"El Alma de Tacande": extraordinaria manifestación espiritual
recogida en la Historia de la Isla de La Palma
En la tradición oral de la Isla de La Palma pervive hasta la actualidad la historia de un extraordinario acontecimiento que el tiempo, las creencias tradicionales y la incomprensión, han ido convirtiendo en leyenda: es la denominada Historia del Alma de Tacande. Ya a fines del siglo XIX, el escritor palmero Antonio Rodríguez López, recogió estos legendarios hechos y les dio carácter literario, publicando una obra titulada Historia del Alma de Tacande en el año 1628 (1).Los acontecimientos a que se refiere la tradición tuvieron lugar entre el 30 de Enero y el 26 de Abril de 1628, en una vivienda del caserío de Tacande, uno de los más antiguos núcleos de población de la zona central de la Isla de La Palma, que en la actualidad es parte del municipio de El Paso. En aquella época, este municipio estaba unido al de Los Llanos de Aridane y al de Tazacorte, el conjunto de los cuales formaba una sola entidad administrativa que incluía la práctica totalidad del territorio del Valle de Aridane.
Los relatos de la época, así como las fieles recreaciones poéticas que se hicieron de la historia en años posteriores bajo la forma de "décimas" -forma tradicional poética apropiada para la transmisión oral, a la que nuestro pueblo recurre para hacer pervivir en la memoria colectiva acontecimientos y anécdotas notables o curiosas que van sucediendo en su devenir histórico- nos informan de unos hechos que para el pueblo llano permanecen aún llenos de extrañeza y misterio. Sin embargo, cuando se hace una lectura de los mismos con los ojos del siglo actual y, sobre todo, desde la perspectiva que ofrecen las enseñanzas del Espiritismo, esos otrora enigmáticos hechos se nos presentan con claridad meridiana, pueden ser explicados satisfactoriamente y, además, conectan inmediatamente con una abundante casuística de hechos análogos que se han producido en todo el mundo desde siempre.
La historia de El Alma de Tacande creemos que merece, como veremos, estar entre el conjunto selecto de las más notables manifestaciones espirituales que las páginas de la historia hayan recogido en cualquier lugar de nuestro orbe. Habiendo llegado a oídos del gran Camilo Flammarión, sin duda la habría incluido en su maravilloso estudio intitulado Las Casas Encantadas. Por otro lado, nos indica esta historia que allí donde ha habido seres humanos, tales manifestaciones le han acompañado siempre, porque son consubstanciales a su más íntima realidad. No hay rincón en el planeta ocupado por una comunidad humana, donde una investigación detenida de su pasado no revele el rastro de acontecimientos de la misma índole.
Lo que pretendemos a continuación es hacer un estudio actual, a la luz de los conocimientos de la Ciencia Espírita, de este acontecimiento hecho tradición y con ello evidenciar que también aquí, en estas pequeñas islas perdidas en el Atlántico, la realidad del espíritu ha venido manifestándose de manera continuada.
Primeramente veamos en que consistieron los acontecimientos de que vamos a ocuparnos. La siguiente relación de hechos es contemporánea del suceso y se halla en un protocolo del archivo del Marqués de Guisla Guiselín. Dice así (2):
EL ALMA DE TACANDE
"LLegó el 'alma de Tacande' en 30 de enero de 1628 años y en 26 de abril habló por voluntad de Dios Ntro. Señor en casa de mis padres; asistió 87 días con sus noches y descargó el último día por la mañana el R. P. Fr. Juan Montiel. confesor que ayudaba a Dr. D. Rodrigo Santa Cruz Servellón, del Curato de este lugar de Los Llanos. A mí me llamó el dicho día por la mañana y me dijo que por el amor de Dios me llegase al pueblo y dijese a Padre Fr. Juan Montiel se llegase a Tacande, que quería descargarse, y que no tuviese temor que ella era alma cristiana; y le respondí que yo había de llamar al Dr. D. Rodrigo que viniese con el Fraile y luego al punto me respondió el alma que no trujese al Dr. D. Rodrigo, que ella no lo llamaba, y visto esto fui al pueblo y dije al Padre Fray Juan Montiel y el dcho. Fraile lo repudió y que no se atrevía, que tenía mucho temor; Con que el Dr. D. Rodrigo lo animó y otros muchos hombres, que fuese donde le llamaba, con que el dcho. Fraile se confesó con el dicho D. Rodrigo, y se puso un relicario al cuello con muchas reliquias y se puso una estola y se puso a caballo y caminamos para Tacande, donde estaba el alma, y llegamos entre la una y las dos de la tarde: El alma recibió al dicho Fraile diciendo: seya muy bien venido, Padre Fray Juan Montiel, perdone V. Rª. el darle tanto trabajo, Dios Ntro. Señor se lo pagará. Le mandó sentar y descansar que viene cansado y aflegido; el Fraile se sentó, y de allí un poco y llamó el alma por mi madre y le dijo que pusiese de merendar al P. Fr. Juan; le respondió que no tenía gana de comer; el alma le volvió a replicar que comiese alguna cosa, dijo que no se atrevía a comer nada; el alma le dijo: Padre, ya que no quiere merendar, vamos a la otra casa nueva de pino y saldrá toda la gente fuera; y luego entraron, con que hizo muchas cruces en este poco espacio de la tarde, y antes de esto había hecho muchas más, las cuáles mando buscar el Sr. Obispo D. Cristóbal de la Cámara y Murga, y otras que llevó el P. Fr. Juan Montiel, y otras que llevó Juan González al Teniente General que era en aquel tiempo en esta isla y mucha gente principal llevaron cruces y muchos Religiosos, con que tan solamente nos dejaron tres cruces que formó en la tapa de la misma caja donde formó las demás. Éstas están en ser; y después de haber pasado la tarde en esto, dijo