MIGUEL MIRANDA Y LEÓN, IMPRESOR E INICIADOR DEL
24 noviembre 2013 por
idafe
Casas coloniales en Santa Cruz de Tenerife. Imagen de 1880-1885
Los datos de su vida
Miguel Miranda y León – desgraciadamente
no disponemos aún de una foto de esta personalidad del espiritismo en
Canarias – nació en Santa Cruz de Tenerife el 23 de Febrero de 1823 y
falleció en la misma ciudad el 22 de Marzo de 1922, casi centenario.
En su juventud, aprende el oficio de
cajista de imprenta, llenando con caracteres de plomo los cajetines y
manejando el rodillo. Al mismo tiempo, comienza a dar salida a sus
inclinaciones literarias. En esas fechas, nos dice un escritor
contemporáneo suyo, “inspiraban sus mejores versos las auras de la Libertad” (1).
Su educación no transcurrió tras los
umbrales de ninguna escuela, mas al decir del escritor lanzaroteño Isaac
Viera, que incluyó la suya entre el conjunto de reseñas biográficas que forman el contenido de su obra Vidas Ajenas (2), “escribe en verso y en prosa con bastante corrección y gallardía”.
Fue regente de la Imprenta Isleña, la más
importante establecida en Canarias en el siglo XIX, propiedad de Pedro
Mariano Ramírez y Atenza, durante el período que va de 1844 a 1855.
Precisamente durante ese lapso en que la Imprenta Isleña fue regida por
Miguel Miranda, en la misma “se llevó a cabo la empresa editorial de
mayores alientos y proporciones realizada en Canarias en la pasada
centuria: la Biblioteca Isleña” (3).
En el año 1860 dirige el primer taller
tipográfico que se establece en Arrecife, Isla de Lanzarote, hasta su
desaparición, ocurrida en 1863. Al año siguiente es ya propietario de
una imprenta, abierta en Santa Cruz de Tenerife en el número 4 de la
Calle de la Cruz Verde, con producción intermitente hasta el año 1878
(4). En esta última fecha estaba establecida en la Calle Santa Rosalía,
nº 19.
Su hermano, Isidro (1827-1895), también
fue impresor, y ya desde el año 1853 es propietario de la Imprenta de la
Verdad, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, dirigida a su
muerte por su hijo Diego Miranda Pérez. En el año 1896 se denominaba
Tipografía La Verdad, de Viuda e Hijos de Isidro Miranda.
Durante la estancia en Lanzarote, al
frente de la imprenta de Arrecife – como ya hemos indicado – comienza a
editarse en la misma el que será el primer periódico de dicha Isla, La Crónica de Lanzarote
(5), del cual fue editor responsable Pedro Medina Rosales. En él,
además de Miguel Miranda, escribirían Carlos Schwartz, Elías Martinón y
la afamada poetisa, tinerfeña de adopción, Victorina Bridoux Mazzini
(1835-1862), habitual colaboradora de toda la prensa cultural de
aquellos años, entre otros.
La Crónica de Lanzarote era un
semanario que salía los sábados, de todo moderado, el cual recogía en
sus páginas contenidos que combinaban la política nacional y extranjera
con folletines, poesías y todo tipo de variedades, aunque prestando
siempre atención primordial a aquellos temas de interés para la isla, en
especial el sempiterno problema de la escasez de agua.
En este periódico Miguel Miranda dio a luz un trabajo histórico titulado Leyenda Lanzaroteña, “narración sobria y original, en donde revela dotes no muy comunes para la descriptiva”, según el escritor lanzaroteño Isaac Viera, quien añade: “Su
frase colorista llena de sobria viveza y su estilo fluido le colocan al
lado de los buenos prosistas contemporáneos de esta provincia. Hoy
tiene en vías de dar a la estampa su novela ‘Los Lazos de Familia’,
sometida a esa última elaboración que es el barniz de todas las
producciones” (6).
Miguel Miranda y el Espiritismo
No tenemos constancia del modo y
circunstancias en que Miguel Miranda conoció el Espiritismo, mas en
aquella época eran muy frecuentes los viajes de canarios a París, como
ya hemos comentado, y se sabe que bien pronto comenzaron a recibirse en
nuestras islas algunas publicaciones de la nueva ciencia. Si, unido a
esto, tenemos en cuenta, además, la privilegiada posición que en razón
de su profesión ocupaba Miguel Miranda, que le facilitaba estar en
permanente contacto con todo lo que se “cocía” en el ambiente literario e
intelectual de las islas, es muy probable que fuese muy temprano el
conocimiento que tuvo de esta doctrina, de la que se hizo ferviente
partidario, profundo conocedor y entusiasta divulgador. No obstante, una
fecha muy probable sería 1864, el mismo año en que regresó de Arrecife y
se asentó en Santa Cruz de Tenerife, donde ya estaba funcionando un
círculo espiritista.
