STUART HAMEROFF, EXPLORADOR DE LA CONCIENCIA
Durante
los últimos treinta y cinco años, las misteriosas conexiones entre la
física cuántica y la conciencia humana han llegado a ser gradualmente un
principio central de los encuentros entre la espiritualidad de Oriente y
Occidente. La gente, de algún modo, se las ha arreglado para encontrar
una relación convincente y atractiva entre el mundo intangible de las
partículas subatómicas y el reino inmaterial de la conciencia y el
espíritu. Esta entrevista al profesor Hameroff, conocido por su trabajo
en el área de los estudios de conciencia e iniciador en 1994 de las
series de conferencias Hacia una Ciencia de la Conciencia, es un intento
por dar a conocer el llamado “problema duro” de cómo y porque la mente
subjetiva parece surgir de la materia objetiva. Su trabajo basado en el
estudio de pequeñas estructuras o microtúbulos
dentro de las células del cerebro humano, es uno de los mas persuasivos
acerca de una relación entre física cuántica y conciencia. Una mirada
que coloca a “la conciencia danzando entre los mundos clásico y
cuántico.”
♦♦♦♦♦♦
«LA CONCIENCIA PROVIENE DEL ALMA»
En
los últimos años, algunos científicos se las han arreglado para
encontrar una relación convincente y atractiva entre el mundo intangible
de las partículas subatómicas y el reino inmaterial de la conciencia y
el espíritu. Afloran publicaciones que exploran la relación entre mente y
materia a través de las lentes de la física cuántica. Básicamente,
mientras los deterministas dicen que la emergencia de la conciencia
puede explicarse a través de la propia complejidad del sistema de
conectividad sináptica, los espiritualistas afirman que hay algo más que
no puede ser explicado en términos de computación -por más compleja que
esta sea-, y que por tanto, la IA nunca desarrollará conciencia.
Stuart
Hameroff es un anestesista conocido por su trabajo en el área de los
estudios de conciencia. Durante más de veinte años, Hameroff ha
colaborado con el físico matemático Sir Roger Penrose (derecha), para
desarrollar (y defender) una teoría de la conciencia basada en la física
y
la conciencia (Llamada la hipótesis Penrose-Hameroff, y que es la más postura no determinista más persuasiva hasta el momento).
El
Doctor expone una teoría en que la conciencia ha existido desde el
inicio del universo, y está procesada en los microtúbulos (polímeros
cilíndricos que forman el citoesqueleto (soporte estructural o andamio
dentro de todas las células animales). Estos cilindros están
continuamente moviéndose y reordenándose. Los reordenamientos son muy
importantes; son responsables de todo el crecimiento celular,
desarrollo, movimiento, y regulación sináptica. Mientras más asimétrica
es una célula, más necesita el soporte estructural; por lo tanto las
neuronas, con sus largos axones y dendritas, necesitan muchos
microtúbulos.
“Un
paramecio es una célula y por lo tanto no tiene neuronas, porque éstas
también son unicelulares, pero este paramecio busca comida, nada, evita
obstáculos y predadores, encuentra un par, tiene sexo y puede aprender.
Parece tener inteligencia, no necesariamente conciencia, pero tiene
funciones cognitivas – cognición queriendo decir proceso sensorio,
control de conducta, etc. Tiene alguna inteligencia y no tiene neuronas;
tiene sin embargo, microtúbulos, lo que me sugirió que un paramecio
podría usar microtúbulos para organizar su conducta y su cognición”, dice Hameroff.