el alma: Padre Fr. Juan, ya se me acerca la hora, trate V. Rª de echar asperges y decir los Salmos, para ahuyentar el malo, que quiero declarar quien soy. El Padre lo hizo como lo pidió, y habiendo hecho esto, le dijo el Padre: Hija mía, ¿apartose ya el espíritu malo? Respondió el alma con mucha librelidad: Ya se apartó de mí. Díjole el Fraile: Pues ya podréis decirnos quien sois y qué es lo que queréis. Respondió el alma: Soy Ana González, la heradora. Fue mucho el planto y sentimiento de todos por ser hermana de mi padre Cristóbal González, y haber estado en nuestra compañía los 87 días sin saber, y después de haber sosegado nuestro planto, le dijo el Padre Fray Juan: Hija mía, bien podréis decir lo que os trujo a esta vida. Respondió el alma: Yo lo diré en llegando la hora. Primero ha de cenar el P. Fr. Juan y mis hermanos y mis sobrinos y todos los demás que quisieren. El alma llamó por mi madre y le dijo: ¡A hermana Isabel Díaz! Mi madre le respondió y le dijo: Pon la mesa, en esta casa comerá el P. F. Juan y mi hermano Cristóbal González, y mis hermanas y mis sobrinas Leonor Pérez y Juana Gutiérrez y mi sobrino Andrés y... vayan con los demás hombres a cenar a la otra casa, y lleven consigo a mi hijo Salvador. Así se dispuso como el alma lo ordenó, estando comiendo yo y la demás gente en la dcha. casa tenía yo junto a mí a su hijo Salvador, y el alma se fue donde estábamos y me llamó y dijo: Dame a ese niño una... hadilla de ese queso fresco. Cortela yo, dila al niño, dijo el alma: Dios te lo pague, tres veces. Y comienza a plantar al niño en voz alta diciendo: Hijo pedazo de mi corazón, chiquito y por criar, y otras muchas lastimosas que no refiero, con que le supliqué se aquietase; y luego al punto, sosegó su llanto. En esta sazón, entraron por la puerta mis padres con el P. Fray Juan, y llamaron a todos llorando; y en esto se levantó la mesa y de allí a un cuarto de una hora llamó el alma por mi madre, y le dijo que fuese a la otra casa y que le hiciese las camas y que encendiera dos velas sobre la mesa y que en estando esto hecho se pasaría a descansar y llevaría consigo al Padre Fr. Juan y a las demás personas que ella señalase y que la demás gente se quedaran en aquella casa, que no podía quedar sola, porque no la robaran. Y habiendo dicho esto comenzó a dividir la gente: que fuese el P. Fr. Juan y... hermano y Domingo Camacho y Lorenzo González y todas sus sobrinas y Juana Gutiérrez y Leonor Pérez, la vieja, y que lleven a su hijo Salvador y que todos los demás se queden y se guardó esta orden que dio el alma; y en estando en la otra casa, mandó que las mujeres se acostasen en sus camas y que su hermano Cristóbal González se acostase en su cama y que llevase su niño Salvador, y que si su hermana Isabel Díaz se quería acostar se acostase y que el Padre Juan se sentase en el escabel, y su sobrino Andrés, junto del, y los demás en las sillas junto a la mesa para que le acompañen al P. Fr. Juan, que habiendo hecho esto, llamó el alma por el P. Fray Juan y le dijo: Padre mío, deme licencia que quiero hablar con Juana Gutiérrez. El Padre se la dio y fue corriendo al aposento donde estaba la Juana Gutiérrez acostada en la cama con las demás mujeres y le dijo: Juana Gutiérrez, acuérdate cuando te encontré en la cancela vieja de mi hermano Rodrigo Pérez y te pregunté si estabas preñada, como decían, y me respondiste que no estabas tal, que era testimonio que te levantaban. Yo no te di crédito y tuve para mí que estabas preñada, y lo dije a mi hermano Rodrigo Pérez y a mi hermana María Sánchez y a sus hijos. Esta culpa yo la confesé a un Confesor, y me mandó te pidiese perdón delante de las personas a quien yo lo había dicho, y no lo pedí. Mándame Dios Nuestro Señor te pida perdón: Perdóname Juana Gutiérrez por el amor de Dios. Tres veces lo pidió. La dicha Juana Gutiérrez la perdonó. Luego al punto se volvió el alma y se puso junto al Fraile y conmigo y dijo: V. Rma. tome la pluma y escriba; yo debo tres romerías que prometí: la una, a la Bienaventurada Santa Lucía, por mi hija María, que nació con un grano en un ojo y la prometí llevar a su bendita casa con una candela de un real; mando que la dicha mi hija vaya y cumpla la esta romería y vaya con ella en mi lugar mi hija Beatriz y lleven la candela. Otra romería que prometí por mi hijo Luis al Bienaventurado San Blas que lo tuve muy enfermo de una 'esquencia' y lo prometí llevar a su bendita casa con una candela de un real; mando que mi hijo Luis cumpla esta romería y vaya en mi lugar mi hija Beatriz, y lleven la candela de un real. Otra romería que prometía al Bienaventurado San Amaro por mi hijo Juan que cayó de una pared y se desconcertó una pierna y lo prometí llevar a su bendita casa, con una candela de un real; mando que mi hijo Juan cumpla esta romería y vaya con él en mi lugar mi hija Beatriz, y lleven la candela. Mando que den medio tostón a la mujer de Domingo Francisco, Ana González, que me prestó unas tijeras nuevas que se me perdieron y me las pidió por muchas veces y que le diera medio tostón que le habían costado, y no se las pagué; mándame Dios Nuestro Señor que le pague su medio tostón, y así mis hijos, se lo den. Mando que den medio real de aceite a la Virgen de las Angustias que le prometí para su lámpara. Y todo esto fue escribiendo el P. Fray Juan Montiel; y acabado esto dijo el alma que no tenía otra cosa que declarar; pidió al Fraile licencia para cantar por despedida y no se la quiso dar. Preguntole el Fraile que donde iba. Dijo que al Purgatorio. Preguntole cómo lo sabía. Dijo que su Ángel se lo decía. Díjole el Fraile que le dijese el nombre de