espíritus trajeron a toda su vida.
domingo, 24 de enero de 2016
MARIE CURIE
EL IMPULSO DIVINO Y EL UNIVERSO
por ÉTIENNE BERTHAUT
DE LA MATERIA A LO ESPIRITUAL: ¿UNA HISTORIA DE PARTÍCULAS?
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013
Si bien los cuestionamientos sobre la creación del Universo han sido principalmente el hilo conductor de los exploradores de lo infinitamente grande a lo largo de los siglos, y en particular desde el comienzo del siglo XX, esa búsqueda científica ha logrado reunir muy pronto a los observadores de lo infinitamente pequeño.
En efecto, en forma concomitante, desde fines del siglo XIX, la materia en su inmensidad sideral ha sido descortezada, y continúa siéndolo, con la posibilidad de técnicas y medios nuevos, para conocer su organización íntima en sus más ínfimos recovecos. De allí nació lo que se ha llamado la física de las partículas, partículas que se llaman igualmente quantas de materia, cuando se comprobó que, de hecho, la materia estaba compuesta por un aglomerado de partículas elementales que responden a propiedades muy definidas, y están sometidas a interacciones particulares unas con relación a las otras.
El “Modelo Estándar” de las partículas
La hipótesis de la noción de átomo está comprobada científicamente desde el último tercio del siglo XIX (aunque identificado desde 1805) pero, no obstante, podemos remontarnos a los filósofos griegos, cuatro siglos antes de Jesucristo, para que surja la idea de una materia compuesta de partículas a través de la doctrina filosófica llamada del atomismo (Demócrito). Mucho más cercanos a nosotros, están los trabajos y descubrimientos de ilustres sabios como H. Becquerel, los esposos Curie, M. Planck, A. Einstein, E. Rutherford, N. Bohr, P. Langevin y J. Rydberg, para citar sólo algunos, que sentaron las bases de una visión moderna de la estructura de la materia a principios del siglo pasado. Desde el electrón, la primera partícula elemental descubierta en 1891, esta visión nunca ha dejado de enriquecerse y complicarse a lo largo de los últimos decenios. Fue así como se imaginó a partir de los años ‘30, y se estableció luego a principios de los años ‘70, lo que se ha llamado el “Modelo Estándar”, teoría científica siempre vigente que describe al mismo tiempo las propias partículas, las fuerzas a las cuales están sometidas y los campos (o mediadores) intercambiados entre esas partículas y a través de los cuales se ejercen esas fuerzas. A partir de las observaciones a nivel atómico que finalmente no representan más que una primera puerta sobre lo infinitamente pequeño, hay todo un conjunto de partículas elementales más o menos teóricas que fueron inventadas así a lo largo de todo el siglo veinte, para poder responder a las complejas ecuaciones matemáticas que rigen la organización de la materia. Y todo el reto fue entonces, sobre todo desde los años 50-60, poner en evidencia de manera experimental la presencia, o la existencia, de todas estas partículas más o menos abstractas; la mayor preocupación era la duración de su vida, extremadamente corta, cuando se logra aislarlas. Esta búsqueda fundamental es actual todavía hoy, a través de experimentos de colisión de partículas realizados en los grandes aceleradores de partículas del CERN (*) como el LHC,(**) por ejemplo, en la frontera franco-suiza cerca de Ginebra. El último gran descubrimiento con fecha es el de julio de 2012 de la partícula del boson de Higgs, apodada la “partícula de Dios”, pues fue inasequible desde hace decenios y es la que permitiría explicar por qué ciertas partículas tienen una masa y otras no… (*) Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear) (N. del T.) (**) Large Hadron Collider (Gran Colisionador de Hadrones) (N. del T.)
El “Modelo Estándar” se caracteriza por una clasificación de las partículas según diversos criterios (partículas cargadas eléctricamente o no, noción de masa, etc.) y en varias sub-categorías:
• Doce partículas elementales llamadas ligeras clasificadas en tres grandes familias: la familia de los leptones a la cual pertenecen el electrón y los neutrinos, la familia de los quarks, y la familia de los bosones vistos como soportes de las fuerzas entre partículas y de la cual forman parte, por ejemplo, los fotones de luz.
• Partículas más pesadas que aglomeran a estas partículas elementales, más de una veintena catalogada hasta hoy: es la familia de los hadrones a la cual pertenecen, por ejemplo, los protones y neutrones de los núcleos de los átomos.
Así, los protones y neutrones están compuestos cada uno por tres quarks cuya cohesión está asegurada por los bosones llamados con razón y poéticamente ¡gluones! (*)
Los electrones se asocian entonces con estos protones y neutrones, que gravitan alrededor de ellos para formar la estructura atómica en la gran diversidad de combinaciones posibles. Luego estos átomos, idénticos o diferentes, se aglutinan entre sí para formar moléculas o cadenas de moléculas. Éstas pueden combinarse entonces para formar estructuras más complejas. Y así sucesivamente... (*) De glue, “pegamento” en inglés (N. del T.)
En cuanto a las fuerzas fundamentales del Universo que hacen interactuar entre ellas a todas estas partículas (y aglomerados), hay que precisar que se limitan simplemente al número de cuatro, según la visión científica actual:
• La fuerza de gravitación que se ejerce sobre todas las partículas proporcionalmente a su masa
• La fuerza electromagnética que se ejerce sobre las partículas cargadas eléctricamente
• La fuerza nuclear llamada débil que es responsable de la radioactividad
• La fuerza nuclear llamada fuerte que se ejerce entre los quarks y que asegura la cohesión del núcleo atómico.
