EL POR QUÉ DE UN NUEVO BLOG

Después de abrir y mantener actualizado el blog: CENTRO VIRTUAL DE ESTUDIOS

ESPIRITISTAS Y AFINES, para la formación doctrinaria dentro de los postulados eminentemente racionalistas y laicos de la filosofía espírita codificada por el Maestro Allan Kardec que exhibe la Confederación Espírita Panamericana, a la cual nos adherimos, creímos conveniente abrir un nuevo Blog de un formato más ágil y que mostrase artículos de opinión de lectura rápida, sin perder por ello consistencia, así como noticias y eventos en el ámbito espírita promovidos por la CEPA, a modo de actualizar al lector.
Esa ha sido la razón que nos mueve y otra vez nos embarcamos en un nuevo viaje en el cual esperamos contar con la benevolencia de nuestros pacientes y amables lectores y vernos favorecidos con su interés por seguirnos en la lectura.
Reciban todos vosotros un fraternal abrazo.
René Dayre Abella y Norberto Prieto
Centro Virtual de Estudios Espiritistas y Afines "Manuel S. Porteiro".



jueves, 24 de noviembre de 2011


UNA CONTRIBUCIÓN ESPÍRITA PARA LA BIOÉTICA[1]


                  Quiero iniciar saludando a todos ustedes presentes en este Vigésimo Congreso de la CEPA y, en especial, hacer un agradecimiento a los espíritas puertorriqueños y a la Comisión Organizadora en nombre de mi compañero de profesión y de ideal espírita, Dr. Pablo Serrano. Tengo una relación especial con el  tema de la bioética, que tomo como uno de los objetos de investigación y pesquisa en mi actividad como médico y profesor universitario. Voy a intentar presentar algunas reflexiones acerca de la Bioética y Espiritismo, áreas del conocimiento que se aproximan en la medida que cuestiones relativas a la bioética tratan con la expresión material de la vida, pero también con sus relaciones con el Espíritu. Por eso, acredito que es posible producir una contribución a partir de la filosofía espírita para las llamadas cuestiones de vida, que han sido objeto de estudio de esta nueva ciencia intitulada bioética, que surgió desde hace 30 años y estudia las dimensiones morales de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, utilizando una variedad de metodologías éticas en un contexto multidisciplinar.
            Los avances tecnológicos en ese campo traen verdaderas inquietudes porque manipulan la propia vida. Avanzan en una velocidad sorprendente y provocan muchas dudas y nuevos dilemas éticos, movilizando intereses económicos, trayendo el riesgo de estigmatización y nos obligan a enfrentar situaciones que no tienen legislaciones específicas.
Voy a intentar reflexionar, a la luz de la filosofía espírita, acerca de algunos principios que orientan la Bioética y discutir, aún, cuestiones que se ponen en la dimensión del Espíritu y su relación con la materia. Un desafío inicial es establecer los límites y definir hasta donde avanzar en las investigaciones, que tratan de dos cuestiones extremamente intrigantes: a) los temas de los “límites” en sistemas complejos de realidad; b) endiosamiento/demonización de la ciencia.
La Bioética tuvo como marco inicial el Código de Nuremberg (1947) después la constatación de las experiencias nazistas que constituyeron el horror de la segunda guerra. La expresión Bioética fue utilizada por la primera vez en 1971 por Van Renselder Potter (oncologista), en su obra "Bioética: el puente para el futuro". La preocupación con la ética en las investigaciones en salud se intensificó a partir de la generación del “bebé de probeta”, ganando relevancia con las investigaciones genéticas.
Bioética puede ser definida como el “estudio sistemático de las dimensiones morales de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, utilizándose una variedad de metodologías éticas en un contexto multidisciplinar” (REICH 1995, p. 21).
Multidisciplinar porque las consecuencias de estas investigaciones envuelven varios aspectos de naturaleza política, económica, religiosa, antropológica, teológica y jurídica, entre otras, exigiendo una consciencia social de sus implicaciones y amplio debate social, teniendo en vista la definición de normas limitadoras de la investigación y tecnologías prejudiciales a la vida en su sentido amplio. Es, por lo tanto, una reflexión que envuelve todos los actores sociales. Se fundamenta en cuatro principios:
a) principio de la beneficencia: “el deber de hacer el bien”.
b) principio de la no-maleficencia: que exige prudencia a fin de no causar daño.
c) principio de la autonomía y  el consentimiento libre y  esclarecido: ¿quién debe decidir, el médico o el paciente? El consentimiento debe ser dado libre, conscientemente, sin ser obtenido por prácticas de coacción, o por medio de simulación o prácticas engañosas, libre de restricciones internas o externas, de forma manifesta y  voluntaria, con información.
d) el principio de la justicia: que ve la justicia como equidad e igualdad. Considera una obligación del Estado prestar asistencia a los más necesitados. El ser humano ha de ser siempre dignidad y  no precio.
Toda y cualquier investigación científica o tecnológica que implique en la alteración de las condiciones naturales de la vida, salud y  bien estar y  de la propia muerte de la persona, individual o socialmente considerada, entra en la esfera de la Bioética, exigiendo una administración responsable por la preservación de la vida humana, razón y  fin de la ciencia. La bioética no trata, como algunos piensan, sólo en los  temas límites de la vida. Hay también una bioética del cotidiano, a partir del   pensamiento producido en la América Latina, reflexionando acerca de cuestiones que envuelven también la salud como derecho social y  de ciudadanía. ¿Cómo garantizar el derecho a la vida del   enfermo terminal, delante de la posibilidad de la eutanasia, o el derecho a la vida de un ser que está siendo generado con perspectivas de enfermedades graves? Son problemas de la bioética. Pero garantizar el respeto a las desigualdades raciales, de género, color y  todas las demás formas de discriminación; promover justicia social; garantizar el acceso de la población pobre a los medios necesarios para promover y  recuperar su salud son también problemas bioéticos. ¿Cómo producir salud y  calidad de vida cuando la salud tiende a  constituirse en mercancía y  no un derecho de ciudadanía? Temas profundamente complejos. Sobre todo cuando los tribunales son cada vez más llamados a pronunciarse acerca de situaciones aún sin jurisprudencia. ¿Ya puede la ciencia establecer criterios de seguridad para diagnosticar la muerte encefálica para autorizar la retirada de órganos y  tejidos a ser trasplantados? ¿Puede el aborto ser autorizado? ¿En qué circunstancias? ¿Qué se debe entender por muerte digna? ¿Cuáles son los criterios para autorizarse la eutanasia? ¿Cuándo interrumpir un tratamiento ineficaz o paliativo? En la ausencia de capacidad financiera para tratar todas las personas, ¿cuáles son los criterios de prioridad?
En los más distintos campos donde la bioética se presenta, es obligación de los  médicos, demás profesionales de salud e investigadores informar al paciente sobre todo el tratamiento y  experiencias a que son sometidos, aclarándoles acerca de los riesgos para la vida y  la salud.  Ni siempre ese es el procedimiento adoptado y  los pacientes son sometidos a experiencias diversas y  criterios “técnicos” sin tener cualquier consciencia de que son objeto de experiencias y  tratamientos que podrán resultar en daños a la salud. Las cuestiones relacionadas a la bioética tienen que ser objeto de educación de la población, sean introducidas en las escuelas, para formación de consciencias y  tomada de posición. La sociedad no puede ver pacíficamente los acontecimientos, sin tener plena consciencia de cómo su vida puede ser afectada por los avances de la ciencia. Esta es, pues, una discusión de todos. Incluso de los  espíritas, motivo por el cual intentaré exponer algunas reflexiones sobre el tema a partir de la filosofía espírita.

 