su Ángel que lo quería tener por su devoto y se lo dijo en latín, y lo escribió el Fraile, y no pasaron de cinco letras, y se las guardó; y le rogué al Fraile me dijese el nombre del Ángel, y no quiso decirlo. En esto pidió licencia para irse. El Fraile le dijo: Hija mía antes que os vais, unas señas delante de todos. Dijo el alma que de muy buena voluntad, pero que primero quería despedirse de todos. Comenzó primero por Cristóbal González, su hermano, que se quedase con Dios y que le perdonase por el amor de Dios, las desquietudes que le había dado en su casa; y que le mirase por su hijo Salvador, por amor de Dios; y fue llamando por mi madre Isabel Díaz y le dijo: ¡Hermana de mis ojos!, quédate con Dios, perdóname por amor de Dios las desquietudes que te he dado en tu casa. Llamó por Leonor Pérez, mi abuela, y le dijo: Quédate con Dios Leonor Pérez, buena vieja, perdóname por amor de Dios las desquietudes que te he dado; a mis sobrinas todas se queden con Dios; y a ti Juana Gutiérrez quédate con Dios y a todos los demás que estén presentes. Padre mío Fr. Juan Montiel, quédate con Dios; Dios Ntro. Señor te pague la caridad. A Dios todos. Yo le pedí me encomendara a Dios y respondió: de muy buena voluntad. Y en diciendo esto, botó por la cumbrera una piedra, del tamaño de un cuarterón, dentro de la casa, y abrió la puerta de un golpe con mucho ruido, y el Fraile cayó del escabel donde estaba sentado. Esto fue la señal que le pidió el Fraile que hiciese. Fuese con Dios, la cual no sentimos más hasta el día de hoy. En el tiempo que estuvo, que fueron 87 días que tengo referidos, hizo esta alma muchas travesuras en esta casa. En su principio, cuando llegó, hacía que era bruja tocando un tamborcito y pandero y entraban dentro de casa todas las noches que parecía estaban más de cien mujeres con mucho baile, tocando castañuelas y el tamborcito y pandero; unas cantaban y otras respondían, otras bailaban, lloraba un niño como si fuese recién nacido, con que decíamos todos que eran brujas. Una mujer lo arrullaba, otra decía el cantar de San José: María lo envuelve, José lo arrulla. Todo este ruido hacía, con que decíamos todos que eran brujas. La otra noche, volvía diferente; daba en castigar las personas que estaban en casa, y a mí en particular me castigó más de 20 días, y al cabo de estos días me pidió perdón por los golpes que me había dado, yo le perdoné y de allí en adelante me tuvo mucha amistad; y el día y noche que yo no estaba en casa, no era posible entrar en la casa. Decíanle mis padres que entrase en la casa, decía que no quería, que yo no estaba en casa, que yo viniendo entraría y después que yo venía entraba con mucho regocijo y con muchas cantigas; y para hacer cualquier travesura a algunas personas que estaban en casa pedía licencia y si yo no la daba me rogaba se la diera. Con que se halló los días de carnestolendas en casa y fueron tantas las travesuras que hizo que son innumerables; y las demás que hizo durante el tiempo que anduvo en la casa. El Sr. Obispo Dn. Cristóbal de la Cámara y Murga me mandó llamar de Canaria y me tuvo en su compañía dos meses y veintisiete días y se informó de todo lo que se había pasado con esta Alma y predicó en la Catedral de Canaria un sermón muy grande en razón del Alma de Tacande; y aquel día mandó el Sr. Obispo que todos los Sacerdotes así Clérigos como Religiosos dijesen misa por el Alma de Tacande, excepto los Capellanes del rey: El Dr. Abreu y Santa Cruz predicó el sermón del Sínodo, y luego el otro día predicó el Sr. Obispo el sermón del Alma de Tacande. Esto pasó y me hallé presente a todo lo referido y esto lo escribo por habérmelo mandado el Sr. Licenciado D. Simón Martín, Cura Perpetuo por S. M. de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de Los Remedios del lugar de Los Llanos".
Hay otros detalles complementarios en la tradición oral no recogidos en la relación anterior. Según aquella, habiendo muerto de parto Ana González, su alma se presentaba con frecuencia en la casa para arrullar el niño: la cuna se movía sola y en torno a ella se oían cantos que no procedían de ninguna persona visible. Esta circunstancia viene a explicar la siguiente reacción del espíritu referida en el relato: "(...) y comienza a plantar -llorar- al niño en voz alta diciendo: Hijo pedazo de mi corazón, chiquito y por criar, y otras muchas lastimosas que no refiero...".
Por otro lado, según las informaciones rescatadas por José de Viera y Clavijo, autor canario del siglo XVIII, en sus Noticias de la Historia General de las Islas Canarias (3), el alma de Tacande barría, traía agua, ponía la olla y vestía a los niños. Sin ser imposibles acciones semejantes dentro de la categoría de fenómenos de orden físico, y aún suponiendo ciertos añadidos incorporados a la tradición con el paso del tiempo, no queda ninguna duda de la magnitud de los fenómenos producidos y de la profunda huella que éstos dejaron en las personas que los presenciaron (4).
Análisis de los Hechos
La descripción de los sucesos que el anterior relato nos ofrece, revela unas características que son comunes, como ya dijimos, a otros acontecimientos similares que se han venido dando en todo tiempo y lugar de nuestro planeta, lo que nos habla de su universalidad. Ellos nos remiten invariablemente a una misma realidad extrafísica, realidad que sólo el surgimiento del Espiritismo permitió comenzar a desvelar definitivamente, haciéndola accesible a la experimentación científica y, por tanto, sacándola del contexto de la creencia y el dogma, es decir, de la religión, la cual hasta ese momento consideraba tal ámbito de su exclusiva potestad.