Los
precursores para la conciencia son fundamentales y forman parte del
universo como lo que se conoce a escala Planck, que es el más pequeño
primordial nivel de espacio-tiempo cuántico. Hay que imaginarse la
escala Planck, básicamente como un patrón geométrico complejo que es
fractal en su naturaleza (capaz de repetirse a sí mismo a escalas y
tamaños mayores; y en ese patrón cuántico geométrico están incrustados
los presumiblemente irreducibles componentes de la realidad, los pilares
básicos de construcción de la existencia). La física dice que las
propiedades fundamentales de la materia, como el spin, la masa y la
carga son componentes irreducibles del universo que están de algún modo
incorporados en esta geometría a escala de Planck. Habría una entidad
subyacente común que hace que surja, por un lado la materia y por otro
la mente. En el modelo
Penrose-Hameroff, esa entidad subyacente que hace que surjan ambas es
la geometría cuántica espacio-tiempo (otros lo llamarán el ser,
espíritu, cosmos, gravedad cuántica, etc; lo que sea, que posibilite que
surja tanto la mente como la materia, y subyace a toda la realidad).
“Nuestras
almas están construidas de algo mucho más fundamental que las neuronas,
están construidas por la misma tela del universo. Creo que la
conciencia o su precursor, llamémosla protoconciencia, ha existido en el
universo desde siempre, quizás desde el Big Bang”, dice el doctor anestesista.
“Roger
y yo propusimos, por lo tanto que tal vez la qualia – los componentes
primarios de la conciencia- del despertar, o al menos sus precursores-
son también fundamentales, irreducibles y forman parte del tejido básico
del universo. Esto podría incluir información también, tal como las
cualidades de bondad, verdad y belleza. Después de todo: ¿por qué
deberían los precursores de la materia estar presentes a ese nivel y no
así los precursores de la mente?”, explica Hameroff.
Se
desprende de ello que existe un qualia no computable, presente en cada
tipo de elección y en cada experiencia mental. El libre albedrío sería
precisamente la experiencia psíquica subjetiva que combina ambos tipos
de procesamiento - el cuántico con el clásico - y que sólo podría
explicarse a partir de este doble procesamiento.
Los
efectos gravitacionales a nivel cuántico, causarían que las funciones
de ondas colapsen automáticamente, emitiendo pequeños estallidos de
conciencia que resultan en nuestra propia y continua experiencia de
estar conscientes, momento a momento, despiertos y vivos. Estas
ocasiones de experiencia o de momentos discretos de presencia
consciente, surgen como ondas dentro de un océano más amplio de
experiencia protoconsciente. Y esos aislados momentos de conciencia
humana, son realmente colapsos de función onda (que ocurren dentro de un
campo universal de experiencia de protoconciencia, que es la geometría
espacio-tiempo a escala Planck). Cuando una reducción objetiva ocurre,
el universo – o al menos una pequeñita parte de él -, despierta.
“Cuando
hay un accidente de automóvil y el auto está dando vueltas, la gente a
menudo reporta que el tiempo pareció hacerse más lento y que el mundo
parecía moverse a la mitad de la velocidad de lo usual. Esto podría
deberse a que su rango de sincronía gamma está cambiando de cuarenta
hertz a unos ochenta hertz por segundo. Hace unos pocos años, el Dalai
Lama envió algunos de sus mejores meditadores a un laboratorio en
Wisconsin. Encontraron que, mientras meditaban, los monjes tenían la más
alta sincronía gamma jamás registrada. Estaban realmente operando entre
ochenta y cien hertz, mientras los sujetos experimentales lo hacían a
cuarenta”, comenta el doctor.
Nuestra
conciencia sería realmente una secuencia de patrones discontinuos; una
secuencia de imágenes cuánticas ocurriendo aproximadamente cuarenta
veces por segundo (en estado normal). Y de igual modo que una película,
nuestra conciencia parece continua porque los cuadros están ocurriendo
en una rápida sucesión.