La contribución espírita

Los principios que fundamentan la concepción de la bioética pueden ser respaldados, a partir de la concepción espírita, por estar en absoluta concordancia con las leyes naturales que rigen el universo y  que indican que el hombre debe hacer para ser feliz. Esa ley (divina o natural, segundo Kardec) está escrita en nuestra consciencia. El instrumento para distinguir el bien y  el mal, según la visión espírita, es el uso de la inteligencia, que permite el discernimiento, mediada por la voluntad que se incentiva en el sentido de hacer el bien, la máxima de amor capaz de establecer nuevos parámetros de relación entre los seres humanos e  imponer un nuevo status evolutivo para la humanidad.
Si efectivamente practicados y  perseguidos obstinadamente, la libertad, la fraternidad, la solidaridad y  la justicia social pueden propiciar una existencia productiva, que pone todo el potencial intelectivo del   hombre y  el direccionamiento de sus acciones a servicio del  desarrollo.
La gran contribución del Espiritismo en ese debate es la afirmación de la existencia del   Espíritu, la inmortalidad del alma y  la evolución infinita, al agregar la dimensión extracorpórea de las criaturas: el principio espiritual. El Espiritismo demuestra, a partir de los  hechos por la vía de la experimentación, la preexistencia, la existencia y  la sobrevivencia del alma, que conserva todas las facultades intelectuales, morales y  espirituales después de la desencarnación.  
La visión de mundo a partir de la filosofía espírita delega al hombre el papel de sujeto, de protagonista de su propia historia, responsable por lo que es y  por las circunstancias en que se encuentra. Pero: delega al propio hombre el papel de constructor de su destino y  de su futuro, tanto en una perspectiva individual como en sociedad.
Al tratar de temas como el origen, el dolor y  el sufrimiento, las enfermedades físicas y  psíquicas, la muerte y  el destino de los  seres, procura responder a la siguiente indagación – ¿Por qué y  para qué estamos en este planeta? – sin usar de expedientes sobrenaturales  ni de dogmas, en una apelación permanente para el uso de aquello que efectivamente diferencia a los humanos como especie: la capacidad de pensar. Nos permite vislumbrar, a partir de la perspectiva inmortalista y  evolucionista (no determinística, pero sí dialéctica), un nuevo comportamiento personal, familiar y  social en busca de la transformación de la sociedad a través de formas más fraternas y  justas de convivencia.
Requiere que estemos integrados con la vida, para que alcancemos la transformación que los nuevos tiempos requieren. Como afirma AIZPÚRUA “el Espiritismo no se reduce a la fría experimentación de laboratorio. El científico y  el filósofo se proyectan en lo  ético y en la moral...” Por eso la necesidad de establecer un permanente y  útil diálogo con todas las corrientes de expresión del   conocimiento humano.
A partir de esta visión filosófica es que se coloca la posibilidad de establecer un provechoso diálogo con los cuestionamientos traídos por la bioética. Para el Espiritismo la vida es un continuum entre planos interexistenciales absolutamente integrados. No empieza en la fecundación, en la nidación o en el momento de la concepción. La generación de un embrión, el desarrollo fetal y  la concepción de un recién nacido son etapas naturales del   proceso evolutivo de un Espíritu, así como el crecimiento del niño, la pubertad, el envejecimiento y  la muerte. La vida transciende esos momentos, pues lo que efectivamente somos (principio intelectual) sobrevive incluso a la desintegración del   cuerpo material utilizado en nuestra existencia corpórea. Por lo tanto, toda discusión ética que se establece sobre las investigaciones científicas que parte (y por veces se cierra) en la definición del   “momento” donde la vida se inicia o termina es hecha de forma infructífera y  dogmática.
Infelizmente hay una tendencia entre los espíritas del   segmento religioso en discutir la cuestión a partir de la imputación de acusación de asesinato a cualquier movimiento voluntario (consciente o inconsciente) que tenga como consecuencia la interrupción del embarazo y del nacimiento, así como de la manutención y  prolongamiento artificial y  doloroso de la vida, independientemente de las variables y  del   grado de complejidad envueltos en las situaciones particulares que se colocan frente a los acontecimientos.
La unión energética-mental del Espíritu que va a reencarnar, en la concepción espírita, se inicia desde el momento de la fecundación (por lo que se sabe, afectiva y  energéticamente, muchas veces antes de la misma fecundación). Eso no impide, entretanto, que por los más diferentes mecanismos, no pueda haber viabilidad para el desarrollo fetal, resultando en abortos naturales/espontáneos, en un proceso de selección natural de la especie. En esas circunstancias, el Espíritu que se preparaba para retornar al mundo material aguardará nueva oportunidad, que no dejará de ocurrir, temprano o tarde, dando continuidad al proceso evolutivo. Por otro lado, vale salientar, hasta mismo porque a partir de excepciones podemos fundamentar hipótesis, aprendemos con los espíritus y  con Kardec que hay fetos que jamás tuvieron un Espíritu designado para sus cuerpos. 
En el tocante al desligamiento del  espíritu del cuerpo físico, sabemos que eso ocurre cuando cesa la energía vital que mantiene el funcionamiento de los  órganos. El inadecuado  prolongamiento tecnológico de la actividad orgánica, cuando hay muerte cerebral o absoluta inviabilidad de actividad consciente, debe ser discutido bajo otro prisma. Entiendo que tenemos derecho a una muerte digna, protegidos del dolor y  del   sufrimiento innecesario, bajo el cariño y  amparo de nuestros amigos y  familiares. Y  que donar órganos que puedan salvar la vida de otras personas es un acto de amor y  de solidaridad. Sólo mentes enfermas o presas de una visión equivocada de la vida espiritual pueden temer que el espíritu en proceso de desencarnación pueda sufrir en esas circunstancias. Se trata de una postura contraria a la ley natural.
Por lo tanto, la visión espírita, se coloca en una perspectiva más amplia, sin el sectarismo religioso y  el inmediatismo de quien no consigue percibir la amplitud del proceso existencial del Espíritu (inmortal), puede traer una perspectiva esperanzadora, distante de la condenatoria culpa que cerca los seres que enfrentan el dilema de la interrupción del embarazo o de la propia vida por motivación terapéutica, selectiva o voluntaria.
Cuando Kardec preguntó a los Espíritus si el perfeccionamiento de las razas animales y  vegetales por la ciencia era contrario a la ley natural, por no permitir que las cosas sigan su curso natural, obtuvo como respuesta que todo debería ser hecho para alcanzar la perfección, y  que el propio hombre sería un instrumento del   cual Dios se serviría para alcanzar sus fines.
Estamos firmemente convencidos de que todo y cualquier beneficio efectivo, fruto de la intervención del   hombre sobre la naturaleza, que pueda ser incorporado por la humanidad y  que posibilite la satisfacción de nuestras necesidades, la mejoría de la calidad de vida, el alivio de nuestro sufrimientos, la búsqueda del   placer y  de la felicidad, desde que pautado por la serenidad, buen sentido, equilibrio, deseo de hacer el bien y  de no practicar el mal, sin daños efectivos para los demás individuos, para la naturaleza (y, en el caso de las investigaciones genéticas, para las generaciones futuras) y  que permita la universalización de esos beneficios para todas las personas, independiente de clases sociales u otras variables excluyentes, deben ser obstinadamente perseguidos por la ciencia y puestos a disposición de la sociedad.            La bioética permite, aún, poner en debate tesis que el Espiritismo viene sustentando desde su fundación. El Proyecto Genoma Humano, por ejemplo,  demostró que los hombres constituyen una única raza, la humana, sin distinción de credo, color, origen étnica, geográfica o de clase. Tenemos la misma naturaleza material. Y el Espiritismo añade que tenemos también la misma naturaleza espiritual. Compartimos un complejo espiritual/material que proviene de la misma naturaleza, pero que se individualiza para cada criatura, de tal forma que somos todos iguales y, al mismo tiempo, cada uno constituye una individualidad (genética y  espiritualmente).
Cuanto a la expectativa entre los cientistas de identificar y  explicar a través de factores genéticos comportamientos humanos y  otras condiciones complejas de vida, consolidando la tesis que defiende la programación genotípica de la dimensión intelectual y  cognitiva del   ser, creemos que el avance de las investigaciones tenderán, en parte, a corroborar la concepción que admite una dimensión en el material de la existencia. No creemos que la ciencia (en los moldes actuales) probará la existencia del   Espíritu. No es su papel, mucho menos el objeto de preocupación de la genética. Entretanto, en la medida en que se profundiza el conocimiento del   hombre y  que nuevas y  antiguas indagaciones se imponen, no ha como huir de la necesidad de profundizar la investigación sobre la perspectiva psíquica de las criaturas humanas.
Al revés de   que defienden o imaginan muchos espíritas, esa contaminación con ramos del   conocimiento humano que se destinan a estudiar la dimensión material de la vida es profundamente benéfica para las tesis espiritualistas e  inmortalistas. Es que nos olvidamos, casi siempre, que somos un complejo existencial mucho más unitario del dualismo clasificatorio con el cual denominamos el ser (Espíritu-materia), y  de una manera general acreditamos (y esperamos pasivamente) que sea desarrollada una tecnología o metodología “pura” para la comprobación del   Espíritu, que nos parece cada vez más imposible.
Al contrario, percibiremos cada vez más que la dimensión energética que se estructura mentalmente después de la desencarnación y  con la cual el Espíritu se presenta y  produce su forma, obedece a patrones fenotípicos muy evidentes. Ando muy tentado a desarrollar una teoría para el periespíritu, a partir del   fenotipo. ¿Sería posible, de la misma forma, extrapolar e  imaginar un patrón “genotípico” para el Espíritu? Es un tema que merece ser debatido entre los espíritas (y con los Espíritus).
Entiendo, también, que del   punto de vista espírita, no se puede admitir que la manipulación genética sea efectuada para mera satisfacción de la vanidad o de la mercantilización de la investigación científica. No hay justificación ética que sostenga tales finalidades. Pero no se puede obstaculizar el avance de tecnologías que sean puestas al servicio de la humanidad, como por ejemplo, la utilización del replicaje genético para la producción de órganos destinados a trasplantes o producción de terapias que recuperen la salud de millones de seres desengañados. La alegación de que no se puede impedir pruebas y  expiaciones determinadas por Dios para las criaturas es absurda y  dogmática, una inaceptable perspectiva fundamentalista de que el destino es trazado y  que el hombre no posee libre-albedrío para luchar, con todos los recursos y  energía disponibles, para superar los límites que la vida le impone (lo que no significa dejar de resignarse y  vivir con dignidad cuando esos límites no pueden ser ultrapasados o vencidos).
Estoy en contra de la realización, en el momento, del clonaje de seres humanos, por motivos éticos y  de consciencia. Las críticas de los  cientistas que se oponen al clonaje son bien fundamentadas. No se trata de un procedimiento común y  la sociedad tiene el derecho de contar con un grado de certeza mayor acerca del destino que está reservado y  a sus consecuencias técnicas y  éticas (lo que vale para cualquier nueva incorporación tecnológica y  científica que extrapole los límites del   que convencionamos – o contractamos – socialmente como ético).
Del punto de vista hipotético, el clonaje de seres humanos, que tanta confusión ha traído, en la perspectiva del   Espíritu, no sería un problema. Bajo la óptica espírita, a la semejanza del   que ocurre en gemelos idénticos, la individualidad espiritual que presidirá la criatura concebida a partir de la manipulación genética es absolutamente distinta de la que le fornece el patrimonio genético. Existía antes, independientemente, y  así continuará existiendo,  aunque la absoluta semejanza del   punto de vista corpóreo.
Sería, sin duda, más una demostración de que el genotipo es extremamente importante para explicar lo que somos (y como somos), pero incapaz de producir un clone que piense, sienta, actúe y  viva reproduciendo los patrones complejos de existencia de su padre o madre biológicos, consolidando la percepción de que aquello que nos efectivamente individualiza es el principio inteligente, el Espíritu inmortal.
Argumentos han sido utilizados, entre algunos espíritas, para rechazar no sólo el clonaje de seres humanos, como hasta la misma donación de órganos: el rechazo perispiritual. Consideramos una tesis absolutamente infundada, desprovista de coherencia conceptual y  con graves consecuencias humanitarias (en relación a la cuestión de la donación de órganos). Si el Espíritu es capaz de remodelar el cuerpo espiritual al patrón material/energético de cada nuevo mundo en que transita, ¿por qué no podría desarrollar un proceso adaptativo al recibir la donación de un complejo material biológico de naturaleza y  complexidad semejante al suyo?