Los fenómenos descritos están perfectamente catalogados en los tratados que forman la literatura espiritista. En ellos se encuentran las explicaciones de sus causas y de los mecanismos de su producción, habiendo sido repetidamente estudiados y reproducidos en múltiples reuniones de experimentación mediúmnica. Veamos ahora cuáles son las categorías y variantes fenoménicas que el relato contiene.
Fenómeno de "Poltergeist"
Uno de los más llamativos fenómenos que el Espiritismo pudo desentrañar a través de sus investigaciones, son los denominados poltergeist, palabra alemana que significa "espíritu burlón o alborotador". Este término ha sido adoptado para designar un género de fenomenologías caracterizadas por la manifestación de ruidos, golpes, sonidos diversos, movimientos de objetos, etc., sin una causa aparente de carácter físico que pudiera originarlos. A veces incluye el desplazamiento de objetos y muebles, así como manifestaciones de parapirogenia y paralitogenia; es decir, producción de fuegos espontáneos y lanzamiento de piedras cuyo origen no puede precisarse. Los fenómenos de "poltergeist" aparecen asociados a la presencia en los lugares en que se producen, de alguna persona que viene a ser su epicentro. Ésta es, con gran frecuencia, un adolescente el cual de forma involuntaria produce lo que la Parapsicología denomina psicorragia, o lo que es lo mismo, un derrame incontrolado de energía psíquica que desencadena los fenómenos. A estos, cuya causa está en las mismas facultades psíquicas latentes del ser humano, el Espiritismo los denomina con el término genérico de fenómenos anímicos. Cuando este tipo de manifestaciones aparecen inextricablemente relacionados con algún lugar, se denominan entonces fenómenos de haunting, o también casas encantadas o infestadas. Si en el primer caso el fenómeno acompaña al epicentro allá donde éste se desplaza, en el segundo, permanece circunscrito a un lugar concreto y determinado. El origen de estos últimos ha de buscarse necesariamente en la manifestación de una inteligencia invisible -espíritu de un desencarnado- que actúa como agente o causa productora de los hechos. Estos casos han sido exhaustivamente estudiados por el Espiritismo y con mucha frecuencia solucionados en sus perturbadoras manifestaciones, demostrándose en la práctica la validez de sus tesis y conocimientos.
En función de lo dicho, los sucesos del anterior relato hay que clasificarlos como un fenómeno de "haunting", que concluyó con la plena identificación del agente espiritual causante.
Los denominados raps o ruidos aparecen descritos cuando se cuenta que en el comienzo de los hechos la entidad "hacía que era bruja tocando un tamborcito y pandero". Los "raps" pueden ser sonidos aislados o secuenciales, imitando ritmos musicales, o incluso manifestarse de acuerdo a un código preestablecido, lo que da cuenta de su obediencia a una causa inteligente. Tales fueron, precisamente, en principio, el tipo de fenómenos cuyo estudio desembocó en la codificación del Espiritismo.
Voz directa
Fenómenos de voz directa o pneumatofonía, es decir, la manifestación de voces en el espacio, perfectamente audibles para todos sin poder percibirse de donde provienen, están claramente descritos en la relación transcrita cuando se expresa que "parecía que había más de cien mujeres y unas cantaban y otras respondían" y que "lloraba un niño". Aquí debemos resaltar que ya no se alude sólo a golpes o ruidos, sino a voces humanas. Asimismo, todas las conversaciones que la entidad espiritual mantenía con los presentes o visitantes de la casa se producían por este mecanismo de "voz directa", pues como la relación de hechos deja ver, jamás tuvo lugar lo que podríamos denominar una aparición visible y menos tangible, como se produce en los casos de formaciones ectoplásmicas, a pesar de que por el tipo de fenómenos de que se trata, el agente psíquico envuelto en los mismos había de ser alguna forma de ectoplasma que la entidad usara para la producción de los hechos físicos, elemento sin cuyo concurso no podría afectar directamente a los sistemas materiales. A través de este fenómeno, uno de los más impresionantes que se pueden dar entre los hechos mediúmnicos, se han podido incluso escribir obras espíritas clásicas, trasladando al papel lo que aquellas voces decían. Este fue el caso de libro titulado Inmortalidad del Alma, también conocido por el nombre de Rumbo a las estrellas, escrita por H. Dennis Bradley (5).
Dibujo directo
La formación espontánea de dibujos, marcas y señales, fenómeno conocido también en la terminología espiritista como pneumatografía, viene descrita en el relato cuando se mencionan las cruces que aparecían en la superficie de una caja de madera "en la que el espíritu realizó muchas", las cuales los visitantes se llevaron como reliquias. Este fenómeno está ampliamente descrito en los estudios, monografías y libros que diferentes investigadores de la mediumnidad realizaron desde mediados del siglo pasado. Con frecuencia, una de las pruebas que se hacían en experiencias mediúmnicas controladas, eran las denominadas de "escritura directa". Consistían éstas en la aparición en hojas de papel, pizarras o cualquier otra superficie perfectamente limpia y libre de cualquier señal, de escritos, dibujos o marcas en apariencia realizados por los espíritus. Para ello innumerables veces, en pruebas que incluían rigurosos controles, se realizaron experiencias de esta "escritura directa". En las mismas era habitual el uso de dos pizarras que se ataban fuertemente, enfrentadas una con otra, y en cuyo interior se colocaba un trozo de mina o tiza. Al abrirlas, los investigadores se encontraban con mensajes escritos, perfectamente inteligibles y que respondían habitualmente a preguntas aleatorias realizadas durante el experimento.