Sobre la militancia espiritista de Miguel Miranda, Isaac Viera recoge en Vidas Ajenas lo siguiente: “El
Espiritismo, cuya bandera sostuvo enhiesta en este Archipiélago el
malogrado Marqués de la Florida, ha encontrado en nuestro héroe un
propagandista infatigable, en la tribuna de la prensa”. Y a continuación dice: “Quizá
por el calor con que defiende sus ideas, alguien ha dicho que su
organismo intelectual se halla atrofiado; pero nosotros creemos que el
que escribe correcta prosa y sondea con atrevimiento las heridas morales
de nuestra época es un espíritu clarividente. Practica la caridad”.
Uno de los momentos culminantes de la
vida de Miranda en relación a sus convicciones espiritistas, se produjo
como consecuencia de una interesantísima polémica que se suscita en el
año 1879, a raíz de la publicación en los números 7 y 8 de la Revista de Canarias,
correspondientes al 8 y al 23 de Marzo de ese año, respectivamente, de
un artículo firmado por el científico Domingo Bello y Espinosa (7)
titulado “Magnetismo Animal y Espiritismo”. A éste, Miguel Miranda
replica con un folleto de 48 páginas, fechado el siguiente 21 de Abril,
con el título “Magnetismo y Espiritismo” (8), editado en la “Imprenta,
Librería y Encuadernación de José Benítez y Compañía”, en el que rebate
los argumentos y razonamientos de Bello y Espinosa, así como las
equivocadas nociones que sobre el Espiritismo en su artículo habían sido
vertidas. Domingo Bello, le contesta con otro escrito en la misma
Revista, que sale publicado el 23 de Julio, intitulado “Algunas palabras
más sobre Magnetismo Animal y Espiritismo”.
Este último texto recibe, también, su
réplica de parte de Miguel Miranda, la cual saldría a la luz en la ya
referida Revista, en su número 18, de fecha 23 de Agosto del mismo año.
Esta vez consistía en un escueto artículo, dada la renuncia explícita a
continuar la polémica que había ya expresado su oponente con
anterioridad, al que titula “Magnetismo Animal y Espiritismo: Breve
contestación a las últimas palabras del Sr. Bello y Espinosa”. Aparece
publicado con la siguiente nota de la redacción a pie de página: “Cumpliendo
con un deber de justicia, accedemos al deseo del Sr. Miranda insertando
el presente escrito, contestación a los artículos de nuestro ilustrado
colaborador el Sr. Bello y Espinosa sobre magnetismo animal y
espiritismo”. En el mismo, Miguel Miranda expone diferentes
conceptos y matizaciones relativas a la discusión que venían sosteniendo
él y el Dr. Bello y Espinosa, y añade nuevas explicaciones a los puntos
de su último escrito. Además, se ratifica en las argumentaciones
expresadas en el aludido folleto del que era autor, haciendo a la par
referencia pormenorizada a los planteamientos sostenidos por el Sr.
Bello y Espinosa en la última entrega de su largo artículo, los cuales
constituyen la respuesta a los que Miranda expuso en su folleto. Así, va
relacionándolos con aquellos párrafos de su obrita para que el lector
compare imparcialmente en el sentido en que están expresados por él y en
el que el Dr. Bello los responde (9).
Llegados aquí no podemos evitar la
siguiente reflexión: una verdad que irrumpe en el escenario del progreso
humano para fertilizarlo, no puede quedar disminuida por el hecho de
que en torno a ella aquellos que se alzan como sus enemigos – los
ignorantes y acomodados defensores de lo establecido – procuren
asfixiarla recurriendo sistemáticamente a la desinformación interesada,
la censura intolerante o la polémica irracional. Precisamente, cuando
esto ha sucedido, las consecuencias han sido otras muy distintas a las
que pretendían los instigadores de esas campañas. Un ejemplo evidente de
lo que venimos diciendo estaba todavía “caliente” por aquellas fechas.