¿Bioética y  ciencia: hasta dónde avanzar?

Las investigaciones biomédicas no son contrarias a las leyes naturales, a las leyes divinas. El hombre es el que tiene que valorar sus actos por el prisma de la solidaridad, de la fraternidad, de la igualdad, del respeto a las diferencias, alejándose del orgullo que lo impulsa a querer "jugar a Dios" sin cualquier consideración al ser humano, y  del egoísmo que le lleva a visar lucros en detrimento del   bienestar de la sociedad.
Los avances en los últimos 30 años ponen situaciones inimaginables. Algunos apuntan para evidente mejoría de la cualidad de vida por medio de la utilización de nuevos métodos de investigación, medicamentos descubiertos y  el control de enfermedades. Otros, una serie de contradicciones para la especie humana y  el futuro del   planeta. Estamos cada vez más próximos de dominar la tecnología de la creación de la vida, pero observamos la destrucción cotidiana del   medio ambiente y  sus funestas consecuencias.
Dominamos tecnologías de punta, pero la humanidad se ha demostrado incapaz de enfrentar el hambre, las epidemias y  la miseria generalizada. Los problemas estudiados por la bioética son formados por situaciones de lo   cotidiano y  otros que se colocan en la frontera de la vida, distantes de la realidad de la mayoría de las personas. Viejos y jóvenes problemas, en un mundo cada vez más complejo, marcado por la transición demográfica, por el fenómeno de la globalización y  el aumento de la concentración de renta. La incorporación creciente de tecnologías se da sin equidad, lo que impide la universalización de sus beneficios.
Se observa la consolidación de un nuevo perfil epidemiológico. Predominan las enfermedades crónico-degenerativas, los fenómenos dirigidos a la violencia (que ya se constituyen en la primera causa de muerte en la mayoría de las grandes ciudades de los  países en desarrollo, como mi país, o subdesarrollados). Surgen nuevas enfermedades y se observa el recrudecimiento de otras, controladas en el pasado, mismo sin el nivel de tecnología hoy disponible.
Cuando entramos en el campo de la bioética tratamos, tanto con los problemas cotidianos cuanto con los temas de los  “límites”, con sistemas complejos de realidad, distante de la ciencia clásica tradicional que disuelve la complejidad aparente de los  fenómenos y  se fija en la simplicidad de las leyes inmutables de la naturaleza.
Muchas finalidades prácticas son posibles a partir de los  avances científicos en el campo de la genética. La secuencia de DNA, a través de la impresión digital de DNA, ha sido utilizada como árbitro máximo de la identidad humana, empleada en las modernas investigaciones criminales, ayudando a desarrollar crímenes hediondos (del pasado y  del   presente), reuniendo familias dividas por raptos (ej. niños raptados por la dictadura Argentina), identificando cuerpos de personas desaparecidas, resolviendo pendencias que envuelven disputas por paternidad, descubriendo las raíces de civilizaciones antiguas y ofreciendo evidencias inequívocas de los orígenes humanos. El uso de la genética ha sido importante aliada para condenar culpables o perdonar inocentes que fueron erroneamente condenados, incluso a la penalidad de muerte (el llamado “patrón-oro de la inocencia”). Con eso, han sido estructurados bancos de impresión digital de DNA en el Reino Unido y  en los EE.UU. Permite aún la comprensión del origen y  del   patrón de migración global de las poblaciones humanas a lo largo de centenas de millares de años, a través de la utilización del DNA mitocondrial, emprendiendo toda una arqueología de la especie humana, retomando a su origen.
Por otro lado, diversos intereses están en juego. Algunas industrias apuestan en el desarrollo de paquetes para diagnóstico que predice las enfermedades. Otras invisten en la perspectiva de la terapia génica. Hay mucho interés en juego en el prolongamiento artificial y  desnecesario de la vida. ¿Imaginen el lucro potencial de la industria farmacéutica cuanto a la identificación, en las próximas décadas, de factores genéticos que causan la depresión, el disturbio del   déficit de atención, los vicios, la esquizofrenia, comportamientos violentos y  otras condiciones complejas? Corremos el riesgo de la absolutización de la genética, con el intento de identificar un DNA-dictador, el gen-egoísta, un gene-gay etc.
    Por otro lado, ¿qué pensar de la manipulación con la consecuente alteración genética de vegetales, los llamados alimentos transgénicos? ¿Hasta qué punto esos alimentos son sanos y  no perjudican la salud y  el medio ambiente? ¿Existen experiencias y  observaciones suficientes para garantizar su uso por la población? ¿Se puede utilizar los animales indiscriminadamente para cualquier tipo de experimentación? ¿Deben ser puestos límites al uso de materiales que polúen aguas, florestas y  atmósfera, amenazando la salud de las generaciones futuras? ¿Cuáles son los límites para patentar los genes y  explorar económicamente el   patrimonio genético de la humanidad?  ¿Se recomienda la fecundación asistida a una señora de 60 años?
El clonaje es otro problema bio-técnico-científico puesto para la sociedad. Se debe llevar en consideración, por un lado, los usos terapéuticos potenciales, por otro, las posibilidades perversas con que tal tecnología puede ser manipulada. Ya hay sectas exóticas, como las de los  raelianos asentada en las Bahamas, que por motivos esotéricos y  religiosos pasan a perseguir el clonaje de seres humanos como forma de transcendencia de la raza humana (¡por sólo doscientos mil dólares!). Esperanza para un portador de deficiencia que enfrenta las limitaciones y  discriminación, por un lado, y  patente y  busca desenfrenada por el lucro, por otro, son ejemplos que se contraponen objetivamente para la sociedad. Pero es también un instigante dilema de orden ético-espiritual.
Las investigaciones deben ser estimuladas, principalmente si tienen objetivos que traigan beneficios futuros a la sociedad y  al medio ambiente en que vivimos. Un descubrimiento científico no es ético o antiético. Se vuelve antiético cuando es utilizado de forma atentatoria a los valores que cultivamos, como respeto a la vida, a la individualidad, a la diferencia, comprensión y  solidaridad. No fue el descubrimiento del   cianuro que causó la muerte de millones de seres humanos, pero su deliberada utilización en campos de concentración nazis.
Otro problema central es el endiosamiento versus la demonización de la ciencia. La libertad científica es moralmente justificada en la medida en que las consecuencias de  su uso, además de ser benéficas para la humanidad, estén dentro de las fronteras de la ética. La ciencia no debe conducirse por sentimientos enamorados que puedan cegarla por la ausencia de crítica o por temores que puedan impedir su avance. El papel de la sociedad civil y  de los  espíritas en cuanto un movimiento social (en ella contenido) es lo de mantener vigilancia que garantiza la manutención de la inquietud y  de la libertad científica sin, todavía, provocar la emergencia de un terror que impida la reflexión y  la ponderación cuidadosas frente a los nuevos descubrimientos.
Según Einstein “debemos evitar superestimar la ciencia y  los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos. No debemos presumir que los especialistas sean los únicos que tienen derecho de opinar sobre cuestiones que dicen respeto a la organización y  al futuro de la sociedad”.
Un ejemplo claro que estamos viviendo este momento en Brasil. El Supremo Tribunal Federal, la mayor corte jurídica del país, acaba de aprobar, en una votación muy justa (6 votos en contra 5), la realización, sin límites, de investigaciones con células tronco embrionarias. Fueron meses de debate público y  enorme movilización, promovida, por un lado, por cientistas y  asociaciones de portadores de patologías, y  de otro, por varias instituciones religiosas, lideradas por la Iglesia Católica, pero que contaron con expresivo apoyo de los  espíritas religiosos brasileños.
En verdad, dos cuestiones centrales se impusieron en ese debate: ¿qué es un individuo? ¿Cuándo/dónde comienza  la vida? Nosotros, espíritas laicos, organizados en torno de la CEPA, tomamos públicamente posición a favor de las investigaciones embrionarias. Entendemos que la gran contribución del   Espiritismo, en ese debate, es apuntar por la existencia del   Espíritu, la inmortalidad del alma y  la evolución infinita.
Siento orgullo de ser espírita al ver el posicionamiento público que la CEPA ha asumido frente a los problemas de la bioética. Nuestra participación en el Consejo Nacional de Salud, en defensa de la vida, aprobando la investigación con células tronco embrionarias, el posicionamiento público expreso por nuestro presidente Milton Medran en la gran empresa brasileña, demarcan una postura progresista, humanista, laica y  genuinamente kardecista.
Hoy por la tarde voy a presentar un trabajo desarrollado por jóvenes espíritas que investigaron las diferentes concepciones entre los espíritus religiosos y  laicos en Brasil. Voy a enseñar como la visión religiosa, partiendo del referencial kardecista, es capaz de resultar en una visión del mundo conservadora. Invito a los que tengan interés en el tema para compartir los resultados conmigo dentro de poco tiempo.
Muchos otros temas podrían aquí ser explorados. Es llegada la hora, entretanto, de terminar y  concluir mis observaciones, agradeciendo la atención de cada uno de ustedes aquí presentes. Reafirmo: la gran contribución del   Espiritismo en ese debate es la afirmación de la existencia del   Espíritu, de la inmortalidad del alma y  de la evolución infinita, al agregar la dimensión extracorpórea de las criaturas: el  principio espiritual.
El Espiritismo demuestra, a partir de los  hechos por la vía de la experimentación, la preexistencia, la existencia y  la sobrevivencia del alma, que conserva todas las facultades intelectuales, morales y  espirituales después de   la desencarnación. El Espiritismo solamente mantendrá su actualidad e importancia si consigue presentar esa contribución para el pensamiento humano. Y ese es un trabajo que depende de cada uno de nosotros.