A semejanza, infelizmente, de la bomba atómica, es esta fuerza la que puede liberar una energía inconmensurable por medio de la fisión. Lejos de ser la palabra final, y a veces criticado por defectos manifiestos, este famoso “Modelo Estándar”, representa sin embargo al día de hoy, la descripción íntima más “satisfactoria” de la materia dentro de la visión materialista de la ciencia llamada moderna.
Ha permitido explicar los resultados de numerosos experimentos y predecir con exactitud una gran variedad de fenómenos.
Las extensiones más recientes del “Modelo Estándar” vienen a completarlo hoy con algunas teorías tan audaces como inverificables, como la teoría de las súper-cuerdas cuyo fin último es la búsqueda, desde hace treinta y cinco años, de una armonización en un gran “todo” de las teorías existentes, principalmente la relatividad general y la mecánica cuántica, que siempre ha costado trabajo conciliar para explicar al mismo tiempo lo infinitamente pequeño y lo infinita
mente grande. La teoría de las súper-cuerdas prevé, entre otras cosas, que las partículas elementales habrían surgido de las vibraciones de cuerdas microscópicas; más adelante veremos que esta hipótesis puede adquirir una resonancia particular respecto a una reflexión que deriva de las palabras de los espíritus. ¡Todo eso está muy bien! ¡Claro! Sí, pero, ¿y qué más? Pero, ¿dónde se esconde el espíritu entonces? ¿Dónde está lo espiritual, dentro de este hermoso y oscuro conjunto de ladrillos, partículas y fuerzas diversas? ¿Y si la solución a los problemas fundamentales de los científicos, mayoritariamente sustentados en el seno de la ciencia materialista, residiera justamente en la consideración de otra “fuerza”, la de lo espiritual, la de la divinidad, que asocia inteligencia y sentimiento, en la definición de una suerte de “partícula” pensante y activa que engendra esta organización tan coherente y tan armoniosa, de la materia?
Sueño magnético de Max Planck
A mediados de los años ‘80, varios espíritus, físicos del más allá, que habían estudiado la física en la Tierra y que siguen trabajándola en el más allá, se manifestaron en nuestras sesiones espíritas para aportar algunos elementos de comprensión sobre la materia, justo a nuestro alcance de profanos no científicos.
A partir de nociones científicas conocidas, han integrado la noción de lo espiritual dentro de una reflexión ampliada, que desde ahora es la suya en el más allá, gracias a su nuevo estatus como espíritus liberados de la encarnación. ¿Cómo interactúa el espíritu? ¿Cuál es el papel de las partículas? ¿Cómo opera el vínculo energético entre espíritu y materia, y de qué naturaleza es?
¿Y qué consecuencias morales y filosóficas se extraen finalmente de esta construcción armoniosa de la materia? El físico alemán Max Planck fue uno de ellos y ha aquí cuáles fueron sus palabras en un mensaje recibido por sueño magnético el 13 de octubre de 1986:
“Mi búsqueda es un poco comparable a la música de mi compatriota Schubert. Es una sinfonía inacabada. Soy feliz porque ahora otros, en la Tierra, han podido tomar el relevo de la física. Algunos meses antes de mi muerte, yo había presentido las consecuencias de esta búsqueda. Había supuesto que no podía conducir sino a una sola conclusión, la de la realidad espiritual integrada al Universo. La investigación física ha consistido en definir la energía radiante comparable a la materia, es decir de estructuras discontinuas. La materia es el resultado de un aglomerado atómico. La energía radiante es el resultado de un aglomerado de granos energéticos. Lo que yo, físico, llamo energía radiante, es comparable a la estructura de vuestro doble periespiritual, este doble es un doble energético que irradia.
Está constituido por un aglomerado de granos energéticos. Cada partícula que compone la estructura del conjunto periespiritual es una partícula pensante y activa.
Cuando en su tiempo, en su Libro de los Espíritus, Allan Kardec hablaba del fluido vital, ya había presentado en detalle todo lo que yo mismo y otros, más tarde, intuiríamos en nuestro recorrido científico, a saber, la existencia de una estructura infinita y organizada a nivel de la materia etérea, a saber, la realidad de la energía.
La vida es el resultado de una explosión. Esta explosión misma corresponde a una extraordinaria fuente de pensamiento. Esta fuente de pensamiento comprende a la vez la inteligencia y el sentimiento, inteligencia y sentimiento universales, que el hombre intuye pero que no comprende.
Es lo que en general él denomina Dios. En efecto, este sentimiento y esta inteligencia pueden asimilarse a una explosión permanente. Esta explosión de naturaleza energética da nacimiento inmediatamente a cientos de miles de millones de partículas de energía.
Si esas partículas son el resultado de esta explosión inteligente y amorosa, contienen entonces el pensamiento y el sentimiento por cada una de ellas.
Sin embargo, no son autónomas: es indispensable considerar la partícula energética como que no puede expresarse en forma autónoma.
La partícula es llevada naturalmente a formar un cuerpo completo. El quanta es comparable a la hormiga, no puede tener existencia real y razonada sino a nivel del conjunto. Sola no es nada, dentro del grupo se convierte en todo. El grupo mismo se estructura inteligentemente, eso es evidente pues su fuente es inteligente.
Es así como las energías del espacio no se dispersan al azar sino que se estructuran. La ley de programación perpetua, eterna, se multiplica al infinito. Entonces los cuerpos se afinan y las energías se transforman, lo cual aún no ha sido probado a nivel de la investigación física. El descubrimiento del quark es de gran importancia pero no es suficiente, pues en la subdivisión del estado de la materia, los hombres de hoy no siempre han comprendido, sino admitido, la realidad del comportamiento inteligente del electrón.
