jueves 15 de julio de 2010
EL ESPIRITISMO Y LAS RELIGIONES
Se ha preguntado muchas veces si el Espiritismo es religión, y casi siempre, se ha contestado afirmativamente. Para corroborar esta aseveración se ha dicho que el sentimiento religioso es innato en el ser humano, que religión es el lazo que une al hombre con Dios y que el Espiritismo admite como las religiones la existencia del Ser Supremo y la inmortalidad del alma.
Creo que sobre este "concepto religioso" del Espiritismo --erróneo a mi modo de ver-- se ha bordado todo ese clásico ropaje, todos esos hábitos tradicionales de que he hablado; y no es sólo esto, sino que este falso concepto ha llevado a más de un espiritista al sincretismo, verdadera plaga que tenemos el deber de extirparla de raíz.
Teniendo en cuenta que el espiritismo "nació" de los hechos positivos, y que una serie de hechos conocidos por "principios ciertos" constituyen una "ciencia"; teniendo en cuenta también que toda ciencia tiene sus consecuencias filosóficas, y que la doctrina espiritista no es otra que estas consecuencias ¿cómo podemos deducir que el Espiritismo es religión, cuando ésta sólo se apoya en la fe ciega, en la revelación divina, en el milagro, etc?
Decir que el Espiritismo es religión por el hecho de que admita la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, equivaldría a decir que también hay una religión platónica, socrática, etc., puesto que estos sistemas filosóficos admiten estos mismos principios, o que, por el contrario, existe una ciencia o filosofía católica o protestante, porque éstas admiten los mismos principios que aquellos.
Porque el sentimiento religioso sea innato en el hombre, no se debe deducir que el Espiritismo es religión, porque con la misma lógica podría decirse que hay una religión astronómica o una química o física religiosa.
Otro error, a mi juicio, es decir "que la religión es el lazo que une al hombre con Dios". Si recorremos la historia de todas las religiones, hasta perdernos en sus propios orígenes, no encontraremos en ninguna de ellas ese lazo divino; por el contario, vemos que se han apartado siempre del verdadero concepto espiritual de Dios, para caer en el más vil de los materialismos; siempre nos lo han presentado en una forma grotesca: humano, personal, vengativo y cruel. ¿Dónde, está, entonces, ese lazo que nos tendió la religión para subir en espíritu hacia Dios?
En los tiempos primitivos el sentimiento místico --a pesar de su ingenuidad-- fue un sentimiento indefinido, de vago temor supersticioso, y podría decirse falso, porque el hombre bestializó y antropomorfizó a Dios; y no es que lo haya adorado en esa forma. ¡Cuán lejos estaba el hombre de la idea divina cuando rendía culto a sus ídolos! Por otra parte, atribuyó poder divino a los elementos que más directamente le afectaban, hizo como el bruto, que muerde el látigo con que se le fustiga, o lame la mano que le acaricia, sin comprender que tras de la mano y el látigo hay una inteligencia que los guía. Sólo cuando despertó en el hombre el sentido filosófico, sólo cuando dijo (mucho antes que lo dijera Descartes): "pienso luego existo", y trató de saber el por qué de su existencia, sólo entonces pudo concebir la verdadera idea de Dios y por consiguiente la espiritualidad e inmortalidad del alma. Desde entonces, vemos al hombre apartarse cada vez más de ese sentimiento instintivo, entregándose en cambio a la contemplación de las bellezas naturales, al estudio científico y filosófico de la Naturaleza, único lazo para, por medio de él, elevarnos hasta Dios.
Indudablemente se confunde a menudo el sentimiento "religioso" con el sentido filosófico: el primero se va perdiendo en los espíritus evolucionados, por ser instintivo; el segundo, va despertando a medida que aquel se extingue. El primero, afirmando a Dios, sin comprenderlo, lo va matando: el segundo --aunque negándolo algunas veces-- lo vivifica y lo espiritualiza. Son cual dos ramas de un mismo rosal: mientras que una --eternamente cubierta de espinas-- tiende a secarse, la otra, llena de lozanía, se cubre de hermosas y perfumadas flores.
Las religiones tienen ritos, rezos, templos, ídolos y dogmas; el Espiritismo detesta todo eso. Las religiones tienen santos, ángeles y demonios; el Espiritismo habla sólo de espíritus más o menos evolucionados. Las religiones nos hablan de penas y castigos o, en cambio, de una vida de monótona beatitud, para después de la muerte; el Espiritismo, de justas consecuencias de nuestros actos, de evolución y progreso espiritual eternamente. ¡Cuán notable es la diferencia que existe entre ambos! Religión es sinónimo de sombra; Espiritismo, de luz.
El Espiritismo, inmenso árbol de la vida, cobijó bajo su grandiosidad filosófica a todos los hombres que necesitaron de su abrigo, y éstos, creyéndolo sin vida suficiente --y en su agradecimiento para con él-- quisieron regar sus raíces, y para ello volcaron sobre ellas sus ideas y hábitos religiosos, y, sin querer, contaminaron su savia. El árbol no da los frutos que debiera dar; sus flores mueren apenas nacen. es menester, entonces, depurar su savia; podar sus viejas ramas para que reverdezca, para que se cubra de flores y de buenos frutos.
MANUEL S. PORTEIRO
Texto extraído de la obra "ESPIRITISMO DOCTRINA DE VANGUARDIA" , de Manuel S. Porteiro, publicada por EDICIONES CIMA, Caracas, Venezuela.