(Muchas gracias por la atención.)



[1] Ademar Arthur Chioro dos  Reis (Santos-SP, Brasil)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

 


LECCIÓN XXV
LEY DE LIBERTAD
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.
Libertad natural. Dependencia. Libertad de Pensamiento. Libertad de Conciencia. Libre Albedrío. Fatalidad. Conocimiento del Porvenir. Ensayo sobre el Móvil de las acciones del Ser Humano.
LIBERTAD NATURAL
1. Existe, en el mundo, una determinada condición de la cual el ser humano pueda vanagloriarse de estar verdaderamente libre?
-“No, porque cada uno de vosotros, tanto el pequeño como el grande, tiene necesidad de los demás”-.
2. Pero, si no la hay, podría haberla?

-“Sí, la del eremita en el desierto; por cuanto, tan pronto se encuentren juntas dos personas, tienen derechos ajenos que respetar, por lo tanto ya no gozan de libertad absoluta”-.
3. La obligación de respetar los derechos ajenos le quita al ser humano el de pertenecerse a sí mismo?
-“En absoluto, por cuanto éste es un derecho natural”-.
4. Cómo conciliar las opiniones liberales de algunos, quienes, luego, y con frecuencia, ejercen el despotismo tanto a nivel familiar como con sus subordinados?
-“Tienen la intuición de la ley natural, sin embargo esta percepción es contrarrestada por el orgullo y el egoísmo. Comprenden lo que debe ser, cuando sus principios no constituyen una comedia calculada, pero dejan de ejecutarlo”-.
En la dimensión espiritual se les tendrá en cuenta los principios que profesaron en ésta?
-“Cuanto más el ser humano comprende un principio, tanto menos es sensible de no aplicarlo a sí mismo. En verdad, la persona simple, pero sincera, se encuentra más adelantada en el camino de Dios que aquel que quiere aparentar lo que no es”-.
DEPENDENCIA
5. Existen algunas personas destinadas por la naturaleza a la sujeción absoluta de otros seres humanos?
-“Toda sujeción absoluta de un ser humano a otro es contraria a la ley de Dios. La esclavitud es un abuso de la fuerza, que ha desaparecido como consecuencia del progreso, de la misma manera en que lo harán todos los demás abusos”-.
La ley humana, que consagraba la esclavitud era contraria a la naturaleza, por cuanto rebajaba a la persona a la condición del animal, degradándole moral y físicamente.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Las deudas, de cualquier índole, constituyen, aún, una especie de esclavitud, en el ámbito moral, espiritual o económico. Estos tipos de obligaciones únicamente pueden ser saldadas mediante su respectiva compensación, para emanciparse de las mismas. Otra índole de esclavitud es la ignorancia, razón por la cual una persona puede quedar, virtualmente subordinada a otra, y ser manipulada indebidamente durante toda una existencia o ciclo de vida. Solamente el conocimiento de la verdad podrá dejar en libertad, y con plena autonomía, a quienes se encuentren en estos casos, que, en la actualidad, constituyen importantes segmentos de la población mundial. Esta forma de manipulación esclavizadora puede ser de carácter espiritual, político, económico, laboral o profesional, social, jurídico, filosófico o de cualquier otra índole. Otra variante de esclavitud lo constituye el desconocimiento de las leyes naturales que conducen al ser humano a superar los límites de la estricta justicia divina, pese a la advertencia coercitiva que por medio de la vergüenza experimenta dentro de su conciencia. El dejar de conducirse, en la vida, de acuerdo con las leyes naturales, de todas índoles, puede transformar a una determinada persona en esclava de algunos vicios, razón por la cual deja de ser dueña de sí misma. En todos casos, estas son condiciones transitorias, aunque puedan durar varias existencias, que, oportunamente, cada quien superará, adquiriendo pleno dominio de sí, y autonomía consciente en forma gradual. Una última esclavitud que es preciso erradicar de todos los códigos penales y tributarios en el planeta tierra son las sanciones penales por delitos fiscales. Se dio un paso importante al erradicar de los códigos civiles las penas de privación de libertad por deudas económicas. Ahora es preciso dar un paso adelante eliminando las que corresponden a los delitos fiscales, calificándolas de deudas económicas, con sus respectivas penalizaciones de carácter financiero, pero no de índole de privación de la libertad que transforma al Estado en amo de la vida de un ser humano, ocasionándole un daño moral y humano de múltiples vertientes que trasciende cualquier nivel de perjuicio que la persona en particular haya podido efectuar. Este tipo de humanización del derecho penal es preciso llevarla a cabo a nivel mundial y constituye un campo de vital importancia en el cual los nuevos juristas deben centrar su atención en armonía con los derechos naturales del ser humano. Para el Estado, el carácter monetario de una acción humana no puede prevalecer sobre el valor de la dignidad de la persona. Allí reside la misión del Legislador, mediante leyes justas, ajustadas al Derecho Natural, de educar al ser humano, dándole la oportunidad de rectificar, aun cuando se les apliquen sanciones de otras índoles ajenas a la de privación de la libertad, que es contraria a la naturaleza.
6. Cuando la dependencia reside en las costumbres de un pueblo, quién recaba ventajas conformándose a un uso que le parece natural, pero que es, igualmente, culpable?
-“El mal es siempre un mal, y todos vuestros sofismas no transformarán una acción nociva en buena; pero la imputabilidad del mal es relativa a los medios que uno tiene de comprenderlo. Quien obtiene provecho de las leyes de “la esclavitud” es siempre culpable de una violación de la ley natural; pero también en ésta, como en toda otra cosa, la culpabilidad es relativa. Dado que la esclavitud fue, y se encuentra, todavía, en las costumbres de los algunos pueblos, el ser humano ha podido obtener ventajas de buena fe, como de algo que parecía legítimo; pero, tan pronto su razón se haya desarrollado e iluminado por la luz del progreso, percibiendo en el dependiente a un semejante frente a Dios, él ya no tiene excusa alguna para mantener ese estado de cosas”-.
7. La natural diversidad de las aptitudes no ubica a determinados grupos étnicos bajo la dependencia de otros más inteligentes?
-“Sí, para elevarle, pero no para embrutecerles en un mayor grado de servidumbre. Los seres humanos han considerado, desde lejanos tiempos, a determinados grupos étnicos como animales de trabajo dotados de brazos y de manos, que se creyeron con derecho de vender como bestias de carga. Se han creído de una sangre de mayor pureza dejando de ver más allá de la materia. Realmente, no es cuestión de sangre, más o menos pura, sino de elevación de Espíritu”-. (Ver Nº 361 y 803).
8. Algunos, por otra parte, tratan a sus dependientes con humanidad, no permitiendo que les falte nada, dando por hecho que su independencia les expondría a mayores privaciones. Qué opináis de éstos?
-“Comprenden mejor sus propios intereses; tienen, también, mayores cuidados con sus bueyes y caballos con lo cual obtienen óptimas ganancias en el mercado! Éstos no son tan culpables como aquellos que les maltratan; pero, les consideran, igualmente, como una mercancía, privándoles del derecho de pertenecerse a sí mismos”-.
LIBERTAD DE PENSAMIENTO
9. Existe alguna condición en el ser humano que escape a determinada coerción, respecto a la cual él goza de absoluta libertad?
-“El pensamiento, que desafía las trabas y los límites. Se le puede oprimir, pero no sofocarle”-.
10. El ser humano está obligado a responder por la índole de su pensamiento?
-“Responde a Dios, por cuanto Él es, únicamente, quien la puede conocer, y por lo tanto absolver o condenar de acuerdo con su justicia”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Los pensamientos, en primera instancia, a quien afectan es a su emisor, mientras no se traduzcan en actos que sí lo hagan a terceras personas, por los cuales, si los efectos son negativos, deberá responder tanto por la Legislación vigente del Derecho Positivo, como por la Ley Cósmica; si son positivos, recabará los respectivos resultados compensatorios. Al margen de esto, existen otras vertientes: la primera: el pensamiento tiene polaridad positiva y negativa. De acuerdo a la ley de atracción, cada pensamiento, de acuerdo con la polaridad emitida, atraerá a la propia vida, las manifestaciones equivalentes, y repelerá las contrarias. Esta es la razón por la cual, al ejercer pleno dominio sobre los propios pensamientos, se domina, al mismo tiempo, las condiciones externas que afronta en un momento dado. Los pensamientos pueden estar cargados de sentimientos equivalentes a los valores universales, también en ambas polaridades, por lo cual, potencian su efecto de atracción o repulsión, según la índole de los mismos. Pensamientos más sentimientos, tienen una doble fuerza de atracción y de repulsión, así como mayor potencia creadora-realizadora. Bajo la egida de los valores universales, los pensamientos se mantienen dentro de los parámetros de la ley natural que permite palabras y actos rectos en armonía con una vida virtuosa. Cuando los pensamientos son cargados con un sentimiento positivo, por ejemplo, de amor, de respeto, de justicia, de belleza, de equidad, de bondad, de prosperidad, de salud, de servicio, de altruismo, entre otros, le permiten manifestar en la propia vida efectos de análoga naturaleza. En cambio, un pensamiento de deseo de la mujer del prójimo, en la agudeza jurídica-espiritual de Jesús de Nazareth, aunque no se haya traducido en acto, implica siempre una falta. Un pensamiento negativo, aunque no afecte a otros, manifestará esa condición en la vida de una persona, afectando su armonía y la calidad de su aura, haciéndole vulnerable a la influencia exterior. Los pensamientos concupiscentes transformarán los rasgos físicos de la persona, haciendo visible, en lo externo, lo que se alberga en la mente, además de atraer las condiciones –y personas- inherentes a su vida, aislando las opuestas positivas. Es decir, sí existen consecuencias serias de acuerdo con las índoles de los propios pensamientos, que es preciso prestarle la debida atención.