La física de los quantas no puede sino aportar al hombre la respuesta que busca, quizás inconscientemente, es decir la de Dios, la de su espíritu, la de su supervivencia.
Lo que es necesario decir en este mensaje, es que el periespíritu es un cuerpo energético compuesto de miles de millones de partículas pensantes que no pueden, a nivel de la unidad, pensar por sí mismas, pero que se convierten en inteligencia dentro del aglomerado que da nacimiento a ese mismo cuerpo. No hay manifestación inteligente posible en el interior del mundo físico sin la existencia de estos cuerpos energéticos, tanto a nivel de la naturaleza humana como de la naturaleza animal, vegetal y, añadiré, mineral. Muy ciertamente, en los años por venir, la física cuántica va a encontrarse frente a este problema fundamental de la esencia espiritual de toda manifestación energética.
He allí, una vez más, que la mentira intervendrá, si no es que interviene ya, pero sucede también que ciertos físicos, sinceros e inteligentes, tendrán el coraje de tomar la palabra.
Vosotros ya que sabéis, que habéis vislumbrado estas cosas, estad allí para ayudarles, estad allí para responderles, pero también para escucharles.
Desde el mundo de los Espíritus, somos numerosos, muy numerosos, los que queremos influir sobre todos los hombres que investigan en la Tierra actualmente. Nuestra influencia es limitada.
Se limita a la moral de los que investigan en el planeta. Se limita a su propia libertad. Comparativamente al extraordinario descubrimiento de la presencia del espíritu en toda forma de materia, mi espíritu está inquieto por la posible utilización de la energía radiante. ¿Sería posible utilizar estas partículas para constituir, no periespíritus como se constituyen ellos naturalmente, sino quizás bolas energéticas capaces de destruir? Es lo que piensan ya algunos de mis colegas todavía vivos en ese globo. Hasta luego”.
Materia viviente y materia inerte: un origen y una estructura idénticos M. Planck aborda ya la noción del doble energético muy bien conocido en espiritismo para describir ese vínculo entre el espíritu y la materia, entre el espíritu y la envoltura física, y que Allan Kardec había llamado “periespíritu”. Recordando que este doble tiene el carácter de una energía (la que ya Allan Kardec había llamado fluido vital, pues este periespíritu también es creado a partir de ese fluido en tanto que energía radiante en el Universo), él afirma que esta energía es de naturaleza semejante a la materia.
En eso, responde pues a las características y propiedades de la materia dentro de una organización estructurada de partículas llamadas energéticas. Entonces constatamos ya una similitud, una coherencia, una armonía, en la composición misma de lo que se refiere al mundo de la materia y lo que se refiere al mundo de lo etéreo.
El espiritismo corrobora la existencia de una fuerza inconmensurable, en el origen de todas las cosas, en un incesante e infinito proceso creativo, y al que se denomina Dios. Esta fuente creadora es una extraordinaria fuente de pensamiento, definida por una inteligencia y un sentimiento que generan esta explosión mencionada por M. Planck, en todos los puntos, lugares y direcciones del Universo.
Ahora bien, los Espíritus siempre han afirmado el carácter vibratorio y ondulatorio del pensamiento, cuando se transmite y se exterioriza, eso es válido a nivel de lo humano para el pensamiento emitido por el espíritu, y sin duda alguna puede trasladar al pensamiento creador hasta el nivel de la fuerza divina. Tenemos pues la situación de algo vibratorio, el pensamiento, que crea las partículas, en este caso energéticas: ¿osaríamos decir que, en otras palabras, encontramos una manifiesta analogía con la famosa teoría antes citada de las súper-cuerdas? Por supuesto, aún hay mucho camino que andar para establecer el vínculo, pero reconozcámoslo, ¡hay una asombrosa similitud! Esta explosión energética impulsa sin cesar partículas energéticas que llevan en sí los atributos de su creador, a saber la inteligencia y el sentimiento. Por definición, esa inteligencia y ese sentimiento llevarán a esas partículas a estructurarse inteligentemente por medio de un proceso de programación eterna para dar nacimiento a cuerpos que llevarán en ellos la inteligencia y el sentimiento, es decir finalmente, la vida.
Volvamos a esta estructura idéntica de las partículas entre el mundo de la materia y el mundo de lo viviente. Marie Curie, en un mensaje recibido en escritura el 22 de octubre de 1985, deducía de ello la conclusión natural de que la materia inerte tenía entonces la misma paternidad, la misma fuente original y espiritual, en el origen de la vida, que la materia energética, pues la organización íntima y coherente de esas materias es idéntica:
“La materia viviente y la materia inerte responden a la misma estructura, afirmo pues que el mineral está habitado por el pensamiento creador, por el acto divino. Entre el polvo y la roca, no hay ninguna diferencia de estructura, entre el polvo y el hombre, tampoco. La materia nace de lo que el espíritu ha querido que ella llegue a ser. En el plano espiritual, cada ser humano es consecuencia de una voluntad divina, en su historia espiritual y en su génesis cósmica, cada ser humano es una emanación del pensamiento divino. Al principio, el individuo no existía como tal. Nacido de un pensamiento, se volvió un átomo espiritual para convertirse finalmente en un espíritu. Para emprender un proceso evolutivo, el espíritu no podía permanecer solo en el espacio, penetró pues el fluido universal para dar nacimiento a la materia periespiritual, herramienta indispensable para la encarnación”.