Apenas unos meses antes de esta controversia sostenida entre Domingo
Bello y Miguel Miranda, la insigne escritora y poeta, “cantora del
Espiritismo”, Amalia Domingo Soler, acababa de mantener una de las más
notables polémicas que tuvieron lugar por esos años en la prensa
española. Es decir, la que sostuvo Amalia, por una parte, en defensa del
Espiritismo, y el Canónigo don Vicente Manterola, en representación de
la Iglesia Católica, por la otra, condenándolo y anatematizándolo (10).
En esta polémica, Amalia Domingo Soler se
granjeó no sólo la atención y la simpatía de los espiritistas, sino de
numerosísimas personas ajenas a este ideal y, en general, de toda
persona librepensadora, por la profundidad de sus planteamientos, la
lógica de sus argumentaciones, el alcance de sus conocimientos y la
altura de sus valores morales, consiguiendo que esta doctrina fuese
mejor conocida y evaluada según sus verdaderos principios, y dejando en
evidencia la falta de razón, la torcida intención e inquisitoriales
maneras de aquellos que se reservaban, dogmáticamente, la prerrogativa
de ser los únicos y absolutos detentadores de la Verdad sobre la Tierra.
No hay duda de que algunas de las más
notables y logradas páginas de la literatura espiritista, las cuales
permanecen aún hoy en día como referencias ineludibles para todo
estudiante y adepto de esta Doctrina, nacieron al calor de las
controversias que sus oponentes le plantearon, convirtiéndose en
involuntarios propagadores de la misma.
Fundación del “Círculo Espiritista El Buen Deseo”
Poco tiempo después de esta polémica, Miguel Miranda funda el “Círculo Espiritista de Santa Cruz de Tenerife El Buen Deseo”, el cual, según decía el artículo inicial de su Reglamento, “tiene
por objeto el contribuir al más rápido desarrollo moral e intelectual
de la humanidad, por medio del estudio y propaganda de todos los
fenómenos relativos a las manifestaciones espiritistas y sus
aplicaciones a las ciencias morales, físicas, históricas y
psicológicas…”. Asimismo, se declara en él lo siguiente: “El Círculo se
coloca bajo la protección y la dirección de los buenos espíritus que a
continuación se expresan: Presidente espiritual, Laura. Director
espiritual, Agustín de Hipona. Protectores, Florida - Marqués de la Florida, quien había fallecido cuatro años antes -,
Polonia, Inés y Teresa… El Círculo adopta por nombre ‘El Buen Deseo’ y
por lemas ‘Hacia Dios por la Caridad y la Ciencia’, ‘El Bien ha de
hacerse porque es Bien’, ‘Toda Acción produce consecuencias análogas a
su índole’.
En otro apartado se expresa que “los médiums que se presten a ejercer sus facultades medianímicas en las sesiones serán considerados como socios honorarios”.
Miranda ejerció anteriormente también el cargo de secretario de otra institución espiritista santacrucera.
Revista “La Caridad”
El invernadero intelectual, moral y
emocional configurado por tantos debates y polémicas siguió abonando el
ánimo y la voluntad de los espiritistas tinerfeños, al punto que ese
mismo año 1879, Miguel Miranda y sus compañeros del Círculo Espiritista de Santa Cruz de Tenerife
conciben y anuncian la publicación de una revista que sirviera de
órgano de expresión de los ideales y fundamentos de la “doctrina de los
espíritus”, proyecto que incluso recogen publicaciones de la época como
el periódico El independiente, en una nota que prueba
meridianamente la escasa información, los enraizados prejuicios y, sobre
todo, la poca simpatía que el asunto provocaba a su redacción:
“Era lo que nos faltaba. Según
vemos anunciado, trátase de publicar en Sta. Cruz un periódico que será
órgano de la Sociedad espiritista establecida en aquella capital.
Cosas asombrosas hemos de ver y hechos
estupendos narrados por los espíritus, que como tienen la facilidad de
colarse por todas partes han de estar al tanto de los acontecimientos
que pasan en esta y en la otra vida.
No investiguéis más, sabios; haceos espiritistas”.
Pero no será hasta 1881 cuando dicho
proyecto cuaje, año en que Miranda funda y comienza a dirigir –como
durante la mayor parte de su existencia- la revista espiritista La Caridad,
la cual empieza a editarse con carácter quincenal en la imprenta de
Vicente Bonnet el 15 de Junio, en folio menor (mm. 235 x 160), con 8
páginas a dos columnas y cubierta de 4 páginas. Como lema adoptó las
siguientes palabras de Allan Kardec: “La idea de los Espíritus no ha
salido del cerebro humano; ellos mismos han revelado su existencia y
ellos mismos nos han enseñado lo que después sobre ellos hemos sabido”.