Aunque
Penrose no relaciona su trabajo a la espiritualidad, Hameroff considera
que hay que tomar en serio la posibilidad científica de la
espiritualidad, considerando tres cosas:
“La
primera es la interconexión entre los seres vivos y el universo como un
todo, y dije que esto podía ser posible debido al fenómeno del
entrelazamiento cuántico, que se refiere a la habilidad de dos
partículas para estar íntimamente conectadas, más allá de sus
limitaciones normales de espacio y tiempo. La segunda fue un cierto tipo
de guía divina o sabiduría cósmica que influye en nuestras elecciones,
lo cual podría deberse a los valores Platónicos incorporados en la
geometría espacio tiempo fundamental. Y finalmente, dije que había la
posibilidad de que la conciencia permaneciera fuera del cuerpo después
de la muerte.” Y sobre este último punto añade: “Digamos que el
corazón se detiene, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su
estado cuántico, pero la información cuántica que existe en los
mircotúbulos no es destruida, no
puede ser destruida, sólo se distribuye en el universo entero, si el
paciente es resucitado, esta información cuántica puede regresar a los
microtúbulos y el paciente puede creer que vio una luz blanca, un tunel,
o flotó fuera de su cuerpo. Ahora, si no son revividos y el paciente
muere, tal vez esta información cuántica pueda existir fuera del cuerpo,
indefinidamente, como su alma (…) es concebible que la información
cuántica pueda permanecer entrelazada en una suerte de estado de después
de la vida, y tal vez la información pueda regresarse a una nueva
criatura, un cigoto o embrión, en cuyo caso tendríamos algo como la
reencarnación.”
Esencialmente,
la hipótesis afirmaría que algún nivel básico de conciencia está tejido
en la trama del espacio-tiempo mismo, y que es la actividad cuántica
coherente entre los microtúbulos en nuestro cerebro, la que permite
amplificar o fortalecer la conciencia universal que ya está ahí.
Hameroff concluye: “Mucha
gente piensa, como usted sabe, que la conciencia emergió sobre los
eones como un subproducto de mutaciones azarosas y a la complejidad
inherente de la selección natural, pero yo lo miro desde el otro lado.
Pienso que un campo primario/básico de experiencia protoconsciente, ha
sido integrado desde el principio – desde el big bang – en la escala
Planck, y que la biología evolucionó y se
adaptó con el fin de acceder a ese campo y maximizar las cualidades y
potenciales implícitas en él. Yo creo que la conciencia es un proceso al
borde entre los mundos clásico y cuántico. Por lo tanto, las prácticas
espirituales como la meditación nos permiten sumergirnos y llegar a
estar inmersos en ese mundo Platónico cuántico de sabiduría y luz, que
es la base de todas las cosas, materiales y mentales. Usted podría
incluso llamarlo Dios, si quisiera… Y eso es por qué creo que si la
hipótesis de la conciencia cuántica es demostrada, dará crédito a la
dimensión espiritual de la vida. Socavará a los materialistas. Es
posible que la información cuántica exista indefinidamente fuera del
cuerpo, como un alma. Pienso que le dará mucha esperanza a la gente”.
La
hipótesis hace referencia a la propiedad de las partículas subatómicas
de formar estados de entrelazamiento cuántico entre sí. Estos estados
son tales que un grupo de partículas forma sistemas holísticos de
intercambio de información instantánea, aunque las partículas estén a
millones de kilómetros de distancia. El alma y nuestra memoria podrían
ser sistemas cuánticos-holográficos, en el sentido de que cada partícula
de este sistema podría contener la totalidad de la información del
mismo (como si en un fotón existiera toda la información de todas las
estrellas). Quizás el alma o la conciencia cuántica que habita un cuerpo
al morir, regresa a este estado de entrelazamiento cuántico con todas
las partículas del universo, en lo que Phillip K. Dick entiende por anamnesis:
un aspecto de la gnosis en el que la información (o la memoria) de un
individuo, es recolectada por el sistema como un todo, alimentándose de
esta memoria para construir un nuevo circuito en el funcionamiento del
programa o universo.
idafe | 8 marzo 2014 en 10:18 | Etiquetas:
citoesqueleto,
conciencia,
escala Planck,
geometría cuántica,
geometría espacio-tiempo,
Hipótesis Penrose-Hameroff,
microtúbulos,
qualia,
Roger Penrose,
Stuart Hameroff
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