Todo lo que compone lo visible y lo invisible, lo material o lo etéreo, a nuestro nivel y en la infinidad del Universo, proviene de un impulso divino, porta en su esencia la inteligencia y el sentimiento de ese soplo original, y se estructura dentro de lo infinitamente pequeño en una organización coherente de partículas.
Nada al azar
Las consecuencias de esta similitud son de un alcance extraordinario para aquel que acepte los caminos hacia los que su reflexión y su análisis pueden llevarlo, a saber, el físico en particular y más en general el científico. Le conviene admitir que nada ha podido hacerse por azar, que la vida misma no ha venido de la suerte de un improbable ensamblaje molecular; que todo, tanto la materia que nos rodea, nuestros cuerpos, como también el Universo entero, nuestra conciencia, el espíritu mismo que transmite la vida al cuerpo por medio de la energía periespiritual, es de origen espiritual y divino. Eso significa también, para este científico, que la vida no puede venir de la sola materia inerte y, si sabe estudiar sus estados más íntimos a nivel de las partículas que la componen, no puede sino deducir de ello una construcción consciente e inteligente. Y entonces, esta investigación fundamental debe terminar naturalmente en la demostración del espíritu que insufla la vida en su manifestación tangible más íntima a nivel de la materia. Aun sin darse cuenta, parece pues que finalmente el físico puede, o podría, llegar al espíritu en sus peregrinaciones cuánticas. Es lo que nos aseveraba el matemático y físico sueco Janne Rydberg en un mensaje recibido el 21 de enero de 1984 por incorporación:
“No existe diferencia fundamental entre el estado de la materia y el estado del espíritu. La vibración particular en estos estados simplemente acentúa la apariencia de diferencia; lo que se ha convenido en llamar materia sigue siendo el espíritu detenido. Allí, se debe establecer el conocimiento de la materia corpuscular. El hombre debe conocer la llamada materia en sus estados más ínfimos, los más sutiles, los más etéreos. Es allí a donde el físico dirige sabiamente su investigación, es allí donde no puede concluir en la inercia de la llamada materia, es allí donde en su reflexión no puede sino considerar la elaboración progresiva, consciente, inteligente y sutil, de las partículas en la participación del nacimiento de los órganos constituidos”.
Uno de los mayores misterios del conocimiento humano actual, el del origen de la vida, encuentra así su resolución dentro de una explicación y un origen de orden espiritual. El espíritu a nivel de las partículas Partiendo de la comprobación de una fuente y una presencia de lo espiritual al nivel más íntimo de la materia, ya sea ésta de naturaleza inerte o de naturaleza viviente, etérea o energética; la cuestión que se plantea entonces es saber cuál puede ser el papel de las partículas y por cuál intervención se opera la acción de lo espiritual, del pensamiento, sobre esas mismas partículas.
El mensaje de M. Planck ya nos ilustra un poco sobre este punto, cuando sostiene el comportamiento inteligente del electrón.
Otras palabras de los Espíritus nos habían recordado la afirmación de que el electrón parecía tener un lugar particular dentro del fenómeno, que permite al espíritu actuar sobre la materia a través del periespíritu. Gabriel Delanne, que aportó mucho al espiritismo dentro de su enfoque científico, nos dio también la siguiente reflexión en un mensaje recibido en incorporación el 25 de marzo de 1992:
“En cuanto al electrón, con el cual fantasea al científico, es cierto que animado, penetrado por la energía periespiritual, el electrón no puede responder sino a un solo comando, a una sola dirección, la del espíritu que habita el cuerpo, que equilibra el cuerpo, que estructura el cuerpo; la del espíritu sin el cual no existiría el cuerpo, sin el cual no existiría el electrón”.
La pregunta sobre el papel de las partículas más conocidas, a saber, los neutrones, los protones, los electrones y los quarks, en el interior del átomo, fue planteada de manera más explícita a los Espíritus. Al respecto, Paul Langevin aporta la siguiente respuesta (mensaje en escritura del 3 de junio de 1985):
“El papel de los protones, los electrones y los quarks es conducir la energía del fluido universal dentro de los componentes de la materia. La materia, en su apariencia viva y tangible, se subdivide según esos mismos elementos que, sin embargo, no conocerían el movimiento si no existiera el fluido vital y, en su origen, el espíritu. Por consiguiente, cada partícula de materia está animada por el espíritu, y si bien, no se puede decir que el espíritu exista a nivel de estas partículas, sin embargo sí puede decirse que su proyección, su emanación, existe a nivel de cada célula. La materia inerte vive según este mismo principio. Sus moléculas de base están penetradas por la energía del pensamiento. El físico no puede comprender totalmente el comportamiento vibratorio de los neutrones, protones, electrones y quarks si no admite una presencia energética de naturaleza espiritual en esos mismos elementos”.
Las partículas aquí citadas son pues agentes mediadores por medio de los cuales la energía vital surgida de un pensamiento espiritual actúa y vibra sobre la materia. Las características físicas de las partículas, sus formas de vibración, sus interacciones de unas respecto a las otras, no son pues sino la trasposición, o manifestación, del pensamiento al nivel más íntimo de la estructura de la materia.
Y esa trasposición puede impregnar las partículas, los átomos, las moléculas y los órganos constituidos, del mismo pensamiento que ha estado en su origen: el recuerdo y el reflejo de ese pensamiento espiritual, se inscriben entonces para siempre en la materia. La extensión de esta reflexión da una explicación, por ejemplo, al carácter preservador de la materia inerte, que puede descubrirse por medio de la facultad de la psicometría.
Así, la historia de un objeto puede revelarse a una persona que posea esa facultad de clarividencia sobre la materia por el hecho de que ese objeto habrá sido penetrado por los fluidos cercanos, las vibraciones ambientales en las que se haya sumergido, registrando así situaciones, eventos, o ambientes.