Fue el órgano divulgativo del Círculo Espiritista “El Buen Deseo”, de la misma ciudad, fundado también por Miguel Miranda.
A partir de 1882 anunciaba explícitamente ser “órgano del Círculo Victoria”. Desde octubre La Caridad se edita en la imprenta de otro Bonnet, Abelardo, y desde Diciembre tiene carácter decenal.
En el año 1885 sigue publicándose tres veces al mes, en tanto que en 1888 y 1889 tiene periodicidad semanal.
Isaac Viera, en la breve reseña biográfica que dedicó a Miguel Miranda, dice lo siguiente: “Fundó y redacta – Viera, como es lógico, escribe en presente, pues la revista continuaba editándose en la fecha en que redacta esas líneas - la revista espiritista La Caridad, en cuyas columnas ha defendido con brillantez y valentía las doctrinas de Allan Kardec” (11).
La Caridad (12) tuvo a lo largo de
su existencia grandes y graves conflictos con la iglesia y algunas
autoridades civiles incitadas por el obispo: polémicas, suspensiones,
multas, debates públicos, etc. Todo esto quedó reflejado en la prensa
local de la época. Por ejemplo, el que quizás sea uno de los primeros
“asaltos” de este recurrente conflicto, lo recoge la redacción del
periódico palmero La Asociación, en su número 202, con fecha 7 de
Octubre de 1882, en el extracto y comentario que hace de una noticia,
originalmente publicada por su colega tinerfeño El Memorándum en días anteriores, en estos términos:
“Por nuestro colega El Memorándum
hemos sabido que el Ilmo. Sr. Obispo de esta Diócesis se ha dirigido a
nuestro colega La Caridad haciéndole ciertas prevenciones por algunos
escritos que han visto la luz en aquel periódico.
¡Aleluya! ¡Aleluya!.
A mal terreno se ha inclinado el
prelado; no le arrendamos la ganancia si piensa continuar dirigiendo a
la prensa prevenciones, pues con ello nos proporcionaría que hacer.
A esta fecha le consideramos arrepentido al prelado y a nuestro colega La Caridad disgustado por ello.
Más vale así”.
Con sus palabras demostraban los responsables de La Asociación, que hacían honor al sagrado adjetivo contenido en el subtítulo que ostentaba su publicación: Periódico Democrático.
En el número 36, correspondiente a fines
de noviembre de 1882, se da cuenta de un “Auto de Fe” que había sido
realizado con números de “La Caridad” hacía pocas fechas, por el párroco
de San Sebastián, capital de la Isla de La Gomera.
En otra nota aparecida en la revista La Ilustración de Canarias,
nº XV, correspondiente a febrero de 1884, se comenta la reanudación de
la publicación tras una de estas suspensiones temporales de “La
Caridad”:
“Periódicos: La Caridad, revista
espiritista, que dejó de publicarse hace un mes, ha reaparecido en la
misma forma que anteriormente. Aunque contrarios en un todo a las
doctrinas que defiende esta publicación, nos congratulamos de su vuelta
al estadio de la prensa; porque todas las ideas deben tener sus
mantenedores, mientras no se demuestre que son (in)sanas o falsas”.
Posiblemente
bajo el influjo de estas polémicas y en respuesta a la palpitante
actualidad que circunstancialmente había adquirido el Espiritismo en
Canarias, el periodista y escritor palmero Antonio Rodríguez López,
situado en la órbita de la ideología religiosa tradicional, publica en
la Isla de La Palma en 1882 una obrita titulada
Objeciones a la Tesis Espiritista.
En la Biblioteca Pública Municipal de Santa Cruz de Tenerife se conserva un único ejemplar de la revista La Caridad,
concretamente el número 45, correspondiente al 28 de febrero de 1883.