Identificación espiritual
La identificación espiritual fue, en este caso, total, verificándose la integridad de los datos personales que la entidad espiritual manifestante ofrecía por voz directa, con lo que no hubo la menor duda de la identidad del espíritu. Éste se identificó a sí mismo cuando dijo: "Soy Ana González, la heradora".
En el Espiritismo se tiene como norma básica que cualquier contenido obtenido por vía mediúmnica, proveniente de una supuesta entidad espiritual, ha de ser estudiado primordialmente en función de su contenido, no dándose crédito anticipado por la firma o identidad que diga ser su autor. Importa menos, en el Espiritismo, determinar la identidad que el grado de elevación evolutivo de quien se manifiesta, pues de lo alto se obtendrá altura y de lo bajo sólo inferioridad, aparte de que "sólo por los frutos se puede juzgar el árbol".
Ahora bien, en ciertos casos, si una entidad espiritual da su nombre tras ofrecer una comunicación, como una prueba más de la supervivencia "post mortem", puede ser interesante la verificación, si es posible, de los datos obtenidos. Para ello los investigadores han recurrido en diversidad de ocasiones a archivos y a personas que conocieron al supuesto autor de una comunicación, casi siempre absolutamente desconocido para los participantes en la reunión mediúmnica donde se había obtenido. Muchas veces el éxito ha coronado estas investigaciones, con lo que la identidad del espíritu comunicante pudo ser verificada sin ningún género de dudas. A pesar de todo en esto, en particular, y en todo lo que es la fenomenología psíquica y mediúmnica, en general, puede aplicarse con razón aquello de que "para el escéptico ninguna prueba será suficiente y para el crédulo ninguna prueba será necesaria". Estas dos actitudes extremas, igualmente desviadas e improductivas, han de desalojarse completamente del ámbito de los estudios mediúmnicos según la orientación espírita.
Aportes
Los aportes constituyen otra de las categorías fenoménicas más llamativas dentro de lo que es la actividad mediúmnica. Suponen estos hechos la aparición repentina y espontánea de objetos y substancias en un lugar, surgiendo, para los ojos físicos, de la nada. En el caso que venimos estudiando dicho fenómeno acontece cuando Fray Juan Montiel, antes de que la entidad se retirase, como había anunciado, le pide una prueba o señal, lo que el espíritu contesta inmediata y efectivamente con la caída, desde la cumbrera del tejado de la casa, "de una piedra tan grande como un cuarterón" en medio de la estancia, al tiempo que la puerta de la casa que daba al exterior, se cerraba sola con un gran estampido.
La explicación de este fenómeno nos la han ofrecido las mismas entidades espirituales. Veamos, por ejemplo, el relato de una de estas experiencias y su consiguiente explicación, realizada en la sede de la "Sociedad Espiritista Constancia" de Buenos Aires, Argentina, con el brasileño Joao Rodríguez Cosme, uno de los mejores médiums conocidos de la historia, en el año 1954. Dichas experiencias vienen descritas en un magnífico trabajo que con el título Extraordinarios y recientes fenómenos metapsíquicos en la Argentina esta sociedad editó posteriormente (6):
"Estaban en plena sesión cuando se hacen presentes el padre Zabeu (7) y un indio piel roja, oriundo de la América del Norte, que decía llamarse Irubí.
Este último, ya conocido en el grupo por haberse manifestado en distintas oportunidades anteriores, traía en sus manos un coco verde de la especie conocida con el nombre de "coco de Bahía", por ser una variedad originaria de esa zona.
En la primera fila de la sala se hallaban sentadas la hija del mayor Oliveira y la esposa de Cosme, ambas señoras en avanzado estado de gravidez.
El indio se dirige hacia ellas y mostrándoles el coco verde les dice: "Cuando este coco madure, ambas madres habrán dado a luz con felicidad. En ese día debe ser partido en dos y cada una de las mitades obsequiadas a las nuevas madres"; y diciendo esto deja el coco sobre la mesa y se desmaterializa a la vista de todos.
Ahora bien, ante este extraordinario transporte, una exclamación de asombro general cundió en la sala, pues a ninguno de los presentes se le hubiera ocurrido proveerse de un coco verde de una zona tan distante para llevarla a la sesión. Por otra parte, fue revisada previamente la sala en la que no había más muebles que una mesita con la victrola, el sillón del médium y las sillas para los asistentes, estando además las puertas y las ventanas herméticamente cerradas.
El padre Zabeu, que como dije se hallaba presente dirigiendo los trabajos, prometió dar una explicación satisfactoria del fenómeno. Para ello pidió suspendieran las experiencias durante diez minutos y que en ese intervalo dejaran sobre la mesita un papel blanco rectangular de cuarenta centímetros cuadrados de superficie y al lado de él una lupa.
Hecho esto, ordenó también que los asistentes se dirigieran al fondo de la casa donde había una pila de ladrillos y que el mayor Oliveira conjuntamente con el mayor Tales, marcasen uno de ellos con tiza.
Inmediatamente, obedecieron el mandato de la entidad pudiendo comprobar todos que en efecto existía la referida pila de ladrillos y en el sitio indicado. Los hermanos aludidos tomaron, entonces, uno, estampando en él sus firmas y la fecha correspondiente a ese día.
Terminados los diez minutos de intervalo, vuelven todos a la sala reiniciándose la sesión.
Nuevamente se ora, haciéndose la concentración de pensamientos como es de práctica (8), hasta que aparece el padre Zabeu y esta vez con cara de profunda satisfacción.
Enseguida ordena se encienda la luz, nada más que por cinco minutos, a efecto de poder inspeccionar con la lupa lo que se había depositado sobre el papel, recomendando que al finalizar ese término se volviese a oscurecer la sala.