El “Modelo Estándar” de los científicos nos habla de la existencia de los bosones, estas partículas, que son los agentes, los soportes o los mediadores de los campos de fuerzas, que hacen actuar a unas partículas con relación a otras. Formulemos una hipótesis: ¿sería posible afirmar aquí que, sin saberlo, algunos de estos bosones pudieran aparecer como las partículas del pensamiento o, dicho de otra manera, que si el pensamiento pudiera ser objetivado por una partícula, entraría entonces fácilmente en la familia de los bosones? Vibración de un pensamiento creador que crea partículas, vibración del pensamiento que impregna con su energía las partículas de materia inerte; es interesante precisar que en física siempre ha existido esta dualidad, incluso rivalidad, entre las nociones de vibración y de onda y las nociones de partícula o de corpúsculo. Esta dualidad onda-corpúsculo es un principio admitido definitivamente en la ciencia, que a nivel microscópico, todos los elementos presentan simultáneamente propiedades de ondas y de partículas, aunque a veces esos caracteres aparezcan como antinómicos.
Por otra parte, este concepto forma parte de los fundamentos de la mecánica cuántica. Así, a título de ejemplo, desde los trabajos de Einstein se admite comúnmente que la luz ostenta todas las características de una onda vibratoria, pero que está compuesta de fotones que son partículas muy definidas
.
El porvenir de la física de las partículas
Sea como sea, probablemente a despecho de respuestas aún incompletas, se comprueba que todavía hay muchas investigaciones que hacer, muchas reflexiones que producir, muchas hipótesis que formular y resultados por conseguir, para ir hasta el final del conocimiento del Universo en un sentido amplio, tanto en su manifestación material como en su manifestación espiritual. Para ello, es preciso ir hasta lo más recóndito de la materia para llegar al punto de convergencia o de contacto, al nivel más ínfimo donde ocurre la interacción entre las partículas elementales y las partículas energéticas de carácter espiritual. Pero también se comprueba que, finalmente, el mundo científico no está demasiado lejos de ello. Analogía entre las súper-cuerdas y la vibración del pensamiento que crea partículas energéticas, partículas pensantes y activas, de comportamiento semejante al de los bosones: comprobamos que el poco camino recorrido por nuestra reflexión, a partir de los conocimientos científicos actuales por una parte, y las enseñanzas aportadas por el más allá por la otra, nos hace converger siempre en la misma dirección.
Así es probable que los descubrimientos actuales ingresen ya, sin saberlo y sin formular la noción de espíritu o de estas partículas energéticas vinculadas con lo espiritual: en el “Modelo Estándar”, las partículas sin masa y sin realidad material aparente, pero cuyas demostraciones implican su existencia, se conviven con las partículas materiales más conocidas que componen la materia inerte. Así, todas estas teorías parecen venir a rozar de cerca una consideración natural y evidente de lo espiritual y del espíritu sin nombrarlo. ¿Basta entonces con abrir los ojos? Es evidente que, para que la investigación progrese, los científicos y los físicos deben salir ya del corsé de una visión atea y materialista que les imponen su formación universitaria y los organismos en que trabajan.
Una apertura y una reflexión hacia la espiritualidad que se abriera al corazón y la razón, podría por una parte revolucionar la manera de abordar estos temas y por otra obtener resultados absolutamente benéficos para el porvenir de los hombres. Es un asunto de estado de ánimo, un asunto de conciencia, de aceptación, de coraje y también de humildad, todo a la vez. No obstante, parece que aquí o allá comienza progresivamente a hacerse una extrapolación espiritualista de la ciencia, para considerar lo presumible y que ya nosotros, como espíritas, damos por sentado: la existencia del espíritu. Por ejemplo, ciertos astrofísicos conocidos hoy, ante la armonía del Universo, su coherencia, su perfección y también su belleza, no se esconden para abordar la idea de un origen extra-normal, como es la noción de una suerte de Gran Arquitecto, luego de afirmar ciertas convicciones de orden espiritual a título más personal. Trinh Xuan Thuan, renombrado astrofísico vietnamita, y también budista, aparece como uno de ellos. Salimos allí de las probetas y las ecuaciones para ir al terreno de lo filosófico y lo metafísico, pero sin que ello interfiera en la investigación fundamental oficial y sus complicadas consideraciones matemáticas.
“Las matemáticas son el lenguaje de Dios” había dicho Isaac Newton… Citemos también, en particular, a cierto Emmanuel Ransford, epistemólogo francés y especialista en física cuántica, todavía poco conocido pero que desde hace años se interroga sobre los vínculos entre conciencia y materia. Propone el término holomateria (que también denomina psicomateria), síntesis que añade a la materia ordinaria que la ciencia cree inerte y pasiva, un componente inmaterial, una dimensión invisible —pero de efectos perfectamente localizables—. A partir de esta idea de holomateria, y apoyándose en recientes descubrimientos relativos al quanta y al electrón, reinterpreta las muy extrañas propiedades de las partículas, llegando a proponer un nuevo modo de abordar y comprender el cerebro consciente y los misterios de la psique.
He aquí sus palabras: “El mundo de los objetos palpables no está hecho sólo de materia. Contiene una dimensión invisible pero esencial, que actúa en él y encierra varios secretos que escapan aún a la ciencia: el de la naturaleza del electrón, el de la naturaleza del espíritu y el del más allá”.