Seguramente hubo en este centro cultural una colección de esa
publicación, mas los acontecimientos que sobrevinieron tras la guerra
civil, con su secuela de intolerancia, determinaron que muchas
publicaciones de signo contrario a la ideología predominante tras este
conflicto fratricida desaparecieran. Así nos lo confirmó el periodista e
historiador tinerfeño Manuel Perdomo Alfonso, quien nos manifestó que
durante el conflicto una sección de la Falange Española penetró en los
archivos de dicha Biblioteca, retirando y haciendo desaparecer numerosos
libros y revistas que ellos estimaban contrarios a sus planteamientos
ideológicos y, por tanto, “perniciosos”. Por otro lado, el temor
-fundado, desgraciadamente- a ser descubiertos en posesión de
publicaciones consideradas a partir de entonces por el poder tiránico
establecido como “subversivas”, llevó a muchas personas a desprenderse
de muchísimo material literario comprometido, entre los que las
publicaciones de signo espiritista se encontraban, evidentemente. El
investigador de hoy que quiera acercarse al discurrir histórico de
cierto tipo de ideas, encuentra inmensas lagunas documentales, lo cual
es una verdadera pena y muestra lo que los seres humanos son capaces de
llegar a hacer cuando la conciencia está escasamente desarrollada.
Aunque, por encima y a pesar de todo, hemos de recordar aquí y tener
siempre presente aquel inmortal verso que, creo recordar, es del gran
poeta Miguel Hernández: “No puede atarse al alma”.
Contiene este número de La Caridad
un artículo de Amalia Domingo Soler titulado “En la verdad no hay más
que un camino”, y otro de su amiga Cándida Sanz, cofundadora junto con
ella y Matilde Fernández de la emblemática revista espiritista La Luz del Porvenir,
intitulado “El Lenguaje del alma”. En la sección llamada Revista
Histórica aparece la primera parte del trabajo “La Inquisición en
España”, que había publicado anteriormente la revista espiritista de
Lérida El Buen Sentido. En el encabezamiento, que a modo de prefacio inaugura la sección, se señala lo siguiente: “Bajo
este epígrafe abrimos una nueva sección, en la cual nos proponemos
publicar todo lo que en nuestro ilustrado colega El Buen Sentido, ha
visto la luz pública respecto al tribunal de la Inquisición y al
Papado.”
Por último, aparece la conclusión de un
trabajo del que es autor el insigne astrónomo y espiritista Camilo
Flammarion, que lleva por título “Las estrellas, soles del infinito y el
movimiento perpetuo en el Universo”.
En 1888 figura como director Antonio
Hernández Lira – en alguna fuente informativa consultada se pone
erradamente su nombre como Antonio Hernández Hernández -,
profesor de instrucción primaria, en tanto que Miguel Miranda aparece
como editor, propietario y colaborador, siendo la periodicidad semanal.
Por cierto, este año se dio algún tipo de
discrepancia entre el director y el propietario-editor con motivo de un
telegrama de denuncia contra el gobernador civil de la provincia -Sr.
Arturo Antón- por supuestas maniobras electorales ilegales de la máxima
autoridad civil provincial, remitido al ministro de la Gobernación y
firmado, supuestamente, por “toda la prensa” de oposición de Santa Cruz de Tenerife, postura que finalmente no resultó ser tan “unánime”.
Estas discrepancias se reflejan en dos
cartas enviadas a la redacción del periódico “Las Canarias, periódico
liberal” y publicadas dentro de la sección Cabos Sueltos. En la primera
de ellas, firmada por el director de la Caridad, Antonio Hernández,
publicada en la edición del 8 de septiembre de 1888, éste se desmarca
del contenido de aquella denuncia de la que, dice, “no he contribuido
con mi firma ni con mi autorización ni directa ni indirectamente al
objeto de dicho telegrama, pues siendo Director del periódico ‘La
Caridad, revista semanal espiritista’, formo parte de dicha prensa, no
quiero en manera alguna hacerme solidario del contenido de dicho
telegrama”. En tanto que la segunda carta, remitida esta vez por
Miguel Miranda y publicada en el ejemplar fechado el 13 de setiembre de
1888, va en sentido contrario, pues no sólo destaca su acuerdo con el
contenido del telegrama-denuncia sino que dice que en representación de
La Caridad fue su firma la que lo avaló y nadie con más autoridad que él
“como propietario, editor y colaborador de La Caridad” para representar a la revista.
A pesar de que según algunas fuentes de bibliografía consultadas (entre ellos Palau), se afirma que La Caridad dejó
de publicarse en 1889, estamos en condiciones de afirmar que esto no es
cierto, pues poseemos datos precisos que corroboran que, al menos hasta
finales del año 1892, “La Caridad” continuó apareciendo. En
este sentido hemos encontrado varias referencias alusivas al cambio que
realizaba con otras publicaciones espiritistas de esos años, tanto
españolas como iberoamericanas.