LIBERTAD DE CONCIENCIA
11. La libertad de conciencia es una consecuencia de la libertad de pensamiento?
-“La conciencia es un pensamiento íntimo que pertenece al ser humano; todos los pensamientos reflejan un determinado estado de conciencia”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: El estado de conciencia que posee, en un momento dado, una persona, fruto de su evolución a través de incontables ciclos de vida, denota una mayor o menor capacidad de discernimiento entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre lo hermoso y lo opuesto, y así con cada uno de los restantes valores universales. Esta capacidad perceptiva de la conciencia refleja su aptitud de hacer o de dejar de hacer, y constituye la suma existencial reflejada a nivel de Espíritu, que le otorga la potencia evolutiva-creadora hasta un momento determinado de su carrera existencial. Esta aptitud desarrollada es diferente al registro de las acciones humanas en la memoria espiritual, en el archivo del alma, que constituye un registro contable de los pensamientos, sentimientos, palabras y acciones de toda su historia vivencial. La conciencia como atributo divino, en el ser humano, de análoga naturaleza a la del Creador Universal, es una réplica de la de Éste, donde el Supremo Artífice se expresa con el lenguaje de los sentimientos equivalentes a los valores universales, cuya acción coercitiva y coactiva, constituyen, para el ser humano, -y todos los seres en los cuatro reinos naturales- una guía que rige sus acciones. La primera, es decir, la acción coercitiva, es un freno que le inhibe, cuando le hace caso, de incurrir en actos indebidos, manteniéndoles dentro de los rectos pensamientos, sentimientos, así como rectas palabras y acciones. En los casos en los cuales el ser humano trasciende la voz de alerta de la conciencia, -como representación de la vergüenza que la persona experimentaría de ejecutar determinados actos, y los lleva a cabo-, seguidamente, y en forma instantánea, se activa la acción coactiva de la conciencia, además de la ley de afinidad, la de justicia, la de igualdad y la de compensación, con sus efectos inherentes; éstos le indican a la persona que ha incurrido en falta. La constante acción coactiva de la conciencia se expresa en forma de remordimiento, percepción del mal efectuado, que le inducen a la rectificación y a la compensación, así como, a la prudencia, la siguiente vez, para evitar de repetir pensamientos, sentimientos, palabras y actos de análoga naturaleza. También, las consecuencias pueden manifestarse no por la acción, sino por la omisión de pensamientos, sentimientos, palabras y actos cuya ejecución habrían significado el cumplimiento de un deber en cualquiera de sus variantes o vertientes. Esta conciencia, en su estado original, desde el inicio de la carrera del ser, tiene una función activa y en ella se expresa la acción pedagógica del Creador Universal. La mayor evolución del estado de conciencia se traduce en la capacidad de la visión perceptiva y en la aptitud de hacer o dejar de hacer, así como en la libertad y en el control efectivo de los pensamientos.
12. Tiene, el ser humano, el derecho de restringir la libertad de conciencia?
-“No, al igual que no lo tiene para restringir la del pensamiento. Este derecho pertenece únicamente a Dios. Así como el ser humano regula sus relaciones con sus semejantes por medio de la normas del Derecho Positivo, Dios lo hace con las leyes de la naturaleza en lo concerniente a las relaciones del ser humano con Él”-.
13. Cuál es la consecuencia del intento de sofocar la libertad de conciencia?
-“La de obligar a los seres humanos de actuar diversamente de cómo piensan, y, por lo tanto, convertirles en hipócritas. La libertad de conciencia es uno de los caracteres de la verdadera civilización y del auténtico progreso”-
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: A través de la historia se ha manipulado tanto la libertad de pensamiento como la de la conciencia, con diversos fines espirituales, políticos, económicos, entre otros, inhibiendo la libertad de acción del ser humano hacia su auténtico desarrollo personal. Evidentemente, esta restricción de libertad de conciencia, tiene efectos sobre los pensamientos y sobre los sentimientos, y al desoír la voz de la conciencia, supera el freno antepuesto por los sentimientos de los valores universales expresados en la conciencia, cultivando pensamientos y sentimientos en polaridad negativa, que inducirán, oportunamente, a las exteriorización de palabras o a la realización de actos de análoga índole, que implicarán efectos insatisfactorios para la persona en particular. Tanto para protegerse de la acción manipuladora externa, como de la interna, es preciso cultivar una clara conciencia de los valores universales, y oír, a tiempo, la voz de la conciencia, que siempre se deja sentir como guía oportuna en todas las situaciones y circunstancias de la vida.
14. Es respetable toda creencia, aún cuando fuese notoriamente falsa?
-“Cada creencia es respetable cuando es sincera y conduce a la práctica del bien. Reprobables son aquellas creencias que inducen al mal”-.
15. Es reprobable escandalizar en su fe a quien no piensa como nosotros?
-“Es una ausencia de bondad y un irrespeto a la libertad de pensamiento”-.
16. Irrespeta la libertad de conciencia quien pone obstáculos a la difusión de creencias que pueden perturbar a la sociedad?
-“Se pueden reprimir los actos; pero la creencia íntima es inaccesible”-.
Reprimir los actos externos de una creencia, cuando ellos perjudican, de alguna manera, los intereses de los demás, no es irrespetar la libertad de conciencia, por cuanto tal represión deja, de todos modos, a la creencia, su plena libertad”-.
17. Se debe dejar, quizá, por respeto a la libertad de conciencia, que se propaguen doctrinas perniciosas; o es lícito, sin atentar a esta libertad, buscar de reconducir sobre la recta vía a quien se ha desviado por falsos principios?
-“Sin duda alguna es lícito, incluso un deber; pero enseñad siguiendo el ejemplo de Jesús, con la dulzura y con la persuasión; no con la violencia, lo cual sería peor que la creencia errónea de aquel a quien se quisiera convertir. El bien y la fraternidad se deben instaurar con la dulzura, no con la violencia; la convicción no se impone jamás”-.
18. Todas las doctrinas pretenden ser la única expresión de la verdad. Cómo podemos reconocer la que posee mayor derecho de proclamarse como tal?
-“Será aquella que formará el mayor número de personas honestas y el menor de hipócritas; es decir, que enseñará a practicar la ley del amor y de la bondad en su máxima pureza y en su más amplia aplicación. Por este signo reconoceréis la bondad, por cuanto cada doctrina que estimule la discordia y establezca una distinción entre los hijos de Dios, no puede ser más que falsa y perniciosa”-.
LIBRE ALBEDRÍO
19. Tiene, el ser humano, el libre albedrío de sus actos?
-“Por cuanto tiene el de pensar, posee, también, el de actuar. Sin libre albedrío, el ser humano sería una maquina”-.
20. El ser humano disfruta del libre albedrío desde su nacimiento?
-“No puede tener libertad de acción antes de que tenga voluntad de hacer. En el primer período de la vida, la libertad es casi nula; después se desenvuelve, y cambia de objeto con las facultades, Debido a que el niño concibe los pensamientos en relación con la necesidad de su edad, él aplica el libre albedrío a las cosas que les son necesarias”-.
21. Las predisposiciones instintivas, que el ser humano trae consigo al nacer, no constituyen un obstáculo en el ejercicio del libre albedrío?
-“Las predisposiciones instintivas son las del Espíritu antes de su encarnación. Aún cuando él sea de poco progreso, pueden incitarle a actos reprobables, secundado en esto por Espíritus a quienes aquellas predisposiciones les resultan simpáticas, pero que, para quien quiere combatirlas no existe atracción irresistible. Recordad que querer es poder”-. (Ver Nº 361).
22. La constitución física no tiene ningún peso sobre los actos de la vida? De tenerlo, no resulta ello a expensas del libre albedrío?
-“El Espíritu, ciertamente, siente algún efecto de la materia, que puede rendir difíciles las manifestaciones, por lo cual, en los mundos, en donde los cuerpos son menos materiales que en la tierra, las facultades se desenvuelven con mayor libertad; pero sabéis bien que éstas no son dadas por el cuerpo. Del resto, aquí es preciso distinguir las facultades morales de las intelectivas: si una persona tiene el instinto del homicidio, ese le viene, por cierto, del Espíritu, no de los órganos. Quien anula su pensamiento para no ocuparse más que de la materia, se asemeja al bruto, y, aún peor que eso, deja de pensar a prevenir el mal, cayendo en falta voluntariamente”-. (Ver Nº 367 y siguientes).
23. La alteración de las facultades le quitan al ser humano el libre albedrío?
-“Sí, porque le privan del dominio y de la libertad de pensamiento. Ellas, a menudo, constituyen una sanción para el Espíritu, quien, en otra existencia, pudo haber sido vano y orgulloso, o haber abusado de sus facultades, y, por lo tanto, renacer en el cuerpo de un maníaco o de un idiota, como el déspota en el de un esclavo, y el rico egoísta en el de un mendigo, Pero el Espíritu sufre por estas alteraciones, de las cuales tiene conciencia; en esto consiste la acción de la materia”-. (Ver Nº 371 y siguientes).