¡Es interesantísimo! a la luz de nuestros mensajes espíritas, recibidos hace ya cerca de treinta años. Él ha escrito muchas obras como La Nueva Física del espíritu, Las Raíces Físicas del Espíritu y los Quanta, Lo Invisible y el Más Allá, que acaba de salir.
Cuando la ciencia llegue al espíritu Entonces hay una cierta esperanza de un vínculo entre la ciencia y el espíritu, esperanza estimulada por los Espíritus del más allá, físicos de ayer que han participado en todo eso y que tratan de influenciar a estos investigadores encarnados de hoy, para que vayan en el sentido del tan esperado reconocimiento del espíritu a nivel de la estructura atómica de la materia. Y en las tentativas de estos Espíritus esa esperanza siempre está relacionada con una preocupación de orden humanista, que no puede separarse de lo espiritual en la medida en que esa investigación debe saber aliar la sabiduría, la razón y también la prudencia, en la dirección a seguir. Esto a fin de respetar al hombre y a la vida, para desarrollar siempre una ciencia que esté al servicio del hombre, y más generalmente dentro del sentido de la paz y la fraternidad, para beneficio de la humanidad entera. P. Langevin o A. Einstein ya lo habían comprendido muy bien cuando vivían, por ciertos compromisos humanistas, tal como estas palabras de Einstein:
“El problema hoy no es la energía atómica, sino el corazón de los hombres”.
Para ilustrar esta esperanza, dejemos concluir al espíritu J. Rydberg:
“Quiero ser para ustedes una infinita fuente de conocimiento, la suma de la ciencia y el espíritu, la fuerza desencarnada que debe establecer la síntesis entre la materia y el espíritu. El físico, en la Tierra, realiza progresos gigantescos. Su perpetua investigación del estado más ínfimo de la partícula, lo lleva a una reflexión diferente, nueva, cercana a la reflexión del cristiano. Descubrir la idea de Dios en la energía de la vida, en su movimiento, en sus diferentes formas, se convertirá en el propósito futuro de los físicos. Ya han vislumbrado la presencia de una fuerza creadora, fuente de organización y de construcción armoniosa en la conducta de los elementos que ellos observan. Pronto la idea del quark será superada. Cada vez más lejos, el físico podrá observar el comportamiento de la naturaleza doble, quiero decir de la energía preexistente a la materia organizada, quiero decir de la energía periespiritual. El difuso vínculo entre el espíritu y el estado más ínfimo de la estructura física de los átomos será descubierto. Puesto al día su mecanismo, imagino ya los evidentes conflictos por surgir entre las escuelas del porvenir, que entrarán progresivamente en la reflexión metafísica y las del pasado de las conciencias detenidas que en teoría rechazan la sola idea del espíritu. La materia recibe en forma directa la orden del pensamiento y del sentimiento, atributo esencial del espíritu. La investigación y el estudio del estado más íntimo llevan al descubrimiento del estado más íntimo. El que estudia la materia con frecuencia estudia el espíritu sin siquiera darse cuenta. El que siga afincado en esa misma investigación descubrirá la existencia del espíritu. ¿Será afirmada por el hombre de ciencia la amorosa sutileza de la vibración etérica, en correlación con la naturaleza de sus espíritus? He aquí nuestra aspiración, he aquí nuestro deseo. Que el físico pueda realizar progresivamente el indispensable estudio para poder establecer la certeza tan buscada, tan solicitada por la naturaleza misma del hombre, que de manera consciente o inconsciente aspira al sentido mismo de su eternidad. Ciencia, te convertirás en fuente de libertad pues te convertirás en la demostración misma del espíritu”.
En 2002 habrían sido descubiertos trabajos inéditos de A. Einstein, en una de sus antiguas residencias norteamericanas. Puestos al día y siempre pendientes de estudio, estos documentos contendrían especialmente un ensayo de unas sesenta páginas que demuestran la existencia de Dios desde un punto de vista matemático. ¿Para cuándo la reconciliación entre la ciencia y lo espiritual
HISTORIA
TERESA DE ÁVILA: UNA VIDA CONSAGRADA A DIOS
por FABIENNE ET IGOR DUCOURNEAU
LE JOURNAL SPIRITE N° 92 AVRIL 2013
Nacida en Ávila, en España, el 28 de marzo de 1515, Teresa fue la tercera hija de una familia que tuvo doce. Desde los siete años ella sentía la nostalgia de la patria espiritual. Dejó a su familia, llevando consigo a Rodrigo, su hermano mayor, hacia el país de los moros, pues quería luchar contra estos últimos, creyendo que morir le abriría las puertas del Paraíso y que, de ese modo, podría ver a Dios. Quizás este sea ya el signo de un espíritu que conoce en parte el sentido de lo que debe ser su vida y que conserva en sí el recuerdo de su amor por Dios, en razón de encarnaciones anteriores, dentro de la búsqueda del absoluto. El deseo de servir a Dios se precisa cuando ella juega con sus amigas a imitar a las religiosas y a construir ermitas.
En razón de su pertenencia a una familia burguesa y de su belleza física, es muy cortejada. Su padre decide entonces enviarla, en 1531, al convento de Santa María de Gracia en Ávila. Teresa soporta difícilmente su falta de libertad. No quiere convertirse en monja, y sus adoradores le envían cartas, pero como, según sus propias palabras, “no había lugar para todo eso, la cosa cesó prontamente”. Teresa permaneció allí hasta el otoño de 1532, sin decidirse a tomar los hábitos. Después de haber estado reticente, tomó igualmente el hábito religioso en el monasterio de la Encarnación de las Carmelitas de Ávila.