Y otra prueba irrebatible de que La
Caridad seguía “viva” en 1892, es el siguiente suelto inserto en la
última página de la revista espiritista de Lérida El Buen Sentido en su número de abril de ese mismo año:
“Nuestro estimado colega La Caridad,
de Santa Cruz de Tenerife, ha sido denunciado. Lo sentimos y hacemos
votos porque salga sano y salvo de las garras de la justicia”.
La causa de esta denuncia la recoge el siguiente suelto publicado dentro de la sección denominada Crónica por el “Diario de Tenerife” del 8 de marzo de 1892:
“Ha sido denunciado al Juzgado de
instrucción de esta Capital el número 24 de nuestro colega espiritista
‘La Caridad’, por su artículo titulado La Iglesia Romana y el
Espiritismo.
Deseamos salga bien librado del percance”.
Este mismo periódico del jueves 14 de
julio de 1892, publica una nueva noticia en la que se da cuenta de la
evolución del proceso contra Miguel Miranda:
«En la causa que se sigue contra el
Director de nuestro estimado colega La Caridad por la publicación de un
artículo titulado «La Iglesia romana y el espiritismo», pide el Fiscal,
contra el acusado, 3 años, 6 meses y 1 día de prisión correccional,
accesorias, 250 pesetas de multa y las costas.
Esta causa, que es de la competencia del Jurado, se verá probablemente en el cuatrimestre próximo.
La defensa está encomendada al Letrado Sr. Pulido.
Deseamos al Sr. Miranda, (D. Miguel,) Director del estimable colega, completa absolución.»
Vamos, que no se andaban con minucias aquellos preclaros modelos de “histórica tolerancia”.
Finalmente la disputa legal salió con
bien para Miguel Miranda, según lo publicó el diario La Opinión, de
Santa Cruz de Tenerife, el 28 de noviembre de 1892, página 3:
“Damos la enhorabuena al Director de
la revista espiritista La Caridad, por haber sido declarado exento de
responsabilidad en la causa que por delito de imprenta se le seguía”.
Igualmente, es una prueba más de la
continuidad de la revista tinerfeña el hecho de aparecer como una de las
publicaciones periódicas adheridas al “Congreso Espiritista
Iberoamericano e Internacional”, celebrado en Madrid entre el 20 y el 24
de octubre de 1892.
También en 1894 sigue apareciendo Miguel Miranda como director activo de la revista La Caridad. Así el diario El Liberal de Tenerife publica el día 31 de marzo de 1894 la exposición suscrita por los “Srs. Presidentes de las Sociedades y Prensa de esta Capital”,
que había sido elevada al Ministro de Estado con motivo del traslado
desde Santa Cruz de Tenerife a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria,
del Consulado General de Francia, a la que los firmantes se oponían,
entre ellos Miguel Miranda, como director de La Caridad.
Incluso en 1896 tenemos noticia de la
revista La Caridad, hablándose de su pronta reaparición. Eso al menos
fue publicado por el diario La Opinión de la capital tinerfeña el 23 de
octubre de 1896, en la siguiente nota:
“Hemos oído decir que en breve volverá a publicarse La Caridad, de la que es director el Sr. D. Miguel Miranda”.
El talante de Miguel Miranda
La idiosincrasia de Miguel Miranda queda bien reflejada en las siguientes palabras de uno de sus contemporáneos: “Como
polemista es cortés; recuerda aquellos héroes caballerescos que en los
duelos invitaban primero a hacer fuego a sus adversarios” (13). Esta
actitud elevada y correcta de Miranda, sin dejar de ser tenaz y
profundo al defender sus convicciones y su acendrado amor a la verdad,
fue su norma vital.
El periódico independiente santacrucero Las Noticias, en su edición del 10 de Agosto de 1886, cerraba su comentario “El Espiritismo en 1886″, con estas palabras:
“Esperamos que los espíritus nos
perdonarán que hablemos de ellos con tanta ligereza. Como Santo Tomás,
queremos ver para creer. Que uno consienta en aparecérsenos en nuestro
dormitorio, entre doce y una de la noche, y nos comprometemos con toda
formalidad a reconocer nuestro error…”.
Todos estos comentarios y polémicas
fueron puntual y profundamente contestadas por Miguel Miranda, cuyas
hondas convicciones espiritistas defendió siempre evidenciando amplios
conocimientos y entusiasta dedicación.