24. La aberración de las facultades intelectuales por embriaguez, excusa los actos reprobables?
-“No, por cuanto el beodo se priva voluntariamente de la conciencia para satisfacer sus pasiones brutales, por lo cual, en vez de incurrir en una sola culpa, lo hace en dos”-.
25. En el ser humano en estado salvaje, cuál de las dos facultades predomina: el instinto o el libre albedrío?
–“El instinto, lo cual no le impide de actuar, en algunas cosas, con plena libertad, pero, al igual que el niño, él aplica esta libertad a sus necesidades, y ella se desenvuelve conjuntamente con la inteligencia. Por lo tanto, vosotros, que tenéis mayor grado de conciencia, sois, igualmente, responsables en esa medida en lo que hacéis”-.
26. La condición social no es, tal vez, un obstáculo a la entera libertad de los actos?
-“Si el mundo tiene sus exigencias, Dios, que es justo, está en cuenta de todo, pero también lo tendrá de vuestros esfuerzos para superar los obstáculos”-.
FATALIDAD
27. Podría decirse que existe una fatalidad en los eventos de la vida, que implique que los acontecimientos estén, ya, previamente preestablecidos?
-“La fatalidad no existe sino por la elección que el Espíritu ha hecho, encarnándose, de pasar por esta o aquella prueba, por cuanto, eligiendo, él se crea una especie de destino, que es la consecuencia misma de la condición en la cual se ha colocado. Bien entendido, pero, que aquí se habla de las pruebas físicas, dado que, en lo que se refiere a las pruebas morales y a las tentaciones, el Espíritu, quien conserva su libre albedrío, tanto para el bien como por el mal, es siempre dueño de ceder o de resistir. Un Espíritu bueno, viéndolo vacilar, puede moverse en su ayuda, pero no imponérsele dominando su voluntad; un Espíritu inferior, es decir de bajo nivel evolutivo, haciéndole ver una cosa por otra, o exagerándole un peligro, puede impresionarlo, asustándole; pero, por lo menos, la voluntad del Espíritu encarnado queda libre de toda coacción”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Es extraordinaria la percepción de la verdad expuesta en este parágrafo en relación a las pruebas previamente elegidas por el Espíritu antes de encarnar, que van a conformar su destino, en determinado grado, en el nuevo ciclo de vida. Esta realidad está conformada por diversas vertientes: En primer lugar, las pruebas que elige, el mismo Espíritu, de manera que pueda desarrollar habilidades en aquellas áreas en que él comprende que precisa fortalecerse. Selecciona, también, determinadas pruebas para experimentar situaciones análogas a las que él ha ocasionado a otros, en vidas anteriores, como un aprendizaje. Otras, las elige para optimizar aquellas aptitudes que previamente ha fortalecido, bien sea aportando un bien a la sociedad, o un servicio, que van a fungir como vocación existencial, y que reflejarán sus puntos fuertes; mientras que las otras pruebas lo harán con sus puntos menos fuertes. Empero, en segundo lugar, su suma existencial, por la ley de afinidad, previo el veredicto de la de justicia, la de igualdad y la de compensación, van ubicándolo o reubicándolo, automáticamente, en el nuevo orden que le corresponde en el concierto de todas las cosas, tanto por sus fortalezas como por sus debilidades, en el cual orden, podrá, en mejor forma, optimizar las primeras y fortalecer las segundas. Todo ello conlleva, paralelamente, el aprendizaje que precisa en uno o en otro sentido. En tercer lugar, tenemos lo siguiente: dado que en el planeta tierra, o en el de turno en que se viva, en un determinado momento, existe un plan de vida y de estudios, que se va realizando en forma gradual, y sistemáticamente, por los pedagogos planetarios, necesariamente, entre las pruebas existenciales y los estudios a realizar, se encuentran aquellos que se vinculan con este programa planetario. El orden en que su suma existencial le ha colocado, por acción efectiva de la ley de afinidad, previo auxilio de las de justicia, igualdad y compensación, le ubica en un ambiente afín de seres que se encuentran en una esfera mental evolutiva que va desde un grado mínimo hasta otro de jerarquía superior, entre cuyos niveles cada quien recibe enseñanzas del que se encuentra en el rengo superior y, a su vez, enseña, a los que les siguen, inmediatamente, en un justo y perfecto sistema y orden jerárquico, en la gran cadena evolutiva universal. Los afines se juntan en todos los niveles. También es cierto que, si bien a nivel físico, en un área específica, convivan millones de personas, a nivel espiritual, en la ecología mental –conformada por Espíritus encarnados y por los que se encuentran en la dimensión espiritual- cada quien puede formar parte de una esfera mental diferente, de acuerdo al grado evolutivo arrojado por su suma existencial. Pese a vivir en el mismo ambiente físico, viven en diferentes mundos mentales. Empero, por efectos de la resonancia magnética, los de nivel superior, en la escala evolutiva, influyen, positivamente, en los que les siguen en rango, tanto por la comunicación de contenidos mentales, vía telepática, como por el ejemplo, a nivel objetivo-visual. Este efecto de influencia espiritual, se lleva a cabo, también, por interrelación entre las dimensiones espiritual y física, vía telepática, donde los Espíritus, cada uno en su respectivo nivel, aporta la ayuda o la influencia respectiva, pero, respetando, siempre, el libre albedrío de cada quien, como un derecho intrínseco de cada ser.
28. Existen personas a quienes, pareciera que le persigue la fatalidad, independientemente de su modo de actuar, podría decirse que le persigue la desventura?
-“Puede darse que estas sean pruebas por las cuales deben pasar, por haberlas elegido, previamente, antes de encarnar, ellas mismas; pero, es preciso repetirlo: vosotros le achacáis al destino lo que, la mayoría de las veces, no es sino la consecuencia de vuestras propias culpas. En los males que os afligen, procurad de tener pura la conciencia, y seréis, ya, medios consolados”-.
Las ideas justas o falsas, que nos formamos de las cosas, nos permiten triunfar, o no, de acuerdo con nuestro concepto y condición social; pero, muchas personas encuentran más sencillo y menos humillante para su amor propio, atribuir los propios fallos en la obtención del éxito a la suerte o al destino, antes que a la propia culpa.
Si bien la asistencia espiritual contribuye, en ocasiones, nosotros nos podemos, siempre, sustraer, rechazándolas, cuando son negativas las ideas que nos son sugeridas.
29. Hay personas que, tan pronto se libran de un grave peligro, caen en otro; pareciera que no pueden evitar la desencarnación, -no es esto una evidencia de fatalidad?
-“De fatal, en el verdadero sentido de la palabra, no existe más que el instante de la desencarnación; cuando el momento ha llegado, bien sea de una u otra forma, es imposible evitarla”-.
Esto admitido, sea cual fuere el peligro que nos amenace, no se desencarna si la hora no ha llegado?
-“Ciertamente, es así. Dios conoce, antes, cual es la modalidad de desencarnación para cada quien, y, con frecuencia, también vuestro Espíritu, ya que la conoció en el momento de elegir las pruebas existenciales, antes de encarnar”-.
30. De la no removible hora de la reencarnación se deriva que las precauciones que se tomen para evitarla sean inútiles?
-“No; aquellas precauciones os son sugeridas con el fin de que la evitéis, y constituyen uno de los medios para evitar que se cumpla, si el tiempo de una persona no ha llegado”-.
31. Con qué finalidad la Providencia nos hace correr determinados peligros, los cuales no deben tener ninguna consecuencia?
-“Para apartaros del mal y rendiros mejores. Cuando escapad de un peligro, quedáis, empero, bajo su impresión; entonces, pensáis, seriamente, en mejoraros, según la mayor o menor influencia que los buenos Espíritus ejercitan sobre vosotros. Con los peligros que corréis, Dios os hace recordar vuestra debilidad y la fragilidad de vuestra existencia. Si luego examinad la causa y la naturaleza del peligro, veréis, mayormente, que sus consecuencias habrían sido la sanción a una acción indebida o al incumplimiento de un deber. Dios os advierte, de esta manera, de centraros en vosotros mismos, enmendándoos”-. (Ver Nº 526-532).
32. El Espíritu conoce, previamente, el tipo de desencarnación por medio de la cual su Espíritu habrá de separarse de su cuerpo?
-“Él sabe que el género de vida por él elegido le expondrá a un modo más que a otro; pero conoce, también, las luchas que deberá sostener para evitar, con la ayuda de Dios, de sucumbir antes del tiempo previsto”-.
33. Algunos afrontan los peligros de las batallas con la convicción de que su hora aún no ha llegado, -tal confianza, tiene algún fundamento?
-“Como el ser humano tiene, con frecuencia, el presentimiento del término del presente ciclo de vida, en la dimensión física, de la misma manera puede tener el de que el mismo se encuentra, aún, distante, en el tiempo. Este presentimiento le viene inspirado por sus Espíritus protectores que le advierten para estar pronto para la partida, o le estimulan el coraje en los momentos menos fáciles; pero, puede tenerlo él mismo, intuitivamente, por la existencia que ha elegido, o por la misión que aceptó, la cual sabe que puede cumplir”-. (Ver Nº 411 y 422).
34. Por qué razón, aquellas personas que presienten su desencarnación, la temen, en general, menos que los demás?
-“Es el ser humano que teme la desencarnación, no el Espíritu; quien tiene este tipo de presentimiento piensa más como Espíritu que como persona; comprende su liberación, y espera”-.