Durante veintisiete años, permaneció en esa comunidad; tomó el nombre de Teresa de Jesús, en honor del Cristo, a quien hizo votos de amor infinito. Fue luego, hacia los cuarenta años, cuando se reveló su mediumnidad. Los fenómenos que se producían en el convento, las levitaciones, las visiones que tenía del Cristo cuando estaba en estado de trance, la inquietaban.
La Iglesia no reconocía esos fenómenos como manifestaciones espirituales, sino que las recibía como manifestaciones de Satanás. Se confesó con el padre García de Toledo, dominico que le pidió que describiera esos fenómenos en un libro, que relatara también su vida diaria y el modo en que practicaba la oración.
El libro fue escrito en 1562 y se tituló: Vida de Santa Teresa de Jesús, escrito por ella misma, fue traducido del español por el padre Gregoire de Saint-Joseph, Editions du Seuil. En esta obra, Teresa de Ávila describe las diferentes etapas de la mediumnidad, cómo se desarrolla ésta y en qué condiciones se aporta la ayuda espiritual a quien, con amor a Dios y con una firme voluntad, se empeña en el camino que lleva a Dios.
Ella tiene una voluntad muy firme; atraviesa España, recorre cinco mil kilómetros a pie, en sandalias, por todos los tiempos a pesar de su salud frágil. Abre numerosos conventos y contribuye también a reformar el Carmelo.
Está sostenida por la fuerza espiritual del Cristo a quien ve delante de ella como espíritu y con quien conversa, durante sus éxtasis. Desencarnó el 4 de octubre de 1582, a la edad de sesenta y siete años. Alrededor de la cámara mortuoria se produjeron prodigios, sus despojos físicos mantuvieron su frescura y su flexibilidad.
Otros fenómenos tuvieron lugar alrededor de su tumba y cerca de sus reliquias.
Los fenómenos mediúmnicos producidos durante su existencia terrenal y después de su desencarnación, son naturales.
Cuanto más evoluciona el espíritu de encarnación en encarnación, más posible le es trascender al cuerpo. En esa etapa, la mediumnidad produce estados extáticos (éxtasis, visiones del Cristo), o fenómenos que sobrevienen en el momento de la liberación del espíritu o desencarnación y también después (perfume de rosas en su cámara mortuoria, conservación de ciertas propiedades fisiológicas de los despojos varios días después de la muerte del cuerpo físico, etc.).
Puede considerarse que Teresa de Ávila era médium. En su profunda búsqueda espiritual, practicó una meditación que la acercaba a la esencia divina y encontró en parte las respuestas a su verdadera naturaleza que traducía en voluntad de construir monasterios. También es preciso comprender que en su época, la sociedad salía lentamente de la Edad Media y el aspecto moral aún estaba supeditado a condiciones de vida que eran más de supervivencia para la mayoría de los habitantes de entonces. Incomprendida por las instituciones religiosas, desafió los dogmas y confió en su inspiración, en sus percepciones de clarividencia y en sus vías interiores que le aconsejaban el buen camino.
“Un día, después de haber permanecido largo tiempo en oración, y después de haber suplicado al Señor que me ayudara a contentarlo en todo, comencé el himno: y mientras lo decía, entré en un éxtasis que casi me sacó fuera de mí misma; fue súbito, pero tan manifiesto, que no podía dudar. Era la primera vez que Dios me otorgaba el favor de un éxtasis. Escuché estas palabras: “No quiero que converses más con los hombres, sino sólo con los ángeles”. Fui presa del temor, ya sea porque el movimiento extático se había hecho sentir con fuerza, o porque esas palabras me fueron dichas en lo más íntimo de mi alma. Pero cuando ese temor, causado por una gracia tan nueva para mí, se hubo disipado, me sentí inundada de consuelo”.
Para ella, viendo a Jesús, Dios y los ángeles, es muy probable que hoy, a la luz del espiritismo, percibiera el más allá y el mundo de los espíritus. Pero en su educación religiosa, expresaba lo que vivía a través de las nociones religiosas de su cultura. Además, ¿habría ella vivido lo que hoy llamamos una NDE, una experiencia cercana a la muerte o de muerte inminente?
Al principio de su vida monástica, Teresa cayó gravemente enferma. En el último momento, pareció muerta durante varios días. Esa misma noche, sufrió un síncope. El sacerdote que se llamó para administrarle la extremaunción, la tuvo por muerta y no por moribunda. - Primer día:
Teresa no da señales de vida. - Segundo día: su aliento no empaña el espejo que se acerca a su boca, la cera del cirio que su padre inclina hacia ella para verla más de cerca se desliza ardiente sobre sus párpados, sin despertarla. - Tercer día: se cava su tumba. Ella es lavada y envuelta en una mortaja.
Su hermano Lorenzo la vela en la noche; se queda dormido, un candelabro se vuelca, las cortinas de la cama toman fuego y aquel cuerpo inerte casi se quema. - Cuarto día: las religiosas de la Encarnación vienen a buscar el cadáver de su hermana que debe ser enterrado en tierra del Carmelo. Y repentinamente, aquella muerta levanta trabajosamente los párpados, cerrados por la cera enfriada de los cirios funerarios. Ve a su alrededor el aparejo de la capilla ardiente, a sus hermanas que esperan sus despojos y tantea su mortaja. Dijo: “¿Por qué me llamaron?” Dijo que allí donde había ido: al cielo, le dijeron que tenía mucho que hacer en este mundo. Pero también vio el infierno. En sus frases confusas, mezcladas con sollozos, se distinguen las palabras: “monasterios… fundaciones… Salvar las almas…”. Finalmente dijo: “No me crean muerta hasta que no se cubra mi cuerpo con un paño de oro…”.