Así se hizo y una nueva sorpresa sacude a todos los asistentes. Un ladrillo diminuto, de apenas un centímetro cúbico de volumen, descansa sobre la hoja. Con la ayuda de la lente de aumento pudo leerse con claridad las dos firmas y la fecha estampadas por los mayores Oliveira y Tales, cuya caligrafía era la de ellos. Cumpliendo lo ordenado por la entidad, terminada la confrontación, se vuelve a oscurecer la sala y se ora de nuevo con todo fervor.
Al cabo de pocos minutos vuelve el padre Zabeu para explicar el fenómeno, y ante la curiosidad y asombro de todos los asistentes da la siguiente explicación: "Para efectuar el transporte de un objeto, dice, los espirituales absorben los fluidos (9), desintegrando su materia hasta reducirlo a la mínima expresión para que puedan hacerlo pasar por cualquier pequeño orificio o porosidad de las paredes. Una vez depositado en el lugar, se le restituyen esos fluidos volviéndolo a su primitivo estado".
Movimiento de Objetos
La telequinesis o psicocinesis es uno de los fenómenos más conocidos en la experimentación mediúmnica y parapsicológica, mas no por ello dejan de ser siempre hechos extraordinariamente llamativos. Resulta muy sorprendente ver moverse solos objetos materiales sin poder advertir la causa que los guía y, sobre todo, habiendo tomado previamente las medidas de control que anulan la acción de cualquier causa conocida. Y si, además de esto, el movimiento es inteligente, resulta todavía más impactante. El movimiento de la cuna, el cierre de la puerta cuando el espíritu se despedía, etc., son hechos que entran en esta categoría de fenómenos.
Consideraciones complementarias
Antes de concluir este nuestro pequeño estudio monográfico, creemos necesario comentar determinados ítemes que aparecen a lo largo del relato. Son conceptos y, sobre todo, términos, cuyo significado tradicional no es aplicable a la realidad, según el conocimiento espiritual derivado de las investigaciones del Espiritismo. Tales son los casos de términos como "ángel", "purgatorio" y "promesa".
La entidad que produce los fenómenos se refiere en un momento dado a lo que su "ángel" le decía. Cada uno de nosotros tiene en el mundo espiritual seres afines, a los que nos pueden ligar lazos afectivos que se remontan a vidas anteriores, en que hemos compartido intensamente experiencias fundamentales. Alguno de estos seres puede tener encomendada la misión de ser durante nuestra vida física un guía, un orientador, aquel amigo que está pendiente de nosotros desde el plano espiritual para inspirarnos y ayudarnos en el sentido de que realicemos nuestro programa de vida. La figura tradicional del "ángel de la guarda" refleja, de alguna manera, esta idea.
Ahora bien, ciertas connotaciones mitológicas y tradicionales implícitas en esa designación, desaparecen con las investigaciones espíritas: en vez de seres de naturaleza singular, apartes de la humanidad, esos "ángeles guardianes" son, sencillamente, amigos espirituales que por cariño o deber -o por ambas causas- nos ayudan. Los atributos con que se les representan desde antaño -alas, túnicas, coronas, etc.- son símbolos o creaciones producto de una asimilación incorrecta de esas experiencias por mentalidades primitivas, las mismas que veían la acción oculta de diferentes "dioses" detrás de cada fenómeno de la naturaleza. La denominación correcta, pues, desde el punto de vista del Espiritismo, es la de "espíritu guía" o "espíritu protector".
Cielos, infiernos o purgatorios se revelan, a la luz del conocimiento espiritual, como conceptos carentes de sentido en su acepción clásica. Los espíritus instructores enseñan que tras el umbral de la muerte física las entidades espirituales desencarnadas se encuentran en distinto estado según sea su grado de evolución o purificación espiritual. Las más apegadas a la materia, las que han pasado al "otro lado" llenas de pasiones, vicios materiales y remordimientos por acciones depravadas que han cometido, continúan sintiendo esas mismas necesidades artificiales y sentimientos de culpa; pero, a diferencia de cuando estaban encarnados, carecen de cuerpo para satisfacerlas o solucionarlas y sufren terriblemente por ello. Podemos decir que las mismas pasiones, deseos insatisfechos y desasosiegos de conciencia, son su propio "infierno" y esa insatisfacción, proyectada en el tiempo, viene a ser también una purificación que da lugar a trascendentales mutaciones íntimas que preparan al ser para futuras experiencias vitales.
Los espíritus más desapegados de la materia, con aspiraciones más profundas, en cuya intimidad se han despertado las cualidades espirituales, portadores de una conciencia más amplia, se encuentran tras el umbral de la muerte con entidades guías que las conducen a planos de mayor vibración, en donde viven, actúan y aprenden, realizando múltiples tareas en compañía de otros seres de su mismo grado y de maestros o instructores espirituales. Es decir, su conciencia desarrollada les sitúa en planos de mayor felicidad, mas no en un estado de beatitud contemplativa e inoperante, sino plagada de actividad creativa, reencarnando cuando lo precisan para continuar su propia evolución o, en el caso de entidades más elevadas, en misión amorosa de ayuda para la humanidad.
La situación y actividades de los espíritus tras su desencarnación, vienen magníficamente descritas en parte de las obras psicografiadas por el gran médium brasileño Francisco Cándido Xavier, también conocido como "Chico Xavier", especialmente en las que son de la autoría espiritual de André Luiz.
En cuanto a las denominadas "promesas" hemos de decir, en conexión con lo ya referido anteriormente, que las entidades espirituales no se hacen "omniscientes" tras desencarnar, por el simple hecho de carecer de cuerpo. Con ellas van sus conocimientos, nivel de conciencia, fobias, ataduras, condicionantes psicológicos y creencias. Precisamente en este ámbito, el de las creencias, es donde hay que situar el tema de las denominadas "promesas".