35. Si la desencarnación no puede evitarse cuando debe ocurrir, pasa lo mismo con todos los accidentes que suceden en el curso de la vida”-.
-“Ellos constituyen, normalmente, cosas muy leves, por lo cual no existe razón alguna para advertíroslos con antelación; en alguna ocasión, pero, hacemos de manera que podáis evitarlos, inspirando vuestro pensamiento, por cuanto a nosotros nos repugna el sufrimiento material; pero, de todo modo, ellos importan poco en relación a la existencia que habéis elegido. Verdaderamente fatal no existe más que la hora en la cual debéis encarnar y desencarnar”-.
Existen hechos que deben acontecer, en forma absoluta, los cuales no pueden ser impedidos con la intervención de los Espíritus?
-“Sí; y vosotros, en el estado de Espíritus, los habéis visto y presentido, cuando hicisteis vuestra elección. No creáis, por otra parte, que todo lo que sucede esté ya escrito, como dice el vulgo; un avenimiento es, con frecuencia, la consecuencia de algo que habéis hecho de vuestra espontánea voluntad, de modo que, si no lo hubieseis realizado, el mismo no habría ocurrido. Si os quemáis un dedo, es por imprudencia propia, y el dolor es la consecuencia física; solamente los grandes afanes, los acontecimientos relevantes, que pueden influir sobre la moral, son previstos por Dios, por cuanto son útiles para vuestra purificación e instrucción”-.
36. El ser humano, por la acción de su voluntad, y por medio de sus acciones, puede lograr que determinados avenimientos que deberían ocurrir, dejen de hacerlo, y viceversa?
-“Sí, si este cambio puede combinarse con la vida que ha elegido. Por otra parte, puede impedir el mal, especialmente aquel que puede conducir a un mal mayor, para hacer, como debe efectuarse, el bien, el cual es el único fin de la vida”-.
37. El ser humano que comete un homicidio, sabe, al elegir su existencia, que lo cometerá?
-“No; él sabe que, eligiendo una vida de lucha, corre el riesgo de enviar a mejor vida a un semejante; pero ignora si lo hará, por cuanto, casi siempre, antes de hacerlo, existe una deliberación, al respecto, y luego, una toma de decisión, en quien está a punto de cometer un delito; ahora bien, quien delibera y luego decide en torno a una determinada cosa, es, siempre, libre de hacerla o no. Si el Espíritu supiese anticipadamente que, como persona, deberá enviar a mejor vida a alguien, significaría que está predestinado para ese acto, mientras que, realmente, nadie lo está para realizar el mal, y cada delito, al igual que toda otra acción, depende siempre de la voluntad y del libre albedrío. Del resto, vosotros confundís, frecuentemente, dos cosas diferentes: los avenimientos materiales de la vida y los actos de la vida moral. Si en alguna ocasión pudiese haber una cierta fatalidad, es en los avenimientos materiales, cuya causa es ajena a vosotros, y no dependen de vuestra voluntad; sin embargo, en los actos de la vida moral emanan del ser humano mismo, que por consecuencia tienen, siempre, la libertad de la elección; para éstos, por lo tanto, no existe, jamás, la fatalidad”-.
38. Existen algunas personas a quienes no les resulta favorablemente nada, quienes parecieran perseguidos por un genio maléfico, en cada empresa. No se le podría denominar, a esto, fatalidad?
-“Sí, si queréis darle esa denominación; pero, todo depende de la elección del género de existencia, por cuanto estos seres perseguidos por esas condiciones adversas han querido esa vida de desilusiones para ejercitar la paciencia y la resignación. Todavía, no creáis absoluta aquella fatalidad, por cuanto, con frecuencia no es más que el resultado de la falsa vía que han tomado, inadecuada a su inteligencia y a sus aptitudes. Quien desea cruzar un río nadando, sin saber hacerlo, corre gran peligro de ahogarse; es así, por lo general, en todos los avenimientos de la vida. Si el ser humano se ocupase, únicamente, de cosas adecuadas a sus facultades, alcanzaría el éxito, virtualmente, siempre. El amor propio y la ambición, constituyen las causas principales que le hacen desviarse del recto camino, y tomar por vocación el deseo de satisfacer sus pasiones. Si él deja de triunfar es por su propia culpa; pero, en vez de asumir su responsabilidad, prefiere culpar a su adversa estrella. Alguien que habría sido un excelente artesano, ganándose honestamente la vida, será un mediocre poeta, viviendo una vida con carencias. En el mundo existe puesto para todos, si cada quien se contentase de realizar aquello que le ha sido asignado”-.
39. Y, las costumbres sociales no obligan, con frecuencia, al ser humano, a seguir una vía en vez de otra? Además, él, muchas veces, no debe inclinarse a la voluntad de otros, en la elección de su carrera? Lo que se denomina respeto humano, no es, quizá, un obstáculo al ejercicio del libre albedrío?
-“No es Dios, sino los seres humanos quienes determinan las costumbres sociales; si son adoptadas, es porque son de su agrado. Esto es un acto del libre albedrío, ya que, si lo quisiesen, podrían, también, emanciparse. Entonces, por qué se lamentan? No es a las costumbres sociales a quienes se debe culpar, sino al vano amor propio, por el cual prefieren pasar necesidad que, como ellos dicen, derogar a la propia dignidad. Sin embargo, a ellos nadie les agradece su sacrificio aceptando la opinión ajena, mientras que Dios le registraría el mérito del sacrificio de su vanidad. Esto no significa que deba desafiarse aquella opinión sin necesidad, como hacen algunos vanidosos, más originales que verdaderos filósofos, por cuanto es tan ilógico hacerse señalar a dedo, o mirar como un animal raro, como cuanta prudencia hay en reubicarse voluntariamente, y con buen ánimo, en una posición más humilde, cuando una persona no se puede mantener en los altos niveles de la escala socio-económica”-.
40. Hay personas a quienes pareciera que no le va bien ni una de las cosas que emprenden, a otros, en cambios, todo le va bien, de manera que parecieran favorecidos de modo especial, de qué se deriva esto?
-“Frecuentemente, del hecho que éstos saben ayudarse mejor; pero podría ser, también, un género de prueba: el buen éxito los embriaga, se confían al propio destino y suelen pagar, más tarde, esos mismos sucesos con duros reveses, los cuales habrían podido evitar con la prudencia”-.
41. Cómo explicar la suerte que favorece algunos en cosas en las cuales no interviene ni la voluntad, ni la inteligencia, como ocurre, por ejemplo, en el juego?
-“Ciertos Espíritus han elegido espontáneamente aquellos géneros de placeres, en los cuales la suerte que los favorece es una tentación. Quien gana como ser humano, pierde como Espíritu: es una prueba para su orgullo y para su codicia”-.
42. Entonces, la fatalidad, que parece dominar sobre los destinos materiales de nuestra vida, sería, también ella, el efecto de nuestro libre albedrío?
-“Vosotros mismos habéis elegido vuestras pruebas; cuanto más severas sean y mejor las superéis, tanto más os elevaréis. Aquellos que pasan la vida en la abundancia y en la humana felicidad, no necesariamente son los Espíritus más valerosos, y suelen estacionar su progreso real. En consecuencia, el número de los menos afortunados sobrepasa el de los felices en este mundo, ya que la mayor parte de los Espíritus busca la prueba, que será para ellos más fructuosa. Ellos ven muy bien la vanidad de vuestras grandezas y de vuestros placeres. Del resto, también la vida más feliz es siempre agitada o turbada, aunque no fuese por otra cosa que por el anhelo de la ausencia del dolor”-. (Ver Nº 525 y siguientes).
43. Sobre qué se funda la expresión: haber nacido debajo de una buena estrella?
-“En la antigua superstición que atribuía a los astros el destino del ser humano; es una alegoría que algunas personas toman, erróneamente, al pie de la letra”-.
CONOCIMIENTO DEL PORVENIR
44. Puede ser revelado, al ser humano, el porvenir?
-“En general, le es ocultado; Dios no permite la revelación más que en casos rarísimos y extraordinarios”-.
45. Por cuál razón le es ocultado el porvenir al ser humano?
-“Si el ser humano conociese el porvenir, descuidaría el presente, dejando de actuar con plena libertad, por cuanto, dominado por el pensamiento de que, si una cosa debiese ocurrir, consideraría inútil ocuparse de ella, o buscaría de evitarlo. Pero Dios no lo ha querido hasta tanto cada quien concurriese al cumplimiento de las cosas establecidas, incluyendo aquellas a las cuales quisiera oponerse. De esta manera, vosotros mismos preparáis, más veces, sin percataros, los avenimientos que se realizan en el curso de vuestra vida”-.
46. Si resulta útil que el porvenir esté oculto, por qué Dios, algunas veces, permite la revelación?
-“Porque, entonces, la presciencia debe facilitar el cumplimiento del acontecimiento más que obstaculizarlo induciendo a actuar de manera diversa de cómo se habría efectuado sin aquel conocimiento. Por otra parte, con frecuencia es una prueba, por que la previsión de un avenimiento puede gestar pensamientos buenos, o menos que rectos. Si una persona, por ejemplo, llega a saber que obtendrá una herencia, con la cual no contaba, podrá ser invadido por el sentimiento de la codicia, el deseo de acrecentar los placeres terrenales, por las ganas de enriquecerse más pronto, desando, quizá, hasta que la persona que debe dejarle la herencia pase a mejor vida más rápido, o, también, en forma opuesta, generarle sentimientos buenos y pensamientos generosos. Si después la predicción no se cumple, constituye otra prueba: la del modo con el cual soportará el desengaño; pero, cualquier cosa suceda, él tendrá siempre el mérito o el demérito de los pensamientos buenos o negativos, que la fe en el avenimiento hizo nacer en él”-.