Con todo lo dicho hasta ahora en relación
a la personalidad de Miguel Miranda, puede evaluarse con mayor justeza
comentarios, a nuestro juicio, tan fáciles y gratuitos como poco
rigurosos, como el siguiente que entresacamos de un trabajo de
investigación histórica con el título “De la erudición a la política: principales hitos en la evolución del periodismo decimonónico en Tenerife, 1808-1898″ publicado
en Tebeto; anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura nº
12, (1999, p. 13-56) del que es autor Julio Antonio Yanes Mesa:
“Para completar el abigarrado panorama
de entonces, nos resta por citar los periódicos que en la Isla nacieron
con temática monográfica. “La Caridad”, por caso, editado en Santa Cruz
por el impresor Miguel Miranda, se obsesionó con el espiritismo”.
Señor Antonio Yanes Mesa: el astrónomo
que se dedica noche tras noche a escudriñar con entusiasmo los cielos
para observar los astros, ¿está obsesionado con el Cosmos? El geólogo
que ocupa la mayor parte de su tiempo estudiando la composición y
naturaleza de las rocas, ¿está obsesionado con las piedras? El atleta
que entrena varias horas al día año tras año para superar sus marcas,
¿está obsesionado con buscar los límites físicos de su cuerpo? El
escritor que se levanta muy temprano para escribir metódicamente –
Camilo José Cela decía que “la creatividad era ochenta por ciento transpiración y veinte por ciento inspiración ”-
y dar a la luz sus obras, ¿está obsesionado con la literatura? ¿No
sería más justo y simple decir que todos ellos estaban enamorados de sus
profesiones, aficiones u ocupaciones?
Miguel
Miranda no estaba “obsesionado” con el espiritismo, sino que reconocía
la trascendencia de sus planteamientos y la capacidad transformadora de
sus principios y asumió como un deber estudiar, defender y compartir
con sus coetáneos una filosofía de vida que daba respuesta satisfactoria
a las principales interrogantes existenciales que el ser humano se
había planteado desde la noche de los tiempos.
Tal como dejamos anotado al principio de
esta breve biografía, Miguel Miranda y León desencarnó el 22 de Marzo de
1922, contando 99 años de edad. Poco tiempo antes, el escritor Isaac
Viera publicaba una obra titulada Costumbres Canarias; en ella,
aludiendo a la fundación y existencia del primer periódico publicado en
Lanzarote y a sus colaboradores, se refería a nuestro biografiado de
esta manera:
“La Crónica de Lanzarote, que
escribieron Carlos Schwartz, Elías Martinón y don Miguel Miranda – a
este venerable anciano le damos este tratamiento porque es una reliquia
casi centenaria, pues cuenta con noventa y siete navidades… – vino a
abrir senderos de luz a la juventud lanzaroteña y a señalar nuevos
rumbos en la vida insular”.
NOTAS
1) Isaac Viera, Vidas Ajenas, págs. 147-148.
2) S/C de Tenerife, 1888, Imprenta de Hijo de Francisco C. Hernández.
3) Antonio Vizcaya Cárpenter, Tipografía Canaria, Bibliografías Canarias, Nº 2. Instituto de Estudios Canarios, 1964.
4) En la imprenta de Miguel Miranda se imprimieron, entre otros, los siguientes periódicos: El Guanche (Periódico de intereses materiales); El Mensajero de Canarias (Periódico de noticias, literatura en intereses locales); La Correspondencia Isleña (Periódico liberal, de literatura, intereses materiales y noticias); El Contribuyente (Guía de los propietarios, de los ayuntamientos y de los recaudadores); El Pueblo (Periódico republicano federal); La Emancipación (Periódico dedicado a los trabajadores); La Propaganda (Periódico radical); La Justicia (Periódico republicano federal), y El Radical de Canarias.
5) La Crónica de Lanzarote principió a publicarse el 16 de Febrero de 1861, y cesó con el nº 105, el 14 de Febrero de 1863.
6) Isaac Viera, Vidas Ajenas, págs. 147-148.