Muchos seres humanos pasan al plano espiritual dejando inconclusas determinadas tareas que se habían comprometido a hacer, algunas de las cuales pueden relacionarse con sus creencias religiosas. En nuestro espacio cultural tradicional es común encontrarse con personas de mentalidad simple que hacen "promesas" a "santos", "vírgenes", o lugares sagrados de especial veneración, en una especie de trueque en el que la divinidad y sus supuestos intermediarios se cree que se prestan a negociaciones y tratos al estilo de "yo te doy o hago esto, si tú me consigues o logras para mi esto otro". Está tan fuertemente arraigada esta creencia -mucho más en épocas anteriores, en las que la religión predominaba, que en la actualidad- en amplios sectores de nuestros pueblos, que eso explica porqué existe una tendencia natural tradicional, casi obsesiva, al menos en la sociedad en que hemos crecido, a suponer que detrás de toda manifestación espiritual espontánea que se da en cualquier lugar, casa o familia, hay un caso de "promesa" incumplida, y que por esa razón el espíritu se manifiesta para pedir que otros "se la cumplan". Es evidente que todos estos condicionantes van desapareciendo en la medida en que el ser humano conoce mejor su realidad espiritual, limpiándola de creencias sin base y mitos ancestrales, siendo cada vez más consciente y libre.
Para finalizar este apartado, quiero hacer una última reflexión que viene a propósito de todo lo anterior. Hay que entender que la entidad espiritual causante de los fenómenos que hemos venido estudiando, se expresaba en los términos que conocía, en el lenguaje que le era familiar a ella y a los testigos de los fenómenos. Ciertos problemas de entendimiento surgen en ocasiones dentro de las mismas filas de los espiritistas y desde éstos hacia el exterior en sus actividades divulgativas, cuando se usan palabras y lenguajes con significados ya bien establecidos, en un contexto nuevo. En ese sentido somos partidarios, sí, de que los espíritas expliquen los viejos conceptos, pero que para ello usen los términos que les son propios, libres de las connotaciones añejas que sólo contribuyen a confundir. Reclamamos a los espiritistas, en general, una actitud más coherente en este aspecto.
La Historia del "Alma de Tacande" en la Tradición poética popular
HISTORIA DEL ALMA DE TACANDE
Del Atlante en una roca
que tiene por nombre Palma,
tal vez la más pintoresca
entre todas sus hermanas,
cuyo armonioso conjunto
se conoce por Canarias,
sucedió en treinta de enero
allá en la remota etapa
de mil seiscientos veintiocho,
un hecho que al orbe pasma.
Tiene esta isla un lugar,
puesto del sur a sus faldas,
que denominan Tacande,
en donde el hecho pasara,
que por sumamente raro
y cierto, según lo parlan
y afirman sus habitantes,
merece con mucha calma
ponerlo en papel o en bronce
o de plata pura en planchas.
Parece ser que en la fecha
que arriba está mencionada,
a ese lugar de Tacande
llegó por acaso un alma,
mandada por el Eterno
para que en él descargara
sus culpas y sus pecados,
alegrías y borrascas,
que acá en nuestra humana vida
dentro su pecho encerrara.
Y llegó el alma a Tacande
y a Tacande llegó el alma,
y eligió por aposento
la agreste y honrada casa
de Andrés Martín de Alcalá,
y en ella estuvo callada
diz que ochenta y siete días;
mas, al fin de esta jornada,
habló con Andrés Martín
y le dijo estas palabras:
- Hermano Andrés, marcha al punto,
muy ligero, sin tardanza,
y ve al pueblo de Los Llanos,
penetra en la iglesia santa,
donde encontrarás dos hombres
que en oraciones sagradas
pasan constante su vida,
dándole a Dios alabanzas;
y al padre fray Juan Montiel,
dile que venga a esta casa,
para con él descargar
todas mis culpas pasadas;
dile que venga sin miedo,
que yo soy alma cristiana.
Con él habrá un D. Rodrigo,
y si en éste hay gran instancia
de venir con Juan Montiel,
dile con buenas palabras
que a él no lo necesito,
que no quiero su compañía,
que a Montiel es a quien quiero,
que él es mi paño de lágrimas -.
Esto oyendo Andrés Martín,
y al mirar no viendo nada,
de temor quedó espantado,
más inmóvil que una estatua,
pues la gente de aquel pago,
sin ciencia aún, ignoraban
que un muerto después de muerto
y después de viva su alma,
camina por el vacío
sin ser de nadie mirada,
y se mete en cualquier parte,
y a cualquier viviente le habla,
y al arbitrio de su espíritu,
gira, corre, sube y baja.
Mas al cabo, marchó Andrés
más ligero que las aspas
de un molino entrado en viento
al pueblo que lo mandara.
Llegó, y le dijo a Montiel
que en su casa estaba un alma,
y lo más que ya está dicho;
a lo cual él contestara:
- Señor Andrés, yo no voy
con tal objeto a su casa,
porque me acobarda el miedo
y es serio hablar con un alma -.
A esto repuso Rodrigo,
que era párroco que estaba
sirviendo aquella parroquia:
- Caro Montiel, ponte en mar-
(cha;
échate al cuello reliquias
y una estola sin tardanza;
complace al punto a Martín
y ve a que descargue esa alma,
que es misión del sacerdote
por todos los medios salvarla -.
Obedeció fray Montiel
de Rodrigo las palabras;
se puso encima la estola,
reliquias en su garganta,
y montados a caballo,
emprendieron la jornada.
Llegaron fray Juan Montiel
y Andrés Martín, ya era cerca
de las dos, al aposento
que éste tenía por vivienda,
y de pronto dijo el alma:
- Bien venidos; buena sea
la hora en que habéis llegado
para descargar mis penas;
pero antes es necesario
que coma su reverencia -.
Fray Juan Montiel quedó ató-
(nito
al escuchar la parlera
voz del alma que le hablaba,
y sin contemplar su esencia.