47. Dios, que conoce todo, sabe si una persona debe o no sucumbir en una prueba; entonces, qué necesidad hay de una prueba la cual no puede manifestarle a Dios cosa alguna que Él no sepa sobre el ser humano?
-“Tanto valdría preguntar por qué Dios no ha creado el ser humano perfecto y completo (ver Nº 119), y por qué éste pasa por la infancia y la adolescencia antes de ser adulto (ver Nº 379). La prueba no tiene por finalidad la de iluminar a Dios sobre mérito del ser humano, porque Él sabe, ya, muy bien cuanto vale él, sino el de dejar al ser humano toda la responsabilidad de sus actos, porque es libre de realizarlos, o de hacerlos ejecutar. Desde el momento en que el ser humano tiene la elección entre el bien y el mal, la prueba tiene el fin de exponerlo con la tentación del mal, hasta tanto tenga todo el mérito de la resistencia. Ahora bien, aunque Dios sepa, precedentemente, si él logrará o no superar la prueba, no puede, todavía, en su justicia ni castigarle ni recompensarle por un acto que no haya tenido cumplimiento”-. (Ver Nº 258).
De esta manera ocurre, también, entre los seres humanos. Por cuanto sea capaz un candidato, y se tenga la certeza de verle triunfar, no se le confiere ningún grado sin examen, es decir, sin prueba. De la misma manera, un juez no condena a un acusado sino después de haber tenido en sus manos las pruebas de que ha perpetrado un delito, y no sobre la presunción de que él hubiera podido o debido perpetrarlo.
Cuanto más uno reflexiona sobre las consecuencias que resultarían para el ser humano del conocimiento del porvenir, tanto más descubre que ha sido un acto de sabiduría de la Providencia el ocultárselo. La certeza de un suceso prospero le reduciría a la inercia; la de una carencia de éxito en su acción le ocasionaría una desmoralización. En ambos casos, sus fuerzas se inhibirían. Por lo tanto, el porvenir es mostrado al ser humano como una meta, que él debe alcanzar con sus propios esfuerzos, pero sin conocer el trasfondo por medio del cual ha de pasar para llegar a la misma. El conocimiento de todos los incidentes de la vida le quitaría la iniciativa y el uso del libre albedrío; él se dejaría arrastrar por la pendiente fatal de los avenimientos sin ejercitar sus facultades. Cuando el suceso de un objetivo está asegurado, el ser humano no se aplica más para alcanzarlo.
ENSAYO SOBRE EL MÓVIL DE LAS ACCIONES DEL SER HUMANO
48. La cuestión del libre albedrío puede resumirse como sigue.
El ser humano no es conducido fatalmente hacia el mal; los actos que realiza no son preestablecidos; las culpas en que incurre no son efectos de las sentencias del destino. Él puede, como prueba, o como expiación, elegir una existencia en la cual, sea por el ambiente, donde será colocado, o por las circunstancias, que sobrevienen, tendrá tentaciones hacia el delito; pero siempre es dueño de actuar a su elección. De esta manera, el libre albedrío existe en el ser humano, en el estado de Espíritu, en la elección de la existencia y de las pruebas, y en el estado corpóreo en la facultad de ceder, o de resistir a las seducciones, a las cuales nos hemos, voluntariamente, sometidos. A la educación le corresponde la misión de combatir las tendencias nocivas, y ella triunfará cuando se base sobre el profundo estudio de la naturaleza moral del ser humano, naturaleza que se llegará a modificar con el conocimiento de las leyes que la rigen, al igual que se modifica la inteligencia con la instrucción.
Sin el libre albedrío, el ser humano no tendría ni culpa del mal ni mérito del bien; la cual cosa es tan evidente que, también entre nosotros se proporciona la censura, o el elogio, a la intención, es decir, a la voluntad; y voluntad quiere decir libertad. El ser humano, por lo tanto, no puede buscar una excusa a sus fallos en su organismo, sin renegar de su razón y su condición de ser humano, y sin asimilarse a los brutos, ya que, si así fuese para el mal, lo sería, también, para el bien. En cambio, cuando el ser humano hace el bien, no descuida de convertirlo en mérito. Y no hay que temer que él le atribuya el mérito a sus órganos, lo que demuestra que él, instintivamente, no renuncia nunca al más hermoso privilegio de su especie: la libertad del pensamiento.
La fatalidad, como es comúnmente entendida, implica la decisión precedente e irrevocable de todos los casos de la vida, sea cual fuere la importancia. Si tal fuese el orden de las cosas, el ser humano sería una maquina sin voluntad. A qué le serviría la inteligencia, si invariablemente, en todos sus actos él fuese un esclavo de la potencia del destino? Esta doctrina, si fuese verdadera, destruiría toda libertad moral; no habría más responsabilidad y, en consecuencia, ni el bien, ni mal, ni vicios, ni virtud. Dios, soberanamente justo, no podría castigar su creación por culpas que no dependían de su voluntad no cometer, ni recompensarla por virtud, de la cual ella no habría tenido ningún mérito. Una ley de tal naturaleza, por otra parte, frenaría todo progreso, porque el ser humano, esperándolo todo de la suerte dejaría de realizar cualquier esfuerzo tendiente a mejorar su condición.
Todavía, la fatalidad no es un sueño en una mente poco sana, ella existe, dada la condición en la cual se encuentra el ser humano sobre la tierra, y en las acciones que cumple por el efecto del género de existencia que su Espíritu ha elegido como prueba, expiación o misión. Él sufre, fatalmente, todas las vicisitudes de esta existencia y todas las inherentes tendencias buenas o malas; pero, allí termina la fatalidad, porque depende del libre albedrío ceder, o no ceder, a estas tendencias. Los particulares de los avenimientos son subordinados a las circunstancias que él mismo provoca con sus acciones, en las cuales pueden tener inherencia los Espíritus por medio de pensamientos que le sugieren. ( Ver Nº 459).
Fatales, por lo tanto, son los casos que se presentan, por cuanto son consecuencias del género de existencia elegido por el Espíritu; pero jamás los efectos de estos casos, porque depende del ser humano modificar el curso con su prudencia. Fatalidad, luego, no existe nunca en los actos de la vida moral.
Lo único en lo que el ser humano se encuentra sujeto a la ley inexorable de la fatalidad es en la desencarnación, por cuanto él no puede escapar ni al tiempo ni a la forma en que habrá que separarse el Espíritu de su cuerpo.
Según la doctrina común, el ser humano reúne en sí mismo todos los instintos, los cuales se derivarían desde el comienzo de su constitución física, de los cuales no estaría obligado a responder; de igual manera por su naturaleza, la cual se podría decir que no depende del individuo.
La Doctrina Espirita, en cambio de mayor solidez moral, admite en el ser humano el libre albedrío en toda su plenitud, y diciéndole que, si hace mal, cede a una rea sugestión extraña, dejándole toda la responsabilidad, por cuanto reconoce en él el poder de resistir a los agentes externos, cosa evidentemente más fácil que si debiera entablar una confrontación con su propia naturaleza.
De esta manera, según la Doctrina de los Espíritus, no existe seducción irresistible: el ser humano puede siempre cerrar el oído a la voz oculta que le inclina al mal en su interior, al igual que la voz material que le habla. Esto lo realiza con su voluntad, pidiendo a Dios la fuerza necesaria, e invocando la asistencia de los buenos Espíritus. Forma parte de la enseñanza de Jesús, en su oración dominical, en la que expresa: -“y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal”.
Esta teoría del móvil de nuestros actos refleja con claridad toda la enseñanza de los Espíritus. Sublime, por su moralidad, ella eleva al ser humano ante sí mismo por cuanto lo muestra libre de sacudirse de un yugo que le oprime, al igual que es libre de cerrar su casa a los inoportunos. Él no es más una maquina, que actúa por impulso independiente de su voluntad, sino un ser razonable, que escucha, juzga, y elige libremente entre dos opciones. Se añada, aún, como esto le deja intacto su poder de iniciativa al ser humano, que actúa siempre por el influjo de su voluntad, cual Espíritu encarnado que es, y conserva, debajo del involucro corpóreo las cualidades y los defectos que tenía en la dimensión espiritual. Por lo tanto, las culpas en que incurrimos, provienen de la imperfección de nuestro Espíritu, quien, aún, debe conseguir la excelencia moral, que tendrá un día.
La vida corpórea, con las pruebas que le presenta, le sirve para depurarse de sus imperfecciones, fortaleciéndose y volviéndose inaccesible a las sugestiones de los Espíritus imperfectos, quienes se aprovechan buscando de hacerle sucumbir en la acción emprendida, en la cual, si la persona sale triunfadora, se eleva, si cae, queda como era: ni mejor, ni peor; es una prueba que tendrá que volver a afrontar, por todo el tiempo que sea necesario. Cuanto más se purifique, tanto más se fortalece, y se vuelve menos susceptible a las solicitudes del mal. Su fuerza moral crece en la medida de su elevación, y los Espíritus bajos se alejan.
La especie humana esta compuesta de Espíritus más o menos buenos, y, dado que la tierra es uno de los mundos menos progresados, los segundos se encuentran en mayor número que los primeros, aún. Esta es la razón por la cual se precisa, todavía, tanta perfección. Hagamos, por lo tanto, todos los esfuerzos para que no sea necesario regresar después de esta estación, y merecer la oportunidad en un mundo mejor, en uno de aquellos mundos felices, donde el bien reina completamente, en el cual, el recuerdo de nuestro pasaje sobre la tierra, sea como el de un tiempo de exilio.