7) Domingo Bello y Espinosa (1817-1884),
nació en la ciudad de La Laguna, Tenerife. Se licenció en Derecho en la
Universidad de San Fernando, de su ciudad natal. Fue Secretario del
Ilustre Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, sucediendo a uno
de nuestros protagonistas, José Plácido Sansón y Grandy, y durante un
tiempo ocupó la alcaldía de La Laguna. En 1850 se traslada a Puerto
Rico, isla en la que se dedica a su labor de jurisconsulto, aprovechando
su tiempo libre en los estudios botánicos de la flora del país, materia
en la que llegaría a ser un gran experto publicando varios importantes
tratados. Tras treinta años en Puerto Rico, regresa a Tenerife en torno a
1879, estableciéndose en su ciudad natal. Gran estudioso y autodidacta
en muchas materias, realizó viajes por diversos países americanos y
europeos.
8) Es cierto que no disponemos de datos
concretos que den testimonio inequívoco de cuándo se inició Miranda en
el Espiritismo, como ya reconocimos atrás. No obstante, las primeras
páginas de este folleto son en parte un extracto y en parte copia
literal -como así lo reconoce Miguel Miranda en el mismo cuando expresa:
“… copiando las palabras de uno de sus apóstoles”- de los
argumentos expresados por Kardec en el escrito titulado “Breve
contestación a los Detractores del Espiritismo”, que se incluye en su
obra Viaje Espiritista en 1862. Que sepamos, esta obra tuvo su
primera edición en castellano hacia 1897, tarea que corrió a cargo de la
Biblioteca “La Irradiación”, de Barcelona. Puesto que el folleto de
Miranda se publicó en 1879, eso supone que su autor tuvo que haber
traducido dicho escrito de Kardec directamente del francés, poco después
de la publicación del libro del que es parte, lo que implica que
conociera esta obra tempranamente y en su edición original. Otra
posibilidad, que tampoco tenemos manera de demostrar por ahora, puede
ser la de que alguna de las publicaciones periódicas espiritistas
españolas de entonces lo hubiese incluido en sus columnas, de donde
Miranda lo pudiera haber tomado.
9) Todo el material escrito de esta polémica se incluye en el apéndice documental incluido al final de este trabajo.
10) De hecho la polémica continuaba viva
en esas fechas, pues el Canónigo Vicente Manterola, una de las mayores
“lumbreras” de la Iglesia española de entonces, comienza a publicar a
partir de marzo de 1879 en forma de cuadernillos, por entregas, sus
discursos en contra del Espiritismo, reunidos en un volumen que tituló
pomposamente El Satanismo o sea la cátedra de Satanás combatida desde la cátedra del Espíritu Santo.
Por otro lado, un volumen de 300 páginas
conteniendo los artículos de réplica escritos por Amalia Domingo Soler,
fue publicado en Julio de 1880 por el editor Torrents, de Gracia,
Barcelona. El mismo fue reeditado 30 años después por la editorial
Maucci, de Barcelona. Ambas ediciones están agotadas hace muchos años.
El Ateneo de Propaganda Espírita Allan
Kardec, de Avellaneda, Buenos Aires (Argentina) inició la reedición de
la obra publicando en folleto los primeros artículos que titularon Réplicas de Amalia,
con la promesa de continuar en sucesivas entregas. Por último, en el
año 1966, la Editorial Kier de Buenos Aires (Argentina), hizo una
reedición en facsímil del libro de Maucci.
11) Isaac Viera, Vidas Ajenas, págs. 147-148.
12) Los ejemplares de los números de la revista La Caridad que iban editándose
llegaron de forma habitual al resto del Archipiélago. Prueba de ello es
que en el encabezado de la misma aparece la referencia de varios puntos
de suscripción fijos existentes en Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote.
También a La Palma llegaban, sin duda. He encontrado la siguiente nota
relativa a un intercambio de publicaciones entre esta revista
espiritista tinerfeña y un periódico palmero editado en Santa Cruz de La
Palma, a iniciativa de éste último. La misma aparece en el nº 11, año
II, del periódico El Eco, correspondiente al 24 de Septiembre de 1884. Dice así: “Han
aceptado el cambio con nuestro periódico: La Caridad, de Santa Cruz;
Las Dominicales del Libre Pensamiento, de Madrid; La Revista Tarrasense,
de Tarrasa; también han visitado nuestra redacción La España Masónica,
de Madrid; El Fiscal de los Consumos, de Jaén; La Razón, de Morón, y El
Grano de Arena, de Sevilla. Agradecemos sinceramente a nuestros colegas
su atención”.
13) Isaac Viera, Vidas Ajenas, págs. 147-148.
TOMADO DE: http://grupoespiritaisladelapalma.wordpress.com/2013/11/24/miguel-miranda-y-leon-impresor-e-iniciador-del/
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