Mas fray Juan Montiel no quiso
aceptarle la merienda
por más que el alma mandara
con cariñosa insistencia,
y eso, que al mandar un alma
tiembla de miedo la tierra,
porque un alma cuando manda
todo lo creado tiembla.
Hizo el alma muchas cruces,
no de acción, sí en la madera,
cuyas cruces hoy existen
y hay hombres que las conservan:
sobre todo en una caja
dejó tres el alma impresas,
y esta caja existe hoy día
intacta en plena evidencia.
Transcurrido un breve plazo,
dijo el alma con voz llena:
- Padre fray Juan, ya la hora
en que descargue se acerca
eche usted algunos asperges
y salmos con reverencia,
para que se ahuyente el malo
porque mi angustia es inmensa -.
A lo que dijo el alma,
fray Juan Montiel le contesta:
- Alma, el espíritu malo
de nuestro lado se ausenta,
y ya me podréis decir
quien sois y las culpas vuestras -.
Repuso el alma: - Yo soy
Ana González y en prueba,
que se presente Juana,
que quiero hablarle de cerca
para pedirle perdón,
de un exceso de mi lengua,
y a ese niño Salvador,
que habéis en vuestra presencia,
dale mil besos y abrazos
porque sus lágrimas vierta
en recuerdo de su madre,
que yo soy la verdadera.
¡Hijo de mi corazón,
mis entrañas te recuerdan! -.
Dijo el alma, llegó Juana,
y cuando ésta se presenta,
el alma le grita: - Juana,
querida hermana, ¿recuerdas
cuando estando en el camino
junto a la cancela vieja
del hermano Rodrigo Pérez,
te encontré y mi mala lengua
te dijo que embarazada
estabas?...¿No me contestas?
Sí, Juana, yo te lo dije,
y era tal tu angustia acerba
al escuchar mis palabras
de rabia y enojo llena,
eran tus ojos torrentes,
y yo acusándote necia;
y se lo dije a Rodrigo,
y fue su cólera inmensa.
Pero todo fue mentira.
Perdóname, hermana buena,
que Dios me manda a tu lado
para que alivie mis penas,
y después al Purgatorio,
que es el lugar que me espera.
Perdóname, hermana mía,
de mis palabras tu afrenta,
que el que perdona al culpable,
el Altísimo lo premia -.
Entonces le dijo Juana:
- Cuñada, si estás en pena,
ya puedes marchar tranquila;
te perdono y encomienda
mi alma también al Altísimo
cuando estés en su presencia -.
Díjole entonces el alma:
- Gracias, cuñada querida,
ya me marcho a lo infinito,
pero con suma alegría
después de oír tu perdón,
que es quien me trajo a la vida
Adiós, padre Juan Montiel,
que este es el último día
en que he de hablar con vosotros,
pues mi senda así está escrita.
A este dijo fray Montiel:
- Antes que te marches, hija,
deja una prueba de que eres
fuerza en el orbe no vista
y que haces cuanto tú quieres,
y en tu esencia se imagina -.
Luego que fray Juan Montiel
estas frases profería,
se siente un ruido espantoso,
una puerta se desquicia
de un puñetazo, y el techo
de la casa se derriba,
cayendo en el aposento
una piedra tan grandísima,
así poco más o menos
de un cuarterón, no era chica,
porque era un alma de fuerza,
sobre todo decidida
a darles una lección
de poder y fuerza intrínseca.
Después de esto fuese el alma
por el espacio tranquila,
dejando a la gente atónita
y sobre todo creída;
tanto, que hoy en nuestro siglo
como una verdad se afirma;
y que esto pasó es muy cierto,
y en el hecho no hay malicia.
.....
Falta narrar otra cosa
que en la historia es lo más serio.
Dice a su final la historia
que al llegar al aposento
de Andrés Martín la tal alma,
tomó a su casa por juego.
Que todos los que allí estaban
como a bruja la temieron,
por ser grandes las diabluras
que escucharon sin sosiego.
Sentían un tamborcito,
después tocando panderos,
como cien mujeres juntas
que bailaban en extremo
y tocaban castañuelas,
y cantando a voz en cuello,
no dejaban esas brujas
que se conciliase el sueño.
Lloraba también un niño
de diez días poco menos,
y una bruja lo arrullaba
y otra cantaba unos versos
que eran: "San José y la Virgen
arrullarán al chicuelo".
Castigaba a las personas
que había en aquel aposento
con bofetadas y palos
que nunca sufriera el cuerpo;
y otra vez de pajarillo
se entraba con raudo vuelo,
y se posaba sumisa
en un oculto agujero
que en la pared de la casa
años y siglos hicieron.
Esta es la historia del alma,
que es historia, que no es cuento,
y el que crea lo contrario
verá como el Ser Supremo
por ateo y descreído
lo ha de mandar al infierno.
CANTARES QUE CANTABA EL ALMA DE TACANDE
Corazón mío, ¿por qué estás triste?
Cautivo te tengo y libre naciste.
Por el mal que apercibiste,
Cautivo te tengo y libre naciste,
Si penas tienes, tú las quisiste.
Sufre con paciencia lo que tú quisiste.
Cautivo te tengo y libre naciste.
Si penas tienes, tú las quisiste.
María lo envuelve, José lo arrulla;
Por ser carpintero, el niño no tiene cuna.
María lo envuelve en sus lindos cantares.
El documento termina con el siguiente testimonio de los sucesos:
"Aún viven todos los que presenciaron todo lo que llevo referido y podrán dar razón de ello y lo son:
Alonso Pérez.
Bartolomé Hernández del Pino.
Jacinto Pérez de Paz.
Luis Pérez Cuevas.
Simón González.
Francisco Díaz (que vive en Las Lomadas).
Catalina de la Plata.
Andrés Martín de Alcalá".
NOTAS:
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