(Según los textos de Francisco de Ribera - La vida de la Madre Teresa - contemporáneo de Santa Teresa).
Otro aspecto de sus facultades: la levitación “Aunque sea el espíritu el que eleva el cuerpo consigo, y con gran suavidad, si uno no se resiste, la sensación no se pierde; como un aligeramiento del cuerpo y un inexplicable empujón de abajo hacia arriba, yo sentía bajo mis pies fuerzas asombrosas que me elevaban. Mientras el cuerpo está en el éxtasis, permanece como muerto y conserva la actitud en que fue sorprendido; así se queda sentado, de pie con las manos abiertas o cerradas. Es un caso muy raro. Me acostaba en el suelo; al principio, era presa de un extremo espanto; mi cuerpo se volvía tan ligero que ya no tenía más peso, hasta el punto de que mis pies ya no tocaban el suelo; no se oye nada, no se siente nada. He sido reducida a tales extremos que casi no tenía pulso, mis manos rígidas, un dolor tan violento; primero la sensación de agonía y de muerte física, el pulso se vuelve apenas perceptible; la sensación de que el mundo se derrumba y de que no hay más nada; luego un sentimiento de placer y de consuelo; el alma se siente revivir en el dolor mismo y finalmente se consuela con las luces repentinas que Dios le otorga”.
Además de sus facultades, clarividencia, levitación, don de ubicuidad y clariaudiencia, Teresa de Ávila estaba obsesionada por la muerte y trataba de domarla por medio de la meditación y la oración. Siendo el objetivo ver a Dios, y en ese ardiente deseo trascender a su cuerpo, provocaba tales estados del alma, que podía sentirse morir. Siempre en sus textos, he aquí lo que relata al respecto: “Vi un ángel cerca de mí del lado izquierdo… No era grande sino más bien pequeño, muy bello, con un rostro tan sonrosado que se parecía a esos ángeles de colores tan vivos que parecen inflamarse… Veía en sus manos una hoja de oro, y en la punta, parecía tener una llama. Me pareció que la hundía varias veces en mi corazón y llegaba hasta mis entrañas: cuando la retiraba, me parecía que las arrancaba con ella, y me dejaba toda abrasada de un gran amor de Dios. El dolor era tan grande que me arrancaba suspiros, y la suavidad que me daba ese grandísimo dolor, era tan excesiva que no se podía desear sino que se siguiera, y que el alma no se contentara con menos que Dios. Ese no es un dolor corporal, sino espiritual, aunque el cuerpo participe un poco, y sea muy fuerte. Es un intercambio de amor tan suave que ocurre entre el alma y Dios, que yo suplico a su bondad que lo revele a aquellos que pensarían que yo miento… Los días en que vivía eso, andaba como aturdida, no deseaba ver ni hablar con nadie, sino abrasarme en mi pena que era para mí una de las mayores glorias, de las que han conocido sus servidores”. (Vida de Santa Teresa, Cap. XXIX)
Ella muere finalmente el 4 de octubre de 1582, cuando España y el mundo católico oscilaban del calendario juliano al calendario gregoriano, fue pues, la noche del jueves 4 al viernes 5 de octubre de 1582.
Sus despojos fueron enterrados en el convento de la Anunciación de la ciudad, habiéndole sido seccionada una mano y conservada en un relicario de Ávila (el padre Gracián le cortó el meñique). En su exhumación, el 25 de noviembre de 1585, se la encontró incorrupta (allí también, el poder de su espíritu retuvo y moderó la descomposición del cuerpo) mientras que los vestidos se habían podrido.
Se dejó allí un brazo y el resto del cuerpo fue enviado a Ávila, a la sala capitular del convento de San José. El traslado se hizo un sábado del mes de noviembre de 1585, casi en secreto. Las religiosas del convento de Alba de Tormes pidieron conservar un brazo como reliquia. Cuando el duque de Alba se dio cuenta del traslado, se quejó a Roma y entabló negociaciones para recuperarlo.
El cuerpo se volvió a enviar a Alba de Tormes, por orden papal (1586). En 1598, se construyó un sepulcro. Allí se trasladó su cuerpo, siempre intacto, a una nueva capilla en 1616, luego en 1670 a un ataúd de plata. Después de estos hechos, no se hicieron más ofensas a sus restos.
Desde entonces están en varios lugares: Su pie derecho y una parte de la mandíbula superior están en Roma; su mano izquierda en Lisboa; su ojo izquierdo y su mano derecha en Ronda (España); su brazo izquierdo y su corazón en relicarios del museo de la iglesia de la Anunciación de Alba en Tormes. Sus dedos se conservan en diversos lugares de España.
Teresa fue beatificada en 1614 por Paulo V, y luego canonizada por Gregorio XV el 12 de marzo de 1622; luego (1627) fue designada patrona de España por Urbano VIII. Más tarde, el papa Paulo VI la proclamó doctora de la Iglesia en 1970.
Ella deja pues una huella indeleble en la historia religiosa pero, igualmente, más allá del misticismo, aún suscita preguntas sobre aquellas facultades que la Iglesia consagra dentro de una fe que niega toda tentativa de desmitificar los hechos.
Se evidencia que esta mujer vivía en la pasión del Cristo y que, dotada de mediumnidad, llamó la atención del mundo de entonces hacia una espiritualidad liberada de dogmas aunque su interioridad la hiciera pasar por una dulce iluminada. Como en tantos otros en la historia, hizo falta el esclarecimiento del espiritismo para descubrir en este no solamente los procesos, sino sobre todo el sentido realmente espiritual de fenómenos hoy llamados paranormales.